Él tan del medio ambiente, ella tan feminista: ¿influyen las ideas políticas a la hora de hacer 'match'?
Cuatro años duró la relación de Patricia con Luis. Tenían veintimuchos y varios intereses en común, entre ellos, la política y la actualidad, aunque no todo era consenso. “Al principio teníamos algunos desacuerdos, que se resolvían dialogando, y llegábamos al final a comprendernos y establecer puntos en común”, recuerda ella. Con el tiempo, sin embargo, esas discrepancias se agrandaron hasta hacerse enormes. “Cuanto más avanzaba la relación, más de derecha se convertía él. Fue radicalizando su postura, tanto que parecía una reacción contra mí, mi ideología y mi discurso. Al final, el simple hecho de ver el telediario juntos daba lugar a discusiones tremendas”, sigue Patricia, que decidió dejar la relación con una conversación en la que hizo explícita la falta de terreno común.
Por contra, para Nerea y Miguel, las ideas políticas fueron un punto de atracción y de unión. El 15M, un centro ocupado, la militancia en el mismo partido... “Fue un rotundo sí”, dicen. También Haizea, de 37 años, cuenta que la politización “es un punto de unión importante”. “¿Cómo pasar tiempo, compartir proyecto y vida con alguien que no comparte principios contigo? No se me ocurre un argumento con más peso que la diferencia en ideales para descartar o establecer límites a la hora de enternecerte con alguien”, cuenta. Para Haizea no se trata tanto de compartir estrictamente el sentido del voto como un espacio básico de valores y principios. “Estaré con quien me admire en parte por mi posicionamiento feminista y de izquierdas, o no estaré”, declara. Para Gonzalo, la afinidad en las ideas políticas con su pareja también es importante: “Para mí compartir la vida implica estar de acuerdo en la manera de ver el mundo”.
Más allá de la anécdota, las ciencias sociales sirven para poner nombre al fenómeno que describe la tendencia a emparejarnos con personas afines ideológicamente: hipergamia política. Javier Lorente, profesor de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos, explica que desde los años 70 hay evidencia que muestra que las parejas tienden a desarrollar ideas o posiciones políticas parecidas. “Es un sesgo de selección previo, es decir, tendemos a fijarnos en personas que piensan parecido a nosotros, con unos valores y una cosmovisión parecida”, prosigue.
Entenderse mejor
Este sesgo funciona a través de dos mecanismos. Por un lado, uno más estructural, “estamos expuestos a personas de nuestro entorno social y los entornos sociales suelen tener también ciertas similitudes políticas e ideológicas”. Por otro lado, un mecanismo de corte más psicológico: “Tendemos a entendernos mejor con personas que comparten nuestra manera de ver las cosas, discutes menos, te retroalimentas más. Pasados unos años, este efecto suele crecer: cuando se mira a matrimonios, la correlación en identificación partidisita o ideología es muy alta”. Es decir, conforme pasan los años las parejas tienden a asemejar aún más sus elecciones políticas.
La identidad política es mucho más que decidir a qué partido votar. “Influye en muchas cosas, desde cómo entiendes el sexo a criar hijos”, apunta Lorente. El politólogo señala también que la movilidad social, mucho más elevada que hace unas décadas, las redes sociales o las aplicaciones para ligar influyen en que los entornos sociales puedan ser ahora más variados. “Pero hay gente que usa Tinder de manera que haya ciertos filtros, porque al final lo que quieres es encontrar personas con las que coincidir”, añade.
Elizabeth Clapés es psicóloga y docente. Afirma que, cuando conocemos a alguien, la ideología política puede ser factor de atracción. “El hecho de que encaje con nuestra manera de pensar nos puede hacer sentir atracción y, por contra, si no encaja nada y es contrario a lo que nosotros entendemos como correcto nos puede generar rechazo. Puede que si conocemos a esa persona en un contexto en el que no hay oportunidad de dar o recibir opiniones nos acerquemos sin saber muy bien por dónde tira, pero es algo que inevitablemente aflora en cuanto pasa tiempo”, asegura. Clapés no cree que sea imposible relacionarse con personas de ideas distintas, “pero esa ideología representa en buena parte cómo vemos el mundo y cómo nos relacionamos con él”, por lo que estar con quienes no la comparten en absoluto generará mucho conflicto. La experta subraya que para las personas especialmente implicadas en determinadas causas será aún más complicado “estar al lado de alguien que no las comparta”
Los valores entran en la conversación
Tinder, una de las apps para conocer gente más descargadas, tiene etiquetas que permiten a sus usuarios mostrar interés, por ejemplo, en el activismo, el medio ambiente o el feminismo. Los datos que maneja la aplicación muestran que tanto la etiqueta “cambio climático” como “feminismo” se multiplicaron por cuatro en los perfiles de usuarios durante 2022. La etiqueta “derechos LGTBIQ+” creció de manera similar. Tinder asegura que esos derechos, juntos a la política, el desempleo, la salud mental o el veganismo están entre los principales temas de las conversaciones entre sus usuarios en España.
Andrea es usuaria de estas apps y asegura que las ideas políticas son tan importantes para ella a la hora de encontrar gente que le interesa busca la manera de que los valores aparezcan rápido en la conversación. “Intento hablar e indagar, preguntando no solo por gustos sino también de lo difícil que está el alquiler o de la sanidad, o ahora del voto por correo. Cosas sencillas que den pie a un debate o que permitan ir sacando conclusiones”, cuenta esta mujer de 31 años.
Laura, de 38, utiliza otra app, Bumble, que sí permite añadir en el perfil opciones políticas explícitas (apolítica, de centro, de izquierdas o de derechas) y también religiosas. Sin embargo, lamenta que eso no influya en el algoritmo de búsqueda: “Me siguen apareciendo personas que en ese sentido son totalmente diferentes a mí. Por ejemplo, yo no elegí la opción catolicismo y me aparecen muchos hombres que sí”.
Uno de los estudios mostró que el 50% de las personas consideraban que no defender la igualdad de género era una bandera roja. Pero solo una de cada ocho personas decían que compartir creencias políticas era una prioridad a la hora de buscar pareja.
Bumble no aporta datos sobre cuánta gente utiliza en sus perfiles las etiquetas políticas, pero sí dice haber identificado algunas “banderas rojas” muy extendidas a la hora de tener citas y establecer relaciones. La aplicación asegura que uno de sus estudios mostró que el 50% de las personas consideraban que no defender la igualdad de género era una de esas banderas rojas. Sin embargo, señalan que solo una de cada ocho personas decían que compartir creencias políticas era una prioridad clave a la hora de buscar pareja. Y que una de cada cinco mujeres han roto con alguien porque no estaba de acuerdo con sus ideas políticas.
Carmen, de 48 años, es una de ellas. Allá por 2008 tuvo una “pareja de verano” durante unas vacaciones. Una vez terminado el verano, probaron para ver cómo continuaba la cosa, y viajaban para verse entre Madrid y Sevilla, sus ciudades de residencia. “Durante las vacaciones no surgieron conversaciones sobre política, pero ya luego, cuando comentábamos cualquier tema sensible, yo veía una falta enorme de sincronía”, recuerda.
El punto de inflexión sucedió cuando él comenzó a llamar al entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, con el apodo que había acuñado una parte de la derecha, “Zapatitos”. “Me dejó de parecer mínimamente atractivo”, añade. Después de un viaje a Madrid decidió dejar la relación. Con su pareja actual, sin embargo, hay un terreno compartido: “No piensa exactamente como yo, él va cambiando su voto, pero sí tenemos unos valores muy parecidos, aunque no votemos siempre al mismo partido, y además podemos dialogar y entendernos”.
Las superactitudes y las diferencias
El politólogo Javier Lorente asevera que, cuanto más concretas son las ideas, más diferencias hay incluso entre quienes tienen coincidencias: “Cuando hablamos de superactitudes, actitudes que engloban otras, como ser de derechas o de izquierdas, la coincidencia entre parejas es mucho mayor. Luego, en lo concreto, cuando nos centramos en opiniones sobre, por ejemplo, el aborto, la correlación es más baja y cada miembro de la pareja tiene más autonomía de opinión”.
La psicóloga Silvia Llop cuenta que este tema llega a su consulta. “Hay inquietud sobre si se puede estar con alguien de ideología casi contraria a la tuya. Hay gente que puede votar a partidos distintos pero estar de acuerdo en muchas cosas, porque su voto a ese partido va por unos motivos pero no por otros. Lo más importante es que los valores estén alineados, que la forma de ver el mundo y de construir la vida lo esté. Si esas personas son muy discordantes no se entenderán. Si en tu relación la política es un tabú es problema”, asegura. Ese problema aumentará entre quienes tiene una relación más estrecha con la política, el activismo o la militancia en alguna causa, “entonces parece muy complicado que alguien pueda llevar una buena relación con una persona no alineada con sus ideas”. Más allá de que se pueda votar a partidos distintos, la psicóloga subraya que los ideales influyen en los planes de futuro, en la manera en que se afrontar algunos problemas o en la crianza de los hijos, si se tienen.
Pilar tiene 34 años y su historia puede servir como conclusión. Ella describe con humor el proceso de conocer a su actual pareja: “Hubo feeling, sexo más que decente y ya le solté: 'dime que no eres de derecha'. Ahí vi que había material de novio”.
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