Rascar la superficie
“Victoria Villarruel no tiene familiares ni amigos ni conocidos que hayan sido asesinados por organizaciones guerrilleras entre 1969 y 1979, la etapa para ella 'más cruenta de los ataques terroristas'. Pero sí tiene un tío que desde El Vesubio, el centro clandestino de detención que operaba en La Matanza durante la dictadura cívico militar, daba órdenes”. Así comienza la nota en que Victoria De Masi cuenta la historia del familiar del que la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza no habla; ese testimonio que no le parece necesario sumar a “la memoria completa”.
Esta semana en la redacción discutimos, sobre la marcha, cómo cubrir la agenda que la diputada Villarruel instaló con cierta habilidad. Somos un diario joven, que se encuentra por primera vez con noticias como el acto convocado en la Legislatura en “homenaje a las víctimas del terrorismo”. De todos modos, no tenemos dudas de cuál debe ser nuestra postura: informar los hechos nuevos, sin perder de vista el contexto ni la historia. Evitar que las consignas aparentemente nobles –el recuerdo, por caso, de una estudiante de 18 años muerta por la explosión de un coche bomba– embarren un camino que costó 40 años de democracia despejar. Para desarticular el caballo de troya no hace falta sobreinterpretar. Alcanza con detenerse en el prontuario de los asistentes al acto-homenaje o apenas rascar la superficie, como hizo De Masi en su nota sobre “el tío Ernesto”.
Este domingo decidimos hacer foco en lo que identificamos como una avanzada negacionista. Emilia Delfino explica, a partir de la guía de expertos, que no hay manera jurídica de equiparar los delitos de lesa humanidad cometidos por la dictadura y los delitos ordinarios generados por la violencia de los grupos guerrilleros. Es un debate que para el Poder Judicial está saldado hace más de 15 años. Puede que a nuestra audiencia le resulte obvio, pero nos entusiasma la idea de que esta nota circule más allá de nuestro núcleo de lectores y le haga honor a lo que consideramos que es una de las misiones del periodismo: aportar herramientas al debate democrático.
También abrimos el diario a opiniones externas, como la del sociólogo Pablo Alabarces, que indaga en la condición de posibilidad para la emergencia de ciertas banderas vetustas. Una pista: “el pacto democrático básico no era sólo 'no matarás', sino también, y muy especialmente, 'con la democracia se come, se educa y se cura'”, escribe.
Con la segunda etapa de la campaña electoral ya relanzada, Mauricio Caminos se detiene en la importancia que le otorga Patricia Bullrich a lo que ocurra este domingo en las elecciones de Santa Fe, que podrían ser el primer casillero de tres elecciones provinciales que pueden ayudarla a recobrar protagonismo. Pablo Ibañez se aventura a los “beneficios indecibles” que trajo la victoria de Milei para el peronismo y Sebastián Lacunza clava una pregunta: ¿Por qué no reina el optimismo si dos tercios de los argentinos acaban de votar por un cambio?
Un aviso, porque sé que notarán su ausencia. Este domingo no estará la columna de Tamara Tenenbaum, que se tomó un breve respiro de su Ensayo general para terminar entregas editoriales (el pluriempleo nos alcanza a todos). El domingo próximo estará de nuevo entre nosotros. Mientras tanto, pueden escuchar su podcast del sábado.
Este fin de semana publicamos también una segunda parte de la investigación que develó abusos sexuales y de poder en la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de La Plata. Lara Guerrero comenzó a trabajar silenciosamente en el tema en 2020 cuando, como estudiante de periodismo de la UNLP, escuchó rumores sobre lo que pasaba en Odontología. Habló con alumnos, indagó en grupos de redes sociales, recopiló información de varias fuentes y por último, dio el pasó que sintió que le faltaba: se anotó en la carrera y cursó durante algunas semanas. “De lunes a sábados, en el turno noche, tuve que rendir exámenes, tallé dientes de jabón y rellené muelas de plástico con cera roja. Barrí el aula después de las prácticas y pagué una fortuna por materiales obligatorios que aún conservo en mi casa”, cuenta. El día que publicamos el resultado de su trabajo, la Facultad de Odontología decidió apartar a los tres profesores señalados y ella recibió un aluvión de más de 30 nuevas denuncias, que todavía está procesando.
El periodismo que hacemos lleva tiempo y demanda recursos. Si te parece que lo vale, te invito a que nos des tu apoyo. Hasta el domingo que viene.
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