Qué podemos hacer para minimizar el desperdicio de alimentos en Navidad
Aunque la celebración de la Navidad es una época feliz, también trae consigo otros problemas. Los efectos psicológicos de las fiestas pueden incluir sentimientos de soledad y aislamiento, así como un aumento del estrés y de la presión para cumplir las expectativas.
En el plano económico, las fiestas pueden provocar gastos excesivos y tensiones financieras, así como un aumento de la deuda de los consumidores. Además, la temporada navideña también puede suponer una carga para el medio ambiente, ya que el aumento del consumo de bienes y servicios puede contribuir a las emisiones de gases de efecto invernadero y otras formas de contaminación. Entre ellas, el desperdicio de alimentos.
En todo el mundo, se calcula que alrededor de un tercio de todos los alimentos producidos se desperdicia, lo que tiene importantes repercusiones medioambientales, económicas y sociales.
En términos de impacto medioambiental, el desperdicio de alimentos contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero, ya que la descomposición de los alimentos en los vertederos produce metano, un potente gas de efecto invernadero.
Además, la producción de alimentos requiere una gran cantidad de recursos como agua, tierra y energía, por lo que desperdiciar alimentos también significa desperdiciar estos valiosos recursos.
Solo en Europa se producen cada año unos 88 millones de toneladas de residuos alimentarios. En la UE, los hogares son responsables de un 70% del desperdicio total de alimentos. Este es un problema importante, no solamente en Navidad, sino durante todo el año.
En Europa el desperdicio de alimentos varía de un país a otro. Por ejemplo, en Portugal apenas sobra el 17% de los alimentos, en España es el 18%, mientras que en el conjunto de la UE es el 20%.
Aquí también influye, además de la cultura, la legislación de cada país. En Francia, obligan a los supermercados a regalar los alimentos en lugar de tirarlos.
En España la nueva Ley contra el desperdicio de alimentos 2022 que se aprobó el pasado 7 de junio establece que los negocios deberán preferentemente donar los alimentos sobrantes, y facilitar a los clientes de los restaurantes llevarse sobras a casa.
Desde un punto de vista económico, el desperdicio de alimentos representa una pérdida significativa de dinero, ya que los recursos que se dedican a la producción de alimentos no se están utilizando en todo su potencial.
Por último, el desperdicio de alimentos también puede tener repercusiones sociales, ya que significa que las personas necesitadas no tienen acceso a los alimentos que se desperdician.
¿Cómo podemos reducir los residuos en una celebración que suele ir asociada a grandes cantidades de comida? La solución es simple, pero complicada de llevar a cabo para muchas personas: hay que planificar.
Planificar para ahorrar y no desperdiciar
El primer consejo es cocinar de forma preventiva. Esto incluye calcular exactamente cuánta comida se va a necesitar y para cuántas personas, y adaptar las recetas en consecuencia. Si eres más consciente de la cantidad de comida que hace falta, cocinarás y servirás la cantidad de comida que sabes que tú y tu familia podréis comer.
Sabiendo lo que vamos a comer, también sabremos lo que necesitamos comprar. Hacer una lista de la compra meditada y exhaustiva antes de ir a comprar es además la mejor forma de ahorrar.
Esto también incluye comprando con antelación los alimentos, como el pescado y el marisco, que suben de precio enormemente en Navidad. Además, si tenemos una lista de la compra también podremos, antes de salir a comprar, comprobar cuáles de esos ingredientes tenemos ya en la despensa.
De hecho, hacer un inventario de la despensa puede ahorrarnos mucho dinero, y evitar que los alimentos caduquen y tengan que acabar en la basura. ¿Esa lata de foie que te regalaron y que guardabas para una ocasión especial? Sácala en Nochebuena antes de que caduque.
Aunque parezca menos económico, pedir comida a un restaurante o comprar comida preparada puede ayudar a evitar el desperdicio de alimentos de varias maneras e incluso, a ahorrar.
En primer lugar, al pedir comida, podemos controlar el tamaño de las porciones que recibimos, lo que significa que es menos probable que acabemos con sobras sin comer.
Las cocinas profesionales compran los ingredientes al por mayor y desperdician menos al cocinar (aunque muchos restaurantes luego se vean obligados a tirar sus sobras no vendidas, cocinar en grandes cantidades siempre es más eficiente).
Tanto en Navidad como el resto del año, es una buena idea buscar ofertas de tiendas y restaurantes que venden la comida a precios reducidos, en lugar de tirarla.
Si al final la comida va a la basura, lo ideal sería compostar los restos de comida y utilizarlos como fertilizante, pero esta opción puede ser complicada en una ciudad.
En su lugar, los municipios están empezando a destinar contenedores específicos para restos orgánicos, que tienen precisamente este fin. De este modo reduciremos la cantidad de desperdicios que van a parar a los vertederos.
Además, hay algunas medidas que podemos adoptar para reducir al máximo el despilfarro en Navidad:
- Comprar alimentos de origen local: las cadenas de suministro más cortas tienen menos probabilidades de generar desperdicios alimentarios.
- Compartir con la comunidad y los bancos de alimentos: ayudar a alguien que lo necesita también ayudará al planeta.
- Buscar recetas para reutilizar las sobras: convierte los restos de carne en croquetas o las manzanas en compota.
- No ir a comprar alimentos cuando tengas hambre: haz una lista con antelación y cíñete a ella.
Al planeta no le gusta el despilfarro, y a nuestros bolsillos, tampoco. Estas Navidades, podemos ser un poco más conscientes y aprovechar mejor la comida.
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