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Opinión

La vacuna de Liverpool

El documental completo se estrenará en agosto de 2021.

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I read the news today, oh boy... La nueva cepa de Covid que tiene epicentro en Inglaterra se transmite tan rápido que, según las autoridades sanitarias británicas, podría aumentar los contagios hasta en un 70%. Esa mutación ya consiguió filtrarse en Italia: hay al menos un caso. Buena parte de Europa cerró sus fronteras a Gran Bretaña para blindarse y este lunes aterrizó en Ezeiza un último vuelo proveniente de Londres. La decisión de suspender ese puente aéreo se tomó este domingo a la noche, así que queda encomendarse a que esos pasajeros cumplan rigurosamente con la cuarentena obligatoria de 7 días que se les impuso.

Pero, en el medio de todo eso, de esta pandemia pasándose un resaltador por encima de sí misma para decir que acá está, que por ahora no se va a ningún lado, de repente un oasis. Este lunes la plataforma Disney+ publicó en su cuenta de Twitter unos 5 minutos de video que nunca, hasta hoy, habíamos visto de Los Beatles.

Y eso, transcurrido este medio siglo de ser felices cada vez que aparece alguna imagen, alguna zapada, una versión de una canción que se escucha más o menos pero distinto a todo lo que se inventó después, se parece al aire fresco en general. Y en este 2020, es como salir de un rato largo debajo del agua y respirar hondo para volver a aguantar.

El anfitrión del video es el cineasta neocelandés Peter Jackson. Disney lo eligió para que dirija el documental que se nutrirá de 56 horas inéditas obtenidas, sobre todo, en los estudios en los que Los Beatles ensayaban y grababan Let it be, el último disco que sacaron al mercado.

“La pandemia postergó nuestro trabajo y el estreno pero, por suerte, como en Nueva Zelanda el virus está casi completamente dominado, hemos podido volver a editar. Estamos en la mitad del trabajo, y como han sido muy pacientes, les mostramos un adelanto”, dice Jackson, que es tendencia en Twitter justamente por esto. Y avisa: no es ni un trailer ni una secuencia de lo que veremos en el documental. Es un montaje, pedacitos imperdibles, una compaginación que dura lo que dura Get back.

Así va a llamarse el documental, así se llama una de las canciones de Let it be, y esa parece ser la invitación: “Revolvamos juntos estos 5 minutitos de pasado que nunca viste, que son como cuando te imaginás helado y se te llena la boca de saliva y de ganas. Dale play a este aperitivo e imaginate cuando sean, supongamos, dos horas. Vení, volá, vení”.

Ahí está Paul McCartney cortando el arranque del ensayo de Get back para decir que va de nuevo, que así no, que un poquito más rápido a ver si sale mejor. Ahí está, un obsesivo irrecuperable, poniendo no sólo su talento sino su neurosis al servicio de que sigamos acá, medio siglo después, con las emociones suscriptas a las novedades de Los Beatles.

Ahí está John Lennon, que lee con voz de flash informativo la tapa de un diario de papel: dice que a George Harrison lo buscan en Francia para meterlo preso por agredir a un fotógrafo. Mira a cámara y dice que va a presentar al grupo: “Somos The Bottles”. Sus compañeros se ríen y se parece a esa risa que aprendimos después de que quedara grabada su voz al final de Get Back, en Let it be: “Queremos dar las gracias en nombre de todo el grupo, espero que pasemos la audición”.

Ahí está Ringo Starr, con un traje verde tirando a loro que no le conocíamos, con un cigarrillo y los ojos sonriéndole a la cámara, con los labios que sincronizan con el estribillo de la canción, con un palillo en cada mano y haciendo malabares para que no se caigan hasta que se caen, con una camisa rosa con flores y un brazo que rodea la cintura de Lennon para acercárselo a su propio cuerpo. Con una, dos, tres, muchas tazas de té.

Ahí está George Harrison, que se ríe de la posibilidad de ir preso en Francia o se ríe de la voz que imposta Lennon. Se prueba el tapado negro con el que tocó en el último concierto de Los Beatles, sobre la terraza de los estudios Apple, en Londres. Se tira unos manotazos con John de esos que usan los varones de cualquier edad para jugar, se abrazan, se ríen. Se pone una camisa violeta que tampoco le habíamos visto, mueve la cabeza delante de la consola, toca la batería, les marca el ritmo a sus compañeros y al siglo XX con alguna de sus guitarras.

Ahí está Yoko Ono, metida en el estudio de grabación casi todo el tiempo, y Linda McCartney, del lado de las consolas, y George Martin, el productor histórico de Los Beatles. De traje casi siempre, atento absolutamente todo el tiempo, le hace de anfitrión a Billy Preston, el tecladista que grabó en Get Back y que fue, junto a Tony Sheridan, el único músico en tener su nombre en los créditos de alguna canción de la banda.

Y ahí estás vos, con el celular en la mano, sonriendo. Con ganas de retuitear y de reenviar por WhastApp, preguntándote cómo puede ser que siempre haya alguna cosa más por descubrir de estos tipos, y que menos mal que siempre hay alguna cosa más por descubrir de estos tipos. Con el estribillo de la canción pegado al cerebro ahora y hasta que termine el día, con ganas de escuchar Let it be enterito y de que llegue pronto agosto de 2021 para ver el documental completo. Con una envidia insana por los que hayan trabajado de mirar varias veces las 56 horas inéditas de video. Con un poco más de soga que hasta hace diez minutos.

Es que te dieron la vacuna de Liverpool: 100% de eficacia, no importa tu edad.

JR

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