Un médico fue condenado por el abuso sexual de seis niños en un juicio por la verdad
Cuando en una tarde de 2018 Darío Schvartz, Malena Filmus y Leandro Koch decidieron, reunidos en la confitería Imperio, iniciar una acción legal en conjunto contra el médico pediatra Alberto Cirulnik por haberlos abusado en la infancia, nunca imaginaron que iba a ser el puntapié para que se destapara una olla a presión que estaba a punto de explotar. La denuncia, iniciada algunos días después, se viralizó con tal fuerza que llegó a lugares inesperados y poco después otras más de 25 víctimas de Cirulnik se encontraron en la oficina de sus abogadas. Provenían de distintos lugares del mundo, tenían distintas edades, géneros, religiones –porque el médico no sólo trabajaba con la comunidad judía por ser director médico de la escuela ORT, sino que tenía su práctica privada–. Estaban dispuestos a romper el silencio que habían sostenido por décadas sobre los abusos que el médico perpetró de forma sistemática, siguiendo el mismo modus operandi, durante los años 70, 80, 90, y en el primero de los 2000.
Esas más de 40 décadas de impunidad tuvieron su fin el pasado 30 de noviembre con un fallo del juez Edmundo Rabbione, titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°41, que declaró culpable a Cirulnik por el abuso sexual en la infancia de seis personas en el marco de un Juicio por la verdad. A la denuncia iniciada por Schvartz, Filmus y Koch se sumaron otras tres víctimas que sufrieron abusos en las décadas del 70 y 80. Todos tenían al momento de los abusos entre 8 y 14 años y éstos fueron cometidos en la Escuela ORT de la Ciudad de Buenos Aires, en el colegio Sholem Alejjem de Palermo, en el Club Centro Comunitario Kadima, en Moreno, y en su consultorio particular de Almagro.
Se incorporó en la causa además el testimonio de otras 18 víctimas, que no quisieron presentarse como querellantes, pero relataron ante el juez las vejaciones que vivieron. Se comprobó que Cirulnik sometió a los entonces niños a diferentes agresiones contra su integridad sexual como la violación, el abuso simple, la corrupción de menores y abuso deshonesto, agravados por ser encargado de su guarda.
La sentencia Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°41 se convirtió en un precedente jurídico fundamental para los delitos sexuales prescriptos. Se trata de uno de los primeros fallos que existen en el país en un juicio por la verdad sobre delitos a la integridad sexual en la infancia.
¿Por qué un Juicio por la verdad?
Los Juicios por la Verdad son un procedimiento judicial sin efectos penales. Se iniciaron en nuestro país por la imposibilidad de perseguir penalmente a los responsables de los crímenes de lesa humanidad que ocurrieron durante la última dictadura cívico-militar, debido a que los genocidas estaban protegidos por las leyes de Obediencia Debida, de Punto Final y por los indultos. Los organismos de derechos humanos encontraron en los Juicios por la Verdad una estrategia para sortear la impunidad. Con una lógica similar, los abogados de las víctimas de abuso sexual en la infancia que se encontraban imposibilitadas de conseguir justicia porque los delitos habían prescripto por el paso del tiempo, comenzaron a tomar la misma estrategia para conseguir un poco de reparación. Hasta el momento son pocas las sentencias en estos juicios y ninguna se encuentra firme aún.
“Desde hace un tiempo empezamos a solicitar que se hagan Juicios por la Verdad también en causas por abuso sexuales, puntualmente en esas causas porque estos tipos de delitos incluyen, en ocasiones, pactos de silencio, por la relación asimétrica de poder entre el victimario y la víctima o amenazas. Por ejemplo, en el caso de Cirulnik, cuando Darío Schvartz empezó a hablar, él le inició una causa para que se callara”, explicó a elDiarioAR la abogada Nadia Rivas, quien junto a Andrea Quaranta representa a Schvartz, Filmus y Koch en el juicio.
La letrada contó que iniciaron la demanda sabiendo que los delitos habían ocurrido hace muchos años y estaban prescriptos pero apuntaron a terminar con el ciclo de la impunidad que llevaba tantos años. “Nos encontramos con que un 30 de diciembre teníamos en la oficina a aproximadamente 30 personas planteando que habían sufrido abuso por parte de Cirulnik y era imposible que fuéramos parte de la impunidad, entonces iniciamos la denuncia penal”.
Nos encontramos con que un 30 de diciembre teníamos en la oficina a aproximadamente 30 personas planteando que habían sufrido abuso por parte de Cirulnik y era imposible que fuéramos parte de la impunidad, entonces iniciamos la denuncia penal
En 2020, los integrantes de la Sala 4 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional resolvieron declarar extinguida la acción penal y sobreseyeron a Cirulnik por la prescripción de los hechos. No se podía aplicar en retroactivo la ley 27.206 de “Respeto a los tiempos de la víctima” sancionada en 2015, que establece que el plazo de la prescripción en delitos de abuso sexual infantil es a partir del momento de la denuncia o hasta que el menor, una vez cumplida la mayoría de edad, ratifique la denuncia hecha por su representante.
Más tarde, en 2022 la Cámara de Casación declaró inadmisible el recurso presentado por las víctimas, pero habilitó la realización de un juicio por la verdad de los hechos denunciados.
“Nosotras iniciamos la causa pensando en un juicio común con una condena penal, una sanción que implique una pena privativa de libertad. Entendemos que existen limitaciones a esto por el paso del tiempo, aunque no estamos de acuerdo, y cuando no nos dieron más el lugar a que se siga tramitando un juicio ordinario entonces fuimos por el juicio por la verdad para desarmar la impunidad del médico”, contó Rivas.
Carlos Lombardi, especialista en derecho canónico y representante de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico de Argentina, afirmó que el fallo puede ayudar a que otras víctimas de abusos previos a 2015 (cuando sale la ley 27.206). “La sentencia refuerza el Instituto del juicio por la verdad y le da la posibilidades a otras víctimas que están en la misma situación a conseguir que la justicia establezca la verdad de los hechos que han padecido. Es positivo como antecedente”, dijo a este medio.
Esta modalidad de juicios permiten investigar cuál fue la verdad de los hechos. “La parte resolutiva de la sentencia indica que se han probado los hechos que las seis personas denunciaron. Hay una serie de medidas que la Cámara impone en beneficio de estas personas que han buscado tutela judicial efectiva en el Poder Judicial de la Nación”, explicó el abogado.
En el fallo el juez aseguró que está “acreditada la ocurrencia de cada uno de los hechos puestos en conocimiento por los denunciantes”, y subrayó que “todas las personas que prestaron declaración fueron contundentes al relatar la vivencia de hechos”. Además, consideró que “se trata de múltiples acusaciones efectuadas por personas que interactuaron con el acusado en diferentes ámbitos y épocas”.
Los especialistas marcan como novedoso también que la sentencia ordena medidas reparatorias para las víctimas, como la publicación de la misma en el Boletín Oficial y en el Centro de Información Judicial; la comunicación a los ministerios de Salud y Educación para que actúen en concordancia –quizás suspendiendo la matrícula de médico de Cyrulnik– y exhorta a las autoridades de la ORT a “adoptar las medidas necesarias para prevenir situaciones de abuso, ello con el fin de evitar la reiteración de hechos como los que se han probado”.
Los tiempos de las víctimas
En la sentencia se reconoce la necesidad de respetar el proceso y los tiempos de cada víctima, más aún si se trata de niños. En sus reflexiones finales dice: “Los cambios legislativos en materia de prescripción, que por motivos de irretroactividad de la ley (la 27.206 de ”Respeto a los tiempos de la víctima“) no fueron aplicables a estos hechos, fueron un reconocimiento de que no existe un momento correcto para que un menor denuncie un abuso sexual padecido y que cada víctima tiene sus tiempos personales, los cuales dependen de diversos factores”.
Al respecto, Rivas manifestó: “Es importante resaltar que las causas de abusos son muy particulares por el tiempo que les lleva a las personas el develamiento, darse cuenta de lo que les pasó, poder hablar sobre los que les pasó, hacer a un lado la culpa, exponerse, porque es algo muy íntimo. Ese proceso lleva un tiempo para cada una de las víctimas”.
Hay una relación desigualdad de poder entre el abusador y el abusado, que muchas veces no se puede cortar. Cuando superan ese bloqueo y acceden a la justicia, el tiempo puede haber sido más que el que preveía la justicia. El tiempo jurídico juega en contra
En la misma línea, Lombardi, como defensor de víctimas de abuso eclesiástico, reflexionó: “Hay un proceso que tienen que atravesar las víctimas, lleva un tiempo hasta que puedan hablar y denunciar. La psicología establece que el niños que sufre ese tipo de delitos sufre además una especie de bloqueo. Hay una relación desigualdad de poder entre el abusador y el abusado, que muchas veces no se puede cortar. Cuando psicológicamente supera ese bloqueo lo cuenta a la familia y accede a la justicia y el tiempo puede haber sido más que el que preveía la justicia. El paso del tiempo jurídico les juega en contra”.
La lista de delitos contra la integridad sexual de menores cometidos por el médico pediatra y ex director médico del colegio ORT Alberto Cirulnik es aún hoy difícil de calcular. Continuamente se suman personas que pasaron por el mismo martirio que los denunciantes.
“No me cagó la vida, me queda mucho por vivir”
Darío Schvartz fue el primero en denunciar los abusos que había sufrido por parte de Alberto Cirulnik. Los ataques que recibió fueron de modo sistemático desde sus 8 hasta los 13 años, en diversos momentos y lugares. “Fueron tantos que no puedo contabilizarlos. Mis papás eran muy amigos de él y su pareja, compartimos el club, yo era el mejor amigo de su hijo e iba a dormir a su casa frecuentemente. Además, era mi pediatra”.
Schvartz declaró en la causa que fue abusado en diferentes ocasiones, entre 1992 y 1997, mientras compartían un bungalow en el Club Centro Comunitario Kadima, en Moreno, provincia de Buenos Aires. “Nuestras familias compartían un Bungalow. Había momentos de un sábado o domingo en que, en horas de la tarde, nos quedábamos solos. Mi viejo quizás estaba jugando al tenis y mi mamá al burako. Ahí aprovechaba para tocarme. Otras veces me llevaba a dormir la siesta y me hacía masajes en todo el cuerpo, me manoseaba. También en su consultorio buscaba que mi mano toque su pene y abusaba de mí cuando iba a dormir a su casa”.
Recién a los 21 años Schvartz pudo contar por primera vez lo que había padecido, en el marco de una terapia, pero no se sintió preparado para indagar en eso y dejó el espacio. “En un primer momento, como le pasa creo que a la mayoría de los abusados sexualmente en la infancia, no quería que se sepa. Me daba vergüenza, culpa, temor a la mirada del otro. Hoy puedo decir que haberlo contado me ha hecho muy bien”, dijo.
Cuando cumplió sus 25 decidió decírselo a sus padres. En ese entonces, Cirulnik era cliente del estudio contable de la familia, en el que Darío también trabajaba. Con su padre lo citaron en la oficina y lo encararon. “La respuesta genérica de él fue ‘no me acuerdo, me daría asco' pero nunca lo negó”, recordó el joven.
Pronto la historia de Darío se propagó entre las familias socias del club hasta que en 2011 llegó a ORT y el médico fue desvinculado de la institución. No era la primera vez que la escuela conocía de los abusos. En 1994, cuando fue el abuso de Landro Koch, sus padres lo habían denunciado a las autoridades pero entonces Cirulnik no fue apartado. “El colegio no hizo nada, nunca se acercó a las víctimas, nunca ofreció ayuda, se portó muy mal. Avaló los abusos cometidos por Cirulnik. Es interesante que el fallo los haga tomar conocimiento de lo que pasaba en su institución, aunque ya lo sabían”, dijo Schvartz.
Me hubiese gustado que le dieran una pena, porque se lo merece. Pero hoy él tiene más de 70 años y está mal de salud, si hubiese una condena tendría prisión domiciliaria, no sería muy distinto a lo que vive hoy, que supongo está muriendo solo en su casa
A mediados del 2012, Cirulnik inició una causa por injurias hacia Darío y sus padres por injurias. A pesar de que la causa pronto fue cerrada con un acuerdo de las partes, el joven sintió que tenía que hacer algo con lo que había pasado: “El juicio que él me hizo me enojó muchísimo, a tal punto que estaba dispuesto a hacer la denuncia contra él, a hacerme las pericias y salir en los medios”. Esa idea gravitó en su mente algunos años más hasta que recibió el llamado de Malena Filmus e iniciaron la demanda.
“Aunque el fallo es muy reciente, tengo menos de una semana, puedo decir que fue reparador. Me hubiese gustado que le dieran una pena, porque se lo merece, pero hoy él tiene más de 70 años y está mal de salud. Si hubiese una condena, tal vez, tendría prisión domiciliaria, no sería muy distinto a lo que vive hoy, que supongo está muriendo solo en su casa”, dijo Schvartz y remarcó, en cambio,: “A mi lo que me pasó no me cagó la vida. Pude reparar y, gracias a dios, me queda mucho por vivir.”
LG/MG
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