Hidrógeno verde y cambio climático: ¿Qué estamos esperando?
El hidrógeno es el elemento químico más abundante del planeta, sin embargo no fue hasta este último tiempo que su nombre ha resonado y ganado terreno como tema de debate a nivel mundial. La “Estrategia Nacional de Hidrógeno 2030” presentada en el 2021, en el marco del Consejo Nacional y Social, los antecedentes legislativos referidos a la promoción y la generación de Energías Renovables y las declaraciones de autoridades nacionales que anticipan la presentación de un Proyecto de Ley para impulsar el desarrollo de la economía del hidrógeno verde, son pruebas de la importancia que viene dando Argentina al objetivo común a toda la humanidad: la aceleración de la transición energética de la mano de energías limpias y sustentables.
En pocas palabras, se trata de un biocombustible generado a partir de la electricidad que proviene de energías renovables, aquellas que forman parte de la naturaleza y se consideran ilimitadas, la energía eólica y solar son las más conocidas. Su desarrollo y uso resultan ser una de las claves para la lucha contra la degradación ambiental. Su potencialidad como elemento para descarbonizar la estructura productiva la convierte en una energía del futuro. Sectores como el transporte, la industrias química y/o la construcción pueden reconvertirse para combatir el calentamiento global.
La gran extensión de vientos en la zona patagónica, la radiación solar del norte ubicada entre los más altos niveles del planeta, y las grandes y abundantes reservas de aguas, nos convierten en un país con muchas posibilidades de generar importantes ventajas socioeconómicas y ambientales. La oportunidad de crear un mercado a escala regional y mundial, el desarrollo de tecnología con posibilidad de exportación, los nuevos puestos de trabajo y el impulso de sectores fundamentales como la energía y el agro para la mejora de los saldos entre las exportaciones e importaciones del país de bienes, servicios, capital financiero y transferencias puede ser la recompensa de construir un proyecto económico a largo plazo que ponga en el centro de sus decisiones los intereses nacionales y el cuidado de nuestros recursos naturales.
Por sus características nos impone la necesidad de una infraestructura de almacenamiento y transporte, que permita almacenar el hidrógeno producido en grandes cantidades durante largos periodos de tiempo y transportarlo de manera segura. Complejo y costoso, pero no imposible. Su color despierta esperanza, pero con eso solamente no alcanza. Es fundamental priorizar la planificación responsable que tenga en cuenta las tecnologías disponibles y las necesarias para el almacenamiento, la conversión y el transporte. Debe consolidarse una alianza con el sector privado que tenga como eje la defensa de los intereses nacionales.
Sin embargo, la polarización política y la falta de un diálogo entre todas las fuerzas respecto a cuáles van a ser las iniciativas que caractericen los procesos de acumulación económica por los próximos 10 ó 20 años tampoco parece ser, siguiendo la coyuntura actual, un aliciente. El escenario parlamentario no le ofrece al oficialismo, ni tampoco a la oposición, un contexto propicio para generar la dinamicidad legislativa que implique un marco normativo que regule y promocione la economía del hidrógeno verde. El esfuerzo debe ser conjunto. Será necesario contar con un trabajo de armonía, difusión y concientización sobre la importancia de que el conjunto de organizaciones sociales, políticas, gremiales y de la sociedad civil se sienta parte y acompañe este proceso que va a implicar una reconfiguración impositiva si se busca desarrollar realmente.
Sumado a ello, dar previsibilidad, estabilidad y ser atractivos para las inversiones, demanda la responsabilidad de todos los sectores. Las inversiones que se realicen deben tener el requisito innegociable de interactuar con el mercado nacional y servir a los intereses populares y no transformarse en un mero negocio comercial de exportación y apropiación de divisas. Sin el Estado no se puede, pero con el Estado solo no alcanza. Todos los sectores y organizaciones deben apuntalar un proyecto con un objetivo claro que pueda dialogar con el resto de los países de la región.
El aprovechamiento de las energías renovables puede iniciar un proceso de movilización de las empresas intensivas en energía hacia zonas menos pobladas. La descentralización y la posibilidad de poblar con respeto y a conciencia nuestro país puede y debe venir de la mano de la producción y distribución energética. Estas cuestiones pueden ser prendas de unidad, si sumamos a este grupo su potencialidad que esto tiene en la actividad agroexportadora a través de la producción de fertilizantes, permitiéndonos no sólo abastecer a toda la región, sino también desarrollar un paquete agrícola ganadero verde que incluya todo el combo de insumos. Debemos tener la convicción y el compromiso necesario para asumir el desafío de avanzar en esta iniciativa con hechos concretos, ello nos permitirá ser los próximos protagonistas en materia energética a nivel mundial con base en la protección del medio ambiente.
*Lic. en Dirección de Negocios. Maestrando en Liderazgo y Análisis Político
CC
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