De Sócrates a Locke en 50 minutos: cómo son las clases de filosofía para darle “sustancia” a los jóvenes de Milei
Isaías vota a Javier Milei pero ahora tiene que defender a Sergio Massa. En un pizarrón detrás suyo se puede leer “Masa” y le acaban de poner una prueba inesperada: “convencer” a sus compañeros de La Libertad Avanza de que el ministro es mejor candidato que el libertario para el balotaje. Está tieso. No titubea, pero expone con oraciones unimembres. “Va a arreglar todo lo que hizo Macri esos cuatro años”, ensaya como primera tesis. En frente suyo se la devuelven al hueso: “¿Pero qué pasó en estos cuatro años? Porque Massa es ministro hace un año. ¡No entiendo!”.
Son las cinco de la tarde de un sábado luminoso, pero acá hay un grupo de jóvenes sub 30 que eligió encerrarse una hora en un pequeña sala con las paredes pintadas de un amarillo viejo y escuchar una clase de “filosofía política liberal”. El local de LLA está en el centro de San Martín, partido del conurbano bonaerense, a pocas cuadras de donde nació el propio Massa. El barrio respira política: en la misma cuadra hay un espacio del Partido Obrero, donde el legislador porteño Gabriel Solano da una charla a una treintena de personas. En la vereda de enfrente tiene una sede Unión por la Patria. A la vuelta está Juntos por el Cambio.
“Massa es ministro hace un año. Entonces, no es responsable del total de lo que se hizo en estos últimos cuatro años. Por consecuencia, sería culpable en parte por un veinticinco por ciento, no por la totalidad”, argumenta matemáticamente en su exposición Isa –como prefiere que lo llamen–. Tiene 23 años, practicó mucho tiempo boxeo y en sus brazos luce varios tatuajes: uno es la caricatura de un pene, otro es la figura de un policía. Usa anteojos y tiene una de las patillas pegadas con algo que parece cemento de contacto. “¿O sea que Massa es un culpable menor?”, lo interpelan de nuevo.
Quien pregunta sentado como un oyente más es Gabriel Chiliutti, profesor de Historia en colegios y jefe de campaña de Marcelo Ballester, referente libertario en el distrito y concejal electo en el Concejo Deliberante municipal. Abrió el espacio de estudio para que la juventud de LLA tenga “sustancia”. “Para que tengan fortaleza y sepan defenderse”, los arengó al comienzo de la clase, la primera de una serie que piensa extender más allá del proceso electoral actual. En un televisor proyecta desde una computadora un PowerPoint con los postulados principales de los autores que va a recorrer: Sócrates y los sofistas, Descartes, Kant y Locke. Del siglo V a.C. al siglo XVII en apenas 50 minutos. Formación de cuadros en tiempos de la instantaneidad centennial. Ya no alcanzan ni las 2X del guasap para hacer política.
Gabriel pincha otra vez a Isa, dice que quiere llevar “al ridículo” la defensa sobre el ministro-candidato. Busca exponer para todos cómo es una “discusión de ideas”. “Yo no soy hincha de Sócrates ni de los sofistas, pero hay que tomar lo bueno de estas dos ideas”, advirtió al comienzo de la clase. “Para el sofista no importa si hay una verdad o una mentira; lo importante es poder convencer sobre mi punto de vista, aunque esté equivocado. Ahí está el problema con Sócrates, que quería ir a la idea original, al centro, su génesis, no quería un punto de vista por cada idea. Él lo hacía a través de la pregunta. ¿Lo logró Sócrates o lo lograron los sofistas”, interpeló. En el pizarrón ya dejó escrita la famosa frase de Protágoras sobre el relativismo: “El hombre es la medida de todas las cosas”. Mileísmo y posverdad a veces riman.
La izquierda del rey Luis XVI no era la izquierda de hoy. No. Éramos nosotros. Eran nuestros antepasados liberales. No eran ellos. Nosotros éramos la izquierda
Con Chiliutti preguntando porqués a lo Sócrates, Isa asume el papel de sofista: tiene que usar la retórica y la oratoria a su favor. Algo sabe por su propio trabajo: se desempeña en el puerto de Dock Sud como “facilitador”, según sus propias palabras. Le consigue a los tripulantes extranjeros de los barcos comida, bebidas, cigarrillos, “mujeres”, “armas”, “drogas”, “lo que sea”. Dice que en el puerto “todo el mundo se maneja con dólares”. Tiene casi dos horas de ida y de vuelta desde San Martín en transporte público. Le entusiasman “las ideas de la libertad” de Milei y se acercó a la LLA para fiscalizar durante las elecciones generales: lo designaron fiscal general en la misma escuela donde hizo el secundario porque ya tenía experiencia como fiscal para JxC en otros comicios.
“Tiene más tiempo, más gestión. Massa va a ser un buen presidente”, cierra Isa como salida al laberinto en el que lo metieron. “Felicitaciones Isa. Te bancaste defender a Massa”, le reconoce Chiliutti. “Transpiraste”, bromea. Los demás aplauden. “Fue todo a base de mentiras. Por eso es fácil hacer memoria”, replica Isa que suelta una sonrisa y agacha la cabeza para volver a su silla. Todavía falta un día para que Milei le pusiera a Massa el mote de “pinocho” en el debate presidencial, donde el ministro-candidato apretó contra las cuerdas al libertario con el latiguillo del “por sí o por no, Javier”. “Créanme que la pregunta en un debate es un arma poderosísima, es un arma enorme”, aconsejó Chiliutti a sus jóvenes libertarios durante la clase.
Pienso y luego existo y luego voto
De vuelta al frente de la clase, Chiliutti escribe en el pizarrón una fórmula matemática: PIENSO + POR LO TANTO = EXISTO. “¿Alguien me lo puede explicar? ¿Qué quiere decir esto?”, inquiere sobre René Descartes. Pasa un rato sin obtener respuesta. Nadie toma nota. Entonces hace una bajada política: “Pienselo. Este es un nuevo movimiento político, que es liberal. Y tenemos una gran responsabilidad para con la ciudadanía. Por lo tanto, tenemos que empezar a dudar de lo que se nos presenta como dado. Si me llega un presupuesto de la municipalidad, mi obligación es dudar. Tengo que dejar de lado la pereza y ponerle el cuerpo, ponerle esfuerzo y revisarlo porque estoy representando a toda la ciudadanía”.
“Perdón, a veces se duda de las propuestas de nuestro espacio mismo –interrumpe Matías, remera negra de un león y la palabra Milei con letras imprenta mayúscula y amarillas, uno de los referentes de la juventud libertaria, también veintipico–. No es que siempre vamos por el otro espacio, por ejemplo lo que hace Massa, también dudamos en lo que se refiere…”. “...como una autocrítica”, lo completa Isaías y va más allá: “Si uno está convencido con algo y duda de lo que está convencido, puede encontrar nuevas verdades o nuevas razones para convencer a los demás”. “Claro, como en la alegoría de la caverna. Al salir de donde estás, descubrís que puede haber otra realidad”, entra en la discusión Yasmín.
¿A quién no le sirve justamente ese tema de buscar esa información y cuestionar ese status? Al Estado no le sirve
Junto con Matías, Yasmín es la otra referente de la juventud libertaria: tiene 30 y está en LLA desde principio de año. Lleva remera negra mileísta con un parche bordado que dice “1982”, los labios y los ojos pintados de amarillo, una vincha amarilla, medias res en los brazos y distintos collares, entre ellos un rosario y un dije de las islas Malvinas. Chiliutti le corta el entusiasmo: “Vamos a ir a eso justo ahora. Pero no con la alegoría de la caverna de Platón. Podríamos ir con la filosofía clásica de Platón, Sócrates, Aristóteles… pero prefiero ir haciendo un racconto hasta lo que sería el liberalismo”. Y entonces presenta a Immanuel Kant y su “postulado de la minoría de edad mental”, que ya se puede leer en la pantalla del televisor.
“Si todas las personas fuésemos menores de edad mental, propagaríamos esa ignorancia”, apunta Chiliutti y lleva el caso a un ejemplo personal extremo: “Yo cada vez quiero estudiar menos, quiero sentarme en mi casa con mi esposa, tomarme un fernecito, una cervecita, que mi hijo juegue en la placita. Eso es lo que quiero, pero tengo que esforzarme. Tengo que ser mejor, y más representando un espacio político”. Matías irrumpe con un mileísmo interno al palo: “¿A quién no le sirve justamente ese tema de buscar esa información y cuestionar ese status? Al Estado no le sirve”, pregunta y se responde. Y Chiliutti le pone un reparo: “En algunas cuestiones sí, pero nunca tratemos de generalizar. Es cómodo, subjetivamente es más fácil, pero no podemos generalizar porque el Estado somos todos también”.
La derecha de izquierda
El último filósofo de la clase es “el amigo” Locke, como lo presenta Chiliutti. “Es el padre intelectual del liberalismo moderno”, elogia. Y saca pecho con una intervención que hace propia, de la que se siente parte, y en la que palabra por palabra dice así: “¿Cuál fue el gran aporte que nos da John Locke como padre del liberalismo moderno y como padre intelectual del liberalismo moderno? Primero, nos afirma que la soberanía reside en el pueblo, no reside en un monarca absoluto. Sí, el liberalismo fue el que peleó contra el absolutismo, no otra corriente ideológica. Fuimos nosotros: nuestros antepasados fueron los que pelearon contra el absolutismo. La izquierda del rey Luis XVI no era la izquierda de hoy. No. Éramos nosotros. Eran nuestros antepasados liberales. No eran ellos. Nosotros éramos la izquierda”.
Chiliutti dibuja en el pizarrón un rombo y marca un punto en el vértice superior. “Un Milei a la enésima potencia, como en 2018, sería el pináculo del test de Nolan”, subraya sobre el diagrama que define las posiciones políticas de acuerdo al cruce de los ejes de “libertad económica y libertad personal”. Si a la izquierda está el “progresismo” y a la derecha el “conservadurismo”, el dibujo plantea que en el vértice inferior está el “totalitarismo”. ¿En qué punto se ubicaría Milei hoy?, es una pregunta que no surge en la clase. Tampoco se menciona la palabra “derecha” en la exposición.
“Acá Marx no existe todavía”, cuestiona Chiliutti luego de repasar el concepto de propiedad privada de Locke. “Acá no hay capital ni plusvalía ni todas esas categorías que recién se empezaron a conocer a finales del siglo XIX”, apunta. “Llamemos a los del Polo Obrero, que están acá al lado”, lo chicanea Tomás, otro de los alumnos. “Vamos a estar tres horas”, responde con risas Chiliutti, y retoma el hilo para decir algo que señala como “muy importante”.
“Acá está la génesis del Estado moderno que conocemos hoy: es la defensa de las propiedades privadas de los individuos que viven dentro de ese Estado. El único que tiene el monopolio de la violencia legítima de ese Estado es el propio Estado y no los individuos, porque ya tenemos intereses personales y el Estado tiene la obligación de velar por los intereses de todos”, expone Chiliutti. “De ahí viene la cuestión de qué es política”, dice a continuación, y escribe en el pizarrón una pregunta que anticipa será –“ya después del balotaje”– el tema de la clase siguiente para la juventud libertaria: “¿Qué es la política?”.
MC/MG
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