Habla una ex alumna de la Escuela de Yoga: “De lo único que soy víctima es de la Justicia”
Digamos que se llama Carolina. Un día como hoy pero hace exactamente un año, Carolina estaba sentada a una de las mesas de Arata´s, la confitería que la Escuela de Yoga de Buenos Aires (EYBA) tenía en su sede central, ubicada en la calle Estado de Israel, en Almagro. Como siempre desde hace veinte años, Carolina asistía a una de las charlas de la Escuela. Un estruendo interrumpió la velada: un comando entró en el bar y, a los gritos, anunció que haría un allanamiento. Ese sería uno de los veinte lugares en simultáneo en el que la policía entraría. Desde esa noche, Carolina y otras ocho mujeres figuran en la causa como “víctima de trata de personas con fines de explotación sexual”. Los investigadores afirman que fueron captadas por la organización para seducir varones adinerados que terminaban financiando a EYBA. Pero ellas dicen que no son víctimas de nada.
Por eso, las nueve ex-alumnas de EYBA le iniciaron un juicio a Marcelo Colombo y a Alejandra Mángano, titulares de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protext) por incumplimiento de deberes de funcionario público. La demanda es contra los mismos fiscales que aseguran que ellas son víctimas de la Escuela de Yoga de Buenos Aires, organización de la que formaron parte. Carolina y el resto sostienen lo que dijeron al principio: no tenían sexo con clientes a cambio de un dinero que terminara en las arcas de EYBA. Para los fiscales Mángano y Colombo todo indica que sí. Es la palabra de ellas contra los investigadores, que pidieron la elevación a juicio de los 17 procesados. Les imputan los delitos de asociación ilícita, trata y lavado de activos. No hay detenidos.
¿Sos víctima de trata de personas con fines de explotación sexual?
No.
¿Por qué no?
Porque jamás nadie abusó de mí. Porque nadie me lo sugirió. Porque nadie me lo pidió ni me obligó. Porque decido por mí misma lo que quiero hacer.
Pero los investigadores aseguran que vos y otras ocho mujeres ofrecían servicios sexuales a varones a cambio de dinero, y que ese dinero financiaba a Juan Percowicz, el líder de EYBA. Encontraron, incluso, fichas de los clientes con detalles de su situación patrimonial.
Yo no tengo idea quién hizo esas fichas. Lo que te puedo decir de mí es que no fue mi caso. Tuve muchas parejas, parejas que conocieron la Escuela y a los amigos que hice en la Escuela. Tengo una pericia que prueba que tengo capacidad plena para decidir. Quién hizo esa ficha y con qué propósito no lo sé; no, no lo sé.
Insisto: los fiscales afirman que hay prueba suficiente que indica que te explotaron sexualmente.
-Porque no me escuchan. Ni Mángano, ni Colombo (los fiscales de la Protex) ni (el juez federal Ariel) Lijo entienden que “no es no”. Dije que no soy víctima antes de la Cámara Gesell, lo dije en Cámara Gesell. Mandé un video a la Cámara de Casación pidiendo que me hagan la pericia. Y aunque la pericia es a mi favor, en la elevación a juicio ni siquiera ni siquiera la mencionan. Los mismos psicólogos de la Protex firmaron mi pericia en conformidad. Son peritos que están empapados en el tema de Trata de Personas, que han hecho pericias a personas que sí eran víctimas. Firmaron en conformidad que yo no soy una víctima de abuso sexual y que yo no soy vulnerable. ¿Por qué insisten?
Calculan que unas dos mil personas pasaron por la organización. ¿Por qué solo ustedes nueve son señaladas como víctimas?
Me encantaría que la Protex lo responda. La Protex tiene un legajo de cada una de nosotras. Entiendo que nos investigaron por el transcurso de un año. El día del allanamiento yo estaba participando de la charla pero a mi no me reconocieron. No me reconoció la gente del Programa Nacional de Rescate (de víctimas de trata) y no me reconocieron la psicólogas que estaban durante el allanamiento, y no me reconoció la gente del juzgado… Nadie, nadie, nadie me reconoció. El acta del Programa Nacional de Rescate dice que esa noche “no se rescató a ninguna víctima”. Entonces, ¿qué es esa investigación, ese circo que hicieron por un año? Entraron, tiraron abajo todo. No encontraron a nadie encadenado. No encontraron a nadie sin su documento.
¿Te prepararon para tener sexo con varones, obtener dinero y dárselo a la Escuela?
No. Y te lo vuelvo a decir: yo no soy una “carmelita descalza”. Soy una mujer sexualmente activa. ¿con quién? ¿Cómo, cuándo? Dónde o de qué manera no tiene nada que ver con la trata de persona. Si voy a un hotel, si estoy en mi casa. Si hago un trío, si me escapo de mi novio para que no se entere… O sea que hago trampa y me escapo a las dos de la mañana para coger con otro: ¿eso es trata de personas o es la vida? Mi pareja y yo tenemos una forma de vínculo consensuado. Sabemos que cada uno tiene sus relaciones por fuera de la pareja y tenemos nuestras relaciones dentro de la pareja. Es el poliamor, es lo que nos gusta. La vida que queremos tener. Es algo mío, privado, íntimo. La Justicia no tiene por qué meterse.
Entiendo que nos investigaron por el transcurso de un año. El día del allanamiento yo estaba participando de la charla pero a mi no me reconocieron.
La despersonalización…
-Mi mamá se convirtió al judaísmo hace varios años. Insistió terriblemente. Ella vive en Israel, hace el shabat… ¿Vos me ves vestida de ortodoxa?
¿Cómo se siente que te definan de una forma que no sos?
Se siente sufrimiento. Se siente que hablas al pedo, se siente que no te escuchan, que te arruinan la vida porque tienen poder y es gratis. Que se cubren entre ellos. Si hay un culpable que vayan contra esa persona. Nadie de la Escuela cometió un ilícito contra mi persona.
Hasta que la Escuela de Yoga de Buenos Aires funcionó con normalidad, Carolina trabajó en una de las inmobiliarias a través de la cual, según la investigación, la organización lavaba plata. No puede estar en contacto con los procesados, así que tuvo que dejar la inmobiliaria y buscarse otro trabajo. Se dedica a atención virtual de clientes: ella aparece cuando el bot agotó las opciones. Carolina entró en la Escuela siendo una adolescente. Allí se hizo amigos, viajó, festejó cumpleaños. Llegó a la jerarquía “Aspirante a 6”, cuatro escalones antes que el máximo nivel, “Formal 7”.
Según la causa, ella era “una plantita” del Departamento “Botánico”. Los fiscales indican que la explotación sexual era la actividad que mayor dinero generaba para la organización. Abarcaba la Argentina y las ciudades de Nueva York, Chicago, Las Vegas y Londres, donde EYBA tenía filiales. Susana Mendelievich -alias Mendy- y Marcela Arguello, -alias Oscar- estaban a cargo. Entre las pruebas que acreditarían el delito de trata de personas con fines de explotación sexual, están las fichas. Cada cliente tenía una ficha. Según una de esas fichas, el cliente de Carolina era “Robert”. Y Robert aportó 427 mil dólares a EYBA.
¿Conocés a Robert?
Sí, claro. Robert fue mi pareja mientras viví en Londres. Teníamos un gran proyecto juntos que no se dio. En Londres estudié y trabajé. Y con Robert convivimos. Sí, a veces él pagaba las compras que hacíamos en el supermercado. Conoció la Escuela y a muchos de los amigos que hice en la Escuela cuando veníamos de visita a Buenos Aires.
¿Y él aportaba económicamente a la Escuela?
¡No!
En la causa se menciona una conversación entre el líder, Juan Perkowicz, y La Leona. Habrían hablado de la apertura de una empresa en Londres, donde ustedes vivían, y de un seguimiento económico que deberían hacerle a él. ¿Por qué hablarían de ustedes?
Gran pregunta. No lo sé. Él no me mantenía.
Carolina trajo dos hojas impresas. Están fechadas el 7 de junio de este año. Son las conclusiones de la evaluación psiquiátrica y psicológica que le realizaron: “Percibe, piensa y discrimina con claridad. Adecuada diferenciación fantasía-realidad. No presenta características de sumisión, dependencia emocional, labilidad o manipulación, o la asunción de un rol pasivo en sus relaciones interpersonales. No hay secuelas postraumáticas asociadas a la victimización sexual”. Firmaron en conformidad los cuatro peritos de la defensa y las dos del Ministerio Público Fiscal, aunque se reservaron el derecho de ampliar. Esas dos hojas son, para Carolina, la prueba total. Dice: “Quiero que me saquen el mote de víctima. De la única que soy víctima es de la Justicia”.
VDM/MG
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