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Reunión en el G20
Caputo se encuentra con Georgieva sin la tarea hecha: los puntos de tensión entre la política oficial y la receta del FMI

El ministro de Economía, Luis Caputo, y la presidenta del FMI, Kristalina Georgieva en un encuentro en febrero pasado.

Carolina Berardi

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El ministro de Economía, Luis Caputo, se reunirá este miércoles en Río de Janeiro con la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva se verán las caras por primera vez desde que la conducción económica argentina avanzó con una medida que está lejos de ser del agrado del FMI: la pérdida de reservas internacionales para intervenir en el dólar paralelo. 

El encuentro tendrá luces y sombras. Por una parte, el ministro podrá mostrar que las metas del segundo trimestre de 2024 fueron efectivamente cumplidas; sin embargo, parte de los compromisos asumidos en la última revisión fueron dejados de lado, o por lo menos pospuestos. 

En primer lugar, en el documento difundido por el FMI (el “staff report”), se establecía junio como mes límite para eliminar el denominado “dólar blend”, esto es, el esquema de liquidación de divisas de los exportadores, que les permite liquidar el 80% de los dólares al oficial y el 20% en el contado con liquidación (CCL). Esto implica resignar reservas (porque si ese 20% se vendiera en el mercado oficial, el Banco Central podría adquirirlo) para mantener a raya la brecha cambiaria y a la vez otorgarles un mejor precio a los exportadores e incentivar la liquidación.

No sólo no se avanzó en el desarme del blend, sino que la semana pasada, vía X, se anunció la intervención en el mercado de bonos para contener la cotización del dólar paralelo, y así la inflación. El Gobierno parece dispuesto a vender unos US$2.000 millones con el argumento de retirar pesos de circulación.

A su vez, en el documento del FMI también se señalaba el compromiso del Gobierno argentino de avanzar en una política cambiaria más flexible, abandonando el esquema de devaluación del 2% mensual, para evitar una apreciación aún mayor del tipo de cambio, a la par que debían desarmarse algunas restricciones cambiarias. Por ahora, eso sigue sin suceder, pese a que en el mercado de futuros la tasa de devaluación implícita sigue siendo superior al 4% mensual.

Tampoco se cumplió aún con el esquema de tasa de interés real positiva que solicita el FMI, si bien hay expectativa de que se concrete próximamente tras la eliminación de los pases pasivos y su reemplazo por las LEFI.

Por el contrario, sí avanzó con el retiro de subsidios de gas y luz para hogares de ingresos bajos y medios, repercutiendo en boletas con aumentos significativos, así como la reducción de subsidios al transporte en mayo, que alcanzó a los trenes pero no a los colectivos.

Asimismo, por los datos públicos pareciera que las metas al 30 de junio de 2024 fueron cumplidas. Esas metas establecen, centralmente, un determinado nivel de reservas y de superávit fiscal, y su cumplimiento habilitará un nuevo desembolso del acuerdo vigente por parte del FMI, una vez que tanto el staff como el Directorio del Fondo lo aprueben. 

Seguramente todas estas cuestiones se pongan sobre la mesa en la reunión prevista, junto con la expectativa del Gobierno argentino: lograr el desembolso de fondos frescos por parte del organismo, en el marco de la negociación de un nuevo acuerdo.

En este punto, cabe detenernos en la situación del acuerdo vigente. De acá a fin de año, entre pago de vencimientos y recepción de desembolsos, Argentina debe pagarle al FMI US$600 millones de dólares netos. El control por parte del Fondo de las metas fiscales y de reservas termina en el tercer trimestre de este año. Con esa última revisión, se daría por concluido el control sobre las cuentas públicas y las políticas económicas y comenzaríamos a pagar el préstamo tomado por Mauricio Macri, cuando Nicolás Dujovne era ministro de Hacienda, Luis Caputo ministro de Finanzas y Federico Sturzenegger, presidente del Banco Central. 

El problema es que desde el Gobierno están interesados en conseguir fondos frescos para salir del cepo “sin grandes sobresaltos”. Una estrategia para obtenerlos de parte del Fondo sería refinanciar nuevamente los vencimientos, que como se observa en el cuadro a continuación implican más de US$30.000 millones en los próximos cinco años, y volver a estipular metas que nuestro país debería cumplir. Para eso, sería necesario contar no sólo con el visto bueno del organismo, sino también del Congreso de la Nación. 

Por último, en el temario de la reunión podría también incluirse la situación actual de la política de sobretasas, una “penalidad” que cobra el FMI a aquellos países que se encuentran excedidos en plazos o montos de deuda. Argentina, claramente, paga ambas. En la gestión anterior, se impulsaron una serie de negociaciones y discusiones con otros países que se encuentran en la misma situación, así como con el propio Fondo, pujando por la revisión de este sistema. Puede que dichas gestiones rindan frutos en el corto plazo y se reduzca el peso de la deuda sobre nuestro país.

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