Hombres, con más de 60 años y pocos estudios: cómo es la élite argentina de los más ricos y dueños de empresas

Son casi todos hombres y con más de 60 años. Viven, en su mayoría, en Buenos Aires. Pocos tienen doctorados o maestrías. A diferencia de Rusia, Francia o Estados Unidos, donde los ricos también legislan y los CEOs diseñan políticas públicas, en la Argentina la élite económica no acumula múltiples formas de poder. A esas conclusiones llegó la primera publicación de la World Elite Database (WED), un consorcio internacional de 70 científicos sociales fundado en 2022, que permite comparar élites de distintos países en contextos nacionales muy disímiles.
La pobreza está narrada en todas sus formas, pero poco se habla de los ricos. “Hay que visibilizar la riqueza”, repite como mantra la socióloga Ana Castellani, directora del Observatorio de las Elites del CITRA (Umet-CONICET) en diálogo con elDiarioAR. Junto con Mariana Heredia, Julia Gentile, Alejandro Pelfini y Gabriel Levita, conforma el equipo argentino que compara a las élites económicas de 15 países del mundo, entre los que se encuentran algunos europeos relevantes como Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Suiza, Portugal, Polonia; nórdicos como Noruega, Dinamarca, Suecia; y otros casos particulares como Rusia, China y Estados Unidos. En América Latina, además de nuestro país, hay datos de Chile.
Comparar un concepto tan abstracto como el de élites económicas es complejo: “La sociología de las élites se enfrenta a un doble desafío: conceptualizaciones divergentes de lo que puede considerarse una posición de poder económico y fuentes de información internacionalmente incompatibles que dificultan el análisis comparativo”, asegura el documento.
Para el equipo argentino, la opacidad de la información agrega una tercera dificultad. Es que, de los tres criterios que eligió el equipo para caracterizar a una élite —CEOs o miembros del board de directivos de empresas, propietarios de grandes fortunas y/o líderes con influencia en la toma de decisiones de política económica—, la Argentina tiene la característica de que la mayoría de las firmas más importantes del país no cotizan en bolsa. “Eso habla muy mal del mercado de capitales argentino pero, sobre todo, de una decisión de las elites económicas de no abrir el balance de su compañía cada tres meses a inversores”, explica Castellani.
Una élite disgregada
En todos los países estudiados los poderosos se superponen: son ricos, regulan, dirigen empresas. Salvo en el nuestro. La Argentina es el único país del WED donde no hay una persona que figure en más de uno de los tres criterios. Del otro extremo se encuentran Francia, Rusia y China, donde las formas de poder económico parecen menos diferenciadas entre sí —un 14% de las élites ocupa múltiples espacios para los primeros dos países, y un 12% en China—.
“Esto confirma algo que ya sabíamos desde los años 70: la élite económica argentina está desarticulada. No hay redes sólidas, ni interlocks entre directorios. Todo es muy disperso”, dice Leandro Navarro, becario posdoctoral sobre grandes empresas y elites económicas del Conicet, citando estudios de Lluch y Salvaj en diálogo con elDiarioAR. Esta disgregación no es sin consecuencias: dificulta la coordinación política y económica, y debilita la capacidad de influir como bloque.
La élite económica argentina está desarticulada. No hay redes sólidas, ni interlocks entre directorios. Todo es muy disperso
Castellani propone otras hipótesis: algunos casos muestran la disociación entre los propietarios del capital y la conducción de la empresa. Hay un caso paradigmático: “Por ejemplo Marcos Galperín no es el CEO ni el presidente de Mercado Libre, entonces figura como rico, pero no como board. Podría tener que ver con algunas cuestiones impositivas”, asegura. Según Forbes, el creador y dueño de la marca de comercio digital ostenta un patrimonio de U$S8.500 millones.
Además, dado que la base de datos se refiere al 2020, estudia a un gabinete —el de Alberto Fernández— que no era particularmente corporativo. “Si hubiéramos tomado la presidencia de Mauricio Macri seguro había algún cruce de personas que participaban en directorio de grandes empresas o entre los más ricos de Argentina, y también en el gobierno”, agrega Navarro.
Educación: credenciales bajas, herencias altas
“En todos los países incluidos en el WED, el ejercicio del poder económico está en manos de personas con niveles educativos mucho más altos que el promedio de la población en edad laboral”, asegura el documento. Al hacer doble click, aparecen algunas sutilezas.
En Alemania, China o Polonia, más del 25% de las élites económicas tienen un doctorado. En la Argentina, solo el 5% están especializados. ¿Por qué tanta diferencia? “Porque muchas veces se llega a esas posiciones por herencia, no por méritos académicos”, explica Navarro.
En efecto, las élites argentinas están compuestas en gran parte por dueños o herederos de empresas familiares —como los Rocca, Eurnekian, o los Urquía— más que por CEOs profesionales con posgrados o MBAs, aunque hay excepciones. Y son sobre todo las empresas que cotizan en bolsa —poco representativas en la muestra argentina— las que necesitan reclutar gente que pueda mostrar altas calificaciones educativas. En nuestro país, los doctorados que aparecieron tuvieron que ver con los funcionarios del sector público —Matías Kulfas, Mercedes Marcó del Pont, entre otros—. “El doctorado está muy asociado a la carrera académica más que la empresaria en Argentina”, concluye Castellani.
El patrón educativo cambia al hacer un corte etario. Es el caso nuevamente de Galperín, que estudió un MBA en la Universidad de Stanford. “En perspectiva histórica, las élites económicas Argentinas han tendido a formarse más y a internacionalizarse, es decir tener algún paso en su formación educativa por el exterior”, asegura Castellani. Y agrega: “La élite económica Argentina de la dictadura tenía menos acreditaciones educativas que las de los 90, pero más apertura en términos de origen de clase. Había muchos herederos pero otros tipos que se hicieron a sí mismos, como Franco Macri. En los 90 eso estaba más cerrado”.
El origen: porteño y nacional
La mayoría de las personas en la élite económica nacieron en el mismo país donde ejercen su poder, salvo excepciones como el Reino Unido o Suiza, en el que más de un tercio de las élites son extranjeras. Pero el dato más importante a nivel local es que , a pesar del alto nivel de extranjerización de la economía argentina, solo el 14% nació en el extranjero — en Chile ese guarismo asciende a 34%—. “Las transnacionales en Argentina no tienden a ubicar extranjeros en sus conducciones locales. Prefieren reclutar argentinos por su conocimiento del medio ambiente”, explica Castellani.
Además, el estudio muestra que, en la mayoría de los países, quienes nacieron en la ciudad capital económica (donde está la bolsa principal) están sobrerrepresentados en la élite. Para Argentina, el 63% de la élite estudiada es de la Capital. Hay excepciones como Alemania, donde la economía es multipolar (Frankfurt, sede bursátil, ni siquiera figura entre las cinco principales ciudades de origen de las élites) o China, que tiene gran parte de origen de población rural que hoy son ciudades más desarrolladas.
Género: la exclusión sistemática
En los países escandinavos, hasta un tercio de la élite económica son mujeres. En Argentina, menos del 10%. Según Ana Castellani, “cuando se observa la cúspide del poder económico, la brecha de género es significativa. Argentina está entre los países con menor presencia femenina junto con China, Chile y Rusia”.
Incluso si el Congreso tiene más del 40% de mujeres, la élite económica sigue siendo abrumadoramente masculina. La explicación tiene que ver con las trayectorias: la herencia y la conducción empresarial familiar siguen dejando a las mujeres fuera.
Visibilizar a las élites económicas es clave para entender cómo se toman decisiones en el país. Quién manda, cómo llegó ahí, con qué formación y con qué redes. Este estudio —la primera gran comparación internacional con metodología estandarizada— muestra que la élite argentina no solo es desigual, también es opaca, masculina, envejecida y desarticulada. Como concluye Castellani: “Tenemos una élite pobretona, con bajo nivel de sofisticación y exposición pública”.
NR/MC
2