La realidad detrás del sueño de ser influencer: pluriempleo, ultraconexión y ansiedad
Ser influencer no es sinónimo de ganar mucho dinero por subir fotos y vídeos jugando a videojuegos, probando productos último modelo, yendo de restaurantes, disfrutando de vacaciones exclusivas o eventos reservados. No lo es para la inmensa mayoría de ellos, aunque es la percepción sobre su trabajo que trasciende al otro lado de las pantallas.
Al contrario, ser influencer suele tener más que ver con las jornadas de más de 10 horas editando contenidos y contestando a los seguidores, con estar conectado 24/7, la incertidumbre acerca de los ingresos, el pluriempleo, la exposición al acoso, la competencia extrema y los problemas de ansiedad y salud mental que se derivan de todo ello, apunta un nuevo estudio sobre las condiciones laborales de los influencers elaborado por la Universitat de València.
“En los últimos años se ha construido un relato de lo que es ser influencer, con una intención de animar a la gente a serlo, que no corresponde con la realidad”, avisa en conversación con elDiario.es Adrián Todolí, director de la Càtedra d'Economia Col·laborativa i Transformació Digital de la citada universidad y coautor de la investigación. “Esto beneficia a las plataformas, ya que cuantos más influencers haya, más contenido para ellas se crea, a pesar de que ese contenido se paga mal o directamente no se paga”, cuenta.
La industria prefiere el nombre de “creadores de contenido” al de influencers. Según SignalFire, ya hay unas 50 millones de personas que se dedican a esta actividad, aunque poco más de dos millones pueden vivir de ello. La agencia de marketing y representación 2betube apunta que en España hay unos 134.000 creadores de contenido amateurs y unos 7.500 profesionales con más de 100.000 seguidores en sus perfiles de redes sociales.
El Gobierno está preparando una ley que regule su actividad. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha pedido que los influencers sean considerados “prestadores de servicios del mercado audiovisual” al igual que lo son los medios o las televisiones tradicionales. También propone que se cree un canal de denuncia en el que los ciudadanos puedan alertar sobre irregularidades en torno a su actividad, como los casos de publicidad encubierta tan habituales en el sector.
La publicidad es uno de los métodos a los que los influencers recurren para monetizar su actividad y no ser tan dependientes de los indescifrables engranajes de las redes sociales en las que trabajan. La “supuesta libertad” que tienen a la hora de crear sus contenidos “es una de las cuestiones que más se aleja de la realidad, ya que están muy sometidos a lo que el algoritmo les señala que ofrece un mayor rendimiento”, expone Todolí.
Ingresos inciertos y dependencia del algoritmo
“¡Siempre escuchas que tú eres el propio jefe! ¡Y no! No es que YouTube sea tu jefe, pero tú no tienes la libertad de hacer lo que quieras, porque sales perdiendo, pierdes interés y pierdes seguidores”, explica uno de los influencers entrevistados en el estudio, que recoge las opiniones de 31 personas que se dedican profesional o semiprofesionalmente a esta actividad en YouTube, Instagram, TikTok y Twitch.
“Cuando empecé a crecer, hubo algunas marcas que me buscaron porque estaban buscando a alguien con mi perfil. ¿Cómo cobro? Pues con ellos cobro por horas. Tengo un Excel donde voy apuntando. Y si un día me dicen que quieren añadir otra story, aparte de los cuatro semanales que tenemos negociadas, pues se añaden al Excel y se las cobro”, detalla otro.
El informe advierte de que en la cuestión de la remuneración hay una gran diferencia entre las percepciones de los creadores que se dedican a las redes sociales a tiempo completo y los que lo hacen como una actividad complementaria. “Los influencers que se dedican de manera exclusiva al trabajo de creador de contenido consideran que tienen poco o nada de control sobre los ingresos generados a través de la plataforma”, señala: “Es la plataforma la que impone las ganancias, ya que es la plataforma la que impone de cierta manera la frecuencia de las publicaciones, el tiempo en la red y el uso de los anuncios”.
Los influencers que se dedican de manera exclusiva al trabajo de creador de contenido consideran que tienen poco o nada de control sobre los ingresos generados a través de la plataforma
Esta incertidumbre sobre los ingresos que llegarán a final de mes y la dependencia del algoritmo es una alerta que los propios creadores de contenido llevan cierto tiempo elevando. Martí Montferrer, uno de los divulgadores científicos más seguidos de YouTube, investigó el mecanismo de visibilidad de la plataforma hasta concluir que el algoritmo tenía un componente de aleatoriedad. Dejar su independencia económica en las manos del sistema “es como ser adicto al juego”, explicó Montferrer en un reportaje de elDiario.es.
Las plataformas también son las que determinan sus horarios de trabajo. Aunque por regla general las publicaciones de los influencers están disponibles en todo momento, la visibilidad que reciban (y por tanto, su rentabilidad) depende de las redes sociales. Estas priman las que se cuelgan en los momentos de más actividad, señala el estudio, lo que introduce “el requerimiento de estar conectado especialmente por la tarde noche y los fines de semana, cuando el número de seguidores conectados es mayor”.
Esta dependencia se acentúa aún más si se tiene en cuenta que las redes pueden bloquear unilateralmente un perfil o canal si detectan una violación de sus términos de uso. “Me da miedo meter todos los huevos en la misma cesta. Imagínate que mañana me cierran el canal… ¿Qué haría entonces?”, expresa uno de los entrevistados.
La mayoría de los creadores tardan años en llegar a unos ingresos que les permitan convertir su actividad en redes en su modo de vida. Sin embargo, una vez en ese punto, es cada vez más habitual que busquen otros trabajos alternativos que sí ofrezcan una remuneración asegurada y así tener un colchón por si sus beneficios caen o les cierran el canal. “Incluso los influencers que ahora se dedican a crear contenido de manera exclusiva y profesional, han empezado por compaginar esta actividad con otras”, detallan los investigadores.
Jornadas de “más de 10 horas” y estar siempre conectado
Los influencers que se dedican en exclusiva a su trabajo en las redes sociales afirman que sus jornadas terminan siendo de “más de 10 horas”. “Publicar el contenido es solo un aspecto del trabajo, ya que cualquier tipo de publicación necesita un trabajo previo de preparación (creación de guion, buscar información y leer sobre los temas que se presentan); de producción (grabación y edición); y de postproducción (promoverlo en otras redes sociales, seguir y moderar comentarios, etc.)”, recuerdan los investigadores.
La jornada, además, no termina con el propio vídeo o foto. “Todos los participantes han resaltado la necesidad de estar conectado a la red 24/7, ya que se percibe como requisito del propio trabajo”, afirma la investigación: “Además, no suelen tomar vacaciones o desconectar durante mucho tiempo”, por el miedo a perder la conexión con los seguidores o a “fallar” a sus suscriptores, añaden.
Todos los participantes han resaltado la necesidad de estar conectado a la red 24/7, ya que se percibe como requisito del propio trabajo
Sin embargo, el estudio encuentra un contraste entre la situación que denuncian los influencers que han convertido esta actividad en su modo de vida y aquellos que se dedican a ella a tiempo parcial. En el caso de estos últimos, casi todos opinan que si pudieran dedicar más tiempo a las redes sus ingresos se multiplicarían. Uno de ellos expresa que si hiciera “un buen estudio del nicho” y centrase más los temas de sus videos “ingresaría más dinero”.
Cyberbulling y salud mental
“La conexión continua, la alta carga de trabajo en un ritmo muy rápido, la precariedad laboral, la exposición de la vida privada y al ciberbullying crean un ambiente donde los influencers sufren un alto nivel de ansiedad”, resume el estudio, que ha detectado un “alto nivel de estrés y la frágil salud mental” en la que coinciden casi todos los creadores.
“Muchas de las personas entrevistadas remarcan los altos niveles de activación y de ansiedad, sin tiempos de recuperación, ya que están conectados a las redes continuamente. Como la mayoría compaginan la creación y la publicación de contenido online con otro trabajo o actividad o con estudios, incluso con los dos a la vez, las tareas correspondientes a la creación de contenido se realizan durante los periodos de descanso de las otras actividades (después de cenar, durante el fin de semana o durante las vacaciones). Esta combinación es la receta perfecta para el burnout”, señalan los investigadores.
La conexión continua, la alta carga de trabajo en un ritmo muy rápido, la precariedad laboral, la exposición de la vida privada y eal ciberbullying crean un ambiente donde los influencers sufren un alto nivel de ansiedad
Las plataformas han reaccionado a este tipo de discursos y preparado recursos para compensar esta sensación de los creadores de contenido. “Queremos que nuestros creadores hagan sus vídeos de forma sana y sostenible. Para ayudarles a ello, hemos creado vídeos y cursos que abordan estas cuestiones de forma directa en la Academia de Creadores de YouTube”, explica una portavoz de la plataforma a elDiario.es.
“Queremos asegurar a los creadores que nuestros sistemas no tienen en cuenta la frecuencia de subida ni el rendimiento de los vídeos anteriores a la hora de recomendar nuevos vídeos a los usuarios y que, si necesitan un descanso, su audiencia estará en YouTube cuando vuelvan. No hay un patrón que conduzca al éxito en YouTube, pero la creación de contenido atractivo debe tener siempre prioridad sobre la producción de un determinado volumen de contenido”, aseguran fuentes de la multinacional.
Desde TikTok se manifiestan en el mismo sentido e indican que el bienestar profesional y psicológico de los influencers es la motivación del “Consejo de Creadores” lanzado el pasado mes de febrero. En él participan algunos de los principales influencers de esta red social “con el objetivo de comprender y atender mejor las necesidades de la comunidad y mejorar así la experiencia de usuario”. Instagram también cuenta con un apartado de consejos y recomendaciones sobre los problemas que pueden derivarse de la actividad de los creadores.
CC
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