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ELECCIONES EN FRANCIA

Macron logra seguir en el poder pese al récord histórico de la extrema derecha

El presidente francés, Emmanuel Macron, durante un acto de campaña en Marsella.

Amado Herrero / Icíar Gutiérrez

París / Madrid —
24 de abril de 2022 15:16 h

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Emmanuel Macron fue reelegido como presidente de la República francesa tras derrotar en la segunda vuelta de las elecciones a la candidata de extrema derecha Marine Le Pen, según las primeras estimaciones.

Macron ganó los comicios con un porcentaje de voto del 58,5% frente al 41,5% que cosechó Le Pen, según el trabajo de Ipsos para varios medios galos como Le Parisien. Las estimaciones de Ifop para TF1 otorgan un 58% al presidente galo. Estas proyecciones elaboradas por encuestadoras, publicadas tras el cierre de los centros electorales, son estimaciones basadas en votos reales y suelen ser muy precisas.

El actual presidente se convierte así en el primer jefe de Estado francés en repetir mandato en 20 años, desde la victoria de Jacques Chirac sobre Jean-Marie Le Pen en 2002. Macron sacó resultados ligeramente mejores que lo que vaticinaban los sondeos, pero perdió más de siete puntos respecto a 2017.

Derrotada de nuevo en su tercer intento de llegar al Elíseo, la candidata de extrema derecha consiguió mejorar el resultado que logró hace cinco años, cuando obtuvo un 33,9% de los votos, su récord hasta ahora.

Menos de 15 minutos después de conocerse las primeras estimaciones, Le Pen reconoció su derrota ante Macron, pero destacó lo que considera una “victoria rotunda” de su formación, Agrupación Nacional (AN) [antiguo Frente Nacional]. “En esta derrota, no puedo evitar sentir una forma de esperanza- El pueblo francés ha mostrado un gran deseo de cambio y el deseo de un contrapoder fuerte ante Macron”.

En el Pavillon d’Armenonville de París, desde donde siguió los resultados con sus seguidores, Le Pen dijo que “continuará su compromiso” para zanjar los rumores de un posible adiós a la política. El que muchos ven como probable sucesor, Jordan Bardella, actual presidente de la Agrupación Nacional, aseguró poco después: “Creo que [Marine Le Pen] será candidata en las elecciones legislativas en su circunscripción del norte, pero no quiero hablar por ella”.

El candidato de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, que se quedó a las puertas de la segunda vuelta, también se apresuró a reaccionar a los resultados, anticipando una batalla con Le Pen para erigirse en líder de la oposición en las elecciones legislativas de junio. “En esta segunda vuelta, la señora Le Pen y el señor Macron representan alrededor de un tercio de los votantes registrados. Las urnas hablaron. La señora Le Pen fue derrotada y ”, dijo Mélenchon. “Los días 12 y 19 de junio, otro mundo es posible con las elecciones legislativas: podéis demostrarlo eligiendo una mayoría de diputados insumisos y eligiéndome a mí como Primer Ministro”.

Se prevé una alta abstención. La participación alcanzó a las 17:00 el 63,23%, casi dos puntos menos que en la primera vuelta a la misma hora y también dos puntos menos que en 2017. De acuerdo con las estimaciones de los principales institutos demoscópicos, la abstención final se situará en torno al 28%, lo que significaría la más alta en una segunda vuelta desde 1969 –cuando llegó al 31%–.

Una campaña atípica

Los comicios cierran una campaña presidencial atípica, en la que los candidatos pidieron el voto contra su rival más que para sí mismos, con Ucrania como telón de fondo y el poder adquisitivo como principal eje. Macron retrasó al máximo su entrada en campaña para evitar el desgaste. Solo se implicó realmente en las dos últimas semanas, entre las dos votaciones, multiplicando actos y visitas por todo el país.

La noche de la primera vuelta, el pasado 10 de abril, el presidente había avanzado una estrategia de unidad expresando su voluntad de “tender la mano a todos los que quieran trabajar por Francia”. Pidió el apoyo a su proyecto, suavizando –en parte– sus propuestas para crear, dijo, “un gran movimiento político de unidad y acción”. El objetivo, además de ganar las elecciones, era lograr un respaldo que pudiera facilitar el Gobierno pasada la votación.

Pero, a la vista de las encuestas que estrechaban la distancia después de esta primera vuelta y situaban a Le Pen a solo seis puntos, el candidato de La República en Marcha revisó sus ambiciones a la baja y dio prioridad al corto plazo. Macron pidió así un voto para impedir la llegada al poder de la extrema derecha. Desde entonces, enfocó sus intervenciones a exponer la inconsistencia de las propuestas y las consecuencias que tendría la llegada al poder de la Agrupación Nacional (AN) [antiguo Frente Nacional].

El presidente y las principales figuras de su partido multiplicaron los ataques contra el programa de su oponente, subrayando que supondría “un periodo de caos” para el país si llegara a aplicarse. Macron acusó a Le Pen de “deriva autoritaria” respecto a la prensa –la Agrupación Nacional negó la acreditación a sus actos a varios medios de comunicación– y de querer sacar a Francia de la Unión Europea, sin reconocerlo abiertamente, lo que significaría “una vuelta al nacionalismo” en el continente. “La elección presidencial no equivale a un cambio de régimen”, dijo ante los micrófonos de la radio pública France Culture.

El crecimiento de la extrema derecha

Marine Le Pen había apostado, a su vez, por pedir un voto de sanción contra la gestión del presidente. Un voto a la vez anti-Macron y antisistema. La candidata de extrema derecha, que venía de mejorar los resultados en la primera vuelta, intentó canalizar el malestar social y que este eclipse su programa, que se considera que choca con el derecho comunitario y plantea una reforma de leyes e instituciones fuera de los límites de lo que permite la constitución francesa.

Sin embargo, Le Pen volvió a perder terreno en la última semana. En el único debate televisivo de la campaña evitó un naufragio como el de 2017, pero volvió a mostrar carencias ante el presidente, que exhibió un mayor dominio de temas y cifras.

Aun así, Le Pen logrósus mejores resultados: nunca hasta ahora un nivel tan alto de votantes, más del 40%, había optado por la extrema derecha en unas elecciones presidenciales.

Hace cinco años, Macron prometió trabajar para que la extrema derecha no volviese a la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales. “En los próximos años, será mi responsabilidad mitigar los miedos, revivir el optimismo francés… Lucharé con todas mis fuerzas contra las divisiones que nos debilitan”. No obstante, ya antes de la primera ronda, el presidente admitió su fracaso al “no haber conseguido contener” el crecimiento de los extremos.

Con una victoria que se construyó esencialmente sobre el rechazo de su oponente, Macron corre ahora el riesgo de aparecer como ganador por defecto de las elecciones para impedir que la extrema derecha llegue al poder. Esto puede debilitar al próximo Ejecutivo a la hora de conseguir que se aprueben grandes reformas, como la de las pensiones, un peligro bien identificado por su entorno, que ya había indicado a varios medios franceses que el “gran reto” si era reelegido es vencer la desconfianza y reconciliar un país polarizado.

“Soy consciente de que esos votos no suponen un cheque en blanco y que no todos esos votantes consideran formidables todos los puntos de mi programa”, reconoció Macron el lunes.

De entrada queda por ver si, más allá de esta victoria, La República en Marcha será capaz de capitalizar este triunfo y obtener una mayoría parlamentaria en las elecciones legislativas del 12 y el 19 de junio. La próxima cita electoral ofrecerá la verdadera recomposición del paisaje político, con los partidos tradicionales diezmados, la aparición de un nuevo movimiento de extrema derecha y el intento del partido Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon de agrupar las fuerzas de izquierda.

La elección del primer ministro, que debe anunciarse en las próximas semanas, servirá de indicación respecto a la orientación de este nuevo quinquenio Macron, ya que la continuidad de Jean Castex parece muy improbable. El crecimiento de la extrema derecha avanza en paralelo al descontento social y a la falta de alternativas viables para aquellos que se oponen a la orientación que Macron ha dado a su política.

AH/IC

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