“Es NO sin grieta”: miles de personas marcharon contra la exploración petrolera en Mar del Plata
Las consignas ya sonaron otras veces. Las banderas que dicen “No es no”, las cajas de pizza a las que alguien les escribió “No es no”, el graffiti fresco en la parada de un colectivo que dice “No es no”, las voces -miles de voces- que gritan “No es no” heredaron la idea de las marchas feministas contra las diferentes formas de violencia de género. El ritmo al que se canta “Nooo a las petroleeeras” es idéntico al que se usaba en Gualeguaychú en la primera década de este siglo para decirle “Nooo a las papeleeeras”, en el conflicto por la instalación de esas plantas en Fray Bentos, Uruguay. Pero esta vez los gritos, los carteles y las canciones recorren la costa y el centro de Mar del Plata y advierten: “El mar no es negocio”.
Este martes, cuando todavía le quedaban un par de horas al día de playa de los turistas, miles de personas marcharon desde la rambla hasta la Municipalidad de General Pueyrredón, en pleno centro marplatense. Fue una columna de unas diez cuadras con un solo objetivo: repudiar y evitar la instalación de una plataforma de exploración sísmica que buscará petróleo a unos 300 kilómetros de la costa de esta ciudad. Esa instalación fue autorizada por el Gobierno nacional el 30 de diciembre, a través de una resolución del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
“La sociedad marplatense está muy sacudida por esta aprobación, por eso hoy hay miles de personas en esta marcha. Esto afectará la vida de las especies marinas cercanas a las plataformas, es una amenaza de derrame de petróleo, y también afectará al turismo, una actividad fundamental para Mar del Plata. Sin embargo, tiene que involucrarse todavía mucha más gente porque esto nos afecta a todos y todas”, dijo Ignacio Porras, referente de la ONG Sanar, que promueve la alimentación saludable y el cuidado ambiental.
Javier, integrante de la Asamblea por un Mar Libre de Petroleras que desde hace más de un semestre se reúne para discutir cómo afrontar la posibilidad de que se instale la plataforma en la costa marplatense, explicó: “Veníamos juntándonos en asamblea varios activistas, pero luego de la resolución del 30 de diciembre se sumó mucha gente que no tenía nada que ver con la asamblea pero que quiso participar para repudiar esto. Muchas familias marplatenses y muchos matrimonios grandes que se vinieron a vivir después de jubilarse y quieren un mar limpio”.
En la marcha hubo de todo: militantes de agrupaciones de izquierda vinculadas al Frente de Izquierda de los Trabajadores y al Polo Obrero, algunas -aunque menos- organizaciones más cercanas al oficialismo, como Barrios de Pie, agrupaciones ambientalistas y, sin ninguna organización que las encolumnara, cientos de familias que caminaron con sus hijos, algún cartel o remera pintado a mano y hasta alguna cacerola para hacer sonar. Hubo cacerolazo también desde algunos balcones y empleados del Casino y de algunas confiterías de la costa que salieron a aplaudir a medida que la marcha les pasaba delante. Hubo, además, mucha presencia de fuerzas de choque de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Un vallado cercó el monumento a Guillermo Brown que se ubica entre, tal vez, los dos edificios más emblemáticos de Mar del Plata: el Casino Central y el Hotel Provincial, mellizos creados por el arquitecto Alejandro Bustillo. También fueron cercadas las dos esculturas de lobos marinos de la rambla, donde algunos camiones hidrantes y varias decenas de integrantes de esas fuerzas esperaban el transcurso de la marcha, escudo y bastón en mano.
“Elegí Mar del Plata para venir a vivir porque desde chiquita mis papás me trajeron de vacaciones, y después yo traje a mis hijos, que ahora traen a mis nietos. Vivir cerca del mar fue un sueño de toda la vida y lo cumplí después de jubilarme. Pensar en que el mar que elegí para vivir se contamine me desespera”, dijo Sandra, que tiene 68 años y vive en esta ciudad desde hace tres con su marido: él caminaba a su lado.
Entre los manifestantes, aparte de las consignas heredadas del conflicto por las papeleras y de las marchas feministas, hubo otra coincidencia extendida: un brazalete con una torre de extracción de petróleo pintada y el símbolo de prohibición encima. “Pensamos el brazalete en una asamblea. Algo que nos unificara a todos, porque hay mucha división en la sociedad, incluso entre gente que piensa muy parecido en algunas cosas pero muy distinto en otras. Esta lucha nos une a todos”, describió Jimena. En un cartón, había escrito “Es NO sin grieta”. Al lado suya, una amiga llevaba otro cartón: “¿Mar o Plata?”.
JR
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