Malena Famá, de la ONG Multipolar: “Antes la gente venía a buscar trabajo, ahora viene a pedir comida”
Una época –una crisis– se revela menos en los comentadísimos índices macroeconómicos que en las anónimas tragedias cotidianas. “Una persona que llega a la fundación con tres días sin comer se para en la puerta y ve que tiene que subir una escalera. Siente que no va a tener la fuerza para hacerlo porque está muerta de hambre. Esas son las cosas que nos impactan porque antes no pasaban”.
Malena Famá –41 años, estudiante de medicina, fundadora de Multipolar– da testimonio del desmoronamiento. Elige hacerlo sin modales, brusca, urgida por una causa: la gente se está muriendo.
“La definición institucional de Multipolar –insiste– es acompañar a personas en situación de extrema vulnerabilidad sociolaboral para que puedan aumentar sus posibilidades de conseguir trabajo favoreciendo su autonomía. Pero lo que a mí me sale de las tripas es contarte que hace poco se me acercó un señor de cincuenta años porque le dijeron que yo era doctora, cuando estoy en tercer año de la carrera nada más. Me contó que tenía un tumor en el hígado y me pidió que le dijese en cuánto se iba a morir. Le dije que la pregunta era otra, que teníamos que pensar en cómo abordar el tratamiento. Me contestó que antes que seguir viviendo en la calle prefería morirse. Había tomado la decisión de no tratar su enfermedad para morirse más rápido”, cuenta a elDiarioAR.
La administración mileista y su apología de la motosierra vuelve casi imposible que una persona en situación de calle pueda reinsertarse en la dinámica, no ya de los empleados formales, sino de aquellos que al menos tienen la posibilidad de comer o ducharse una vez al día. “Hay un contexto político-social que en los últimos cuatro meses provocó un crecimiento exponencial del deterioro de las personas que se acercan a la fundación. Han perdido lo poco que tenían y no pueden comprar ni un jabón para higienizarse; una persona que no puede lavarse los dientes está expuesta a un montón de enfermedades; y lo más grave, han cerrado muchos comedores porque no distribuyen alimentos. Antes la gente venía a buscar trabajo, ahora viene a pedir comida”.
El vaivén de los últimos días del Gobierno nacional respecto del futuro del Hospital de Salud Mental “Lic. Laura Bonaparte” desbloqueó nuevos niveles de angustia en Malena. La propuesta oficial de cierre, luego aligerada a “reestructuración”, hubiera significado el cese de la atención de urgencias y nuevas internaciones en una institución especializada en salud mental y adicciones única en el AMBA y a la que llegan, en su mayoría, personas en situación de vulnerabilidad social, es decir, los mismos que golpean las puertas de Multipolar.
“El tema más importante para nosotros es la salud mental porque no se consiguen turnos. En este momento, en la ciudad de Buenos Aires, si llamás para una admisión de salud mental te dan un turno para agosto de 2025. El Bonaparte es el único lugar que sabemos que si llevamos un joven en situación de calle descompensado o en pleno ataque lo van a atender profesionales comprometidos que van a demostrar el interés que no mostraron otros, porque para muchos la persona en situación de calle no vale nada”.
Malena destaca del Bonaparte que es uno de los pocos hospitales del país que hace un abordaje interdisciplinario como requiere la actual ley de salud mental: no son solo psicólogos y psiquiatras, también hay trabajadores sociales, centros culturales, proyectos artísticos y talleres de formación para el trabajo, entre otros.
“Les pido a las personas que no conocen del tema que no se dejen llevar por lo que escuchan y que se tomen el tiempo para informarse. En el Bonaparte no hay ñoquis; esos trabajadores existen y son de los mejores profesionales. Y algo importante: una persona que trabaja en una guardia atendiendo a un adicto en Navidad no lo hace por plata porque ni siquiera cobran un salario digno”.
“El Estado se corrió”
Se acuerda como si hubiera sido ayer: ella, con apenas 17, se dio cuenta de que algo en su padre había cambiado para mal. “Cuando llegó Edenor a privatizar Segba (Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires, la exempresa estatal argentina encargada de la generación, transmisión y distribución de electricidad el Gran Buenos Aires y en parte de la provincia de Buenos Aires), le pidieron que se acoja al retiro voluntario y la indemnización le quedó en el corralito. Ahí empecé a intentar ayudarlo a conseguir trabajo, y después a otros hombres de su edad. Me convertí en la chica de los currículums. El trabajo de las personas se convirtió en una especie de obsesión porque mi papá no lucía como mi papá cuando perdió su trabajo. Y eso me afectó mucho a mí y a mi familia”.
No pasó tanto tiempo hasta que Malena decidió hacer algo con esa obsesión por sacar a las personas del pozo. Con el novio de entonces, armaron capacitaciones para los manteros que echaban de las calles. En paralelo, sumaba experiencia en la intermediación con personas que luchaban por abandonar el consumo de paco. Con esa experiencia a cuestas fundó hace 13 años Multipolar, la organización que ayuda a más de 300 personas en situación de calle por año. Nadie dijo que sería fácil.
“Si antes cinco de cada diez personas que recibíamos tenían problemas por consumo de sustancias, hoy son ocho. A eso hay que sumarle que todos los lugares de tratamiento se están cerrando porque los están desfinanciando. Multipolar siempre se planteó como articuladora con el Estado, pero ahora el Estado se corrió y el presupuesto mínimo está desapareciendo. Yo estoy haciendo malabares para sostener los honorarios profesionales del equipo, hay mucha angustia y está afectando a nuestra propia salud mental; sufrimos desgaste por empatía, burnout (lo que se conoce como ”síndrome del quemado“), estrés traumático. A mí me llega un mensaje de un muchacho con crisis de abstinencia que me dice 'llegué hasta acá, me quiero suicidar'. Es mi vocación, es lo que decidí, pero no tengo las herramientas para resolverlo, llega un momento en que no podemos ayudar a nadie”.
GR/JJD
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