Con Guzmán ratificado, Alberto ultima un plan “anti-crisis” que tiene matriz K
Lejos de flashes y curiosos, Martín Guzmán se refugió el fin de semana en Chapadmalal. Por 72 horas, escoltado por su staff más cercano, mudó a la plana mayor de Economía a la residencia de verano para traducir en texto, artículos y datos un paquete de medidas anti crisis que conversó el domingo pasado con Alberto Fernández en Olivos y que, según la hoja de ruta oficial, el gobierno pretende anunciar durante la esta semana.
Ratificado por Fernández, Guzmán procesó los efectos de la crisis económica y política, avanzó un casillero con la convocatoria a audiencias para la actualización de tarifas -a pesar de las críticas del kirchnerismo- y diagramó con el presidente un plan para recuperar “ingresos”, con renglones separados pero simultáneos para trabajadores formales y para informales, pero como parte de una medida integral que apuntará a las “ganancias extraordinarias”.
Tenemos que tomar medidas que se demoraron más de la cuenta. Tenemos que salir de la parálisis que genera la interna
Guzmán blindó los detalles, que todavía debe ajustar con el presidente. No está la letra pero la música enlaza un proyecto para aplicar un “renta presunta” a sectores con ganancias extraordinarias para fondear, con eso, una especie de IFE que sería rebautizado, a la vez que se retomaría la idea, nunca descartada -a pesar que la UIA y CGT dijeron que prefieren reabrir paritarias, y así lo acordaron- de un aumento por decreto para todos los trabajadores registrados. Caras de una misma moneda, la medida sobre ganancias extraordinarias sería un proyecto de ley que debería discutir el Congreso.
En esos recintos, donde Fernández quiere que avance el paquete de leyes productivas que charló con Sergio Massa. También puede aparecer una propuesta que está en los borradores que circulan entre legisladores cristinistas: un impuesto específico para las plataformas, que podría destinarse a fondear el INCAA. Actualmente, tributan 21% de IVA y los adicionales del “dolar turista” -impuesto PAIS y anticipo de Ganancias-.
Menú
El menú lo mencionó, al menos en parte, el ministro en una entrevista en C5N pero en Economía no dan precisiones. Con recelo, solo admitieron a elDiarioAR que Guzmán tuvo un “encuentro de trabajo” con un puñado reducido de colaboradores entre los que estuvieron el secretario de Hacienda, Raúl Rigo, el de Política Tributaria Roberto Arias, Fernando Morra de Política Económica y la jefa de Gabinete Melina Mallimace. El ausente fue Sergio Chodos, mano derecha de Guzmán en la negociación con el FMI.
Tiene, a simple vista, puntos en común con lo que Cristina Kirchner propone. O, a su modo, plantea con medidas como la que anunció hace 10 días, junto a Sergio Massa: el aumento de 20 mil pesos para los empleados parlamentarios, un auxilio de shock que se incorpora al salario frente a la estampida inflacionaria. El expediente “ganancias extraordinarias” está, hace tiempo, en el lenguaje K. La continuidad del IFE, o el salario universal como versión más pretenciosa, forman parte del decálogo repetido por el cristinismo.
A su modo, con el respaldo explícito de Fernández, Guzmán parece transitar el mismo sendero. Puede leerse como un entendimiento implícito, casi por ósmosis, entre Alberto y Cristina: el presidente sostiene a su ministro; la vice consigue que cierta medida, se avance con políticas que ella reclama. ¿Significa que se ordenó la internas? No, en mayúsculas. Pero, por lo pronto, la crisis dejó temporalmente de escalar y Cristina, más allá del episodio de la frase en el CCK que se entendió como un misil contra Alberto, le avisa a los suyos que no hay que sumar ruido.
El albertismo invita a que renuncien los que tienen diferencias con el rumbo del gobierno. En el cristinismo la indicación precisa es que nadie ceda ningún espacio. Guerra de trincheras en modo peronista
“Ella cree que si en medio de esta crisis, con lo más que la está pasando la gente, la política le suma sus peleas, es peor”, apuntan desde el Senado y trasmiten que la vice decidió, estratégicamente, bajar el tono de confrontación algo que, en los últimos días, se extendió a los voceros más activos del dispositivo K, en particular Máximo Kirchner. En Rosada interpretan, a su vez, que la hipótesis de cambio de gabinete también ayudó a calmar los ánimos.
Sin embargo, al menos en lo inmediato, perdió fuerza un posible movimiento de funcionarios que alimentó mil versiones en estas semanas. Fernández, según un interlocutor que charló con él en las últimas horas, se muestra enfocado en las medidas más que en eventuales cambio de funcionarios. “Tenemos que tomar medidas que se demoraron más de la cuenta. Tenemos que salir de la parálisis que genera la interna”, lo traduce un colaborador.
Ese planteo tiene un anexo que lo agrega el mismo entornista. “Alberto define hacia donde avanzamos y los que no estén de acuerdo con esa dirección, son libres para hacer lo que quieran”. Traducción: casi una invitación a que renuncien los que tienen diferencias con el rumbo del gobierno. Del otro lado del mostrador, en el cristinismo, está la indicación precisa de que nadie ceda ningún espacio. La guerra de trincheras en modo peronista.
Mojones
El primer mojón de ese movimiento fue la convocatoria a audiencias públicas, sobre el fin de la semana, que se convirtió en un vórtice de cruces y chispazos internos. Desde La Cámpora, se planteó que Guzmán pretende aumentos de entre 65 y 80%, casi el doble de los 42% que atado a la variación del índice salarial, el ministro prometió como techo cuando anunció el acuerdo con el FMI.
Ese dato, dicen en gobierno, surgió de un análisis macroeconómico que hizo Federico Basualdo y está incluido en el informe que el subsecretario de Energía Eléctrica le elevó a Darío Martínez, el secretario de Energía. El texto, que debió aportar insumos teóricos para ratificar la política tarifaria, tiene un capítulo que contraría la tesis del ministro. En Casa Rosada dijeron que el análisis, en términos económicos, era incorrecto. Como indicio del malestar por la actitud de Basualdo, se relata una charla entre dos funcionarios: “Qué raro que un economista cometa estos errores, confunde datos y coeficientes”, dijo uno. “No es economista, es sociólogo”, aportó el otro.
Guzmán, que hace dos semanas había acordado avanzar con las audiencias, mandó a decir que sostiene el compromiso de un aumento tope de 42%, 20 de los cuales ya se aplicaron en marzo y que quedan, para los sectores medios, un máximo de 22 aunque de acuerdo el tipo de residencial será, en promedio, de 17%. Fernández abraza la postura del ministro respecto a que el impacto fiscal de la suba de tarifas, que para el kirchenrismo es “ínfimo”, tiene un efecto pero sobre todo que hay que empezar a normalizar el frente tarifario.
A pesar de la calma chicha de estos días, no hay indicios de que el diálogo entre el presidente y la vice se reabra de manera directa
Los cálculos de Basualdo, más allá de la chicana, dan otra cosa: estima que el ministro quiere una suba de hasta 80% y, a la vez, entiende que el ahorro fiscal hipotético de esa decisión es irrisorio sobre el gasto total pero pega sobre la inflación -el problema del aquí y ahora- y. además, daña el bolsillo de la gente. En el dispositivo K defienden al funcionario y dicen que la segmentación que presentó tampoco fue aplicada ni, tampoco, hubo una contra propuesta de Guzmán para avanzar con la eliminación de subsidios a sectores de alto poder adquisitivo.
FdT, versión Beta
Fernández avanzó con la actualización de tarifas, a pesar de la objeción K, y en paralelo ratificó a Guzmán y le dio el OK para que avance con medidas de “coyuntura” ligadas a los ingresos, para amortiguar el efecto de la inflación. En gobierno comparten el diagnóstico de Guzmán respecto a que marzo será el mes con indicador más alto, lo que es discutible, y reconocen que el ministro, que habla poco, decidió hablar la semana en que se iba a conocer ese dato incendiario. “Dio la cara”, apuntan y recuerdan que lo mismo hizo cuando la brecha del dólar tocó su techo histórico, en la segunda el año pasado.
Con Cristina en el sur, Fernández retomará la agenda normal el lunes con la recepción a Guillermo Lasso, presidente de Ecuador, y luego seguirá con la rutina de viajes al interior y visitas al conurbano. A pesar de la calma chicha de estos días, no hay indicios de que el diálogo entre el presidente y la vice se reabra de manera directa. Hubo si, una dinámica de consultas tercerizadas. Un caso: el proyecto que presentaron senadores del FdT, entre ellos Oscar Parrilli, Juliana Di Tullio y Martín Doñate, entre otros, no fue sorpresivo, según confió a elDiarioAR una fuente legislativa. No hubo diálogo directo entre los Fernández pero existió, a través de intermediarios, consulta y anticipo sobre la iniciativa. Por eso, rápidamente, el Ejecutivo salió a respaldar apenas trascendió la propuesta.
El FdT, en este contexto, deberá evolucionar a la nueva realidad que quizá deba acostumbrarse a prescindir de un diálogo fluido en la cima. Una especie de adaptación: el Frente de Todos 2019 fue una versión beta que se mostró ineficaz para resolver diferencias y disputas, y ahora tendrá que reconfigurarse si, como dicen todas las partes, apuestan a mantener la unidad dentro del mismo armado.
Sobre ese statu quo, con el teléfono roto entre los Fernández y sin que haya cambios que reflejen una fractura -mover a Eduardo “Wado” De Pedro, de interior, algo que Fernández no plantea hacer, seria tomado como una señal de guerra total por el cristinismo- abundan los mensajes cifrados. Para su exposición en el Eurolat, la vice envió señales crípticas. Dos en particular: sentó, y hasta mencionó en su discurso, a Tristán Bauer, ministro de Cultura que había atravesado los sacudones del INCAA que terminaron con la remoción de Luis Puenzo. La otra sutileza fue sentar a Eduardo Valdés, diputado del FdT, en primera fila, que fue una de las pocas voces oficiales que cuestionó el voto argentino contra Rusia en la ONU.
PI
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