Soy gorda (Esegé)
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Narraciones
El mundo de la moda sigue pensando en cuerpos hegemónicos
En el amplio y poderoso universo de la comunicación, la preocupación por la diversidad corporal se impuso, apenas, en pequeños sectores de nuestro país abiertos a la mirada amplia del activismo gorde. Fue cuando aparecieron las demandas genuinas por la aceptación e inclusión de todas las corporalidades, más allá de sus tamaños, sus límites y sus posibilidades. La marea de la última ola del feminismo, durante la prepandemia, empujó a un mayor (aunque aún insuficiente) despliegue social de la pluralidad de las anatomías humanas.
“No creo que los medios, y en particular las revistas, webs y redes sociales dedicadas a la moda, se hayan deconstruido para mostrar con naturalidad tendencias y diseños en cuerpos diversos; ni por parecer cool lo hacen. Si se refieren a personas con cuerpos fuera de la norma, lo hacen como si se tratara de un fenómeno”, opina Delia Alicia Piña, periodista de larga trayectoria en moda, belleza, joyería de autor y afines.
“El mundillo de esta especialidad del periodismo es cada vez más reducido y puede que algunos asuman una postura un poco más abierta para quedar bien. Otros pocos, más jóvenes, tal vez lo hagan por convicción, pero no es la constante. Son las productoras quienes deciden qué tipo de cuerpos mostrar en notas y campañas de marcas y ellas manejan la imagen de programas de televisión y revistas especializadas. La mayoría elige figuras delgadas porque las consideran más armónicas, nos falta mucho para tomar consciencia y dejar de vivir de las apariencias”.
“Las imposiciones del sistema de la moda, el consumo excesivo de un sector con poder adquisitivo y cuestiones económicas presionan por esconder la situación de exclusión de una gran mayoría de la población que no responde a los estándares”, señala Piña con una percepción sensible acerca de la problemática. Y agrega que, pese a todas las dificultades, “existe una tendencia que está poniendo de manifiesto la desigualdad en el trato” con las personas con cuerpos no modélicos y “la necesidad de democratizar la indumentaria”.
“En la práctica, la ley de talles no está vigente”, dice Piña, quien advierte que es difícil generalizar la situación del colectivo de los creadores de ropa respecto de la confección de indumentaria para cuerpos que no siguen los patrones. “Hay muchas marcas con diseño a las que no les interesa tener una curva de talles real, otros autores pelean por sobrevivir e intentan definir una propuesta creativa con identidad, pero les cuesta reproducirla en una línea amplia de talles y solo disponen de dos o tres porque carecen de los medios económicos. Algunos confeccionan a pedido para suplir esta falencia y otros deciden privilegiar el diseño antes que el volumen”. En otro caso, se intenta responder a la variedad de tamaños “resolviendo la demanda con un supuesto talle único, de líneas holgadas. Pero el concepto de talle único es inviable porque es imposible que una única medida sirva para personas tan distintas. Sigue siendo solo para algunos”, argumenta Piña.
Sin embargo, la comunicadora reconoce que algunos diseñadores son un poco más innovadores “y deciden crear modelos de corte recto con talles hasta el XXL que los hace aptos para casi todo tipo de cuerpo. Una moda más inclusiva, sin género, que busca superar la opción que se cierra a lo binario”.
“La ley de talles es necesaria y hasta imprescindible para democratizar el consumo de ropa o para poder sostener que estamos en camino de la igualdad de oportunidades para vestirse”, opina sobre el proyecto que, por ahora “es letra muerta, todavía no funciona”.
En este momento, el INTI lleva adelante un estudio antropométrico nacional que está finalizado en un poco más del 60 por ciento, el cual debe actualizarse cada 10 años. “Resta su instrumentación que, probablemente, será paulatina, y ya muchos empresarios textiles adelantaron que podría llegar a implementarse en 2023. Es un camino largo y tedioso, siempre se escudan en los costos y ahora se excusan en la crisis económica pospandemia, en la relativa apertura de las importaciones y, como si fuera poco, en las consecuencias de la guerra en Ucrania”, comenta la comunicadora. “Pocas marcas incluyen talles más allá del 46 y, vuelvo a decirlo, se excusan en el remanido argumento de que implica más insumos y, en consecuencia, más costos. Algunos diseñadores prefieren perchas para mostrar su ropa, pero muchos otros demuestran que intentan respetar la curva que incluye a todos”.
Sin duda se requerirá de una decisión política para hacer cumplir la ley “en un sector que no da puntada sin hilo, al acumular un aumento de precios de más del 70% en la primera mitad del año. Los empresarios quieren que se cumpla su derecho a aumentar los costos y el valor final de la indumentaria, pero se resisten a ofrecer la variedad de talles a los que obliga la norma. En muchos locales de ropa, sobre todo en los shoppings y grandes comercios, sólo disponen de etiquetas con las letras en otro idioma y muy pocos exhiben los talles que van del 38 al 48”.
Piña cree que se diseña sobre todo para cuerpos hegemónicos “porque es más rentable por quienes manejan el negocio y están mejor posicionados para responder al estándar impuesto que domina nuestra cultura occidental y privilegia el cuerpo estilizado y joven. No en vano, la Argentina es el segundo país con más casos de trastornos de la conducta alimentaria con un crecimiento alarmante de anorexia nerviosa, personas obsesionadas con su figura, con una distorsión de la imagen real de sus cuerpos, con miedo a subir de peso, sobre quienes pesa las representaciones que muestran las marcas”.
“Por suerte, va creciendo la idea de que no se debe opinar sobre cuerpos ajenos, que hay que respetar e incluir a todos y que es imprescindible ampliar la oferta, si se pretende una sociedad más igualitaria y justa. Aún estamos en una etapa de discurso y concientización, pero es un buen puntapié que se debe sostener y ampliar”, agrega Piña, quien trabajó durante años en el diario La Nación y ahora escribe en https://lajoyeriadeautor.com/
Le consulto cuál debería ser el rol de los comunicadores en el tema de la diversidad corporal y es categórica: “en primer lugar hablar de diversidad corporal y no ignorar, no limitarse ni ceñirse a un solo modelo. Destacar la falta de distintos talles y velar por el cumplimiento de la ley, relevando la existencia de todas las medidas en el mercado, visibilizando las voces que reclaman y dando a conocer experiencias sobre la falta de indumentaria que afecta a las persona independientemente de su género, identidad y edad”.
LH
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