-Es una bala más. Esto va para largo.
Alberto Fernández repitió la metáfora densa de su interlocutor sobre la “bala de plata” de un gobierno frente al drama del Covid-19. Pero en su comentario, el Presidente anexó otra advertencia: que es una medida más, porque la pandemia, que esta semana alcanzó el récord de 745 muertos y los casi 40 mil contagios, va para largo.
El plazo, lo traducen en el Gobierno, son los tres meses críticos que quedan por delante, el invierno que hizo estragos en otros países, donde la reacción inevitable fue la de disponer confinamientos, vedas o cuarentenas. En en el país significó este sábado el regreso a fase 1 aunque, a diferencia del 2020, será por un período rígido de nueve días.
De mínima, quince días. Lo ideal, tres semanas de encierro. Esos plazos escuchó de los expertos Fernández pero en la mesa de arena de Olivos, el Presidente tuvo que cotejar otras variables para encontrar un formato “posible” de confinamiento: que se pueda hacer cumplir, no dinamite una economía irregular y genere, además, el consenso político que no tuvieron las últimas medidas.
Otra alternativa, según el menú de variables que tiene en análisis el gobierno nacional, es un esquema de confinamientos acotado a los fines de semana: un mix de cinco días en fase 2 y dos días en fase 1.
Fernández asume que quedan por delante tres meses críticos y que entra en el tramo con indicadores dramáticos, con una curva que normalizó los más de 35 mil casos diarios y las más de 500 muertes cada 24 horas. El confinamiento de 9 días, que en el Gobierno consideran “posible”, tiene a su vez un efecto relativo respecto al control de la pandemia y la reducción de contagios.
“Sirve para frenar circulación, frenar la velocidad de contagios, estabilizar los casos e impedir que sigan creciendo”, explicó a elDiarioAR un funcionario que está en la trinchera de las estrategias contra la pandemia. Sobre ese criterio, frente a los 90 días críticos que quedan por delante, en el Gobierno se enfocan en dos factores: que sea eficaz el confinamiento temporal y que el regreso a la fase 2 -la que rigió las últimas semanas- sea con más controles y restricciones adicionales.
Lo que viene, según apuntan dos fuentes oficiales, es un “confinamiento intermitente”, con períodos de fase 2 y otros, acotados en el tiempo, de fase 1. Sin darlo como certeza, la ministra de Salud Carla Vizzotti habló de la intermitencia de cierres y aperturas, como una variable para aplicar durante el invierno. “Los próximos meses son de más riesgo, por el invierno. Vamos a ir monitoreando y en caso de ser necesario habrá cierres intermitentes”, apuntó la ministra en declaraciones a Radio 10.
Otra alternativa, según el menú de variables que tiene en análisis el gobierno nacional, es un esquema de confinamientos acotado a los fines de semana, un mix de cinco días en fase 2 y dos días en fase 1. De ese modo, el principal impacto sobre la economía sería sobre la actividad gastronómica y de esparcimiento, con menos afectación al resto de las actividades, que podrían tener parte de la semana con cierta “normalidad”.
Hay, en ese punto, un factor fiscal: a pesar del aumento de la Tarjeta Alimentar y la ampliación del REPRO II, el Gobierno entiende que medidas de cierres temporales y focalizados son más “fáciles de asimilar” por la economía sin necesidad de recurrir a programas como la Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) o el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
“En 2020, con la cuarentena, se aplicó la ATP y el IFE porque hubo que asistir muy rápido a todas aquellas personas que figuraban sin ingresos formales. Desde entonces, pudimos mejorar las herramientas y llegar de manera más eficiente a las personas que realmente lo necesitan”, explican en Casa Rosada sobre por qué no está en la agenda repetir los dos programas del año pasado.
Desde abril, cuando resolvió de manera unilateral la suspensión de las clases presenciales y redujo el horario de circulación, Fernández presta más atención a los alertas del grupo de expertos que lo asesora que a las reservas políticas que le expresan en público y privado los gobernadores, que en general -quizá con la excepción de Axel Kicillof- son reacios a los cierres estrictos.
Fernández trató de hacer equilibrios entre esas tensiones. “Los expertos pedían cerrar 21 días pero había que calibrar las distintas necesidades: la urgencia social y la economía”, explicaron el viernes en el entorno del Presidente, que en una nota con CNN insistió con que el confinamiento será de nueve días. “Esto es lo que en Europa se conoce como ‘el martillazo’”, apuntó Fernández que viene de una gira europea en la que vio, en primera persona, las medidas vigentes en Portugal, España, Francia e Italia.
“Sirve para ganar tiempo, darle margen al sistema de salud y moderar el crecimiento de casos”, apuntan en Salud sobre el confinamiento de nueve días y apuntan a otro segmento: los controles. Este sábado, la ministra de Seguridad nacional Sabina Frederic encabezó varios operativos. En parte por el clima, la circulación fue muy baja y hubo controles de todas las fuerzas en el AMBA. El interrogante es cómo funcionará a partir del miércoles, luego del fin de semana largo.
En Casa Rosada repiten, como mandamiento, que ningún DNU es eficaz sin controles. Y que en los territorios, el control depende de los gobiernos provinciales o, incluso, de los municipales.
“Las medidas efectivas son las que se cumplen y se controlan. El control está fuera de competencia del Gobierno Nacional. Por eso necesitamos un compromiso pleno de todos los gobiernos locales”, apuntó una fuente nacional en línea con el reproche presidencial en la Cadena Nacional respecto a la falta de fiscalización.
El cierre de nueve días tuvo, a diferencia de otras medidas menos duras, el respaldo de la Cuidad de Buenos Aires y de los gobernadores de Juntos por el Cambio (JxC), además de otros como Juan Schiaretti o, más cerca del FdT, Omar Perotti.
PI
0