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Entrevista

Gustavo Vera: “Desde hace tres meses le reclamo a Pettovello por el abandono a las víctimas de trata”

Gustavo Vera, director de La Alamaeda y exdirector del Comité de Lucha contra la Trata y Explotación de Personas y para la Asistencia a las Victimas.

Alejandro Rebossio

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Gustavo Vera lleva media vida adulta de lucha contra la esclavitud moderna, con la Fundación La Alameda. En el medio se hizo amigo del entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, al que sigue llamando Jorge, no Francisco. Después entró en política de la mano de Elisa Carrió y Fernando Pino Solanas, pero se alió a los Moyano y otros dirigentes sindicales y terminó confluyendo en el gobierno del Frente de Todos. Durante cuatro años de la gestión anterior fue director del Comité Ejecutivo para la Lucha contra la Trata y Explotación de Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas. Cuando asumió Javier Milei como Presidente, se quedó aunque sin la condescendencia de otros que continuaron, como Daniel Scioli.

Su mandato al frente del comité contra la trata de personas vencía en febrero y fue ratificado horas antes de la visita del jefe de Estado al Papa. Pero, después, su área pasó de las órdenes de la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, a las de su par de Seguridad, Patricia Bullrich, quien lo echó el pasado viernes.

Este martes, Vera denunció a Pettovello en los tribunales de Comodoro Py por “nula asistencia a las víctimas de trata”. No es la primera vez que la acusan de abandono de personas a las que debería ayudar. En su pequeño PH de dos ambientes de Boedo, entre fotos del Papa, de su madre recientemente fallecida y de sus hijos, Vera recibió a elDiarioAR.

—¿Por qué se quedó el 10 de diciembre en el Gobierno?

—Porque el comité había hecho un trabajo que había cambiado completamente el paradigma de lucha contra la trata. Habíamos logrado una serie de políticas públicas que por primera vez en la historia le daban acceso a las víctimas a la capacitación laboral, el acompañamiento terapéutico, el patrocinio jurídico, incluso soluciones habitacionales, que las hubo en varias provincias. También estaba mejorando mucho el fondo de reparación de asistencia a las víctimas. O sea, había un camino donde, cuando había un allanamiento, la víctima de trata no quedaba abandonada a su suerte y era revictimizada, sino que se ayudaba a reconstruir su horizonte de vida. Las provincias colaboraban, sacaban leyes de inclusión laboral, los municipios sacaban la ordenanza del cupo laboral. También había toda una campaña muy fuerte para tratar de alguna manera de garantizar que las víctimas no volvieran a caer en la esclavitud.-

—¿Cuántas personas fueron rescatadas? Sé que eso es nada más que el primer paso...

—En cuatro años, 5.204. Y te puedo decir el día después. Unas 3.200 cobraron el programa Acompañar, unas 1.300 cobraron la prestación por explotación laboral del Renatre (Registro Nacional de Trabajadores Rurales), unas 400 cobraron el Potenciar Trabajo, unos 40 cobraron ayuda urgente, unas 200 entraron dentro del Programa de Inclusión y Capacitación laboral, casi un centenar tuvo soluciones habitacionales en cuatro provincias, más de dos centenares tuvieron acompañamiento terapéutico. Además fue la primera vez en la historia, incluso superando récords que tuvo tanto Cristina [Fernández de Kirchner] como [Mauricio] Macri, donde la Argentina fue calificada por el examen más riguroso, que es el que hace la Oficina de Monitoreo contra la Trata en el Departamento de Estado [de Estados Unidos], que es un examen que hace a 188 países todos los años y los clasifica en cuatro categorías. La Argentina estuvo los cuatro años consecutivos en la máxima categoría mundial. Además, habíamos armado 36 mesas interinstitucionales con todas las provincias, con la Justicia, con los sindicatos, con la sociedad civil. Teníamos mesas en las fronteras binacionales nacionales.

—¿Pero por qué se quedó en el gobierno de Milei, contra quien había hecho campaña?

—Me quedo con un gobierno muy complejo que iba a hacer un ajuste brutal para tratar de proteger todo lo que se había construido, porque yo no podría dormir si la motosierra se la pasa a las víctimas de trata. Es como con los pacientes oncológicos, los más vulnerables. Entonces, a pesar de la angustia que esto me producía, justo en el momento que asumen Milei, yo estaba invitado en Washington a una reunión de máximas autoridades contra la trata de todo continente, y este gobierno, como vio que que había muchos reconocimientos de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), de la OIM (Organización Internacional de Migraciones), de Undoc (Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito), de Naciones Unidas, del Departamento de Estado, resolvió autorizarme y hacer los papeles para que tenga la visa diplomática y pueda ir al encuentro que participé.

—Milei lo ratificó entonces por todo esto...

—Milei había dicho en su momento que los funcionarios que trabajaran bien los iba a ratificar. De hecho no fue el único caso en el tema trata: ratificó al titular del INCUCAI (Instituto de Ablación e Implante), que también tenía buenos estándares de calificación mundial. Incluso me recibe (Guillermo) Francos en la Casa Rosada. Yo le soy sincero, le digo que me voy a dedicar a hablar de trata, pero que hay un montón de aspectos donde naturalmente sigo pensando lo que pienso. Yo soy muy amigo de un montón de gente del movimiento obrero, a los que no quieren ni un poquito, y tengo una concepción de justicia social, que es la que plantea Francisco y la doctrina social de la Iglesia.

—A pesar de todo, lo ratifica Francos.

—Me ratifica tanto Franco como Sebastián Amerio, el secretario de Justicia. Hablan dentro del Gabinete y el 8 de febrero me designan por 180 días.

—Pero este viernes se encuentra con la noticia de que no sigue más. ¿Por qué?

—Se venía incubando un conflicto interno con respecto a los programas de asistencia. Desde que termina el balotaje hasta la asunción de Milei y desde ahí en adelante, se había paralizado todo lo que tenía que ver con los programas de ayuda económica e inclusión laboral y social a las víctimas de trata. Igual hicimos cosas increíbles, por ejemplo, sacamos la ley de Inclusión Laboral en Tierra del Fuego, entregamos viviendas en Santiago del Estero, en Catamarca, mientras todo retrocedía y había una situación de angustia muy grande. Nosotros desde diciembre advertimos esto a la ministra Pettovello, enviamos comunicados, mandamos el listado, tuvimos varias reuniones con muchos miembros de Capital Humano. Algunos, que renunciaron en el camino, siempre nos decían “estamos estudiándolo, va a salir pronto”. Pasaba el tiempo, cada vez había más allanamientos, cada vez había más rescates. A la gente que se rescataba no se le daba absolutamente nada, con lo cual había una angustia tremenda. Nos llamaban a nosotros los puntos focales de la provincia. Nosotros no sabíamos qué responder. Llegó un momento donde los propios fiscales y jueces también empezaron a mandar oficios intimando a que cumplan con lo que indica la ley. Aún así, no logramos que al día de la fecha se asistiera absolutamente a nadie.

—¿Qué más pasó?

—En el medio se produce un desguace de de organismos en Jefatura de Gabinete: muchos organismos son derivados a distintos ministerios y el Comité Ejecutivo y el Consejo Federal contra la Trata se derivan al Ministerio de Seguridad, lo cual a mí me pareció pésimo. Vos no podés poner en cabeza del ministerio que tiene las fuerzas de seguridad, el monopolio de la política de trata. Es una locura porque internacionalmente está demostrado que entre la mayoría de funcionarios públicos procesados por trata están funcionarios policiales. Cuando vos tenés una zona liberada para que haya trata tiene que haber complicidad o por lo menos negligencia en el mejor de los casos de las fuerzas de seguridad de esa región. Cuando salió la primera ley de trata en 2008, en 2010 hicimos una denuncia que desmanteló toda la división de trata de la Federal, la primera que se había creado, porque, en vez de luchar contra la trata, luchaban contra la división delitos contra la salud para ver quién se quedaba con la coima de los prostíbulos. También fui el denunciante de la megacausa en la cual [la jueza María] Servini de Cubría procesó a 60 comisarios. La mayoría fue pasado a retiro, algunos fueron condenados.

—¿Y usted se quejó internamente?

—Internamente, de esto y del tema de la asistencia. Creo que la combinación de los dos factores hicieron que el viernes a la noche, antes que se produjera el traspaso definitivo a Seguridad este lunes, me comunicaron que me acortaban la designación.

—¿Le dijeron por qué?

—No, ninguna explicación. Yo no voy a ser cómplice de toda esta situación y aparte tengo suficiente prueba documental de que vengo reclamando el abandono a las víctimas desde hace por lo menos tres meses. Hoy (por este martes) hice una denuncia al Ministerio Capital Humano, que conduce Pettovello, para que urgentemente se restablezca la asistencia económica a las víctimas, dado que los programas siguen publicados en la página web, en teoría tienen vigencia, pero en la práctica no estarían.

—¿Cuánta gente quedó así boyando sin asistencia en estos meses?

—Unas 130, y en situaciones desesperantes. Incluso ya empezó a haber problemas hasta en los mismos allanamientos, por ejemplo, en el ámbito rural, donde los trabajadores se negaron a irse porque sabían que después no había nada, ni siquiera un transporte para que los lleve a su lugar de origen. Yo supuse que este caos no iba a llegar a las víctimas de trata, pero las políticas que enorgullecieron a Argentina en el mundo y que garantizaban de alguna manera reconstruir la dignidad de las víctimas fueron tierra arrasada.

—¿Qué pasaba antes con las personas rescatadas a las que no se les daba asistencia? ¿Volvían a ser víctimas de trata?

—Y... obviamente, el 80% volvió de vuelta a ser revictimizada. Son estadísticas que tiene el Ministerio Público Fiscal entre 2008 y 2019. No hay gendarme, prefecto, policía, policía de la Ciudad, inspector ni ONG que tenga territorio que no te pueda contar alguna anécdota en esos años de haber encontrado las mismas víctimas en diferentes prostíbulos, campos o talleres clandestinos. Y eso es porque fracasa el Estado.

—¿Y qué opina en general del gobierno de Milei?

—Opino que tiene un rumbo totalmente deshumanizante. Milei no llegó casualmente. Llegó como consecuencia de que hubo gobiernos con muchos funcionarios probos y comprometidos, pero también mucho punterismo, muchos negociados detrás de una obra de bien. Por ahí venían 25.000 kiosquitos. Hay unas cuantas cosas que se denuncian que uno no va a negar porque lo que vio. Sí, claramente pagan justos por pecadores porque están echando un montón de gente que es trabajadora y comprometida. En nuestro caso somos 40 personas, entre monotributistas y gente de planta transitoria. Trabajamos todos de corazón. No recibíamos horas extras. A veces nuestros compañeros tenían que ir un allanamiento desde las seis de la mañana hasta las dos de la madrugada. A veces era un feriado, a veces un domingo. Ojalá mi denuncia sirva para que esta gente, que dice responder a la fuerza del cielo y dice tener algún nivel de religiosidad, tenga algún tipo de misericordia y empatía hacia la víctima. Es una locura lo que están haciendo: no lo he visto ni en 2008, cuando yo hacía denuncias.

El Gobierno tiene un rumbo totalmente deshumanizante. Milei no llegó casualmente sino a causa de gobiernos con muchos funcionarios probos y comprometidos pero también mucho punterismo y negociados tras una obra de bien. Por ahí venían 25.000 quiosquitos

—¿Qué autocrítica hace del gobierno de Alberto Fernández?

—El principal error que cometió Alberto fue, en aras de priorizar la unidad del Frente de Todos, hacer una especie de reparto salomónico de las 20.000 agrupaciones que integraban el frente en distintos lugares del Estado, sin que necesariamente fueran eficientes en esas funciones. Era como si a mí me hubieran puesto al frente de Arsat. O sea, hasta que aprenda cómo funciona, para qué sirve y todo lo demás puedo tardar un año entero. Es cierto que también tuvo la mala suerte: además de la deuda, tuvo la pandemia. La Argentina fue el país que más defendió el trabajo registrado, pero descuidó al trabajador no registrado. Son esas 9 millones de personas que aparecieron cuando se hizo el censo del IFE (Ingreso Familiar de Emergencia), que quedaron fuera del radar, porque no estaban ni entre el 1,2 millones de personas que recibían el Potenciar, ni estaban en el 40% de la población económicamente activa registrada. Esas personas no registradas que salen a trabajar todos los días 12, 14 horas, pero tuvieron que estar encerradas por la pandemia, pasaron una situación muy angustiante y ahí empezó la génesis de la bronca y del núcleo duro que después apoyó a Milei. Si vos te fijás, el 30% de los votos del núcleo duro de Milei no proviene de Recoleta, San Isidro o Vicente López sino de barrios pobres. El voto de la clase media alta antiperonista llegó con el balotaje.

—¿Cómo ve el papa Francisco lo que está pasando en Argentina?

—Lo expresó de alguna manera el otro día en un mensaje que envió a la Asociación Panamericana de Jueces por los Derechos Sociales, este que conducen el juez (Roberto) Gallardo y Gustavo Moreno, entre otros. Expresó el tema de que el amor al prójimo, la caridad y la justicia social son los pilares de la construcción de la sociedad. Esto lo expresa en sus últimos escritos, siempre vuelve a la parábola del buen samaritano, a la parábola de una sociedad que se construye con empatías, con la empatía de no hacerse el distraído frente al herido que está en el costado del camino.

AR/JJD

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