De “Nachito” a Nacho Torres: la historia del gobernador de Chubut, el primero en desafiar al Presidente
¿Quién es Nacho Torres?, se preguntaron miles de argentinos cuando su rostro se reprodujo en televisores y pantallas táctiles como si la telenovela en la que vivimos fuera parte de un Truman Show presidencial. La pregunta no tiene una respuesta sencilla: su historia es sinuosa, llena de contradicciones. Pragmático y audaz, Torres no encaja con el estereotipo de un dirigente del PRO, vestido con camisa náutica y pantalones caqui, ni tampoco con la de un político profesional que se acuesta y despierta con un traje.
Nacho, cuando era Nachito, creció en el barrio Los Olmos de Trelew, ciudad conocida en los años 70 como “la más progresista del sur” y en los pasillos de la escuela pública N°199 donde, según contó alguna vez, hizo sus primeras armas en la política persiguiendo el amor no correspondido de una chica que estaba en el Centro de Estudiantes.
Hijo de Agustín Torres, de familia propietaria de estaciones de servicios, y Silvia, maestra de historia, pertenecía a la clase media profesional y comercial de la ciudad. Cuando cruzaba la calle, el pequeño Nachito era el hijo de Agustín y el nieto de Ricardo, quienes en los años de la dictadura habían pasado un tiempo desaparecidos y encarcelados.
Agustín dormía la siesta cuando le explotaron la persiana y le pusieron una pistola y una capucha en la cabeza. Se lo llevaron junto con su padre a los calabozos de la Base Almirante Zar, a disposición del Poder Ejecutivo, donde todavía estaban los orificios de la masacre (de Trelew) de unos años antes. “Yo escuchaba gritar a mi viejo y me decían que le habían cortado los testículos. Los milicos nos sacaban y nos golpeaban mientras tomaban whisky. Así pasamos más de un año presos porque querían apropiarse de la empresa familiar de distribución de combustible de YPF”, recuerda Agustín.
En su adolescencia, Nacho naufragó a través de la separación de sus padres. Pero no le faltaba nada; ni amistades ni acceso a lugares con estatus. Jugaba al rugby en el club Patoruzú, al que iban los hijos de las familias bien de la localidad, y en la secundaria entró a la escuela pública N° 712 donde las madres hacían días de cola para anotar a sus hijos por la calidad de su enseñanza. Pero no era todo libros. Con su grupo de amigos –Pablo, Luquitas, El liga, el Gordo y Restu– se enfrentaban con los pibes más grandes del colegio a la salida del boliche “Akropolys”, el de moda de aquella época.
Su historia está marcada por el policlasismo que reinaba en la mayoría de los espacios públicos de la ciudad. Pablo Dratman, antiguo director del Diario El Chubut, con frecuencia afirmaba que la sociedad chubutense era como la tapa de ese diario: una mezcla desordenada de títulos sin jerarquía. “En cualquier restaurante del centro podés ver al empresario todopoderoso al lado del albañil o el hijo de una docente o una empleada pública”.
Nachito, cuando ya era Nacho, le hizo honor a esa máxima cuando el día después de ganar la gobernación desayunó en la confitería “Sugar”, ubicado frente a la plaza central de la ciudad. Entre risas y chistes, los mismos que por muchos años lo habían visto por allí, lo felicitaron. Trelew, cabecera del rico Valle agrícola chubutense rodeado de meseta y costa, había parido otro gobernador.
El tejido en Buenos Aires
¿Cómo había llegado hasta ahí? 16 años antes, como cualquier otro estudiante del interior, se mudó a Buenos Aires solo con un contacto brindado por su abuelo Ricardo: el de Antonio Mura, asesor del legislador porteño y sindicalista del juego Daniel Amoroso, cercano a Propuesta Republicana (PRO). En sus años de estudiante compaginaba sus estudios de Administración de Empresas en la UADE con el trabajo junto con Amoroso. Eran tiempos en los que ser parte de la pata peronista de PRO estaba mal visto por algunos de sus amigos que simpatizaban con el kirchnerismo.
Entre 2006 y 2013 asistía a reuniones de comisiones de la Legislatura porteña, reuniones políticas en Lugano y el sindicato de Casinos, donde se codeaba con dirigentes veteranos que buscaban ampliar los horizontes del PRO. En 2009, alternaba sus salidas nocturnas a la discoteca Los Arcos de Palermo y El Bárbaro, que reunía a los estudiantes del interior, con los encuentros de armado de Unión PRO, la alianza peronista conformada por Francisco De Narváez Felipe Solá y José “Pepe” Scioli. Nachito, como su jefe Daniel Amoroso, jugaba para el PRO pero como aliado peronista.
No era un militante de llevar banderas ni hacer bulto; lo suyo era coordinar las actividades y reuniones vestido de camisa celeste, jean y zapatos náuticos. Por aquel tiempo, conoció a Ornella, su actual compañera, por entonces secretaria de Relaciones Internacionales de la gestión de Sergio Berni en el Ministerio de Seguridad. “Kirchnerista de Néstor”, según él. Y también a algunas amistades como Ramiro Marra y Leandro Santoro.
Eso le brindó dividendos, años después, cuando Daniel Amoroso con Graciela Ocaña, antigua ministra de Salud de Néstor Kirchner, formaron Confianza Pública, una alianza que en 2013 lo llevó como candidato a legislador. No entró y se convirtió en asesor de Ocaña en la comisión de Presupuesto hasta que, en 2015, la alianza Cambiemos ganó las elecciones presidenciales con Mauricio Macri.
“Me contó que tenía ganas de volver a la provincia y hacer una alternativa política. Que lo había contactado Rogelio Frigerio, que estaba en el Ministerio del Interior, porque en ese momento buscaba construir perfiles políticos en las provincias. Le habían ofrecido ser director del PAMI y le aconsejé que agarre, que iba a hacer una buena gestión. En ese momento gobernaba Mario Das Neves, con quien había compartido banca en diputados, así que lo llamé para decirle ‘mirá, va a ir Nacho allá, trabaja conmigo, es muy bueno’”, cuenta Ocaña.
El gobernador ya lo tenía visto como a la mayoría de los jóvenes chubutenses que circulaban alrededor del poder. Al poco tiempo le ofreció que se hiciera cargo del Ministerio de Producción, pero Nacho se negó. Tenía otros planes. Había lanzado en la provincia la Fundación Pensar y, como director del PAMI, recorría el interior provincial, lleno de guanacos y rutas de tierra, con su camioneta Ranger y la aspiración de que alguna vez llegaría su momento.
“En el dasnevismo me rechazaron, lo mismo el peronismo y el radicalismo. Así que construí desde el PRO y mis relaciones en Buenos Aires”, diría años después en una reunión cerrada en una fundación. Chubut siempre había sido un terreno áspero para los jóvenes regresados, donde cada centímetro de poder se disputaba como Game of Thrones.
¿Cuándo Nacho dejó de ser Nachito? Quizás cuando, a finales de 2022, organizó una protesta contra el intento del entonces gobernador Mariano Arcioni, su vicegobernador Ricardo Sastre y el intendente de Comodoro Rivadavia, Juan Pablo Luque, de sancionar una ley de lemas que contara como uno solo todos los votos del archipiélago peronista chubutense, si el vicegobernador y el intendente se presentaban por separado.
Rápido de reflejos, Nachito hizo ir a Patricia Bullrich de Buenos Aires para que participara en una protesta frente a la Legislatura. La ley de Lemas se cayó por las rencillas internas del peronismo, pero, sobre todo, por el ruido que había propalado Nacho desde las redes sociales y los medios de comunicación nacionales.
“Ya estos están listos, Nacho ya les ganó la gobernación”, dijo en una reunión cerrada, recién bañado y con una remera deportiva, Jorge “El Turco” Aidar Bestene, el empresario con mayor influencia en los asuntos de la política chubutense. Y si el socio de Alfredo Vila y José Luis Manzan te consideraba como número puesto era porque habías dejado de ser una promesa. Propietario de la Hidroeléctrica Ameghino y antes de la constructora Sudelco, siempre había jugado a caballo ganador.
Aliados de todos los colores
Con la muerte del exgobernador Mario Das Neves en 2017, Nacho vio una oportunidad para participar en las elecciones provinciales de 2019 e intentó aprovecharla. Pero desde la Casa Rosada de Mauricio Macri lo bajaron de la contienda interna con Gustavo Menna, de la Unión Cívica Radical (UCR). “No me dieron la boleta porque en esa época había un acuerdo donde se cambiaban figuritas como jugando al TEG. Entonces Córdoba era amarilla, Chubut era roja”, interpretó él.
Dos años después, lo volvió a intentar como precandidato a diputado y se convirtió en uno de los legisladores más jóvenes del Congreso, con 31 años. Ya para ese entonces había tomado control del PRO de Chubut y había sumado como su principal colaborador a Guillermo Aranda, excompañero de colegio suyo y antiguo asesor del intendente peronista de la localidad chubutense de Dolavon, Dante Bowen.
De personalidad tranquila y apacible, Aranda se dedicó a contener los arranques y enojos de Nacho cuando las primeras operaciones comenzaron en su contra. En las elecciones legislativas de 2021, La UCR se atrincheró en su contra con una lista integrada por Gustavo Menna y Jacqueline Caminoa, la presidenta del partido que había intentado seducir para que lo acompañara. La UCR quería una interna entre una lista radical pura y el PRO, pero Torres sorteó el envite por arriba al ofrecerle el segundo lugar en su lista a Edith Terenzi, histórica dirigente del radicalismo. “Mi partido no me había tenido en cuenta, así que acepté porque su propuesta representaba la unidad entre radicales y gente del PRO de Juntos por el Cambio, a pesar de que algunos me consideraran traidora”, cuenta Terenzi.
Torres, con esa decisión, inauguró un modus operandi para incluir en su proyectos a personas de distintas extracciones partidarias que antes lo habían rechazado; peronistas, dasnevistas, radicales, entre otros. Ganó las PASO y luego las generales contra dos fórmulas oficialistas, lideradas por el dirigente comodorense Carlos Linares y el por entonces ministro de Seguridad Federico Massoni.
Los votos de la meseta
Para María Victoria “Marivi” Das Neves, consultora política y ex ministra de Modernización, en su construcción Nacho apostó a tomar relevancia a nivel nacional sin dejar de tener presencia en la provincia. “Luego optó por dar las batallas que tenía que dar en su momento. Podría haber sido candidato a intendente en Trelew, pero eligió ser diputado y luego ir por el Senado para ganarle la interna a Gustavo Menna, líder de los radicales. Y esas pequeñas batallas lo fueron forjando”.
Para la consultora, Chubut es una provincia enorme con idiosincrasias repartidas. En ese marco, los dirigentes de Trelew, “el Valle”, “tienen una cabeza para exportar un modelo de provincia”. Trelew, por un largo tiempo, había parido gobernadores como Das Neves o Carlos Maestro, pero en el último tiempo los dirigentes de la ciudad petrolera Comodoro Rivadavia habían hegemonizado la escena provincial con las gestiones de Mariano Arcioni y Martín Buzzi. Con su victoria, Torres cortó el ciclo.
“La clave de su triunfo estuvo en haber recorrido toda la provincia y haber escuchado a la gente del interior que necesitaba sentirse importante”, opina Ricardo “El Tapado” Molina, intendente de Corcovado y fundador del PRO. “Pasaba todo el día en una localidad; tomaba mate y comía tortafritas. Ese interior lleno de guanacos le dio la victoria a Nacho cuando se empardaron los votos de los grandes polos de poder de la provincia”. Ese interior ninguneado por Patricia Bullrich le dio los 6.213 votos necesarios para su triunfo.
La pelea con Milei
Uno de los grandes interrogantes de estos últimos días es la razón detrás de su planteo contra Javier Milei. Si la confrontación con el Presidente es su manera de proyectar su imagen a escala nacional o si en el fondo está la convicción de defender los recursos de la provincia. O ambas. En un mapeo rápido de las regiones de la provincia aparecen los problemas de Comodoro Rivadavia por la caída de la producción petrolera, la crisis social que vive Trelew después del cierre de 44 de sus 49 las fábricas textiles, las quejas de los empresarios pesqueros de la costa y de los productores laneros de la meseta por las malas condiciones de competitividad y liquidación de exportaciones.
La cordillera y la meseta comparten el problema de tener localidades sin electricidad, donde las casas se alimentan con motores a pesar de que muy cerca pasa la línea de tensión que conecta la represa Futaleufú con la empresa de aluminio Aluar en Puerto Madryn. La concesión de la represa vence en 2025 y Chubut quiere rediscutirla, al igual que el resto de las provincias patagónicas con sus hidroeléctricas. De ahí la idea de formar una “empresa patagónica de energía”.
Nacho, el gobernador, se ha apropiado de todas esas demandas con proyectos de ley durante su tiempo como senador en el bloque Cambio Federal, creado por él. Para los suyos, en reuniones cerradas, ha hablado de emular en la provincia un partido parecido al del Movimiento Popular Neuquino (MPN). “Sueño con un frente chubutense con agenda propia. Integrado por radicales, gente del PRO, peronistas, independientes. Algo más grande que Juntos por el Cambio. Estoy convencido de que lo vamos a lograr”, dijo alguna vez en una entrevista luego de ganar las elecciones en 2021.
Los que han jugado con él al truco también saben que cuando canta “quiero vale cuatro” no es fácil inferir si tiene un cuatro de copas o el ancho de espada.
BS/DTC
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