Tercios, internas y clima de derrota: el peronismo frente al déjà vu del 2015
Se espesa la atmósfera en el primer piso del Instituto Patria. Cristina Fernández de Kirchner se incomoda y se pone enfática: asume como una ofensa que le digan que ella, en el 2015, no hizo lo suficiente -o lo necesario- para que Daniel Scioli le gane a Mauricio Macri. Dice que “los gobernadores” le pidieron que el candidato sea Scioli, que no querían que haya primarias, que el bonaerense hizo la campaña que se le antojó y que eligió sin condicionamiento, incluso para su sorpresa, a Carlos Zannini como vice.
El episodio, que ocurrió en 2017, se rememoró en estos días tras una doble certeza: Cristina -como en 2015- no será candidata a nada, pero tendrá -a diferencia del 2015- el timón de la táctica y la campaña electoral de una elección en la que, por tercera vez en su historia, el peronismo se arriesgará a perder el gobierno siendo gobierno. Ocurrió, antes, con Carlos Menem en 1999 y con Cristina en 2015. La profecía maldita del PJ anima la malicia de que ni Menem ni Cristina querían que los suceda otro peronista.
Un deadline electoral es el 14 de junio, día en el que el INDEC dará a conocer el dato de inflación de mayo que consultores privados ubican en 9 puntos con alguno, incluso, que arriesga que podría ser de dos dígitos.
La vice se mueve, esta vez, decidida a suprimir la sospecha: el 25 de mayo, en el acto para recordar los veinte años de la asunción de Néstor Kirchner, hará el ritual de ponerse al frente del proceso y centralizará en su única y exclusiva jefatura el plan político. Todas las incógnitas abiertas en el peronismo dependen de lo que ella decida: si habrá candidato único o PASO, si en Buenos Aires se desdoblará o no, si el candidato será un K puro o un híbrido. “Nadie resiste un llamado de Cristina”, dice un peronista con poder territorial.
Calendarios
A 34 días del cierre de listas, en el tablero de la vice aparecen dos líneas de tiempo paralelas. Una refiere al proceso, acelerado, de instalación de Eduardo “Wado” De Pedro. Quizá demasiado tarde, el ministro entró en modo candidato pero carga con un nivel de conocimiento un poco superior a los 50%. Hay un mandamiento de los campañólogos: “Nadie vota a quien no conoce”. En 2019, Alberto Fernández era casi un desconocido para las mayorías: el efecto sorpresa del anuncio de CFK produjo la magia de que, en una semana, su conocimiento público saltara del 30 al 70%.
La otra tiene como deadline el 14 de junio, día en el que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) dará a conocer el dato de inflación de mayo -que los consultores privados ponen en 9 puntos con alguno e, incluso, hay quien arriesga que puede ser de dos dígitos-. Parecería el termómetro que define si Sergio Massa puede, o no, ser candidato, pero la onda expansiva puede ir más allá del ministro de Economía y sacar de la cancha también a De Pedro.
“Wado” estuvo esta semana de gira por la provincia de Buenos Aires: con intendentes en Merlo y Almirante Brown, con Luis Barrionuevo en Mar del Plata. Martín Insaurralde, el jefe de Gabinete de Axel Kicillof, se convirtió en el lazarillo que lo guía por el conurbano mientras, en algunos casos, Máximo Kirchner participa, aunque sin estar en las fotos. Esta semana, hará lo mismo en Quilmes donde como jefe del PJ convocó a intendentes del PJ en lo que podrá leerse, de manera lineal, como la presentación informal de que se activó el plan “para instalar a Wado”.
La foto con Barrionuevo, la misma noche en la que Cristina habló de pasarle la posta a los hijos de la generación diezmada, generó un insumo tóxico. “¿Nos piden que ampliemos? Wado amplía: algunos dicen que hay que ir a buscar radicales, troskos pero nosotros creemos que primero hay que ir a buscar a los peronistas que no están acá”, justifica un operador wadista. Parece aplicar el concepto de Cristina respecto a los tercios y los pisos: el FdT debe, primero de todo, ir a garantizarse los 30 puntos que le dan el pasaporte para el balotaje. De Pedro puede invocar la regla que invoca Cristina respecto a que un oprobio político prescribe a los seis meses.
Detrás de la movilidad de De Pedro aparece una picardía: se menciona que hace campaña casi exclusivamente en la provincia de Buenos Aires, dato que un intendente invoca para decir que podría tratarse de una instalación no para ser candidato presidencial sino candidato a gobernador. Para eso, Kicillof debería despejar el casillero con un destino nacional. “Wado no arranca. Axel es más claro y más fresco, sabe de economía, puede hablar en primera persona del 2015 y tiene el plus de haber sido gobernador”, dice un intendente. Repite, casi textual, la postura de Máximo, quien -además de invocar encuestas donde Kicillof es el mejor candidato del FdT- sostiene que como la campaña será sobre economía, el gobernador es el más indicado para dar esa discusión.
Así y todo, Máximo pareció ponerse finalmente a trabajar por la postulación presidencial de “Wado”. Sobre la hipótesis Kicillof presidente, cerca del diputado trasmiten resignación. “No se puede obligar a ser a quien no quiere serlo”. El kicillofismo, en tanto, reforzó la campaña para gobernador. Dos jefes territoriales del PJ trasmiten lo mismo: afirman que Cristina lo quiere a Kicillof en la provincia y que las chances de desdoblar la elección es mínima porque de ese modo se licúa el efecto Javier Milei.
Derrotas
Cristina, más que nadie, opera sobre un escenario de potencial derrota: su planteo de los tercios, en el que apunta a que es más importante consolidar el piso que subir el techo, es la demostración precisa de esa advertencia. El último informe de ARESCO, la encuestadora que en marzo del 2022 detectó a un Milei con 17 puntos, ahora ubica al libertario a la par del Frente de Todos, con ambos 5 puntos abajo de Juntos por el Cambio (JxC).
En el PJ del conurbano el registro es parecido a partir de comparar dos escenarios: una encuesta de la Universidad de Lomas de Zamora, en varios distritos del primer y segundo cordón, ubican al FdT en el orden de los 50 puntos en el tramo de intendentes (todos entre 10 y 15% abajo de lo que obtuvieron en el 2019). A simple vista, el dato refleja que el peronismo gana en esos territorios: el doblez es que muestra números muy similares a los de la elección del 2015, cuando el macrismo ganó en la Nación y en la provincia.
Ese sondeo muestra, además, a JxC y a La Libertad Avanza de Milei empatados en el orden de los 20 puntos. Hay otro factor que remite al 2015: la encuesta que Insaurralde le muestra a los alcaldes del conurbano sur plantea un virtual empate entre Mayra Mendoza y Martiniano Molina en Quilmes. En 2015, Molina le ganó a Francisco “Barba” Gutiérrez por más de 10 puntos. La advertencia de los intendentes es simple: ellos, en una campaña mano a mano, parecen lograr retener pero dicen que les cuesta un arrastre positivo hacia arriba. “Se vienen las campañas municipales”, cuenta uno y advierte que ven difícil que no haya corte de boletas. Hablan, ahí, de los reyes del corte, entre los que rankean Juan José Mussi, de Berazategui, y Alejandro Granados, de Ezeiza.
En las provincias, el PJ anuda victorias -algunas ajustadas, pero victorias al fin-. Está en preparación una cumbre de gobernadores. Sería después de las elecciones del 11 de junio -que aportarán dos instancias clave: el resultado en Tucumán y el de San Luis, dos provincias (sobre todo la última), donde se pone en juego si los oficialismos siguen ganando a pesar del contexto crítico de la economía y la política-.
Primarias
Scioli apuesta toda su suerte a unas PASO. Consiguió, en colaboración con la mesa chica de Alberto Fernández, que el presidente deje de mencionarlo como su candidato. “Daniel tiene que ser el candidato de Scioli, ni de Alberto ni de Cristina. El candidato del peronismo”, apuntan en su entorno. El presidente, en tanto, promete que no se involucrará con la campaña de ningún candidato hasta que tras las PASO salga un ganador, validado por el FdT.
Una de las dudas que en el PJ bonaerense hay sobre Cristina es si, ante la hipótesis de una primaria, aceptará que un potencial rival de De Pedro pueda llevar, también, la boleta de Kicillof gobernador o estará obligado a presentar su propia boleta. El embajador se mueve, por lo pronto, muy cerca de Victoria Tolosa Paz, que se nutre de un insumo: casi no hay figuras mujeres con alta rotación.
La incógnita sobre PASO o candidato único pone sobre la mesa un escenario inusual: que Cristina ponga en el menú a Wado y acepte que enfrente haya u candidato competitivo como Scioli. ¿Se puede arriesgar a que su bendecido, implícito o explícito, pierda la primaria? La teoría es que no hay forma de que un candidato de CFK pierda una PASO en el FDT porque, aun con pérdida, el traslado de votos termina volviendo imbatible al postulante de Cristina.
A Máximo lo escuchan repetir una afirmación: “Para perder con Massa o Scioli, mejor perdemos con uno nuestro”. Es el mensaje para prepararse para una etapa de repliegue, si se retiene la provincia mejor pero en el caso más extremo en el Congreso y las legislaturas. Se recuerda, en el mundo K, que en el 2017 cuando los candidatos firmaban la boleta, también firmaban un compromiso en el cual decían que en caso de abandonar el bloque, debían abandonar la banca. Es un papel sin valor jurídico -porque las bancas son nominales- pero suponen una aceptación de orden político.
El día después
Fernández reivindica, cuatro años más tarde, haber dicho después de ganar por 15 puntos las PASO de 2019 que estaba “bien” un dólar a 60 pesos. Sus dichos, la mañana del jueves 15 de agosto de 2019, evitaron que se espiralice la corrida que arrancó luego con una paliza electoral que nadie vio venir y se agudizó con la aparición de Mauricio Macri, desencajado y furioso, en una conferencia en la que Miguel Ángel Pichetto, su candidato a vice, pronunció una frase antológica: “El presidente está en control”.
Este jueves, en C5N, Cristina contó por primera vez en público el episodio que figura como minuto cero del desencuentro entre los Fernández. La vice consideró que aquel hecho marcó el cambio en la estrategia de campaña del FDT cuya consecuencia fue que Macri lograra una remontada y consiga, al final, superar los 40 puntos en la elección general. Cristina dijo que un presidente no debe dar valores sobre el dólar. En el reportaje, no lo precisó pero, en el primer anillo cristinista, se detalla que -más que los dichos de Alberto- el factor crítico fue que lo hizo sin una consulta previa con Cristina.
Hace unas semanas, cuando Sergio Chodos acusó a tres economistas de JxC, entre ellos al ex ministro Hernán Lacunza, de haberle pedido a funcionarios del FMI que no anticipen desembolsos a la Argentina, Fernández reprochó el comportamiento de Lacunza. “Cuando habla se olvida que yo me pelee con todo mi espacio político para ayudar a que el gobierno de Macri terminara el mandato, cuando otros proponían dejar que estalle todo”, contó. Al recordar aquel hecho, además de cuestionar a Fernández, Cristina parece proyectar el registro histórico sobre un escenario posible en el futuro cercano: que esta vez sea el peronismo al que le toque perder siendo gobierno y a JxC tener la llave para aplacar la crisis. O magnificarla.
PI
0