Un atascamiento político en el que la concepción del poder de los hermanos Milei marca la diferencia
La secuencia de intentos de sesión en la Cámara de Diputados esta semana fue la puesta en escena de una dinámica política en la que las fracciones rivales tienen más capacidad de bloqueo que de imposición de un rumbo.
Aunque la victoria de Javier Milei hace un año fue una tromba para el sistema político y el economista ejerce el poder con temeridad, forzando límites institucionales y alterando la vida democrática con su violencia, quedó demostrado que en el Congreso se da un esquema de diques antes que de cauce. Las urnas podrían destrabar el escenario en 2025, o prolongarlo.
La sesión por la “ficha limpia” para ocupar cargos electivos, el jueves, llegó a 116 diputados, lejos de los 129 requeridos para habilitar el tratamiento. Un día antes, más corto quedó el intento de la UCR de sancionar el proyecto denominado de “democracia sindical”: 111 presentes. La oposición real se frustró a su vez al reunir 119 diputados en su meta de derogar el DNU con el que Milei y Luis Caputo se proponen liberarse de ataduras para tomar más deuda.
El único de los proyectos que alcanzó el recinto y obtuvo media sanción fue el del combate a las apuestas online y prevención de la ludopatía. Pese a un lobby de la industria del juego que actuó a la intemperie, el peronismo, la izquierda y parte de la oposición centrista o amigable consiguieron aprobar la norma, con 139 apoyos, 36 rechazos y 59 abstenciones.
Parece factible que el proyecto contra el juego adolescente sea sancionado en el Senado en el primer trimestre del año próximo, pero Milei lo va a vetar, según anticiparon fuentes de Casa Rosada a este medio
A la luz de las alianzas en Diputados, parece factible que el proyecto contra el juego adolescente sea sancionado en el Senado en el primer trimestre del año próximo, pero Milei lo va a vetar, según anticiparon fuentes de Casa Rosada a este medio. Los técnicos que redactan decretos deberán exprimir algún palabrerío para matizar el bochorno.
En cualquier caso, el previsible veto ratifica el atascamiento del mecanismo institucional. Aunque la aprobación de la ley que limita el juego online fue por amplio margen, quedó en evidencia este año cuánto le cuesta a la oposición conseguir los dos tercios de las cámaras para doblegar un veto. Si llegare a darse el caso, el Ejecutivo apelará a sus conocidas maniobras en penumbras para forzar una nueva pirueta de los PJ Vendidos de Tucumán, Catamarca y alguna otra provincia del norte. Fuera de esas fronteras, los hermanos Milei ya saben que pueden contar con la mayor parte de la UCR y todo el PRO —halcones y palomas—, sin molestarse en solicitarlo.
Un pleno a la censura
Los proyectos en danza esta semana tuvieron distinto tenor. Dos de ellos revestían urgencia, uno social y el otro económica.
La pandemia del juego online causa estragos entre adolescentes. A la radical-macrista Silvana Giudici, más conocida por ser prácticamente una orgánica del Grupo Clarín, le quedaban pocas páginas de la indignidad por completar. Con argumentos estrafalarios, eligió levantar la bandera de la libertad individual supuestamente amenazada por las restricciones establecidas en el proyecto. Su colega Sabrina Ajmechet, alguna vez presentada como del ala “liberal” del PRO, complementó la posición al reclamar por el derecho de los jugadores “no adictos”. Con el binguero Daniel Angelici tras bambalinas, se entiende sin esfuerzo la abstención de una parte importante de la UCR, así como el PJ de Tucumán y el PRO. La Libertad Avanza quedó en solitario con su voto en contra.
La magnitud del lobby del juego se vio reflejada en los medios de comunicación. La sesión ya estaba iniciada, con el quórum suficiente, y la noticia permanecía ausente en muchos portales informativos, con elDiarioAR entre las excepciones. Varias de las principales pantallas informativas se jugaron un pleno a que la sesión cayera y no se vieran en la obligación de informar pormenores, para alegría de Codere y Betsson.
Manos libres
El otro proyecto que revestía carácter de urgencia era la derogación del decreto 846 con el que el Gobierno se habilitó a canjear la deuda pública sin restricciones. En los hechos, el DNU le permite al Ministerio de Economía canjear deuda en pesos por dólares, subir el monto adeudado, aumentar los intereses y acortar los plazos.
En los hechos, el DNU le permite al Ministerio de Economía canjear deuda en pesos por dólares, subir el monto adeudado, aumentar los intereses y acortar los plazos
Un dato objetivo explica la urgencia. Luis Caputo fue el ministro de Finanzas responsable de quebrar récords en la emisión de bonos internacionales entre 2016 y 2017, y uno de los negociadores del préstamo más abultado de la historia del Fondo Monetario Internacional (FMI), por US$ 44.500 millones, en 2018. Creó una montaña impagable que debió ser renegociada en 2020. Se trata de la misma persona ahora a cargo de Economía, ávida de tomar deuda para despejar las dudas sobre el pago de las obligaciones que él mismo estructuró hace ocho años.
Una primera mirada invitaría a extremar la cautela ante la posibilidad de que Caputo agregue ceros de la deuda externa argentina. No es lo que creyeron cuatro de los seis diputados de la Coalición Cívica (CC), que se plegaron a La Libertad Avanza, PRO, UCR de Rodrigo De Loredo y parte de la de Martín Lousteau, los PJ Vendidos de Tucumán y Catamarca, y cordobesistas.
Uno de los diputados de la CC desmintió la versión de que las cuatro ausencias del bloque obedecieran a una gestión de Elisa Carrió y Horacio Rodríguez Larreta, amigo de Caputo. El legislador, cuya ausencia colaboró para que la sesión cayera, explicó a este medio que su vocación principal pasa por sentar límites institucionales a los desbordes del Gobierno e impulsar medidas de reparación económica a sectores vulnerables y a la educación, pero no está dispuesto a “meter ruido en el plan de estabilización”. “Los bonos se iban a ver afectados y ahí es donde menos hay que meterse”, explicó.
Escenario electoral en el aire
Cuál es el destino electoral de las posturas intermedias de ese estilo, que votan a favor de la ley Bases y luego reclaman frenar la caída del presupuesto universitario, es una incógnita en el sistema político.
Es previsible que en más de un distrito haya que optar entre media docena de ofertas electorales competitivas, sobre todo si se eliminan las primarias obligatorias. Sólo en el campo oficialista, deberán arreglarse entre mileístas orgánicos bajo la orden del triángulo de hierro, macristas, radicales M, peronistas estilo Jaldo y Jalil, y alguna ultraderecha local, como la de Ricardo Bussi en Tucumán. Otro tanto podrá enumerarse entre las variantes del campo opositor.
Entran a jugar cálculos de que existe un electorado que nunca votará peronista o izquierda, y a la vez guarda gran distancia de las prácticas del Ejecutivo. A su vez, si la baja de la inflación y la calma financiera se extienden un año más, será difícil contener a ese votante anti o no peronista desde posturas muy adversas a los hermanos Milei. Experiencias en otros países, como Estados Unidos y Brasil, demuestran que los liderazgos ultras de esta era, una vez instalados, tienden a llevarse todo desde el centro a la derecha.
La mayoría de la UCR colabora en lo que le pide un Presidente que odia a Raúl Alfonsín, pero quedó tildada de un único proyecto del prócer partidario: el fin del oligopolio sindical peronista, producto de una legislación que dificulta liderazgos alternativos, sin impedirlos del todo, como demuestra la vigencia de gremios trotskistas.
Si alguna vez Tetaz y De Loredo logran hacer la probar la ley Mucci, luego se verán en el desafío de encontrar algún trabajador dispuesto a votar a un delegado sindical que represente a la UCR
La libertad sindical es un objetivo loable en el marco de una sociedad plural e incluso en aras de la defensa de los trabajadores, a veces traicionados por burócratas transformados en empresarios. En plena negociación entre el Ejecutivo y los popes de los gremios por la flexibilización laboral y el manejo de las cajas, la ley Mucci del siglo XXI naufragó.
Si alguna vez Martín Tetaz y Rodrigo de Loredo —los dos principales radicales que impulsan esa microrreivindicación del legado de Alfonsín— logran su cometido, luego deberán hacer esfuerzos denodados para encontrar algún trabajador dispuesto a votar a un delegado sindical que represente a la UCR.
Milei elige a su opositor(a)
En el reparto de una semana en la que cada proyecto tenía un bloque que lo apadrinaba, al PRO le tocó la “ficha limpia”.
El proyecto procuraba una reforma al código electoral para que una sentencia en dos instancias fuera causante de inhabilitación para candidaturas, aunque quedara pendiente la apelación ante la Corte Suprema. No hizo falta deducir la destinataria del veto, porque sus principales impulsores se ocuparon de explicitar el nombre: Cristina Fernández de Kirchner.
Milei fue y vino sobre el tema, hasta que hizo difundir a través del Gordo Dan y Guillermo Francos que entiende que un proyecto de esa naturaleza es una mala estrategia electoral, y que no corresponde dar el poder de delimitar la oferta electoral a jueces de primera y segunda instancia.
Parece evidente que el Gobierno concibe que la polarización con Cristina le rendirá frutos. Desde hace un par de meses, los movimientos de Milei son claros para privilegiar a la expresidenta a la hora de rivalizar, no sólo sobre otros opositores, sino sobre eventuales reemplazos dentro del peronismo, como Axel Kicillof.
El triángulo de hierro (los Milei y Santiago Caputo) no son los únicos que perciben que la desgastada figura de la exmandataria es útil para mantener a la oposición dividida y obturar nuevos liderazgos. Cristina tiene un piso de votos que probablemente la haga invencible dentro de las fronteras de un peronismo cada vez más achicado, a la vez que choca con techo bajo que torna improbable una victoria. La designada presidenta del Partido Justicialista genera las resistencias suficientes para que otros sectores opositores a Milei —reales o potenciales— rehúyan de una hipotética alianza, y cuando ese resquemor no es suficiente, las usinas de La Cámpora se ocupan de romper todos los puentes mediante señalamientos urticantes.
Desde el más allá de su chacra, Pepe Mujica tradujo una convicción que comparte Luiz Inácio Lula da Silva, pero no dice en público: “Ahí está la vieja Kirchner en la Argentina, al frente del peronismo. En lugar de ponerse de vieja consejera y dejar nuevas generaciones, no, está jodiendo ahí. ¡Cómo les cuesta largar el pastel!”.
Se aguarda un pronunciamiento de Mayra Mendoza para amonestar la traición del Pepe.
La gesta honestista... ¡del PRO!
Las tribunas parlamentarias y mediáticas que apoyaban la “ficha limpia” clamaron a los cuatro vientos que esa polarización que busca Milei es de alto riesgo.
Temen que un desajuste de las variables financieras por razones internas o externas y un consecuente despertar de la inflación, en el marco de la malaria de ingresos populares que disparó el experimento ultra, podría impulsar un nuevo resurgimiento de Cristina. La mera hipótesis de que la expresidenta o un eventual ahijado recobre vuelo electoral agravaría la reacción epidérmica de los mercados.
Además de la dosis de derrotismo que conlleva el argumento de que a Cristina sólo se le gana en tribunales, en el caso del PRO, el proyecto significa un intento de vulnerar la democracia.
Si eso ocurriere, los memes autosatisfactorios y los premios de cartón que Milei viaja a buscar a convenciones extremistas se evaporarán en un instante, infieren quienes guardan memoria del Gobierno de Macri.
Los escenarios 2025 y 2018 son distintos, pero no es algo a descartar de entrada.
Además de la dosis de derrotismo que conlleva el argumento de que a Cristina sólo se le gana en tribunales, en el caso del PRO, el proyecto significa un intento de vulnerar la democracia.
Gran parte de Comodoro Py y el macrismo forjaron una alianza mediada por servicios de Inteligencia que aún perdura. El lazo quedó probado en expedientes judiciales, visitas a Olivos, excursiones a Lago Escondido y designaciones y remociones de jueces y fiscales federales sin reparar en formalidades institucionales.
Cristina enfrenta causas con mayor o menor cuerpo. De lo que no hay dudas, es de que el macrismo alteró los procedimientos para juzgarla.
La arbitrariedad funcionó en sentido inverso. Comodoro Py se transformó en una aspiradora para cajonear todos los expedientes que afectaran a Macri, su entorno y sus funcionarios. Los presuntos delitos atribuidos son un poco más sofisticados que arrojar bolsos con dólares por la medianera de un convento, pero son serios. Ninguna investigación avanzó.
Ni Macri ni ningún ministro fue siquiera indagado por la multiplicidad de causas de índole económico (soterramiento del Sarmiento, parques eólicos, Panama Papers, autopistas), ni por las tropelías vinculadas al espionaje ilegal. Por citar un ejemplo, los dos ejecutivos expertos en lavado que el Gobierno de Cambiemos ubicó en la Unidad de Información Financiera ni se inmutaron ante indicios certeros de que usaron su puesto para beneficiar a exempleadores o clientes, y hasta posan de adalides de la honestidad.
Ante una cancha inclinada de tal manera, la “ficha limpia” se transforma en un ardid para eliminar al principal rival que se termina decidiendo en un asado en un quincho de un barrio privado
De por sí es debatible si corresponde sumar un veto electoral por encima de lo que dispone el código penal, que contempla la inhabilitación para ejercer cargos públicos al tiempo que brinda garantías de apelación.
Ante una cancha inclinada de tal manera, la “ficha limpia” se transforma en un ardid para eliminar al principal rival que se termina activando en un asado en un quincho de un barrio privado o un despacho en penumbras en una oficina alquilada.
Si se trata de aceptar una democracia embarrada, recién se podría empezar a hablar el día en que mantengan en prisión por varios años a un funcionario de Cambiemos por el “poder residual” (doctrina Martín Irurzun) de influir en las causas de las que se lo acusan; o cuando se dupliquen expedientes si el primer intento no sale bien, como ejecutó Claudio Bonadio y respaldaron instancias superiores; o el propio Macri enfrente juicios ante jueces y fiscales que coman asados, jueguen al paddle y al fútbol con Cristina; o cuando allanen de madrugada departamentos en Recoleta o casas en barrios privados cosechados por funcionarios macristas con préstamos de su vendedor; o cuando se extienda la responsabilidad del espionaje ilegal porque el expresidente y los jefes de la AFI “no podían no saber” que había bandas por todas partes y hacían llegar sus informes a las puertas de la Casa Rosada, o los abandonaban en la ruta de running de Luis Majul.
La ventaja de Milei
El fenómeno de Milei tiene características únicas no sólo en relación al ascenso de Macri, sino también en la comparación con otros representantes de la alt-right global, de Georgia Meloni a Donald Trump, de Nayib Bukele a Jair Bolsonaro. Cuesta encontrar un antecedente, si lo hay, de un país de la importancia de Argentina cuyo presidente haya surgido de los paneles televisivos en apenas un par de años, con el grito y el agravio como principales activos, sin siquiera formar un partido propio.
Milei parece tener una ventaja sobre Macri, quien tuvo el mérito de ser el primer presidente conservador en ganar una elección presidencial sin camuflarse en un paraguas peronista o radical. El mandatario ultraderechista concibe con más convicción que su predecesor y cualquier político del PRO, la UCR y la oposición amigable que el liderazgo supone a veces nadar contra la corriente, interpretar las demandas incluso del electorado que en principio es más ajeno, antes que despreciarlo con motes de “choriplanero”, y que la vía vandálica de Comodoro Py puede funcionar un rato, pero porta la derrota dentro de sí.
De los efectos del plan económico y de la lucidez para llevar a cabo su concepción del poder dependerá la magnitud temporal del proyecto de los hermanos Milei.
SL/JJD
0