Efecto desempleo: ¿por qué es tan difícil encontrar trabajo en la Argentina?
En economía se dice que lo que se pierde tarda más tiempo en recuperarse que en perderse, debido a esa gran asimetría entre las situaciones positivas y negativas de la economía. En particular la de nuestro país por enfrentarse continuamente a cambios en la actividad económica, es decir períodos de fuerte crecimiento, seguido de largas y profundas fases de crisis.
El contexto argentino es un escenario que desfavorece la estabilidad laboral, donde las políticas que buscan mejorar las condiciones sociales terminan siendo insuficientes. Esto se debe a que nuestro país se caracteriza por ser muy volátil, períodos donde el bolsillo gana y otros en los que pierde, dejando huellas en diversos indicadores como la desigualdad, tasa de actividad, desempleo, pobreza, entre otros.
El Covid-19 destruyó varios puestos de trabajo, aumentando considerablemente la tasa de desempleo y desplomando la de actividad. Actualmente, varios meses después de la primera etapa de la pandemia, las principales tasas de mercado laboral parecieran estar mejorando. La tasa de desempleo pasó de 13% al 11%, la tasa de actividad del 38% al 42%, mientras que el empleo aumentó de 33% a 37%. Y resta conocer los nuevos números, que se publicarán hoy.
En general, los datos relevados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) muestran que a medida que pasa el tiempo más personas abandonan la lista de desempleados, aunque también ingresan otras.
En los últimos 15 años, en promedio, el 25% de los desempleados encontró empleo en menos de seis meses, mientras que el 50% tardó menos de diez meses. Sin embargo, de los datos surge que un 25% son desempleados de alta duración, es decir, que no cambió de estado antes de un año. Cuando se analizan los datos por género: el 25% de los varones encontraron trabajo en 4 meses y medio, mientras que las mujeres necesitaron aproximadamente 6 meses para lograr ese cambio de estado. En otras palabras, la probabilidad de que una persona deje de estar desempleada es más alta entre los varones que entre las mujeres. Esto se debe, posiblemente, a la discriminación que hay en el mercado laboral. Sin embargo, pareciera que esta brecha se amplió en épocas de Covid.
Pero el género no es la única característica que incide en la duración del desempleo. La edad también es clave en la búsqueda de trabajo. A mayor edad aumenta la probabilidad de quedarse desempleado. Esto puede explicarse al hecho de que el salario esperado es mayor a medida que la persona envejece, por lo que la probabilidad de aceptar un puesto de trabajo con salario bajo disminuye. Y a eso se suma la preferencia que tienen las empresas por contratar personas jóvenes.
De igual manera, los problemas no solo se ubican durante el desempleo, sino posiblemente en las condiciones del nuevo empleo. El “efecto scarring”, es decir, la penalidad salarial y el incremento en la probabilidad de ingresar en la informalidad (empleo “en negro”), luego del paso por el desempleo, posee un rol importante luego de encontrar empleo. En otras palabras, el desempleo produce pérdidas de producción e ingresos y genera pérdida de salud entre los afectados, como también un empeoramiento progresivo de sus cualidades como trabajador a medida que aumenta el tiempo que está afuera del mercado de trabajo.
La historia de nuestro país nos muestra periodos de crecimiento y otros de crisis, lapsos en los que se hace más difícil encontrar empleo, con una manada de despidos y otros que pareciera será ser mas sencillo pasar de desocupado a ocupado. Crecer de forma sostenida es la única receta para crear puestos de trabajo en la Argentina. Generar políticas públicas que busquen disminuir la brecha de tiempo que el hombre y mujeres pasan desempleados podría ser el inicio de una solución. Pero para eso hay que crear incentivos para que las empresas contraten más mujeres y a personas de mediana edad que tengan menores a cargo. Esa medida, además, podría generarle un ahorro al Estado con la reducción de las asignaciones universal por hijo (AUH). Un empujón hacia el equilibrio fiscal.
FF / GMR
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