Lula: “Recibimos un gobierno en situación de penuria”
A poco más de una semana de la asunción de Luiz Inácio Lula da Silva como presidente de Brasil, el próximo 1º de enero, el nuevo mandatario recibió de manos de los equipos de transición un informe devastador. La “transición”, un proceso previsto por ley, que reúne miembros del actual y del futuro gobierno, fue comandada por el vicepresidente Geraldo Alckmin. Este mediodía, el político socialdemócrata describió la situación dejada por Jair Bolsonaro como “mucho más difícil y triste” que cualquiera de las presidencias anteriores. Lula refrendó: “Recibimos un gobierno en situación de penuria. Ni siquiera fueron hechas las cosas más simples, porque el actual presidente prefería contar mentiras en vez de gobernar el país”.
El informe de la transición, publicado hoy, relata que el país tuvo “un enorme retroceso en educación. Aumentó la evasión escolar, y recursos esenciales como la merienda escolar quedaron reducidos a 36 centavos. A eso se sumó el colapso de institutos federales y de las universidades, lo que nos plantea un gran desafío por delante” . Según Alckmin, otro tanto ocurrió con la salud: “La mala conducción en el área, de manera displicente e irresponsable, llevó a Brasil a tener 11% de las muertes por COVID en el mundo, cuando apenas representa el 2,7% de la población mundial”.
Lula indicó que, contra toda sospecha, no piensa “hacer pirotecnia con este material y no pretendo montar el show del escándalo. Apenas quiero que la sociedad brasileña sepa en qué condiciones asumimos la gestión, después de cuatro años de mandato que nos entrega un gobierno en situación de penuria”. El nuevo gobernante, que irá a cumplir su tercer mandato (los dos anteriores transcurrieron entre 2003 y 2010), subrayó con énfasis que la victoria electoral obtenida en octubre “no fue solo por el Partido de los Trabajadores sino una obra de varios partidos políticos que, junto con nosotros, enfrentaron esa tempestad del fascismo”. Y para no dar espacio a las críticas, procedentes de las élites dirigentes del país, confirmó que habrá un “aumento del número de ministerios”, pero “no vamos a aumentar el gasto, por lo que todo el mundo en el gobierno tendrá que ajustarse el cinturón”. De hecho, habrá a partir del primer día de 2023 nada menos que 37 ministerios, contra los 23 existentes en el período bolsonarista.
El presidente electo nombró a 14 de sus futuros colaboradores en el gabinete ministerial; y tal como aseguró durante su discurso de este mediodía “nadie debe perder las esperanzas, porque aún faltan 21 designaciones”. Esa aclaración fue festejada con una risa general en el auditorio donde tuvo lugar el acto.
Hábil como siempre en las negociaciones, para dejar satisfechos a tirios y troyanos, los primeros cargos fueron cubiertos por su gente de extrema confianza. Es el caso de Fernando Haddad, ex alcalde paulistano y candidato presidencial en 2018, que perdió en la segunda vuelta contra el propio Bolsonaro. Al filósofo y sociólogo, con posgrado en economía, le entregó el comando de una cartera clave: la de Economía, que volverá a llamarse de Hacienda. Durante días, la figura cayó mal en los medios empresariales, especialmente del mundo financiero. Pero Lula advirtió: “Quién decidirá en la economía soy yo”. A posteriori, Haddad eligió personalidades “mixtas” para acompañarlo, es decir una mezcla de economistas heterodoxos y salidos del mundo financiero.
Otro caso que provocó conmoción fue colocar a Aloizio Mercadante, del propio PT, al mando del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) . Esa institución es considerada clave porque dirige las políticas crediticias que irán alimentar emprendimientos tanto públicos como privados. Muchos creyeron ver con ese nombramiento la repetición de errores pasados en el área económica. Pero el futuro mandatario compensó esa decisión con otra inesperada respuesta: puso a su vicepresidente Geraldo Alckmin como ministro en uno de los segmentos de la mayor importancia: la cartera de Desarrollo, Industria y Comercio, que desde luego se relaciona activamente con el BNDES.
El círculo íntimo presidencial pasó a integrar aquel grupo de ministros con oficinas en el propio Palacio del Planalto (la casa de gobierno en Brasilia). Es el caso de Rui Costa, como jefe de la Casa Civil; de Alexandre Padilha, médico y diputado petista, que mandará en las Relaciones Institucionales y Marcio Macedo, vicepresidente del PT, que tendrá la misión de conducir la Secretaría General.
Otras áreas, como la de Salud, recibieron un cuidado especial. En ese puesto crítico fue nombrada Nisia Trindade Lima, que ejerció hasta ahora la presidencia de una célebre institución médica brasileña: la Fundación Fiocruz, que llegó a fabricar vacunas contra el Covid.
No menos importante es la presencia de Anielle Franco en el equipo ministerial. Ella es la hermana de Marielle Franco, la activista y concejal del PT asesinada por las milicias bolsonaristas en Río de Janeiro. Le toca dirigir, en el futuro, en el nada simple ministerio de Igualdad Racial.
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