Aniversario de la Universidad de Buenos Aires
La mejor en Iberoamérica, con sus secundarios en crisis y el presupuesto estancado: la UBA cumple 200 años
El acto será esta tarde en la Facultad de Derecho: allí, en uno de sus edificios más emblemáticos, se celebrarán los 200 años de la Universidad de Buenos Aires, que llega a este aniversario como la mejor calificada de Hispanoamérica en un ranking global, con su matrícula de estudiantes en ascenso y con un presupuesto anual al menos diez veces menor al de la Universidad Nacional Autónoma de México o la Universidad de Sao Paulo.
Por cada uno de sus años de historia, la UBA reconocerá a un egresado o docente: serán 200 personas elegidas por cada una de las 13 facultades que la integran “como un modo de simbolizar en ellos a las miles de mujeres y hombres que se formaron en sus claustros y que se destacan en sus respectivas disciplinas”, según describe un comunicado oficial de la institución. Son 65 mujeres y 135 varones, entre los que se cuentan Alberto Fernández, Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof.
Los tres funcionarios habían sido convocados al acto en el que, en marzo, la UBA dio por iniciado el año de la celebración de su bicentenario bajo una “excusa histórica”: es que la casa de altos estudios fue fundada en 1821 por el gobierno provincial de Buenos Aires en un territorio que ya era una ciudad pero todavía no una jurisdicción. El gobierno provincial de aquel momento estaba escindido del resto del territorio de lo que posteriormente conformaría la Argentina. El gobernador bonaerense de hace dos siglos, Martín Rodríguez, y su secretario de Gobierno, Bernardino Rivadavia, impulsaron la creación de la UBA. Si alguna vez en todos estos años usted, lector, se preguntó por qué la de Buenos Aires es la única universidad pública del país que cuyo nombre no incluye lo de “nacional”, la respuesta es que no había nación como tal al momento de su creación (y si nunca se lo había preguntado, la respuesta es la misma).
La que festeja su bicentenario es la primera universidad creada en la era post-colonial y la que estaba destinada a formar a las élites que pudieran administrar el Estado que estaba en plena conformación. A la vez, en contraposición con la Universidad Nacional de Córdoba -creada en años en los que el territorio era gobernado por la Corona de España- es la que empezó a despegarse de una formación no sólo marcada por la monarquía sino también por la Iglesia: en la provincia mediterránea, la Teología era el epicentro de los contenidos.
El eje de la UBA no era la religión aunque el clero sí metía la cola: su primer rector fue presbítero, Antonio Sáenz, y los cuatro siguientes eran sacerdotes. A la vez, aunque el edicto de creación de la UBA se publicó oficialmente el 9 de agosto de 1821, la inauguración formal fue el 12 en la iglesia San Ignacio de Loyola. La UBA empezó a funcionar en esa manzana del casco histórico porteño: el iluminismo que la inspiró fue el que hizo que el periódico Argos, en ese mismo año, bautizara esas cuadras como “Manzana de las Luces”.
De esos inicios hasta esta actualidad pasaron los 200 años que la universidad porteña celebra este jueves y un número de graduados y graduadas que la propia institución no tiene estimado. Sí se sabe, según información oficial de la UBA, que ahora mismo más de 300.000 estudiantes cursan en sus aulas y que encabeza 69 institutos de investigación: allí se elabora el 30% de la producción de investigación científica de todo el país y trabajan allí unas 5.300 personas. Sí se sabe, según declaró su actual rector, Alberto Barbieri, que el presupuesto anual de la UBA no llega a los 300 millones de dólares. “La Universidad de Sao Paulo o la Autónoma de México tienen 4.000 millones de dólares. No estamos hablando de las del primer mundo. Ellos lo sostienen en el tiempo y son países en desarrollo, latinoamericanos como nosotros. ¿Por qué nosotros no podemos sostenerlo en el tiempo?”, sostuvo en una entrevista con Clarín en marzo de este año.
La UBA tardó 64 años en tener a su primera egresada mujer: fue Elida Passo, que estudió la carrera de Farmacia. Cecilia Grierson, en 1889, fue la segunda cuando se recibió de médica. No ha habido nunca una mujer ocupando el rectorado de la universidad en la que estudiaron o enseñaron los cinco Premios Nobel que tuvo la Argentina: César Milstein, Carlos Saavedra Lamas, Luis Federico Leloir, Bernardo Houssay y Adolfo Pérez Esquivel. Hasta estos años, las carreras de la Facultad de Medicina se inscriben en el “podio” de las más requeridas: las de Ciencias Económicas están en el primer lugar, las de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, en el segundo, y las vinculadas a la salud física humana, en el tercero, según datos oficiales de la UBA de 2011. La demanda de Medicina y también de Enfermería aumentó en pandemia: por primera vez más de 20 mil personas se inscribieron en el CBC para ser médicos, un salto del 57% respecto de los últimos seis años, y la inscripción para la licenciatura en Enfermería se triplicó.
Ese crecimiento se inscribe en otros dos más amplios, uno cuantitativo y otro cualitativo. En 1992 la UBA tenía 168.808 alumnos; tres décadas después esa matrícula casi se duplicó. A la vez, en los últimos siete años se mantuvo como la universidad de Iberoamérica mejor rankeada según la clasificación global de la consultora británica QS. El MIT, Stanford y Harvard, todas universidades privadas de Estados Unidos, ocupan en ese orden los primeros tres puestos del mundo: la UBA se ubica en el 69° lugar. La UCA, en el puesto 326°, es la siguiente universidad argentina en el ranking global, y la Universidad Nacional de La Plata, calificada grupalmente en el grupo entre los puestos 651 y 700, es la siguiente institución pública argentina en ese monitoreo global. Los dos factores que destacan a la UBA en el seguimiento que hace QS son su reputación académica, calificada por 102 mil especialistas encuestados en todo el mundo, y la empleabilidad -es decir, la posibilidad de conseguir un trabajo vinculado a la formación recibida-. El mejor desempeño de la UBA se da en carreras vinculadas a las ciencias “blandas”: excepto Ingeniería Petrolera, que también fue destacada por la consultora QS, las mejores calificaciones por carrera las obtuvo en Letras, Antropología, Derecho y Sociología.
Esa ampliación de la matrícula y esa calificación de excelencia que se sostiene -a pesar de que, según el rector, no se sostenga una política presupuestaria acorde a la región- serán seguramente motivo de celebración este jueves en el Aula Magna de Derecho: allí se presentarán también la moneda y la estampilla conmemorativa del bicentenario. A la vez, habrá mappings en la sede de la avenida Las Heras de la Facultad de Ingeniería y en la Plaza Houssay, donde hasta el 16 podrá verse una muestra fotográfica que recorre la historia de la universidad.
En medio de rankings y actividades celebratorias, aún hay estudiantes de la UBA que, tras la suspensión de las clases presenciales por la pandemia de Covid-19, no han podido retomar sus prácticas profesionales para recibirse: son, entre otros, futuros médicos, enfermeros y kinesiólogos que podrían incorporarse al sistema de salud. Aunque se agruparon y se autoconvocaron para reclamar esa cursada, la posibilidad de acceder a esa parte de su formación aún está coartada.
También estuvo coartado el acceso a la educación formal de los estudiantes de las dos escuelas pre-universitarias más emblemáticas de la UBA: el Colegio Nacional de Buenos Aires (CNBA) y la Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini”.
“Mi hijo tuvo cuatro horas de Zoom en todo un año”, había contado la periodista y escritora Josefina Licitra en sus redes sociales: es madre de un alumno del CNBA. “Mi hija no tuvo clases durante todo su primer año”, contó a este diario Karina Wroblewski, madre de una alumna que empezó su cursada en ese colegio en 2020. La adaptación a la virtualidad allí fue escasa o nula, y el regreso a clases presenciales se demoró más que en las escuelas que dependen del Ministerio de Educación de la Ciudad.
“Fueron de un extremo al otro: el año pasado los dejaron completamente tirados, casi no tuvieron contacto con el colegio porque la virtualidad prácticamente no existió. Y este año les están dando una carga de actividades virtuales que los chicos no pueden resolver. Ahora vuelven a estar todos juntos, creo que va a ser bueno porque es muy difícil para los adolescentes estar tanto tiempo sin vincularse”, explicó a elDiarioAR la madre de una alumna del Pellegrini.
Son varias caras de una misma institución en la que, por enorme, caben una multiplicidad de escenarios y de posiciones. Esta tarde, en el acto oficial, la cara que va a brillar estará en monedas, estampillas, palabras celebratorias y reconocimientos a algunos de sus graduados distinguidos. La UBA tiene sus motivos, aunque su presupuesto y el escenario de sus estudiantes secundarios le aporten un sabor amargo.
JR
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