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Informe

De carteras Michel Kors a zapatillas viejas: las ferias de ropa usada copan la ciudad y convocan a clientes de todos los estratos

Hay al menos 70 locales de moda circular en la Ciudad de Buenos Aires.

Celeste del Bianco

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La moda circular está en expansión en Argentina. Por cuestiones económicas o por el cuidado al medio ambiente, la venta de ropa de segunda mano y fabricada con materiales recuperados o reciclados está creciendo, y no solo en los sectores de bajos ingresos, también existe un circuito de consumo premium en el que se venden marcas nacionales reconocidas e importadas. Un relevamiento en la Ciudad de Buenos Aires determinó que existen 70 emprendimientos, a los que se suman los puestos informales en las ferias de barrio

Los datos del INDEC muestran que en los últimos tres años hubo un desequilibrio entre el aumento del costo de la ropa y los salarios. Entre marzo de 2020 y marzo de 2023 el precio promedio de la ropa y el calzado se multiplicó por siete, mientras que los salarios por cuatro. El dato explica una parte del auge de las tiendas de venta de ropa de segunda mano.  Según el informe del observatorio Jungla Urbana publicado este mes, se pueden conseguir prendas por valores que van entre un 40% y un 70% menos que en un negocio de ropa nueva. Ante la crisis económica, el circuito de moda circular se convirtió en una salida para compradores y vendedores. 

En la ciudad de Buenos Aires se notó un fuerte crecimiento a partir de la pandemia, sobre todo con la venta online y a través de redes sociales. Según el informe, que desarrolló el equipo del diputado de la Coalición Cívica Maximiliano Ferraro, el 73% de las personas encuestadas consumieron ropa usada al menos una vez. Sin embargo, solo un 56% del total de los encuestados sabe o recuerda dónde comprarla.

María De Piero es la dueña de Vintage Reciclado, un emprendimiento que Instagram tiene más de 20.000 seguidores y seguidoras. Ella “rescata” ropa, la convocan de distintas casas para que revise los placares y compre las prendas, que muchas veces son de personas fallecidas. También recorre el circuito de Caritas en busca de prendas especiales para después venderlas. “La moda circular viene creciendo porque  hay una noción del desecho con la importancia de no seguir fabricando. También tiene que ver con la economía, con lo cara que está la ropa. Además, la calidad de las prendas de ahora no son como las de antes, no están hechas para durar. La calidad es impecable, son productos hechos para durar”, le cuenta a elDiarioAR.

Cada sábado, María hace transmisiones en vivo donde muestra la ropa que “rescató” a sus clientas, una comunidad virtual de la recirculación. “Tuve un crecimiento terrible en la pandemia. La gente estaba más en las redes y eso tuvo llegada. Hay un factor económico, otro ecológico y también porque hay ropa muy linda. La gente busca diferenciarse del otro, vos salís con una camisa vintage y es muy poco probable que encuentres la misma tela en otra camisa. Hay una cosa de sentirse identificada con las prendas, no sentirse uniformadas. Hay algo lúdico: jugar con la ropa, los estampados, mezclar”, agrega.

Casi todos los emprendimientos se nuclean alrededor de la zona céntrica de la Ciudad, mayoritariamente en Palermo, Recoleta, Almagro y San Telmo. Incluso, algunos se convirtieron en cadenas como Urban Luxury, que tiene diversas sucursales, o El Galpón de Ropa, que incluso abrió un local en pleno Recoleta. Buceando en las webs y en los lacales se encuentran prendas de Rapsodia, Vitamina, Jazmín Chebar, H&M, Zara, Adidas, Nike y por momentos carteras Jackie Smith o Michel Kors. Incluso se puede pagar en cuotas.

Pero también se da en espacios más informales, el fenómeno ropa de segunda está en todos los sectores sociales. Norma Vázquez es de Lomas de Zamora, tiene 58 años, es trabajadora de casas particulares y no está en el circuito formal. Desde hace cinco años empezó a vender ropa usada en la Feria de Guernica, a 20 kilómetros de su casa.  Recupera ropa que le dan sus empleadores, las lava, las arregla y las vende. “Las personas de 50 o 60 ya no servimos para el trabajo, no te toman y  yo tengo necesidad, no tengo jubilación. Me hago un re viaje porque hay muchas ferias pero no hay lugares, no tenés donde trabajar, tenés que ir peleando por los lugares. Lo que uno saca es solo para la comida”, dice.

La periodista y conductora de radio Cynthia García es consumidora de este tipo de moda, desde hace años compra ropa de segunda mano a través de las páginas web como la de El Galpón de Ropa o  en lugares más informales. “A veces, porque valoro el género y la mando a arreglar. Hace poco le compré una camisa de Elsa Serrano con unas mangas principescas que era una preciosura. Solo había que arreglarla y me quedó una camisa vintage por $5.000”.  Cuenta que siempre compró en ferias por una cuestión ideológica: “Se volvió una militancia, la idea de que la ropa circule y genere recursos. Cuando hago circular mi perchero, lo regalo. Tengo un principio y es que mi ropa circula sin intercambio de dinero. A veces el universo es desalineado y después recibo mucho más de lo  que di. Cosas mágicas que  pasan alrededor de la economía circular.”.

Pero este año también lo hace por una cuestión económica, Cynthia García cuenta que en lo que va del año no compró ropa nueva, excepto a una vecina de Balvanera que vende ropa propia y otra que consigue en ferias para llegar a fin de mes. “Es gente que sabe donde dan ropa y la recicla para sobrevivir, que fue de clase media y ahora quiere jubilarse y tiene problemas para alimentarse más de una vez al día. Eso es lo que compré este año, para ayudarla a ella y también como una manera de yo poder acceder a ropa este año. Desde que ganó Milei solo le compré ropa a mi vecina del primer piso”, explica.

Del otro lado de la cadena están las personas que ponen a la venta su ropa. Luciana Cedro es madre de dos niños y cuando la ropa ya les queda chica se acerca a alguno de los comercios y las vende. En algunos les ofrecen dinero en efectivo y en otros vales para comprar otras prendas en el local. “La condición es que tienen que estar en muy buen estado, las revisan con luz detallada, miran las costuras y que no tengan manchas. En general, me llevo ropa deportiva que está súper bien, muy en precio, tres veces menos que algo nuevo. Un valor con dignidad, no regalado”, explica.

Aunque tiene una queja: la falta de talles diversos. “Para mí, que soy una persona XL o XXL, directamente no hay  disponibilidad de prendas, salvo algún vestido. No hay opciones para personas con talles más grandes en negocios de ropa circular. Quizás la gente no lleva esa ropa”, plantea Luciana.

Pero la razón económica no es la única, el impacto sobre el ambiente también es un impulso para la recirculación. Producir un jean requiere $7.500 litros de agua y la fabricación de ropa y calzado representa el 8% de los gases de efecto invernadero emitidos a nivel mundial. Además se entierra o quema una cantidad de textiles equivalente a un camión de basura por segundo. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, se trata de una industria que utiliza 93.000 millones de metros cúbicos de agua dulce al año, un volumen  suficiente para satisfacer las necesidades de cinco millones de personas. 

Es en ese contexto en el que se presentó el primer mapa interactivo “Panorama actual de la Moda Circular en la Ciudad de Buenos Aires” para facilitar el acceso a este tipo de consumo. Además, el diputado Ferraro presentó un proyecto de ley para la gestión ambiental de residuos de T.L.C. (textiles, lencería y calzado), que entre otras cosas propone una alícuota reducida del IVA (10,5%) a las prendas de indumentaria y calzado de segunda mano.

CDB/DTC

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