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Entrevista

Piera Fernández de Piccoli, presidenta de la FUA: “Los estudiantes debemos ser protagonistas de este proceso”

Piera Fernández de Piccoli leyó frente a la Plaza de Mayo colmada el documento de cierre de la marcha federal universitaria.

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El martes por la noche Piera Fernández de Piccoli, a sus 26 años, leyó frente a la Plaza de Mayo el documento de cierre de la multitudinaria marcha federal universitaria en reclamo a la política educativa de Javier Milei. “No queremos que arrebaten nuestros sueños, nuestro futuro no les pertenece; la educación pública nos salva y nos hace libres”, fue el pasaje más resonante del texto que pronunció la presidenta de la Federación Universitaria Argentina (FUA) y que se consensuó con los gremios de docentes, no docentes y los rectores del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). Pero apenas tres días después de la movilización, Piera se toma un tiempo para distanciarse del fenómeno político de la semana y de su exposición mediática inesperada: ayer por la mañana pidió no tener entrevistas para retomar la preparación de su tesis como politóloga, que rinde en menos de un mes en la Universidad de Río Cuarto. Solo un llamado –dice ella– esperó en vano en las últimas 72 horas.

“Conmigo no se comunicó nadie del Gobierno. Sí sé que está pactada una reunión para el próximo martes con el CIN, pero a mí, como representación de los estudiantes, no me llamó nadie, lamentablemente”, afirma Piera ante la primera pregunta de elDiarioAR, en una entrevista telefónica realizada el viernes por la tarde. Un diálogo que recorrió desde el proceso inicial de la manifestación –que sorprendió incluso a sus organizadores– hasta las hipotéticas e inciertas consecuencias futuras. Qué podría pasar si Milei sigue desoyendo al reclamo universitario, la posibilidad de un 2001 estudiantil y el impacto en la dirigencia política, tanto del peronismo como del radicalismo, espacio que Piera integra como dirigente de la Franja Morada, referenciada en el senador Martín Lousteau y el vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti.

–Lamentás el silencio del Gobierno.

–Esperaba algún tipo de acercamiento, porque todas mis expresiones en los medios estos días han sido justamente pidiéndole al Gobierno que nos sentemos a dialogar. Entiendo que es mucho más evidente el conflicto que están atravesando los rectores en materia presupuestaria y también el reclamo de los docentes y los no docentes en materia salarial, pero creo que que hubiese sido interesante que nos convoquen a los estudiantes. Por la participación estudiantil que hubo en la marcha y porque también somos los afectados por la situación. Las becas están congeladas y a los estudiantes nos han aumentado todos los costos de vida que traen aparejados una carrera universitaria, desde alquilar al transporte, los servicios e ir al súper.

–¿Qué significaría una convocatoria oficial?

–Hubo un pequeño cambio de actitud de reconocer que es una causa noble, pero estamos esperando que verdaderamente el gobierno cese con una estrategia de confrontación y pueda pasar a una estrategia de diálogo.

–¿Y si no los llaman, qué ruta de continuidad ves en la conflictividad? ¿Otra movilización?

–Es sumamente complejo organizar una nueva movilización, pero no lo descartamos tampoco. Teníamos en claro desde el minuto uno que empezamos a organizar la movilización, que si no generaba el impacto que esperábamos, nos íbamos a tener que volver a juntar sosteniendo esa unidad en la comunidad universitaria, donde estamos desde las agrupaciones estudiantiles y la FUA a los gremios docentes y no docentes, y los rectores. Deberemos seguir organizándonos y pensar otras estrategias. Pero todavía creo que no hemos terminado de ver los efectos de la movilización del martes y estamos esperando también las novedades de esta reunión con el CIN para ver cómo seguimos, pero vamos a tener una agenda intensa. 

Fernández de Piccoli fue la cara visible de una marcha que comenzó mucho antes del martes pasado: la primera alerta fue en febrero cuando el Gobierno se salteó la paritaria de los docentes y no docentes universitarios con aumentos discrecionales y sin abrir el diálogo. En marzo el frente sindical convocó a la líder de la FUA para incluir a los estudiantes en su reclamo. Y en paralelo se sucedieron las reuniones en el Comité Ejecutivo del CIN, pese a que no siempre se dan en buenos términos las discusiones entre los rectores, los gremios y los alumnos. 

La estrategia de visibilización del reclamo docente se gestionó entre el estudiantado vía panfletos y redes sociales. Antes de arrancar el ciclo lectivo ya estaba latente la posibilidad de un primer paro. “Hubo una necesidad de explicar de que el docente no es que nos está haciendo un paro porque es malo y no quiere dar clases, sino porque realmente está en una situación salarial que es terrible”, asegura.

–¿En qué momento toma fuerza concreta la posibilidad de una marcha?

–Cuando se alerta que sin fondos no sabíamos si podíamos funcionar después de mayo, de que estaba en riesgo el segundo cuatrimestre y se declaran las emergencias económicas en las distintas universidades del país. Un ejemplo puntual para los estudiantes fue el aumento de los menús del comedor y hasta hubo facultades que pusieron cupos de materias para cursar porque no podían garantizar la oferta académica. 

–La fecha se define en un plenario de rectores.

–Tuvimos una reunión el día previo al plenario del CIN y cuando fue el plenario, que justo también fue la renovación de las autoridades del CIN, se terminó definiendo la fecha para el 23. Y ahí mismo se abrió como una convocatoria de los tres actores: los gremios docentes y no docentes, los rectores y rectoras, y los estudiantes. Sinceramente creo que nunca nos esperábamos que efectivamente fuese tan masiva como fue.

–¿Cómo se decide que sean los estudiantes, representados en la FUA y en vos, los que den el discurso de cierre de la marcha, que ya era impactante por la masividad? ¿Fue una apuesta política, sabiendo quizás que hubiera tenido otra lectura que, por ejemplo, el discurso lo diera un rector?

–No fue fácil tener ese lugar protagónico, aunque obviamente fue un privilegio y un honor que me haya tocado. Pero estábamos convencidos de que los estudiantes debíamos ser protagonistas del proceso. Y debo decir que los rectores también. Primero por la relevancia histórica que tiene el movimiento estudiantil en la Argentina y de su potencia. Y también para enfrentar la estrategia de deslegitimar y desprestigiar que tenía el Gobierno. Hubo un intento de poner a las autoridades y a los gremios en contra de los estudiantes. Y le demostramos que acá estaba toda la comunidad universitaria junta. No estábamos defendiendo intereses corporativos o sectoriales o los curros, como suelen decir algunos funcionarios, sino toda la comunidad universitaria dijo ‘che, la universidad pública está en riesgo, tenemos que salir a cuidarla y defenderla porque es muy importante para la sociedad argentina’.

Lo llamativo de que ustedes hagan el discurso es que interpela a la juventud, que en gran medida motorizó el voto a Milei. Ante la masividad de la marcha es plausible pensar que hubo votantes al Gobierno en la marcha. ¿Qué implicancia puede tener ese fenómeno?

–Sin duda que hubo votantes de Milei en la marcha. Sobre todo en el interior del país, donde los resultados electorales favorables hacia Milei fueron inclusive mucho más fuertes que en Buenos Aires. Lo que pasa es que las juventudes en Argentina venimos de procesos de frustraciones permanentes en torno a la dirigencia política y vivimos en un mundo, dice Zygmunt Bauman, atravesado por la era de la resignación. Entonces a los votantes de Milei les pasó que cuando vieron a la universidad pública en riesgo, vieron también que estaba en peligro esa perspectiva de un futuro mejor, que están anhelando, que están esperando, y que por eso –quizás– emitieron un voto para probar algo distinto. Esa expectativa de mayor calidad de vida indispensablemente está vinculada con la universidad pública. La movilización tocó esa fibra íntima.

Si tuvo un impacto nacional ineludible, la marcha universitaria también llamó la atención fronteras afuera. Un dato es que a Piera comenzó a seguirla en redes sociales el presidente de Chile, Gabriel Boric, cuyo gobierno cristalizó un largo proceso de reclamos estudiantiles durante los mandatos de Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, donde fue protagonista Camila Vallejo, también funcionaria de La Moneda. Sin embargo, para la titular de la FUA el desenlace futuro de la marcha universitaria no se refleja necesariamente con lo que pasó en el vecino país: “Hay diferencias porque el sistema educativo argentino es muy particular en la región y en el mundo. La universidad pública argentina es única y es admirada en América Latina por su proceso histórico desde la reforma universitaria. No puedo hacer demasiada futurología con qué va a ir pasando porque la verdad es que no lo sé. Este es un fenómeno muy novedoso en la política argentina”. 

–También es novedoso el propio Milei. Hasta hace dos años era apenas un diputado. 

Todo lo que nos está pasando es un fenómeno nuevo. Estamos ante un tiempo de mucho cambio vertiginoso. No sé si alguien tiene la bola de cristal para saber cómo se van a ir desenvolviendo los hechos. Sí estoy segura de que nuestra lucha es inclaudicable y bajo ningún punto de vista hoy los estudiantes vamos a permitir que se ataque nuestro derecho a estudiar o que se ponga en riesgo la existencia y el funcionamiento de las universidades públicas.

–¿La marcha puede ser el gen de una oposición competitiva a Milei, quizás no en términos electorales aún, sino de discusión y debate político?

–Hoy lo veo muy pronto, sinceramente. En el proceso todavía hace falta mucha autocrítica de lo que ha pasado durante los últimos años por parte de la dirigencia política. Pero sí se puede gestar si el gobierno se sigue equivocando y sigue con una actitud de no escuchar, de no reflexionar, de no hacer autocrítica. Los propios gobiernos son generadores de sus opositores, ¿no?

–Pese al marco de la crisis económica y social que se vive, ¿no imaginas a los estudiantes generando un 2001?

–No le veo en esta situación. Y no fue tampoco la voluntad de la movilización. Me dio bronca cuando salió Milei al otro día a decir que fue en contra de él o para voltear al Gobierno. O está muy mal asesorado, o no se puso a ver realmente lo que estaba pasando en la plaza. No fuimos a voltear al Gobierno. Todo lo contrario, fuimos de manera democrática y pacífica a darle un mensaje contundente de ‘che, no rompas esto, cuídalo porque es valioso para nosotros’. Ese era el mensaje. 

–Así como en el palco se mostraron juntos estudiantes, docentes y rectores, en las calles también se mezclaron las banderas partidarias. ¿Qué significa que se los haya visto tanto a Cristina Fernández de Kirchner como a Martín Lousteau, por dar dos ejemplos?

–La marcha demuestra que la universidad pública no tiene partido. Es de la Argentina, del pueblo argentino. Por eso fue tan plural la participación de distintos dirigentes, porque no es una bandera que le pertenece a nadie, nos pertenece a todos y a todas. Y se marcó como un límite también, porque yo soy muy crítica de lo que ha sucedido con la política argentina en los últimos años y soy muy crítica con la situación actual del país. Ahora, ¿cómo se resuelve ese conflicto? No es rompiendo todo irracionalmente. Ahí la universidad pública marcó un límite. 

Piera es hija de un comerciante y de una docente. El 14 de mayo defiende su título como licenciada en Ciencias Políticas en la Universidad de Río Cuarto con una tesis sobre el proceso privatizador en el país. Con el título en la mano, asegura que no buscará renovar en la FUA, cargo al que accedió en 2022 como candidata de un frente “reformista” encabezado por la Franja Morada, el histórico brazo estudiantil de la UCR. 

–Como radical de la Franja Morada, ¿cuál es tu relación con Lousteau y Emiliano Yacobitti? ¿Son tus referentes políticos?

–Claramente son referentes, y en términos formales los reconozco a Emiliano como vicerrector de la Universidad de Buenos Aires y a Martín como presidente del partido. A mí me dio mucha tranquilidad como radical y como estudiante, más allá de mi rol, ver el protagonismo y la convicción con la que el vicerrector salió a defender a las universidades, como así muchos rectores reformistas que tenemos a lo largo y a lo ancho del país.

–¿Qué voz tiene la Franja Morada dentro del debate interno de la UCR, hoy muy atravesado por cómo posicionarse ante Milei?

–Es una pelea histórica que tenemos las juventudes de poder ser escuchadas y más protagonistas. En momentos como este empezamos a tener muchísima mayor relevancia, pero esos espacios no se abren solos, los tenemos que conquistar nosotros. Creo que no pasa solamente en el radicalismo, sino un poco en todos los partidos políticos. 

–¿Y como radical, de qué lado de la interna estás? Porque el sector de Rodrigo De Loredo colabora o dialoga con el Gobierno para que tenga su ley Bases y no bajó al recinto para que haya quórum en la sesión sobre educación, mientras Lousteau votó en contra el DNU. Y también Facundo Manes está en contra de Milei.

–Nosotros la miramos un poco desde afuera, intentando comprender un poco qué es lo que está pasando. Es muy complejo para el radicalismo el lugar en el que está hoy. Se ha roto quizás cierto sistema histórico de bipartidismo y eso nos ha descolocado a todos, no solamente al radicalismo. La UCR está buscando cuál es su lugar en el escenario electoral. Y además tenemos un presidente que parece que ataca muchísimo más al radicalismo que al kirchnerismo.

–Dada la tradición en la juventud universitaria, ¿podría la UCR capitalizar la marcha estudiantil?

–Es un momento donde el radicalismo más que nunca se tiene que aferrar a sus ideas y a sus principios, e intentar representar eso, independientemente de quién sea el gobierno de turno. Nosotros desde el movimiento estudiantil lo vivimos así. Desde la FUA y desde la Franja no nos importa si el presidente es radical, peronista o kirchnerista, si es Milei o si es Cristina. Si se ataca a la educación pública, el movimiento estudiantil tiene que salir a manifestarse. 

MC/DTC

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