ELECCIONES
El Reino Unido vota para terminar con la era ‘tory’ tras 14 años de recortes, caos y Brexit
Desde las siete de la mañana de este jueves, millones de personas por todo el Reino Unido votan en iglesias, institutos, centros comunitarios y hasta lavanderías en las elecciones generales que se espera den el mayor vuelco al Parlamento de la historia reciente. Catorce años de Gobierno del Partido Conservador llegarán a su fin esta noche, si se cumple lo que muestran todas las encuestas de intención de voto.
Se espera que el laborista Keir Starmer, abogado de derechos humanos de 61 años y político tardío, sea el nuevo primer ministro con una amplia mayoría en la Cámara de los Comunes, tal vez la mayor en décadas o incluso de toda la historia del partido. La comparación más habitual es con la victoria de Tony Blair en 1997, la mayor laborista hasta ahora, y también la que supuso un cambio de escaños de un partido a otro tan grande como el que necesita ahora Starmer para tener el control del Parlamento. El Partido Laborista obtuvo en las elecciones generales de 2019 su peor resultado en escaños desde 1935.
Lo que queda del Partido Conservador que lidera ahora Rishi Sunak no parece suponer un rival muy duro. Sunak y su gobierno tienen un récord de impopularidad en general y en particular sobre los asuntos que más importan a los votantes, como el costo de la vida, la salud pública, la vivienda y la inmigración. El 73% de los adultos tienen una opinión negativa de la gestión del actual Gobierno conservador, según la última encuesta de YouGov de hace unos días, y sólo el 12% tienen una opinión favorable (el resto no sabe). Incluso el 59% de los votantes que se identifican como conservadores tienen una opinión negativa del Gobierno.
Los recortes de servicios públicos tras la crisis financiera, que golpeó al Reino Unido más que a otros por su dependencia del sector financiero; la división, el caos y el empobrecimiento del país que trajo el Brexit; y la indignación por los conflictos de intereses, casos de corrupción, abusos y falta de respeto del Partido Conservador llevaronal país al desánimo actual. Los dos golpes de los que los conservadores no se recuperaron ante la opinión pública fueron las fiestas en Downing Street durante la pandemia que llevaron a la dimisión de Boris Johnson, y el susto financiero provocado por los 49 días de Liz Truss como primera ministra.
La intención de voto muestra veinte puntos de ventaja para el Partido Laborista, según las últimas encuestas, que en realidad apenas se movieron en toda la campaña ni en el último año. Esto supone que el Partido Laborista podría pasar de los 202 escaños que ganó en 2019 a más de 400 y que el Partido Conservador podría pasar de los 365 que consiguió hace cinco años a 100 o menos.
En las últimas horas, miembros del Gobierno reconocieron abiertamente su probable derrota. “Esto se terminó y hay que prepararse para la realidad y la frustración de la oposición”, escribe Suella Braverman, la exministra del Interior, forzada a dimitir por Sunak y una de las posibles candidatas del ala más ultra para liderar el Partido Conservador, en un artículo publicado este miércoles en el diarioThe Telegraph. Unas horas después, el ministro de Empleo y Pensiones, Mel Stride, dijo en una entrevista en la BBC que la victoria de los laboristas parece inevitable y que es “muy improbable” que las encuestas se equivoquen.
Ante tanto derrotismo, Starmer incluso alertó de una posible estrategia para desanimar a los indecisos a ir a votar. “Nunca se sabe en qué están los tories”, comentó a los reporteros que le preguntaron en un acto de campaña este miércoles. “Están intentando invitar a la gente a que no ejerza su derecho democrático y que no vote”.
La abrumadora intención de voto y el descontento con la situación del país y del Gobierno hicieron que los conservadores centren su mensaje en los últimos días en movilizar a los suyos para que los laboristas no ganen por tanto margen, lo que llaman una “súper-mayoría”, un concepto copiado de Estados Unidos y que no existe en el Reino Unido ya que el partido gobernante tiene los mismos poderes tenga el número que tenga su mayoría en el Parlamento. Los diputados, además, tienen libertad de voto en la mayoría de los asuntos. El Partido Conservador ya gobernaba ahora con amplia mayoría.
Pasa el primero
El sistema electoral británico premia especialmente al ganador en la distribución de escaños en el Parlamento. Es un sistema mayoritario uninominal (en inglés, first-past-the-post) por el que en cada circunscripción de las 650 en las que está dividido el país se puede votar sólo a un candidato y sólo hay un escaño: el que gana, sea por un voto o por 1.000, se lleva el lugar y los demás, nada.
Cada circunscripción tiene una población alrededor de 73.000 habitantes, y sus fronteras se revisan en cada elección por posibles cambios demográficos (ninguna puede tener menos de 69.724 habitantes ni más de 77.062, según la última actualización de 2020). Para que encajen los números, las ciudades grandes están divididas en múltiples circunscripciones y lo habitual es combinar zonas urbanas y rurales. Londres y sus alrededores, por ejemplo, tiene 73 circunscripciones; la ciudad de Oxford está dividida entre dos.
Este sistema hace que en las elecciones generales los partidos más pequeños lo tengan más difícil para llegar al Parlamento a no ser que sus votos estén muy agrupados en un lugar grande, o que se beneficien del voto táctico. Por ejemplo, este año, hay votantes laboristas haciendo campaña por los centristas liberaldemócratas en escaños de zonas con votantes más a la derecha y donde el partido centrista tiene más posibilidades de ganar a los conservadores.
El Partido Conservador se queja ahora del sistema electoral británico, que funciona así desde 1950 y que no quiso reformar cuando lo pedían otros partidos más pequeños y ni siquiera cuando lo exigió su socio de coalición en 2010.
Los liberaldemócratas
Ahora, más allá de la batalla central entre laboristas y conservadores, el Partido Liberal Demócrata puede ser el gran beneficiado de la debacle tory.
El tercer partido del Reino Unido llegó a la cúspide de lo que parecía un éxito en 2010, cuando ninguno de los dos principales partidos obtuvieron la mayoría suficiente para gobernar y por primera vez en el Reino Unido el Partido Conservador de David Cameron formó un Gobierno de coalición con los liberaldemócratas, liderados entonces por Nick Clegg. Cinco años después, Cameron ganó por mayoría suficiente y los liberaldemócratas cayeron en picado por su apoyo a los tories, que además convocaron el referéndum que sacó al Reino Unido de la Unión Europea. El europeísmo es una de las marcas más genuinas del Partido Liberal Demócrata y ahora, de hecho, es el único nacional que defiende volver al mercado único y después a la Unión Europea.
Los liberaldemócratas ganaron en 2019 sólo 11 diputados, pero ahora podrían acercarse a 40 o incluso a 60. Algunas encuestas muestran un porcentaje de intención de voto superior al del Partido Conservador.
El líder liberaldemócrata, Ed Davey, consiguió llamar la atención para su partido haciendo demostraciones físicas casi siempre con algún mensaje en defensa del ejercicio, la salud mental o la limpieza de las aguas de los ríos. Para eso, se tiró de varios toboganes acuáticos, de una tabla de surf y de una grúa, bailó zumba e hizo malabarismos en bicicleta.
Davey es un político menos conocido que otros rivales, pero la mayoría de los votantes creen, por ejemplo, que sería mejor primer ministro que Rishi Sunak. Su mensaje principal, además de volver a la Unión Europea, es la inversión en la salud pública y el sector de los cuidados. Davey contó en una entrevista personal cómo cuidó de su madre enferma siendo un adolescente y cómo cuida ahora de su hijo con una discapacidad.
Mr. Brexit
El otro factor de estas elecciones es Reform, el partido de extrema derecha de Nigel Farage, antiguo eurodiputado y líder del antiguo Partido del Brexit. Es la octava vez que se presenta a las generales y la primera que tiene muchas posibilidades de conseguir el escaño. Su partido tiene alrededor de un 15% de intención de voto, pero, por el sistema electoral, esto supone, como mucho, media docena de escaños.
Farage empezó fuerte con su anuncio de que se presentaba a las elecciones generales días después de haber dicho que no, pero despierta más animadversión que otros políticos y siempre tuvo un apoyo reducido. En los últimos años se había convertido en panelista y presentador de programas y es uno de los nombres más reconocibles de la política británica. Su campaña volvió a recordar sus ideas políticas como candidato: por ejemplo, con sus declaraciones culpabilizando a la UE y a la OTAN de la guerra en Ucrania e invitando a los ucranianos a rendirse, o con los insultos racistas de sus candidatos y seguidores.
Varios aspirantes de Reform al Parlamento dejaron el partido después de ver lo que hay adentro. Este martes se retiró otra candidata, Georgie David, y anunció que se pasaba al Partido Conservador en protesta porque “la gran mayoría de los candidatos” de Reform “son racistas, misóginos e intolerantes”.
Más allá de los escaños que consiga en el Parlamento, el efecto de Reform puede notarse sobre todo en lo que quede del Partido Conservador. Los tories ya se fueron a la derecha, sobre todo en migración y, en los últimos meses, también en asuntos como la lucha contra el cambio climático y los derechos de las personas transexuales. Un resultado muy malo para el partido y un crecimiento de los ultras de Farage podrían empujar a los tories a elegir un líder del ala más a la derecha del grupo.
Contar despacio
El resultado no quedará claro, en todo caso, hasta el amanecer de este viernes. Los británicos cuentan muy despacio y poco a poco.
Al cierre de las urnas, es decir, las 10 de la noche en el Reino Unido, se publicará una encuesta a boca de urna con más de 20.000 entrevistas hechas este jueves a votantes a la salida de sus colegios electorales. Es un sondeo con trabajo de campo de la encuestadora Ipsos y dirigido por el profesor John Curtice de manera tan confidencial que sólo las personas directamente implicadas en el trabajo conocen el resultado antes de su publicación, como explicaba a elDiario.es la directora de Ipsos en el Reino Unido, Kelly Beaver, que se enterará de la esperada encuesta a las 10 de la noche, como el resto del público.
A partir de la medianoche y durante toda la madrugada, las circunscripciones irán anunciando sus resultados poco a poco. La mayoría llegarán entre las tres y las cinco o seis de la mañana, hora local. Para los muy cafeteros, el diario The Guardian tiene una guía por horas. Sobre las cuatro de la mañana se sabrá, por ejemplo, si se dio el caso histórico de que Rishi Sunak perdió su escaño en Richmond, en Yorkshire. Sería la primera vez que un primer ministro en el cargo pierde su sitio en el Parlamento en unas elecciones. Además, se trata de un escaño considerado tradicionalmente seguro por los conservadores y que Sunak ganó con más del 63% de los votos en 2019.
Formar Gobierno rápido
Cuando uno de los partidos llegue a la mayoría de 326 de los 650 escaños en la Cámara de los Comunes podrá declararse ganador de las elecciones y capaz de formar un Gobierno, cosa que suele hacer el viernes a primera hora de la mañana. Lo habitual es que el derrotado, sea primer ministro o líder de la oposición, dimita, y el ganador acuda al Palacio de Buckingham a formalizar su disposición de formar Gobierno.
La tradición es que los miembros del Gobierno sean diputados. Cuando llega un partido en la oposición al Gobierno, los portavoces de cada rama suelen ser los ministros correspondientes, así que los nombramientos se pueden hacer el mismo viernes por la tarde.
El recién elegido primer ministro tendrá apuro por organizarse porque la semana que viene tiene su primera cumbre, la de la OTAN en Washington. El 18 de julio le toca hacer de anfitrión de la reunión de líderes europeos en el Palacio de Blenheim, en Woodstock, el lugar donde nació Winston Churchill.
MR/CRM
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