Massa, en el centro de una campaña sinuosa y con Cristina replegada
Sin tumultos, metódica y “de cercanía” pero fría, hiperconcentrada en Sergio Massa y con una enorme intriga sobre cómo resultará el experimento de llevar de candidato a presidente al ministro de Economía en medio de una estampida inflacionaria y con una economía endemoniada. Así encaró Unión por la Patria (UP) las últimas 80 horas hacia las PASO de una campaña que recién el martes, con un acto de la CGT y otro en el Gran Rex de la franquicia porteña de Leandro Santoro, tomó algo de temperatura y que el miércoles, luego del crimen de Morena Domínguez, se interrumpió definitivamente.
Antes del shock que produjo la muerte de la nena de 11 años, ocurrido en Lanús —por el que se suspendieron todos los actos de cierre—, el perfil de la campaña había sido motivo de debate en el comando de UP. Se impuso, al final, un formato light que incluía una actividad que no llegó a realizarse: un “conversatorio” en el Teatro Argentino de La Plata, con Massa en el centro de la escena, a partir de un criterio básico: que, en la cabeza del elector, lo relevante es que se vota presidente, no legisladores ni tampoco, autoridades provinciales o municipales.
A partir de ese esquema se descartó, por ejemplo, una postal política del ministro-candidato rodeado de gobernadores. Un pedido recurrente fue que debía haber actos masivos para “encender la mecha” de la militancia. Al final, esas ideas se archivaron al igual que la presencia de Cristina Fernández de Kirchner en el cierre suspendido: la vice, al final, decidió no estar porque su concurrencia tendría como cola que debía participar Alberto Fernández. “¿Qué era más importante? ¿Que estuviera Cristina o que no estuviera Alberto?”, preguntó, con la respuesta sobreentendida, una fuente de extrema cercanía con la vice.
¿Qué era más importante? ¿Qué en el acto de cierre de Sergio esté Cristina o que no esté Alberto?
Ese argumento se invocó, además, para descartar que haya tensiones entre la vice y el candidato presidencial. La secuencia de las últimas semanas, en la que Massa no estuvo con Cristina ni con Máximo Kirchner —que tiene oficina en el búnker de la calle Mitre y sigue de cerca los detalles de la campaña— y sólo compartió pocas actividades con Axel Kicillof —con quien tenía pautado compartir dos actos, miércoles y jueves, que se suspendieron— generó lecturas: una señal de distanciamiento entre el ministro-candidato y la cúpula K, o una decisión estratégica de permitir que Massa se mostrara más suelto y autónomo. Lo segundo, que propuso Antoni Gutiérrez-Rubí, el consultor político que trabaja para que el tigrense sea presidente, quizá sirvió como tapadera de lo primero.
“Cristina no quiso hacer como Macri, que apareció y le complicó la campaña a JxC. Ella sabe que, a esta altura, es mejor mantenerse distante”, dijo a elDiarioAr una fuente del comando de UP. Las declaraciones de Mauricio Macri, justamente, dispararon una intervención de la vice en Twitter.
Es indudable que Massa es el candidato de la vice: lo elogió, compartió varios actos apenas surgió como candidato, como para clarificarle a sus militantes donde estaba su apuesta y evitar que haya una fuga perjudicial de votos hacia Juan Grabois. En el micromundo massista algunos esperaron una última intervención de la vice para reforzar aquella idea que, hasta el mediodía del jueves, no se produjo. Por eso, hay una especulación en curso que sugiere que antes del domingo, Cristina podría enviar un mensaje a la militancia, que para gambetear la veda, circularía por WhatsApp. “Puede ser”, dice lacónica una fuente K.
En el entorno de Cristina hubo, en paralelo, quejas acaloradas por algunas irrupciones del presidente en la previa de la PASO, como el juego de preguntas y respuestas en redes, y el buscapié de que Fernández volvió a “operar” en los medios.
Debate
A tal punto estaba todo en debate que el acto de cierre que se haría en el Teatro Argentino estaba en duda —casi suspendido— desde la mañana del miércoles, antes del crimen de Morena. Esa puesta en escena tenía similitudes con el modelo que Gutiérrez-Rubí, el gurú catalán, le recomendó a Cristina Kirchner en 2017, cuando fue candidata por Unidad Ciudadana. En aquella ocasión la ahora vice lanzó su campaña en el teatro Radio City, en Mar del Plata, con una puesta organizada y sin bombos, “a la europea”, sólo con dirigentes pero a poco de andar se impuso el criterio clásico y Cristina cerró con el que podría quedar como el último acto en estadio de fútbol: multitudes en Racing.
Hubo cierta nostalgia, en la falta de masividad y de presencia federal, del acto de cierre en el Monumento a la Bandera, en agosto del 2019, donde los Fernández mostraron un músculo político inédito: la fórmula y más de una docena de jefes provinciales, en una señal que no volvió a repetirse, y que ni siquiera se planeó para la campaña de las PASO. Todo quedó para la “segunda parte”, la que en teoría tendría la intensidad, el tumulto y el músculo político que en este tramo se vio en cuenta gotas.
“Cada uno está en su provincia, se puso al hombro la campaña, en el mano a mano”, explicó un operador de UP. Hay casos puntuales, como los de Gustavo Bordet, en Entre Ríos, Alicia Kirchner, en Santa Cruz, o Raúl Jalil, en Catamarca, que como tienen elecciones provinciales simultáneas se enfocaron puramente en lo local. Otros de los gobernadores oficialistas —un bloque político que fue determinante para producir el shock que derivó en el reemplazo de Eduardo “Wado” De Pedro por Massa en la fórmula mayoritaria de UP— tenían cierto margen para sumarse, algo que de todos modos no se planeó.
El argumento de laboratorio es que los indecisos cotejan las capacidades de los que pueden conducir el país y, según el speech que whatsappea Gutierrez-Rubí, Massa es el mejor preparado que Bullrich, Rodríguez Larreta y Milei
Primer tiempo
“En esta vamos a andar más o menos pero en octubre vamos a mejorar mucho”, dice a elDiarioAR un jefe provincial. Es una frase casi estándar entre gobernadores e intendentes: que la PASO será un ensayo, una medición in situ sobre cómo está el clima electoral. “La PASO va a servir para ver dónde estamos flojos y ver adónde tenemos que trabajar para la general de octubre”, explica un jefe comunal del conurbano. Usa una figura puntual. “Salir con el padrón marcado”, dice en referencia al mapeo que se hará luego de las primarias sobre el ausentismo, los barrios y los sectores. Toda una ingeniería de la supervivencia.
Desde el comando de UP, cuya coordinación está a cargo de Wado de Pedro, baja la indicación de que la elección es presidencial y que el centro de la escena lo debe tener Massa. El argumento de laboratorio es que los indecisos cotejan las capacidades de los que pueden conducir el país y, según el speech que whatsappea Gutierrez-Rubí, Massa es el mejor preparado por encima de Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta y Javier Milei. Por eso, el planteo es que lo mejor que le puede pasar a UP es que la elección sea percibida como “presidencial”.
El enfoque es paradójico porque, en general, según las encuestas que miran en UP, Massa tiene menor intención de voto que los intendentes y que la mayoría de los gobernadores. ¿Porqué, entonces, poner el foco en la oferta menos taquillera y no proponer un esquema integral? La razón es para empezar a explicar el resultado del domingo que en el comando de la calle Mitre esperan “aceptable”. ¿Qué significa eso? La variable que hace rato plantea el PJ: que Massa sea el candidato individualmente más votado pero JxC, con la sumatoria de Larreta y Bullrich, se imponga como espacio electoral.
La tesis es que si al candidato, Massa, le va individualmente mejor que a la marca UP (es decir, Massa más Juan Grabois), eso fortalecería al postulante presidencial que, con una lectura curiosa, ganaría a pesar de que su equipo pierda. Es el teorema Rubí.
PI/DTC/JJD
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