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Reclamo salarial

El Gobierno redobla la apuesta en su “batalla cultural” con las universidades en medio del paro docente

Alejandro Álvarez junto al hoy director de la Escuela Nacional de Inteligencia, Juan Bautista "Tata" Yofre.

Pedro Lacour

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El segundo cuatrimestre universitario de 2024 arrancó este lunes con un paro docente de 24 horas en todo el país. Esta vez, el reclamo se centra principalmente en el atraso en los ingresos de los trabajadores. La propuesta salarial hecha el viernes pasado por los representantes del oficialismo, quienes ofrecieron un aumento del 3% para agosto y del 2% para septiembre, no hizo más que atizar el fuego de la discordia. Los funcionarios del Ministerio de Capital Humano, con el subsecretario de Políticas Universitarias Alejandro “Galleguito” Álvarez a la cabeza, se toparon con la disconformidad de los sindicatos, que al salir de la reunión confirmaron la continuidad del plan de lucha.

Es que el paro de 48 horas dispuesto para este martes 13 y miércoles 14 parece volver a recrear un clima similar al que se vivió en la previa a la gran marcha del 23 de abril. Ese día, cientos de miles de personas salieron a las calles de las principales ciudades del país para reclamar por la falta de fondos para el elemental funcionamiento de las instituciones educativas. En Casa Rosada acusaron el golpe, que no vieron venir, y tuvieron que salir a sobreactuar su “defensa” de la educación pública, luego de un intento fallido por deslegitimar el reclamo callejero.

Un dato sorprendió en aquel entonces a los funcionarios: el carácter extremadamente transversal de quienes se manifestaron en defensa de la educación pública, una causa considerada “noble” por el presidente Javier Milei, pero que en otras oportunidades no dudó en calificar como un “lavado de cerebro”. Hoy, sin embargo, a casi cuatro meses, el oficialismo elige redoblar la apuesta en su tensa relación con el mundo universitario y pone al frente de esa cruzada al subsecretario Álvarez, que en los últimos días salió a reivindicar públicamente su rol en tanto soldado de la “batalla cultural” que estaría llevando adelante La Libertad Avanza.

Hijo del histórico Alejandro “Gallego” Álvarez, fundador en los 70 de la agrupación peronista Guardia de Hierro, este profesor de Ciencia Política en la UBA se declara fan de La Misa, el programa que conduce Daniel Parisini, mejor conocido como Gordo Dan, y que es transmitido por la pantalla de Carajo, el flamante canal de streaming libertario. Hace dos semanas, Álvarez fue invitado y recibido con honores por los integrantes de esa mesa, donde fue presentado como quien encabeza el “combate” contra el “adoctrinamiento socialista” en las casas de altos estudios. “Lo que ha pasado es que el kirchnerismo se montó en las universidades como si fuera una estructura soviética donde ellos determinan qué es lo correcto”, se lo escuchó decir al subsecretario en un tramo de la entrevista, en la que también se despachó con definiciones en contra de la “Agenda 2030”.

En abril, con el conflicto en plena ebullición, Álvarez fue corrido de las negociaciones con los representantes de las distintas instituciones educativas, pero esa desautorización lejos estuvo de valerle el cargo. Por el contrario, su figura pareció blindarse todavía más a partir de esas jornadas convulsionadas, de la mano de alguien que se convirtió en su principal sostén puertas adentro de la gestión libertaria: el todopoderoso asesor presidencial Santiago Caputo.

Según pudo saber elDiarioAR, el funcionario al frente de la relación con las universidades ocupa hoy uno de los sitiales más deseados por las huestes macristas, que están agazapadas y a la espera de que no se detenga la sangría constante de funcionarios que jaquea desde el vamos al ministerio comandado por Sandra Pettovello. El expresidente Macri parece tener a Álvarez en la mira y presiona a la mejor amiga de Milei para que lo desbanque. Pero el futuro del subsecretario, mal que le pese a jefe del PRO, no parece peligrar. Su llegada a la mesa chica del oficialismo es directa, incluso más que la del propio secretario de Educación, Carlos Torrendell.

Más allá de esas escaramuzas de palacio, poco parece importarle al Gobierno que la oferta hecha a los docentes no alcance a cubrir el atraso que sufrieron los ingresos de sectores claves de la educación desde la llegada de Milei al poder. A pesar del relato esgrimido por La Libertad Avanza, que le atribuye a la docencia universitaria aumentos superiores a los de los trabajadores del Estado Nacional e insiste en hacer el corte temporal excluyendo la megadevaluación de diciembre, los números muestran que el poder adquisitivo se recortó hasta 32,2% de noviembre a julio.

El antecedente más cercano al paro que comienza este martes es el que tuvo lugar el 4 y 5 de junio pasado, con el que, además de reclamar un incremento presupuestario y mejoras de los sueldos, se exigió el reintegro del Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid). Esa medida había sido precedida por otro paro, el 23 de mayo, un mes después de la marcha. Y antes, además, la UBA se había declarado en emergencia presupuestaria por los recortes de fondos que implicó la asignación del presupuesto 2024. La posibilidad de una segunda marcha universitaria está cada vez más latente.

PL/JJD

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