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El “albertismo latinoamericano” que ensaya el Presidente para acercar posiciones con Venezuela

El 2 de abril, Fernández celebró su cumpleaños con el paraguayo Fernando Lugo, el boliviano Evo Morales y y los uruguayo José "Pepe" Mujica y su mujer, Lucia Topolansky

Mauricio Caminos

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“Es momento de ayudar a Venezuela”. La frase que soltó Alberto Fernández el lunes pasado en la Casa Rosada durante la conferencia de prensa que brindó junto a su par de Ecuador, Guillermo Lasso, expuso el avance que hay en la relación del Gobierno con el cuestionado régimen de Nicolás Maduro.

El acercamiento entre ambos países quedará confirmado en los próximos días, cuando se oficialice que Oscar Laborde será el nuevo embajador argentino en Caracas y Maduro le otorgue el plácet necesario, según recogió elDiarioAR de fuentes diplomáticas. 

De perfil kirchnerista, con militancia pasada en el Partido Comunista, ex intendente de Avellaneda y actualmente legislador del Parlasur, Laborde “no sería un cisne negro”, como lo calificó una voz en la Cancillería, que agregó: “Tiene perfil adecuado, formación y experiencia”. Además de que es un punto de coincidencia entre el Presidente y Cristina Kirchner. Laborde participó en el reciente acto de la vicepresidenta al abrir la Asamblea de Eurolat.

Con Laborde, el gobierno bolivariano se sentiría cómodo de tener diálogo sin interferencias ideológicas. Conoce la capital venezolana y viajó a fines de 2021 como observador internacional en las elecciones de gobernadores y alcaldes. 

Su designación es el primer gran paso que ensaya Fernández en su intención de acercarse a Venezuela. “Levanta el nivel de representación y retoma el vínculo diplomático”, entienden en el Palacio San Martín.

Hasta ahora, la relación se había mantenido al nivel de “encargados de negocios”, a partir de que Mauricio Macri no reconoció a Maduro y apoyó a Juan Guaidó. Laborde reemplazaría así al diplomático argentino Eduardo Porretti. Y Venezuela también haría lo suyo, al oficializar como embajadora en Buenos Aires a Stella Marina Lugo de Montilla, quien llegó al país en 2019 y fue cuestionada por Juntos por el Cambio por presuntos casos de corrupción, narcotráfico y vínculos con Irán.

“No tiene sentido seguir haciendo algunas críticas que se hacían hace un tiempo”, dijo este viernes la portavoz de la Casa Rosada, Gabriela Cerruti, en línea con la narrativa abierta por el propio Presidente, quien entiende que las elecciones del año pasado, impulsadas por el llamado Grupo de Contacto, demuestran que hay “un cambio en Venezuela”. “Recientemente hubo elecciones en algunos distritos en los que el gobierno (de Nicolás Maduro) perdió. Difícil hablar de un país donde no existe la democracia cuando el oficialismo pierde las elecciones”, subrayó en ese sentido Cerruti.

El “albertismo latinoamericanista” y su relación con EE.UU.

El movimiento de piezas diplomáticas también coincide con los 100 días cumplidos por Alberto Fernández como presidente pro témpore de la Celac. Se trata del foro de países latinoamericanos al que llegó en enero con el apoyo unánime de todos los países de la región, incluidos Venezuela, Cuba y Honduras, menos el autoexcluido Brasil de Jair Bolsonaro. El cargo al frente del grupo impulsó a Fernández a buscar una salida latinoamericana al laberinto venezolano. 

Dialogó al respecto con la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la chilena Michelle Bachelet, y con el presidente de Canadá, Justin Trudeau, pero principalmente con sus pares de la región que lo han visitado recientemente. Sin importar su perfil ideológico, lo hizo tanto Lasso –con un costado más conservador y vinculado a los sectores de derecha de su país, que se mostró abierto pero con condiciones al ofrecimiento de Fernández–, como con el chileno Gabriel Boric –explícitamente crítico de las violaciones a los derechos humanos apuntadas contra Maduro–. 

Fernández también recibió en el último mes al boliviano Luis Arce y el dominicano Luis Abinader. Incluso Venezuela fue tema de conversación con Evo Morales, José Mujica y Fernando Lugo –referentes de la “primera ola progresista” en Sudamérica, que protagonizaba Hugo Chávez– cuando lo visitaron en Buenos Aires el 2 de abril, fecha en que coincidió el 40º aniversario por la guerra de Malvinas y el cumpleaños del mandatario argentino.

“La Celac le da al Presidente un contexto para que nosotros podamos vehiculizar nuevas relaciones”, explicó la fuente diplomática de una importante área en Cancillería. “Alberto Fernández no frena en cuestiones ideológicas, habla con todos”, marcó sobre la estrategia albertista a nivel continental: “No encerrarse, dialogar y encontrar soluciones”.

El multilateralismo del Gobierno lo ha llevado a tener recientes posiciones contradictorias a nivel diplomático. En el marco de la invasión a Ucrania, este jueves se abstuvo en la votación de la OEA que suspendió a Rusia como observador por la invasión, pero sí acompañó la decisión del 7 de abril de suspender a Putin en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, organismo actualmente presidido por la Argentina.

Cinco días después de esta última decisión, el argentino Federico Villegas al frente del Consejo se había mostrado junto al representante diplomático de Rusia, en una reunión que también compartió con los embajadores de Cuba, Venezuela, Pakistán, Bielorrusia, China y Sudáfrica. “Ahora más que nunca necesitamos aumentar el entendimiento mutuo y la cooperación, independientemente de nuestras diferencias”, expresó el diplomático de carrera. “Gracias embajadores por una gran discusión sobre cómo preservar #multilateraldiplomacy en el Consejo de Derechos Humanos”, cerró.

Si bien Fernández hizo explícito su acercamiento con Caracas, no fue el único ni el más original: a principios de marzo Maduro recibió en el Palacio de Miraflores a altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos y como gesto liberó a dos ciudadanos norteamericanos presos en Caracas. Aunque oficialmente aún reconoce a Guaidó y sigue considerando el régimen bolivariano de “dictadura”, el gobierno de Joe Biden ensaya su propio descongelamiento de las relaciones a partir de la necesidad de reemplazar el petróleo que no puede importar desde Moscú. 

En la embajada de EE.UU. en Argentina, hoy encabezada por Marc Stanley, reconocieron estar trabajando con la Casa Rosada por Venezuela. “Estados Unidos continúa reconociendo la autoridad legal de la Asamblea Nacional elegida democráticamente en 2015 y la persona elegida por esta Asamblea Nacional para ser su presidente como el presidente interino constitucional de Venezuela, Juan Guaidó. Continuaremos trabajando junto al pueblo venezolano y con socios y aliados regionales para apoyar los esfuerzos para restaurar la democracia, brindar asistencia para aliviar el sufrimiento de los venezolanos y poner fin a la crisis humanitaria. También esperamos continuar trabajando con socios como Argentina para exigir el fin de los abusos contra los derechos humanos y asegurar que Venezuela cumpla con las recomendaciones y preocupaciones de la Alta Comisionada Michelle Bachelet”, fue la respuesta brindada por la oficina de prensa de la embajada ante la consulta de elDiarioAR.

El próximo 6 de junio el mandatario argentino viajará a Los Ángeles para la IX Cumbre de las Américas y allí se encontrará con Biden, aunque Washington aún no confirmó si invitará a Maduro. Con “la chapa” de presidente pro témpore de la Celac –que él mismo se encargó de decir que no compite con la OEA, donde pisa fuerte la Casa Blanca– y su apertura al diálogo con Venezuela, Fernández tendrá argumentos para buscar conversar de otro modo con su par norteamericano y el resto de los mandatarios del continente. Podría aprovechar entonces para desplegar en todo esplendor su “albertismo latinoamericano”.

MC

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