Vivir bajo el polvo: un barrio expuesto a la contaminación, problemas de salud y casi 15 años sin respuestas del Estado
En el barrio Las Mercedes, en la localidad de Virrey del Pino, partido de La Matanza, los vecinos denuncian que conviven desde hace décadas con el polvo de la empresa Klaukol, una fábrica de productos para la construcción denunciada hace casi 15 años ante la Justicia penal por presunta contaminación. Esta compañía, actualmente propiedad de la multinacional suiza Sika, protagoniza una disputa desigual con un grupo de ciudadanos que reclama por afecciones a su salud y al medioambiente, y un expediente que demuestra la inacción y largas demoras de los poderes del Estado, desde el municipio y la provincia de Buenos Aires hasta organismos nacionales y el propio Poder Judicial. Una pelea de 15 años sin respuestas que mantiene a los vecinos atrapados en un callejón sin salida: vivir con el polvo o vivir con el polvo. Dejar sus casas sin nada a cambio no es una opción en este barrio de clase trabajadora.
Durante los últimos dos años, elDiarioAR investigó el caso junto el medio suizo Das Lamm para corroborar las acusaciones de los habitantes de Las Mercedes contra la empresa suiza. La ONG suiza Iniciativa Empresarial Responsable también investigó las actividades de la fábrica y transmitió la información a un equipo editorial de Tamedia, en Suiza. Los resultados de las investigaciones se publican ahora simultáneamente.
elDiarioAR y Das Lamm realizaron numerosas entrevistas, examinaron documentos judiciales, oficiales y registros audiovisuales tomados por los vecinos. Además llevaron a cabo solicitudes de acceso a la información pública y solicitaron exámenes médicos. El resultado es la historia de una empresa suiza que aprovecha las condiciones locales y los bajos estándares medioambientales de la provincia de Buenos Aires y altera la vida de los residentes locales. El caso también demuestra cómo la Justicia sólo actuó ante la presión pública.
Del tambo al polvo
Los primeros vecinos ya estaban instalados en este barrio cuando un empresario italiano montó la primera versión de esta fábrica. En el predio, antes de Klaukol, había un tambo, recordó Guillermo Winke, vecino de la fábrica, durante una entrevista con elDiarioAR. A finales de la década de 1990, la empresa francesa Lafarge adquirió Klaukol y con la multinacional la producción escaló y los problemas ambientales aumentaron, aseguran los vecinos consultados. Comenzaron los peores años para el barrio, contaron los más antiguos en numerosas entrevistas a lo largo de estos dos años.
La fábrica quedó a nombre de Parex, escindida de la empresa francesa, y en 2019 se vendió a la multinacional suiza Sika.
Jorge Sosa vive hace 28 años en el barrio Las Mercedes, donde construyó su casa con esfuerzo y orgullo, a 400 metros de la fábrica. De madrugada, documenta con su teléfono celular cada vez que la empresa prende las chimeneas y Jorge teme lo peor: más polvo.
El polvo, de un color gris y otras veces dorado, como la arena, es brillante y durante estos últimos dos años fue usual verlo en las calles, los charcos de agua, los techos, los autos y en fotos tomadas a la ropa que cuelgan en los patios. Sosa invita a subir a las habitaciones de la planta alta de su casa y pasa los dedos por los marcos de las ventanas. El polvo se le pega a las manos. Es tan fino como el mortero, uno de los productos de la fábrica.
“Este polvo nos enferma”, dijo Sosa. “Me doy cuenta enseguida cuando la fábrica está funcionando”, afirmó. Es cuando asegura que le arden los ojos, le cuesta respirar y le pica la piel. También tiene asma por “posible exposición ambiental a material particulado”, de acuerdo al diagnóstico de la neumóloga Vanina Martín, del Instituto Raúl Vaccarezza.
La médica ha detectado otros 27 casos de afecciones por exposición al polvo entre vecinos de las primeras tres manzanas del barrio. Su trabajo fue en el marco de un estudio que le solicitó Acumar (Autoridad Cuenca Matanza Riachuelo) recién en 2023 y presentado en septiembre último ante el juzgado federal número 2 de Morón, a cargo del juez Jorge Rodríguez, que tiene el caso desde 2013.
Los pacientes fueron derivados por Acumar, luego de que un toxicólogo hiciera un primer diagnóstico. Hay al menos 48 casos “sospechosos de potencial asociación a exposición a material particulado” en estas primeras tres manzanas, que evaluó el toxicólogo en una primera consulta y que deriva de a tandas a la neumonóloga para su evaluación específica, por lo que el número de confirmados por Martín podría aumentar eventualmente. Así consta en un informe analizado por elDiarioAR.
Winkel falleció en 2022. Vivía justo frente al paredón que separa a la fábrica del barrio y que se construyó tras varios años de quejas de los vecinos. Cuando aún no mostraba señales de estar enfermo, Winkel recibió a elDiarioAR en su casa. No sólo padecía el polvo, afirmó. Su casa vibraba entre las 6 de la mañana y la medianoche por el efecto de las maquinarias de la fábrica. Este medio pudo comprobarlo: entonces vibraban las ventanas, el piso, la puerta. “La vibración rajó las paredes y tengo un tímpano roto”, aseguró. El ruido era insoportable.
“Cuando voy a lavar el coche, le paso la mano y sale algo gris. Usted se da cuenta de que no es tierra. Es gris y pegajoso. Se pega al coche”, dijo Winkel en la entrevista.
Puff
En el living de Susana Ardiles y Jorge Crespo las ventanas están cerradas a pesar del calor del verano. “Tenemos que limpiar la casa a menudo para que no haya tanto polvo”, dice Ardiles. La pareja tiene un almacen en el patio delantero de la casa. También refieren molestias constantes en los ojos, la piel y las vías respiratorias. Están especialmente preocupados por sus nietos, que tienen que usar regularmente un spray contra el asma.
El aerosol que utilizan es un broncodilatador, que normalmente se aplica en pacientes asmáticos y sirve para relajar los músculos bronquiales, lo que a su vez facilita la respiración.
En las entrevistas con los vecinos, casi una de cada dos personas del barrio de Las Mercedes asegura que utiliza un inhalador. Los nietos de Crespo y Ardiles utilizan hasta tres al mes, mientras el precio del medicamento sube por las nubes.
Alejarse de Klaukol es imposible para Ardiles y Crespo. Aquí tienen su casa. Es el barrio en el que crecieron sus hijos y ahora crecen sus nietos.
En noviembre de 2020, Nadia Carabajal acudió a urgencias. Se encontraba muy mal y apenas podía respirar. El diagnóstico: su riñón, implantado 23 años antes, ya no funcionaba. Tiene 28 años.
Carabajal vivía justo enfrente de la fábrica, a pocos metros de Winkel. Nació con un riñón defectuoso, que le sustituyeron a los tres años. A la espera de un nuevo riñón, Carabajal debía exponerse lo menos posible al polvo por prescripción médica. Un esfuerzo enorme para la familia, que tuvo que aislar completamente la habitación de la niña. Durante años fue imposible que Carabajal jugara en el jardín o en la calle con otros niños.
Cuando Carabajal ingresó en urgencias, todo volvió a empezar para ella. Junto con unos abogados que trabajaron gratis para ellos, los padres demandaron a la fábrica. Fuera de los tribunales, acordaron que Sika pagaría los gastos de alquiler de una casa fuera del barrio y de la nube de polvo. Una victoria escénica para todos, que muchos en el barrio interpretan también como una “admisión de culpa” por parte de Sika. Sin embargo, la empresa respondió ante la consulta periodística que acordó pagar un alquiler a Carabajal por “razones humanitarias” y “totalmente ajenas a la operatoria de la empresa”.
Después de que Carabajal se trasladara a un barrio alejado de la fábrica, su salud mejoró notablemente, asegura en una entrevista para esta investigación. Afirma que el nuevo aire ha mejorado su vida. Antes estaba casi todo el tiempo en la cama, enferma y sin energía. Se siente bien en la nueva casa, se mueve mucho más y ha podido retomar sus estudios, que tuvo que interrumpir poco después de su recaída. “Es como una nueva vida”, resumió. Pero la batalla aún no está ganada. Con cada aumento del alquiler su familia debe discutir con Sika sobre el subsidio. Es una lucha constante para vivir dignamente. Según la familia, Sika actualmente sólo paga una parte del alquiler.
Derrotero
Los residentes afirman que soportaron el polvo, los picores en la piel y las dificultades respiratorias durante décadas. En 2009 sucedió lo inesperado: se produjo una explosión en las instalaciones, aseguran los vecinos. Ante la consulta de elDiarioAR, Sika dijo desconocer el episodio. Numerosos testimonios recogidos por este medio sostienen que esa mañana el barrio amaneció cubierto de un polvo blancuzco o gris y el fenómeno duró varios días. Entonces, afirman, la respiración se hizo aún más difícil. En los días siguientes, la empresa distribuyó productos de limpieza, aspiradoras industriales y dinero. A cambio, los vecinos debían firmar un contrato que evitaría cualquier acción legal contra la compañía, cuentan los vecinos. En la actualidad no queda ninguna copia de dicho contrato.
“Lo que hicimos las mujeres del barrio fue hacer la denuncia porque la fábrica nos quiso hacer firmar un consentimiento para que renunciáramos a nuestro derecho a hacer juicio por contaminación o por daños a la salud”, asegura Susana Aranda, una de las vecinas querellante. Así nació la causa penal.
A varios vecinos les pareció sospechosa la cláusula del contrato. Unieron sus fuerzas y protestaron frente a las instalaciones de la fábrica, de la embajada de Francia y del municipio de La Matanza. Entonces, la empresa aún pertenecía al fabricante de cemento francés Lafarge. Pero las protestas tuvieron poco efecto. Ninguna autoridad del Estado tomó una decisión de fondo. Los vecinos se quedaron con el polvo y la frustración, y desde 2009 un grupo responsabiliza a la fábrica de sus afecciones a la salud.
En 2014, en respuesta a las protestas, Acumar, junto con otras autoridades sanitarias, llevó a cabo un examen médico inicial de la población con el fin de establecer los vínculos entre los problemas de salud de los residentes locales y las posibles fuentes de contaminación. Sin embargo, aunque las autoridades ya habían establecido entonces que muchos residentes padecían enfermedades respiratorias, cutáneas o de mucosas, no se realizaron más pruebas ni se midió la contaminación atmosférica.
En el informe anual de 2016, la misma autoridad medioambiental anunció que trabajaría para medir constantemente la calidad del aire en las chimeneas de la fábrica. Sin embargo, la fábrica siguió funcionando, de acuerdo a los vecinos. Tampoco se instalaron medidores de calidad de aire en las chimeneas, lo que hubiese permitido confirmar o descartar la responsabilidad directa de la fábrica en la contaminación.
Un año después, en 2017, otros 518 residentes fueron examinados por la autoridad medioambiental de la provincia de Buenos Aires. En 110 casos se diagnosticaron enfermedades respiratorias o cutáneas. Sin embargo, no se introdujeron medidas concretas para mejorar la calidad del aire.
Ese mismo año se instaló un sistema de medición en las inmediaciones de la fábrica para medir los niveles de partículas. Las lecturas accesibles al público muestran niveles casi constantes de más de 30 µg/m3 de partículas con un tamaño inferior a diez milésimas de milímetro. Algunos días, los valores se elevan hasta casi 300 µg/m3.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la media anual no supere los 45 µg/m3. El problema es que, en Argentina, el nivel máximo permitido es de 150 µg/m³.
Según la Oficina Federal de Salud Pública (OFSP) de Suiza, donde opera la casa matriz de Sika, dueña de Klaukol, niveles tan altos y constantes de partículas son perjudiciales para la salud y pueden provocar enfermedades respiratorias, circulatorias y del sistema nervioso. La contaminación atmosférica acorta la esperanza de vida de las personas expuestas a ella, de acuerdo con la OFSP.
Hubo obstaculización. Francamente, nos costó mucho poder cumplir con nuestra función porque cuando llegábamos a hacer las mediciones los hornos no estaban funcionando
El principal temor de los vecinos está relacionado con el sílice, un cancerígeno.
“Se realizaron 9 fiscalizaciones a la firma Klaukol entre 2020 y 2023. Debido a que ciertas mediciones no se ajustaban a la normativa, se le impuso una multa y junto con Acumar se le exigió a la empresa un plan de adecuaciones conforme a las recomendaciones” de un equipo de expertos consultados, respondió el ministerio de Ambiente de la provincia de Buenos Aires ante la consulta periodística. “Algunas de las adecuaciones ya fueron efectuadas y otras están en proceso de implementación”, aseguró el organismo.
En una entrevista para esta investigación, Daniel Larrache, director ejecutivo de gestión en Acumar, defendió el proceder de la autoridad hasta el momento. Afirmó que en un primer momento, intentaron encontrar la causa de la contaminación atmosférica en el barrio mediante diversos estudios. Se partió de la base de que una parte considerable estaba causada por la autopista cercana, “la fábrica es otro factor”, dice Larrache. Sigue habiendo muchas fábricas en los alrededores, pero sólo una, según Larrache, trabaja con polvo fino de cuarzo y mortero, que se puede encontrar localmente en el barrio: la de Klaukol.
“En los últimos años hemos asistido a una mejora constante de las condiciones de producción”, afirma Larrache sobre las imposiciones a la fábrica. Salvo pequeños problemas, la fábrica cumple las normas medioambientales generales. Sin embargo, un informe encargado por la misma autoridad medioambiental en 2022 muestra lo contrario.
Un informe clave
Entre marzo y abril de ese año, Acumar convocó a un equipo interdisciplinario del Conicet para estudiar las emisiones de la fábrica y la posible contaminación del aire que respiran los vecinos. “Del análisis químico del material particulado se observó una correlación entre las emisiones puntales de la empresa respecto a los valores de Silicio (Si) encontrados en el material particulado ambiental”, sostuvo el informe oficial.
“El material particulado pueden estar presentes en la atmósfera como consecuencia de diversas fuentes de emisión”, respondieron desde Klaukol a elDiarioAR, desentendiéndose. También aseguraron que la fábrica cuenta “con Filtros Tomadoni y Camfil” que “retienen el material particulado para que no sea expulsado hacia la atmósfera”.
El silicio es un elemento químico y la sílice es un compuesto formado por silicio y oxígeno. Se encuentra de forma natural y especialmente en la arena, una de las principales materias primas de Klaukol, según consta en el expediente judicial.
El centro del Conicet buscó medir el material particulado en el aire que respiraban trabajadores y vecinos. El material particulado es contaminación por partículas, una mezcla de partículas sólidas y gotas líquidas que se encuentran en el aire y que pueden contener, por ejemplo, silicio o sílice.
Los elementos encontraron en el barrio fueron silicio, aluminio y hierro. El informe demuestra por primera vez que entre el 7% y el 17% de las emisiones de polvo de un tamaño inferior a diez milésimas de milímetro provienen de la fábrica. En el caso de las partículas de polvo más grandes, que se depositan en el aire sobre el suelo al cabo de cierto tiempo, la cifra asciende hasta el 60%. Las imágenes adjuntas al informe mostraban una fábrica con techos llenos de polvo endurecido por el paso del tiempo, tuberías que sólo han sido reparadas de forma improvisada y una gran cantidad de polvo en el interior de la nave de producción.
Sika respondió ante la consulta que el informe de Conicet fue “refutado” por otro informe encargado por la empresa al “Centro de Investigaciones del Mar y de la Atmósfera (CIMA - institución certificada por el CONICET)”, que “consideró que las conclusiones del informe del CIM-ACUMAR no resultaban justificadas ni representativas desde el punto de vista científico”.
Piedras en el camino
No fue tarea fácil completar el estudio. “Hubo obstaculización. Francamente, nos costó mucho poder cumplir con nuestra función porque cuando llegábamos a hacer las mediciones los hornos no estaban funcionando. No caímos de sorpresa, la visita estaba ya pautada. Incluso encontramos obstaculizaciones por parte de empleados del municipio”, cuenta a elDiarioAR el químico Andrés Porta, director del Centro de Investigaciones del Medioambiente de La Plata (Conicet) y quien lideró el estudio.
elDiarioAR y Das Lamm se comunicaron con voceros y enviaron un cuestionario para conocer la versión de la Municipalidad de La Matanza, a cargo de Fernando Espinoza, pero no obtuvo respuestas.
“Lo que pudimos hacer fue sacar una serie de tres o cuatro fotos, pero no una película”, asegura sobre los resultados. “Nos llamó la atención que el mantenimiento no era bueno”, agregó Porta, quien junto a su equipo elevó una serie de recomendaciones para mejorar el estado de la fábrica y disminuir el impacto en el barrio. “Hay que profundizar y seguir estudiando el caso”, afirmó.
Su informe pidió que se aumente la altura de las chimeneas y se mejoren varios procesos de producción que generan cantidades innecesarias de polvo. Le gustaría exigir más, pero el problema, según Porta, es que “las normas argentinas están muy por debajo de lo que exige la OMS (Organización Mundial de la Salud)”.
Suspensión suspendida
elDiarioAR, Das Lamm y la ONG Coalición por la Responsabilidad de las Empresas también se pusieron en contacto para esta investigación con la experta en enfermedades pulmonares Vanina Martín, quien trabaja en el Instituto Vacarezza, asociado a la Universidad de Buenos Aires (UBA).
En febrero último, Martín aceptó examinar a varios residentes. Tomó radiografías y tomografías de los pulmones de los residentes y analizó su capacidad pulmonar, poco antes de que el juzgado y la autoridad medioambiental Acumar encargara el mismo tipo de estudio a los vecinos de tres manzanas del barrio.
Los problemas identificados por Martín van desde asma hasta afecciones pulmonares y oculares. En una entrevista, la doctora Martín se mostró aliviada de que no se detectara cáncer en ningún caso. Pero no quiso minimizar los síntomas. “Sufrir constantemente molestias en la piel, los ojos o los pulmones empeora enormemente la calidad de vida de las personas”, aseguró. “Es imperioso que cambien las condiciones ambientales del barrio, aconsejaría a los vecinos minimizar la exposición lo máximo posible”, afirmó.
El expediente judicial estaba archivado hasta que en marzo último, el juez Rodríguez decidió ordenar la realización de un nuevo estudio. El juez encargó a Acumar el análisis médico de los vecinos de las primera tres manzanas del barrio. El organismo ambiental trasladó durante varias semanas un hospital móvil para examinarlos. Luego, quienes presentaban síntomas respiratorios fueron derivados al Instituto Vaccarezza y a otros centros de salud.
Tras analizar los resultados, el juez Rodríguez ordenó suspender la actividad de la fábrica hasta determinar si Klaukol es responsable directa de las afecciones respiratorias, cutáneas y oculares que se detectaron.
La suspensión duró apenas unas semanas. En noviembre último, Klaukol presentó un recurso y consiguió que se levantara la medida. “Carecía de fundamento jurídico”, escribió la empresa en su respuesta a elDiarioAR y Das Lamm. Otro capítulo más de medidas no definitivas, anuncios y recursos legales.
Nota: este artículo fue actualizado el 30 de noviembre a las 7:13.
ED/DTC
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