¿Cuál es el mejor suelo para mis cactus y plantas suculentas?
Aquí va uno de los mitos de jardinería más extendidos: los cactus y plantas suculentas son fáciles y muy sencillos de mantener vivos. Pues bien, depende; como saben los mataplantas. Porque hay un matiz: las suculentas resultan sencillas, si se lo ponés fácil. Esto es: no las tortures con un suelo o tierra regular, como la que utilizás con el resto de tus plantas de interior.
Si intentaste tener cactus y suculentas en casa, pero terminaste con ellas en la basura (o, mejor, en el compost), hay una pregunta que necesitás hacerte. ¿Qué tierra usaste? Porque la respuesta suele ser: una tierra básica para plantas. ¡Uy!
Receta infalible para cactus y suculentas: mezcla el suelo
Plantas como suculentas y cactus tienen unos requerimientos de suelo o tierra únicos, debido a la peculiar estructura de sus raíces y a su preferencia por los terrenos secos. Por eso, muchos problemas empiezan al colocarlas en la tierra equivocada. Y las complicaciones pueden ser muchas: desde unas raíces encharcadas hasta su eventual muerte.
Por suerte, conseguir el suelo ideal para que cactus y suculentas crezcan felices resulta bastante sencillo: mezclá sustrato universal con grava fina que facilite que el suelo se airee. Y, sobre todo, que impida que se encharque. Justo lo que tu suculenta necesita.
El motivo: estas especies necesitan un suelo bien aireado, poroso y difícil de encharcar. Por eso, nuestro objetivo es proporcionar a cactus y suculentas el drenaje que requieren; y esto normalmente se consigue con la mezcla de sustrato común (el más sencillo de encontrar en grandes superficies y tiendas de plantas) y grava fina o gravilla. La receta infalible (o casi): añadí un 30% adicional de grava fina a tu tierra, en volumen, para ayudar a que drene.
Otras opciones: en lugar de la grava, podés utilizar perlita o arlita, un tipo de arcilla expandida, que viene en forma de bolitas. La arlita resulta especialmente interesante: además de proporcionar el drenaje que buscamos, y de evitar que la maceta se encharque, actúa como una pequeña esponja que retiene parte de la humedad. Esto resulta muy interesante para los cactus; pero también si necesitás rescatar una planta a la que ahogaste.
Si no querés cocinar este menjunje, siempre podés comprar un sustrato ya preparado, especialmente diseñado y mezclado para cactus o plantas suculentas, en un centro de jardinería.
Y no te pases con la regadera
Además, olvidate de seguir el mismo calendario de riego que utilizás para el resto de plantas. En invierno, basta con regarlas una vez al mes. Y, en verano, intentá mojarlas cada cinco días. Es mucho más de lo que tu cactus o planta suculenta necesita para sobrevivir, pero te lo agradecerá, y crecerá a mayor velocidad. Ahora bien: hay que asegurarse de que el suelo está seco antes de agarrar la regadera. Si no es el caso, date unos días antes de volver a intentarlo.
Cactus y suculentas: tampoco te excedas con el fertilizante
Y practicá el mindfulness o la vida lenta con tu cactus. Puesto que son plantas de largo recorrido, y crecimiento lento, tanto cactus como suculentas prefieren alimentarse con abonos lentos y no les vienen bien los fertilizantes líquidos regulares pensados para incrementar el rendimiento de las plantas a corto plazo.
De nuevo, podés utilizar un abono o un fertilizante que haya sido diseñado especialmente para cactus o suculentas: les darás un empujón de vitalidad, pero a su ritmo. Justo lo que necesitan en primavera y verano, su época de máximo crecimiento.
Si querés mimar más a tus cactus, trasplantalos en primavera a una maceta solo ligeramente más grande. Si tenés dudas, aquí te contamos qué tamaño es el adecuado para tu planta.
Otro truco para hacer feliz a cactus y suculentas
Ya lo sabés: un charco en sus delicadas raíces puede provocar daños irreparables a tus cactus y suculentas. Puesto que la clave consiste en mantener la tierra aireada, y evitar los charcos en el fondo de la maceta, prueba esto: olvidate de poner un plato debajo de la maceta. En su lugar, regá y dejá tu maceta en la bacha o en la bañera durante unas horas, hasta que todo el exceso de agua haya salido por los agujeros. ¡Ya la tenés!
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