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Barbijos entre los rosarios como ofrendas a la Virgen: manifestaciones de la fe en tiempos de pandemia

La Gruta de Lourdes de la ciudad de Miramar es un santuario católico inspirado en el original ubicado en Francia.

Ana Breccia

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Continuando por la Avenida Costanera, a 400 metros al Sur del Muelle de Pescadores, unas 502 hectáreas de superficie verde y arenosa, forman parte de una de las principales atracciones de la ciudad de Miramar: el Vivero Dunicola Florentino Ameghino. Siguiendo uno de los senderos del bosque, las copas de los árboles se encuentran en un abrazo al cielo, adorando a la Virgen que aguarda paciente la visita de sus fieles. Este último año y medio, curiosamente, llama la atención la llegada de una nueva ofrenda al santuario: los barbijos.

El Vivero fue creado en el año 1923 por el Ministerio de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires como un establecimiento forestal que tenía el objeto de estudiar las arenas móviles del Mar Argentino en esta parte del territorio. Desde el año 1969, el mismo pasó a manos de la Municipalidad de General Alvarado, preservándose como reserva forestal productora de semillas y como parque recreativo. El bosque en esta ciudad costera, que se destaca por su ambiente natural y entorno familiar, esconde un rincón especial para Nuestra Señora de Lourdes.

La Virgen de Lourdes es una de las advocaciones de la Virgen María más conocidas a nivel mundial. La historia cuenta que a principios de 1858 en la gruta de Massabielle en Lourdes, Francia, y a los pies de los Pirineos, una joven llamada María Bernadette Soubirous presenció dieciocho apariciones de la misma. 

La Gruta de Lourdes de la ciudad de Miramar es un santuario católico inspirado en el original de Francia. Está realizada con madera obtenida del vivero donde se encuentra, y fue inaugurada y bendecida el 20 de abril de 1980 por el Cura Párroco Presbítero Vicente Altaba, en el transcurso de una misa celebrada por el Presbítero Hugo Segovia. 

“El santuario se nutre de rosarios, cartas con pedidos como así también de agradecimientos y flores, entre otros, por parte de los creyentes que asisten al lugar a admirar la imagen de la Virgen Milagrosa. Con el tiempo y gracias a su carácter al aire libre, público y gratuito, se ha transformado en un alto obligado para todos los que visitan el Vivero miramarense, y proporciona una atmósfera armoniosa para las misas que allí se celebran”, cuentan desde la Secretaría de Turismo, Cultura y Deporte de General Alvarado, a elDiarioAR.

Rodeada del más maravilloso perfume de eucalipto y pino, la imagen de la Virgen detrás de un vidrio que la protege, reúne entre las piedras otras ofrendas como piñas y palitos; algo común antes y durante la pandemia. En la Biblia, la ofrenda es un acto de gratitud a Dios. Lo llamativo este año, son los barbijos y tapabocas que se filtran entre los rosarios, colgados con cartas de agradecimiento y peticiones. Y es que a esta advocación se le atribuyen milagros por su intercesión de sanaciones de problemas de salud. La patrona de las enfermedades, la llaman. Sanaciones que, los mismos creyentes, reportan y adjudican en diferentes formas como físicas, emocionales y espirituales, tras su visita.

“Después de un año y medio de pandemia, vengo a agradecerle a la Virgencita que mi familia tiene salud y nos protegió”, comenta una mujer que se encuentra sentada en un banco largo de madera junto a su amiga, enfrentadas a la Virgen Milagrosa. Aprovecharon el fin de semana largo del Día de las Infancias para visitarla y rezarle.

AB

 

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