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Fernández se ofreció al G7 como proveedor de alimentos y biotecnología

El presidente Alberto Fernández junto con Sergio Massa, Santiago Cafiero en un encuentro con Von der Leyen, de la Comisión Europea.

Alejandro Rebossio

Múnich (enviado especial) —

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Alberto Fernández pronunció su segundo y último discurso en la cumbre del G7 en el castillo Elmau, en medio de los Alpes alemanes. El primero se refería a la situación política internacional. En el posterior ofreció a la Argentina como “proveedor seguro” de alimentos que “continuará brindando asistencia tecnológica y servicios para que otros países mejoren su productividad agrícola” en medio de la crisis alimentaria mundial por la guerra de Ucrania, que encareció los precios y pone en riesgo de hambruna a latinoamericanos, africanos y asiáticos.

El Presidente recordó que “el último informe sobre perspectivas alimentarias elaborado por la FAO (la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) indica que el costo de la importación de alimentos aumentó debido al incremento de los precios sumado a una disparada en los costos del transporte y de los fertilizantes”, de los que Rusia es un proveedor tan clave como de granos. También Ucrania es una de las principales potencias agrícolas, pero ahora difícilmente puede exportar. “Frente a esa situación, es necesario evitar las barreras proteccionistas y paraarancelarias para la comercialización de alimentos”, apuntó Fernández contra barreras de las que suelen echar mano Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. Lo escuchaban Joe Biden, el alemán Olaf Scholz, el francés Emmanuel Macron -cuyo país suele llevar la voz cantante del proteccionismo agrícola europeo pero detrás de él se esconden muchos más-, el británico Boris Johnson, el japonés Fumio Kishida, el italiano Mario Draghi y el canadiense Justin Trudeau, la única potencia del G7 que está a favor del libre comercio agrícola.

La Argentina es uno de los diez principales exportadores mundiales de soja, maíz, trigo y carne vacuna. Como tal se ofrece al mundo para abastecerlo, pero la producción agrícola y ganadera no aumenta de un día para el otro y está sujeta a la tensión entre los precios y el abastecimiento interno y las oportunidades de exportación, que el Gobierno intenta administrar. La oposición, en cambio, reclama una liberalización de las ventas externas.

“La restricción de la oferta de granos y cereales que se observa, ha determinado una escalada de los precios que pone en riesgo la seguridad alimentaria de la humanidad”, advirtió Fernández, en una cumbre donde los países ricos están más preocupados por el impacto en las cotizaciones de la energía y buscan ponerle un tope a los valores del petróleo de Rusia como castigo por la invasión a Ucrania. “En ese escenario vuelven a asomar los especuladores financieros que contaminan el comercio de materias primas. Fomentan un juego peligroso en los mercados a futuro y acaban determinando altas y bajas de precios que aumentan la volatilidad. Si la crisis actual se prolonga, desataremos una catástrofe humanitaria. Más de 300 millones de personas en el mundo van camino hacia una hambruna. En este contexto, los países centrales han podido continuar con sus importaciones a pesar del desquicio que se vive. Los países periféricos, en cambio, importamos menos porque se redujo nuestra capacidad de pago”, agregó el jefe de Estado argentino.

Fernández encadenó su discurso sobre alimentos con las políticas para “autonomía económica” de las mujeres. Y aprovechó para reivindicar el derecho al aborto, ahora abolido en Estados Unidos, y el matrimonio igualitario, también bajo cuestionamiento en esa superpotencia.

Después, el Presidente se reunió con la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. El gobierno de Fernández resumió los temas del encuentro, pero no mencionó que hayan hablado del proteccionismo agrícola europeo ni de las oportunidades comerciales de la Argentina ni de la resurrección del acuerdo de libre intercambio entre Mercosur y la UE, que por ahora ha naufragado. En cambio, sí se refirieron a la necesidad de luchar contra el calentamiento global. Claro que la reciente decisión de Alemania de reabrir minas de carbón para suplantar el gas ruso supone una mala noticia para el planeta.

AR

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