Pablo Knopoff: “El poder de Milei está en mostrar que no tiene todo el poder”
Javier Milei recuperó la iniciativa política tras las turbulencias en el Congreso (dos leyes que fueron aprobadas a instancias de la oposición, que vetó y después debió procurar que el Congreso no insista en sancionarlas) y las protestas contra el desfinanciamiento universitario. Ahora, más que el manejo de la agenda pública, el gran desafío que se le presenta a su gobierno es, desplazada la inflación del podio de las principales preocupaciones, qué soluciones viene a aportar en una economía deprimida. Porque los problemas siguen y en la Argentina nunca son poca cosa.
En una entrevista con los periodistas Hernán Cappiello, Juanjo Domínguez y Ariel Cohen en Gambito de Datos, su programa de Radio Con Vos, el consultor político Pablo Knopoff, señaló que la variable que explica la polarización de la oferta electoral es la nitidez, y que Milei y Cristina Fernández de Kirchner se necesitan mutuamente como opositores claros.
Además, Knopoff, uno de los directores de Isonomía, se refirió a la volatilidad de las emociones en la sociedad y a cómo Milei debe equilibrar su rol de candidato eterno con el de presidente de la Nación.
—En las últimas semanas vimos cómo el presidente Milei fue retomando un poco la iniciativa después de las turbulencias vinculadas con todos los conflictos derivados del Congreso. Pero a veces parece que la pierde.
—Uno de los elementos centrales para delimitar la comodidad y la incomodidad de una administración es cómo ejerce el gobierno de la agenda, cuándo la ejerce y cuándo la pierde. En las PASO 2023 Milei no era presidente pero había dado un batacazo, lo que produjo una tensión con el gobierno de la agenda. El gobierno de entonces perdió la agenda y ganó incomodidad. Ahora, el caso más emblemático del gobierno extraviando la agenda fue en el comienzo del conflicto por la educación, cuando se produjo la primera marcha federal por la educación, la más grande. Eso se produjo porque el Gobierno, básicamente, no logró narrar bien el dilema. Por otra parte, está la madurez de la sociedad frente a la no madurez de la política. La sociedad y la política cortan con tijeras distintas. La política corta así: este PRO y este PRO, el radicalismo aquí, otro radicalismo allá, una Libertad Avanza, dos peronismos…. Todos los espacios ya son fragmentaciones de espacios previos. La sociedad corta distinto. Dice: cambio/no cambio, kirchnerismo/no kirchnerismo, Milei sí/Milei no, educación pública sí/educación pública no. Y lo hace con muchísima plasticidad…
—Y velocidad. La opinión pública cambia muy rápidamente.
—Hay algo que en la teoría de la opinión pública se llaman actitudes, valores, creencias, y después están las opiniones. Las opiniones, lo que expresamos nosotros, siempre salen de algún lado. Salen de esto. O sea, lo que más permanece en nosotros es qué pensamos, quiénes somos, por qué somos lo que somos. Si hay un cambio en los últimos años en la Argentina, ese tal vez es el dato más interesante: mucho más que quién gobierna es que han cambiado las actitudes, y obviamente las opiniones van a muchísima mayor velocidad que la política. Y son volátiles, como las historias de Instagram.
—Cuando mencionaba los cortes distintos co tijeras, ¿eso significa que siempre la opinión pública opta por opciones que están polarizando o puede haber lugar para, por ejemplo, una tercera vía, una opción que represente el cansancio con líderes populistas, como Cristina y Milei, una alternativa que produzca menos ruido, que aporte más quicio, propuestas menos utópicas que el anarcoliberalismo de Milei o la heterodoxia del kirchnerismo?
—Yo hablaría de otro dilema: ambigüedad contra nitidez. Las sociedades van a elegir lo que es nítido. Si está solo en las puntas, elegirán entre las puntas. Milei una expresión de que se rompió esa espacialidad del polo que teníamos antes. De hecho, Milei tuvo votos, vamos a permitirnos la licencia de la linealidad espacial ideológica, de la derecha, muchos votos de lo que representaba [Roberto] Lavagna en las elecciones anteriores e inclusive hasta votos de izquierda y recibió el apoyo explícito de votantes que son ausentes crónicos. Milei tuvo nitidez. Se acabó la época de las ambigüedades que generan la expansión, llegó la era de la nitidez, de lo compacto.
—Por ejemplo, tratando de especular, ¿la irrupción de Cristina, ahora, contribuye a esa nitidez?
—Decididamente. Cristina necesita a Milei gobernando si es oposición y Miley necesita a Cristina como opositora. Cuando uno pregunta quién es el principal referente de la oposición, aparece Cristina. Con menos menciones que antes, pero creciendo o muy fuerte entre los votantes mileístas. Cristina está muy fuerte entre los que la necesitan enfrente que la quieren al lado. En este sentido, hay que decir que hay orfandad de líderes políticos en casi todos lados.
—¿Es cierto que el gobierno de Milei cayó y ahora volvió a repuntar en su imagen pública?
—Más que los repuntes y las caídas, yo miraría variables como las emociones, porque el Gobierno necesita que la expectativa futura no se caiga.
—Milei es el presidente de las emociones, vive emocionado…
—Vive apasionado. Tomemos pasado, presente y futuro. Si le tengo que asignar emociones, diría que en la sociedad persiste el enojo con el pasado. Eso sigue estando, como si Milei no hubiese empezado a gobernar. Hay angustia con el presente y expectativa con el futuro. El problema del Gobierno es cómo se canibaliza el presente con el futuro.
—La nflación parece ya no ser un problema principal pero aparecen otros vinculados con la economía.
—Al Gobierno le queda muy cómoda la conversación sobre la inflación, por varios motivos: porque es la Argentina que heredó, porque le permite señalar a los degenerados fiscales, etcétera. Ha caído sostenidamente la preocupación por la inflación y han crecido las que vienen después de eso. Por eso de vuelta entra en tensión el presente con el futuro. La clave del Gobierno es cómo logra esa transición desde lo que ya podría empezar a ser la baja inflación con esta agenda de la economía.
—El presidente en las últimas semanas estuvo haciendo cosas que no venía haciendo, se juntó con gobernadores, se reunió con los radicales y logró que un grupo lo apoye para siempre, de pronto vemos a Milei haciendo política.
—Podemos hablar de dos Milei. Uno es una especie de candidato eterno, el que desafía al poder, el que se pelea con todos, el que no es políticamente incorrecto para no ser político, el que no cambió el discurso de la campaña, el que sigue en campaña. Y después tenés al otro, que es el Milei Presidente. Si Milei pudiera elegir cuántas horas ser uno u otro, elegiría mucho más al primero. Lo que pasa no es otra cosa que el tiempo: cuánto más se va adentrando en su presidencia, requiere que el segundo Milei empiece a tener cierto nivel de conversación, operación, acción. Lo que estamos viendo es un Milei que entiende perfectamente que el primero sirve mucho, pero que empiezan a necesitar cosas del segundo.
—Y una incógnita que aparece ahí es cómo va a hacer Milei para que La Libertad Avanza gane la próxima elección, porque no es lo mismo una presidencial que una legislativa, y en 2025 se añade, además, el estreno de la herramienta de votación (boleta única) y que LLA sigue siendo un partido que va a necesitar aliarse a otros espacios para ser competitivo electoralmente. Además, habrá cientos de candidatos, pero no Milei.
—Parte del poder de Milei es mostrar que no tiene todo el poder. Entonces tiene momentos en donde no se muestra como todopoderoso y eso le da poder, pero también fragilidad. A la pregunta de qué pasa el año que viene la vamos a poder responder con más claridad el año que viene. Hay que ver con quiénes cerrará, en qué distritos, si cierra con exgobernadores o exintendentes o diputados de otras fuerzas y demás... Y respecto de la boleta única, yo creo que todavía no entendimos lo que pasó esto.
—¿Qué está pasando con los sectores de menores ingresos que votaron en algún momento al peronismo y que ahora votaron a Milei? ¿Lo siguen acompañando o están yéndose?
—Hay que empezar a mirar a lo que nosotros llamamos los últimos caídos. No son los pobres o las familias humildes con historia de pobreza sino aquellos con un verano de pobreza. Son los que más angustia presentan. De un día para el otro se mudaron a la pobreza pero siguen trabajando las ocho horas. La pregunta es qué pasa con las emociones de estos últimos caídos, que, además, insisto, no entienden por qué están donde están ni cómo salir. Para la elección del año próximo hay que mirar a los últimos caídos y a los exentos de polarización.
JJD
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