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Vaciamiento del programa 1000 días

La vida de las familias de los bebés prematuros: “Tuvimos que sacar un préstamo para comprar leche”

El programa 1.000 días entregaba leche gratuita para bebés prematuros. El Gobierno comenzó a discontinuar la entrega.

León Nicanoff

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Cómo la familia Miraglia llegó a sacar un préstamo de $4 millones para sobrellevar sus gastos, es una incógnita que dejó a Paula en estado de estupor. Un supuesto ajuste de cuentas en la macroeconomía con un poco de mala suerte y todo se desmorona. Pasás de comprar dólares a endeudarte para alimentar a tu hijo prematuro.

Valentín nació con 28 semanas de gestación y pertenece al grupo de prematuros extremos que precisan de mayor atención nutricional. Una costosa leche especialmente diseñada es el alimento ideal para evitar futuros inconvenientes motrices e intelectuales. Por su elevado precio –cada lata cuesta entre 70 y 80 mil pesos y dura una semana– Nación distribuía, a través del “Plan 1000 días”, leche de prematuros a hospitales que las entregaban a las familias.

Sin embargo, a partir del año pasado la cantidad fue disminuyendo hasta ahora que, según alertan en el Hospital Durand, el suministro se cortó definitivamente. “Es bastante atroz lo que están haciendo”, dice a elDiarioAR Adriana Laroti, jefa del área de neonatología de terapia intensiva del Durand, quien además se encargaba de almacenar y repartir la leche de prematuros que llegaba desde el Ministerio de Salud. 

“Todo el año pasado fue mermando la cantidad y ahora ya no recibimos ni vamos a recibir más”, avisa Laroti. “Los prematuros extremos, cuando se dan de alta, no pueden alimentarse sólo con leche común, necesitan una leche especial para que reciban los nutrientes y las calorías necesarias y puedan llegar al peso y la altura que corresponde”.

El Plan 1000 días es una ley sancionada en diciembre del 2020 que establece una serie de políticas coordinadas entre distintas áreas de Nación para la atención durante la gestación y primera infancia. Comenzó a implementarse en 2022, pero a mediados del año pasado organizaciones sociales y sindicatos empezaron a denunciar el vaciamiento del programa, por ejemplo con la suspensión de la entrega de kits de lactancia, junto con la capacitación y sensibilización para mujeres de sectores vulnerables. 

Otra de las políticas suspendidas es la entrega de leche maternizada y para prematuros, que en el artículo 20 de la ley 27.611 (Plan 1000 días) aseguraba que “el Estado nacional deberá implementar la provisión pública y gratuita de insumos fundamentales para las mujeres durante el embarazo y para los niños y niñas hasta los tres años, incluyéndose medicamentos esenciales, vacunas, leche y alimentos para el desarrollo”. Este medio intentó comunicarse con la cartera de Salud pero no obtuvo respuesta. 

“Estábamos acostumbrados a recibir dos o tres partidas con mucha cantidad de leche, no sobraba pero nos alcanzaba. Ahora no tenemos absolutamente nada y ya sabemos que no vamos a tener durante todo el año. Por ahí podemos conseguir una lata, pero a la semana siguiente naturalmente el niño necesita otra. Es muy triste”, dice a elDiarioAR la pediatra Laroti. 

“Nación no entrega desde el comienzo del nuevo gobierno”, asegura a elDiarioAR Sergio Auger, director General de Hospitales del Ministerio de Salud de CABA. “Se indicó que la compra la realice cada hospital de acuerdo a su necesidad. Desde abastecimiento de nivel Central de CABA se está gestionando la compra centralizada para todos los hospitales”.

En una mañana calurosa de febrero en Núñez, en la vereda apoyada sobre la pared del frente de su casa en cuyo interior está su cuñado y su pareja Enrique sosteniendo a Valentín, Paula Miraglia cuenta las últimas desgracias de la familia: tras un parto riesgoso que la dejó muy debilitada y que profundizó su viejo cuadro depresivo, la pareja perdió el trabajo sin recibir indemnización en el mismo momento que Valentín era dado de alta –luego de dos meses en la incubadora– y precisaba obtener los cuidados necesarios y su costosa alimentación. 

“Tuvimos que sacar un préstamo del banco para comprar la leche. Nunca nos pasó esto, somos trabajadores desde siempre. Antes incluso llegábamos a comprar dólares. Y ahora tenemos que endeudarnos también para que yo me pueda alimentar, porque tengo que estar bien para el nene, todavía estoy muy debilitada tras la internación. Soy asmática y tengo EPOC, viste…”, dice Paula. Entre leche, pañales y remedios gastan más de 500 mil pesos al mes. Enrique había empezado a trabajar de cadete con su moto, pero lo asaltaron. Le dijeron que la licencia para conducir tardará un mes, de manera que por el momento tampoco puede realizar pedidos. 

Con los gestos rápidos y acelerados que adoptan las personas que carecen de tiempo, Adriana Laroti comienza el día temprano y finaliza entrada la noche cumpliendo tareas ad honorem. “Creo en la salud pública, para eso me formé”, dirá con voz calma en un audio de WhatsApp al terminar su jornada. Pero ahora, en la tarde de un jueves en el hospital Durand, Adriana escribe: “Apurate”. E insiste: “Dale, ya!”. elDiarioAR sube al primer piso e ingresa a su consultorio, una pequeña sala con tres sillas, una camilla, un pizarrón y una balanza 

“A ver cuánto pesa, ¿cómo viene con el hierro?, hay que darle estimulación pero no pasarse, ¿toma bien la leche?, recordá que tiene inmadurez del músculo, si se lo exige mucho el cerebro se enloquece y se desestabiliza la cadera, tiene que ir por el caminito correcto, ¿vos cómo te sentís? Éstas vacunas faltan ponerle”. La vorágine se siente ahí dentro, mientras otra familia espera con su carrito en la puerta.

Paula escucha con atención a Adriana y al día siguiente, en esa calurosa mañana en Núñez, mostrará los suplementos de hierro y vitaminas, tan necesarios como la leche de prematuros, que “por ahora” le sigue entregando el hospital (“siempre es una lucha esto de conseguir los suplementos vitamínicos A, D y C y el hierro”, dirá Adriana).

Algunos vecinos pasan el rato caminando, se detienen y avanzan con sus mascotas y llevan ropa suelta y auriculares. Enfrente una señora de vestido floreado levanta la cabeza y se deja alcanzar por la luz entrecortada que se filtra por las ramas de un árbol. Con la mirada en las baldosas, Paula hace una pausa y retoma:

–No entiendo cómo nadie hace nada. Está todo muy difícil. Quería empezar a ir a manifestaciones pero me dijeron que me tengo que cuidar y no estresarme más… 

Su familia participa de esa red solidaria, espontánea e invisible conformada por individuos que regalan leche si sobra, juntan y transportan ropa usada o entregan zapatillas para que otro tenga salud en los pies pero también en el espíritu, “porque viste que lo primero que se mira son los pies”. Ahora ellos están en la mala y algunos vecinos reunieron 100 mil pesos que sirvió para los gastos de Valentín de la última semana.

“Es muy caro tener un hijo prematuro, y es necesario para evitarle problemas pulmonares, dentales, de visión, audición, en el crecimiento y aprendizaje”, dice la pediatra Adriana Laroti a elDiarioAR. “¿Qué familia está en condiciones de gastar 200 lucas solo en leche? Siempre y cuando sea uno porque recién vengo de atender a dos gemelas. También están los remedios y los cuidados con los médicos que implican tener más tiempo y más dinero para el transporte. Imagínate que nosotros tenemos pacientes de Alejandro Korn, de Campana, de Merlo, de Morón”.

“Cuando estaba embarazada estudiaba docencia –cuenta Paula– pero tuve que dejar porque me sentía muy mal. Ahora empecé a hacer sorteos de cosas que realizaba cuando iba a arte, para recaudar plata para mí bebé”. Paula mira la hora, tiene que volver a hacer trámites, últimamente pasa sus días entre abogados por la situación laboral y médicos por su salud y la del niño.

“El Plan 1000 días se ocupaba de garantizar un aporte nutricional para que el niño pase los 3 años y pueda tener un desarrollo neurológico y físico. Tenemos niños de 460 gramos al nacer, imaginate. Es desesperante. Ese Plan, que depende de Nación, ya no se está cumpliendo. Y es una emergencia nutricional gravísima que estamos viviendo”, alerta la médica Loreti.

“Más adelante se verán las consecuencias. Esto es algo de mediano y largo plazo, y lo peor de todo es que no se soluciona. Lo primero que se ve es la desnutrición. Y el impacto en el rendimiento escolar se verá de acá a 5 o 10 años”, concluye. 

LN/MG

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