Por qué las abejas son más importantes que las personas para el planeta
Los seres humanos sufrimos de cierto egocentrismo innato que nos lleva exagerar nuestra importancia. La mayoría de las naciones, religiones y culturas se ven a sí mismas como el “pueblo elegido”, y durante milenios se ha perpetuado el concepto de la naturaleza al servicio de los humanos, en lugar de reconocer que somos una parte de un sistema mucho más grande.
Por eso puede resultar chocante saber que hay animales mucho más importantes que nosotros, en concreto uno que estamos poniendo en peligro de extinción. Durante la última reunión de la Real Sociedad Geográfica de Londres, el Instituto Earthwatch concluyó que la especie más importante para el planeta no somos los humanos, sino las abejas.
El Instituto Earthwatch está formado por investigadores de todo el mundo y voluntarios de ciencia ciudadana para trabajar a favor de la conservación de los hábitats naturales, la biodiversidad y el uso sostenible de los recursos. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los polinizadores contribuyen al 87% de la producción de la agricultura mundial. Aunque entre los polinizadores también se encuentran algunos murciélagos y las aves, los insectos como las abejas, abejorros, mariposas y moscas son los más activos con mucha diferencia. La polinización es esencial para la reproducción de las plantas. Sin plantas, muy pronto la fauna (los humanos incluidos) empezaría a desaparecer.
Pero la salud y las poblaciones de abejas están amenazadas. La FAO señala que mientras que en el pasado la naturaleza se encargaba de la polinización por sí misma, la desforestación, el aumento de la agricultura industrial y el uso de pesticidas ha afectado a los polinizadores. Las poblaciones abejas, abejorros y otros insectos están en declive. Según estudios recientes, casi el 90% de la población de abejas están camino de desaparecer. Según un informe reciente, el 25% de los insectos del planeta ya han desaparecido en en los últimos 30 años.
La FAO señala que mientras que en el pasado la naturaleza se encargaba de la polinización por sí misma, la desforestación, el aumento de la agricultura industrial y el uso de pesticidas ha afectado a los polinizadores.
Además de algunos depredadores que han invadido su hábitat y las amenazan, como las avispas asiáticas, y las infecciones por virus y parásitos, las abejas sufren del llamado trastorno de colapso de la colonia (CCD), en el que todas o la mayoría de las abejas obreras de una colonia mueren repentinamente. Este fenómeno afecta a las abejas comerciales, que se utilizan no solo para la producción de miel, sino también para polinizar cultivos, como las almendras, los arándanos, las manzanas y el brócoli. La UE ha decidido recientemente no renovar la aprobación del insecticida de Bayer conocido como tiacloprid, ya que está relacionado con el CCD.
¿Podemos hacer algo para ayudar a las abejas? Los investigadores proponen reconstruir sus hábitats, incluso dentro de las ciudades, promoviendo parques y jardines urbanos con flores silvestres que produzcan néctar, y evitando el uso de pesticidas en estos entornos. Las personas de a pie también podemos ayudar plantando flores y huertos de plantas silvestres como el cebollino, la dedalera, el azafrán, el girasol y la lavanda.
* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.
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