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OPINION

La reforma laboral del Gobierno no combate la informalidad, la legaliza

La reforma laboral amplía notablemente las atribuciones que tienen los empleadores en una relación de trabajo.

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1. La reforma no combate la informalidad, la legaliza 

La informalidad laboral es uno de los principales problemas del mercado laboral argentino. A  fines de 2023, la tasa de empleo no registrado era de 35,7%. Y una parte importante del problema se concentra en las empresas más chicas. En efecto, el 55% de los asalariados informales se desempeñan en unidades productivas que tienen entre uno y 5 empleados. 

La reforma laboral busca que esos trabajadores en empresas de hasta 5 empleados pasen a la  formalidad, pero por una vía alternativa. El camino no sería el tradicional, que implica  encuadrarlos correctamente bajo una relación de dependencia y, de este modo, reconocerles el conjunto de derechos que son propios de esa relación (salario definido por paritarias, protección  contra el despido arbitrario, aguinaldo, licencias, vacaciones pagas, etc.). Por el contrario, la  reforma busca legalizar la situación de esos trabajadores a través del monotributo. En  consecuencia, se empezará a considerar que un trabajador está correctamente registrado si, en lugar de percibir un recibo de sueldo, todos los meses emite su factura como monotributista. 

Se celebraría entonces la reducción a la mitad de la informalidad, pero se consolidaría la  situación precaria de los empleados en las empresas más chicas, que ya no tendrían ninguna herramienta legal para obtener el reconocimiento de sus derechos. Además, aquellos  trabajadores que están correctamente registrados en unidades de hasta 5 empleados podrían ser despedidos y recontratados como independientes. 

Adicionalmente, la reforma también incluye beneficios que se extienden a las empresas de mayor tamaño. En efecto, se reducen las sanciones para quienes contratan de manera informal,  dado que con la aprobación de esta norma ya no estarían obligados a pagar una indemnización  agravada a los trabajadores.  

2. La reforma empodera a los empleadores 

La reforma laboral amplía notablemente las atribuciones que tienen los empleadores en una relación de trabajo: 

❖ Para contratar de manera precaria 

➢ Los empleadores podrán contratar a empleados como monotributistas en unidades de hasta 5 empleados. 

➢ Tendrán menos desincentivos para contratar de manera informal (o  “en negro”), dado que se reducen las sanciones por hacerlo. 

➢ Tendrán mayores facilidades para tercerizar de manera fraudulenta. 

❖ Para despedir 

➢ Se amplía el período de prueba, etapa durante la cual los empleadores pueden despedir a sus trabajadores sin abonarles una indemnización. 

➢ Se legalizan los despidos discriminatorios (típicamente decididos para  delegados sindicales o mujeres que pueden entrar en uso de licencia). Previamente, este tipo de despidos eran nulos y los trabajadores debían ser  reincorporados. La reforma los legaliza, fijando únicamente una indemnización  agravada. 

➢ Se amplía la posibilidad de usar el fondo de cese laboral, una alternativa a la  indemnización que elimina el efecto disuasorio de esta última y aumenta la  rotación laboral. 

3. La reforma no va a promover la generación de empleo ni a mejorar su calidad.  Y tampoco implica una modernización laboral 

A las empresas no las asfixian las leyes, las asfixia la crisis. Un empleador no contrata o deja de contratar trabajadores por las características del marco normativo sino en función de la situación económica. Hay sobrada evidencia al respecto. 

Los mercados de trabajo más flexibles no son los que generan más empleo, son los más  inestables. Promueven relaciones laborales a corto plazo, con altos niveles de rotación y con altos niveles de imprevisibilidad para los trabajadores. 

El mercado laboral en nuestro país acarrea serios inconvenientes y precisa de transformaciones urgentes. Sin embargo, los contenidos de la reforma no permitirán solucionar los problemas. Ni tampoco modernizan el marco normativo, sino que lo retrotraen a situaciones previas (de los '90, de los '70 y, en algunos casos, de comienzos del siglo XX). 

Un mundo del trabajo con menos derechos no le abre la puerta a los informales para que entren. Es un mundo que diluye los límites entre la formalidad y la informalidad, y que va a provocar  que el sector formal se parezca cada vez al informal.

Los autores integran el Programa de Capacitación y Estudios sobre el Trabajo y el Desarrollo (CETyD-EIDAES-UNSAM)

MM/DTC

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