Sin apps y de forma artesanal: “envejecen” imágenes de genocidas prófugos para ayudar a su captura
Buscar a alguien sin saber bien cómo es sólo colabora con que no se lo encuentre. El paso del tiempo y los cambios de fisonomía juegan a favor del prófugo. Para hallarlo es preciso reconstruirlo de todas las maneras que se pueda. En este momento aún hay 29 genocidas que escaparon de la Justicia y de ellos sólo había imágenes viejas. El programa de búsquedas por delitos de lesa humanidad se reactivó hace cuatro meses y volvieron a ofrecer recompensas por datos para detenerlos. Pero a ese dispositivo ahora se le incorporarán imágenes con proyecciones de cómo sería hoy los fugados. Es un trabajo artesanal que hacen los mismos especialistas que dibujan los identikit dictados, pero cruzando toda la información que pueda haber condicionado cambios de rasgos de los represores buscados.
“Trabajamos con técnicas gráficas, con especialistas en reconstruir expresiones faciales. Para determinar el decaimiento muscular y de los rasgos, la despigmentación de la piel y el cabello. Nadie envejece de la misma manera. Por ejemplo, la piel de alguien que está en el altiplano, por el sol y la aridez, se modificará de manera distinta que alguien que vive en una zona húmeda. Si tiene una cirugía o una quemadura pasará lo mismo. Eso es lo que tratamos de delinear cuando actualizamos las imágenes que conseguimos de los prófugos”, explica la subcomisario Laura Amigo, de la División de Individualización Criminal de la Policía Federal.
Dentro de la División hay un área de arte forense que es la que hace los trabajos, de manera individual. No se utilizan aplicaciones como las que abundan en redes. El efecto que producen estos softwares es limitado y replica el mismo efecto sobre todas las fotos. En cambio, lo que hacen estos dibujantes es cruzar información para reunir particularidades que pudo haber tenido el prófugo. En los casos que encuentran distintas fotos de los legajos de las fuerzas, se pueden analizar los cambios que van teniendo a través del tiempo y así proyectarlos hacia el presente. Sino el trabajo también puede hacerse con fotos de personas que tengan tipologías similares.
“Si las imágenes que tienen son pixeladas o tienen poca información, buscamos caras parecidas en el sistema biométrico facial que usamos. Que tengan algoritmos matemáticos similares y desde allí se comienza a trabajar una hipótesis del rostro, en base a ojos, cejas, nariz, boca y orejas, que se le asemejen. Eso permite tener una base para dibujar, que sea de mejor calidad”, explica Amigo, que agrega que, cuando lo permiten, también es buena opción tomarle imágenes a familiares de los buscados, porque tienen más precisión en determinados rasgos genéticos.
El resultado de esos trabajos de “envejecimiento” luego se puede sumar al sistema de reconocimiento biométrico de búsqueda. Esto permite que cada vez que las cámaras de seguridad de aeropuertos, de fronteras o sitios vigilados por las fuerzas federales registren a un sospechoso, esas imágenes se cotejen con la foto actualizada.
“Desde diciembre, cuando repusimos el Programa Buscar, creado para capturar genocidas prófugos de la Justicia, crecieron las llamadas. La incorporación de estas imágenes nuevas va a seguir colaborando con las búsquedas. Queremos que en todos los cruces fronterizos haya carteles y alertas con estas nuevas fotos. Eso les genera incomodidad, les hace más difícil moverse y los hace equivocar”, explica el director nacional de Cooperación Judicial y Ministerios Públicos, del Ministerio de Seguridad, Jonatan Firun, que está a cargo del programa.
Del asesinato de Walsh a la apropiación de bebés
Había sido ex segundo de la ESMA y los relatos de los sobrevivientes lo narraban como un torturador despiadado. Dirigió la Unidad de Tareas 3.3.2, cuyos integrantes asesinaron a Rodolfo Walsh. El marino Jorge Raúl Vildoza escapó del país en 1986, escondido en un auto de Inteligencia de la Armada por la frontera con Paraguay. A él, su esposa y su hijo apropiado de 9 años, un espía les consiguió documentos falsos. Vildoza pasó por Brasil, Austria y Alemania, hasta que finalmente recaló en Sudáfrica. Desde 1983 que tiene pedido de captura por el robo de bebés y, desde 2003, la Justicia lo requiere por delitos de lesa humanidad. Tan poco se sabe de él, que incluso sus familiares sostienen que murió en Johannesburgo en 2005. Pero el acta de defunción había sido falsificada y la búsqueda continúa. Es el genocida más antiguo que aparece en la lista del Buscar.
Como Vildoza, hay otros tantos represores sobre los cuales pesan pedidos similares para que los detengan. También están el exsargento de la Policía Federal Juan Carlos Linarez, que participó de torturas y secuestros en distintos centros de detención, entre ellos, la ESMA. Además se lo acusa de ser parte del grupo que mató a Walsh y de participar del secuestro de la diplomática Elena Holmberg. Está prófugo desde 2005.
En la lista está también el suboficial mayor de la Fuerza Aérea Juan Carlos Vázquez Sarmiento, que huyó el 4 de marzo de 2002. Lo investigaban por la apropiación de Ezequiel Rochestein Tauro, quien fue el nieto restituido 102. La búsqueda incluye a otros ejecutores como el exsubcomisario de la Federal de la delegación La Plata Emilio Rimoldi Fraga, que participó en 1977 de un raid sangriento en el que, en una noche, un grupo de policías mató a tres personas y desapareció a otras tres.
En mayo de 2008, en el marco de la ley N° 26.375, se creó una unidad especial de búsqueda para casos de lesa humanidad, que funcionaba en la órbita del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos. Entonces se articuló un fondo de recompensas para los que brinden información determinante, para la detención de personas buscadas por la justicia, en causas penales en las que se investiguen delitos de la dictadura. Estas dos iniciativas le dieron forma al Programa Buscar. Desde entonces se produjeron las capturas de cerca de 30 genocidas.
En 2016, Buscar fue transferido al Ministerio de Seguridad. Un año más tarde, se capturaron cinco prófugos, entre ellos, Eduardo Salvador Ullúa, imputado por haber realizado la inteligencia para señalar a los abogados desaparecidos en “La Noche de las Corbatas”, en Mar del Plata. A pesar de los resultados mostrados, en 2018, la gestión de Patricia Bullrich no extendió los ofrecimientos de recompensas. “Tuvimos que levantar de nuevo las búsquedas, que estaban caídas. Es una herramienta imprescindible para la Justicia. Además del tratamiento nuevo de las fotos, conseguimos fotos de tres prófugos que no teníamos”, detalló Firun, quien explicó que con esa nueva puesta en marcha se sumaron a la lista cinco nuevos represores, entre los que está Alejandro Michelutti, con pedido de captura desde septiembre de 2019 por 19 secuestros, 21 casos de torturas y dos homicidios en Mendoza.
AM
Por datos corroborables que permitan saber el paradero de esos 29 genocidas se entregan recompensas de 500.000 pesos. Uno de los canales de recepción de la información es la línea 134.
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