Cuando sopla el viento
Hijos de puta, corruptos, ensobrados. Los periodistas son adjetivados por el Primer Mandatario durante el fin de semana. La negatividad todavía rinde en X, pero ya no mide tan bien en televisión. Milei es, o quiere ser, lo que otros no son. Cuando se vuelve afirmativo es confuso, desconcertante. Al destacar el trabajo de un periodista en particular, invierte los roles:
—En una entrevista a un gran periodista y honesto, como es Esteban Trebucq, le pregunté: “¿Sabés cuál es la diferencia entre un genio y un loco?”.—dice, inflamado, en el anfiteatro del Parque Lezama.
—Pelado, pelado —corea la multitud.
—Señores periodistas, escuchen cómo la gente sabe quiénes laburan bien y quiénes son mercenarios.
Los calificativos generan turbulencias en la tensa armonía de LN+. Como si se sintieran iluminados por el principio de revelación, sus conductores se comportan de maneras extrañas, dando lugar a una variedad de recortes que circulan en las redes sociales.
—Te felicito, querido Pelado —dice Eduardo Feinmann, ácido, durante el pase del lunes—. Te ovacionaron cinco mil y pico de personas. Y el resto de los periodistas somos unos hijos de puta.
Esteban Trebucq juega con el cuello de su remera.
—Me ponés en un lugar incómodo —dice.
Ignacio Ortelli, que viene de ser insultado por Milei en X, sonríe nervioso a su lado. Feinmann, cuyos límites morales suelen coincidir con los intereses de Mauricio Macri, aclara que no se hace cargo de nada: él no es un hijo de puta, un corrupto ni un ensobrado.
Miércoles a la mañana
Es conservador en lo político, reaccionario en materia de seguridad y progresista en lo cultural. Sobre la base de tres registros que alternan entre sí —irónico, indignado y sensible—, Luis Novaresio parece haber encontrado una fórmula para dirigirse a distintos públicos a la vez. Todo lo conmueve o altera en igual medida: un asesinato en el conurbano, Cristina Kirchner o el aniversario de la creación de Mafalda. Cuando se siente interpelado, juega con su anillo de la mano izquierda.
Las reflexiones de Antonio Laje, en cambio, son menos tenebrosas que su apariencia. De un carisma severo, como un funebrero resignado, su semblante turbio anticipa opiniones más siniestras que el promedio, pero la mayoría de las veces se limita a repetir el sentido común de la señal de noticias. Cuando finaliza una intervención suya, en general, queda en el estudio la sensación de que podría haber dicho algo peor.
En la previa de la marcha universitaria, ambos conductores improvisan la rutina republicano-cómica de todas las mañanas.
—Vamos a la resistencia, carajo —arenga Luis D’Elía desde un video tomado de las redes sociales—. No tenemos un mango. Voy a recorrer todos los barrios para que a finales de noviembre, principios de diciembre, volvamos a darle a la Patria una lección histórica, para que desde La Matanza volvamos a poner a la Argentina de pie.
—Algún fiscal debería intervenir —opina Laje.
Novaresio recuerda que, la semana pasada, D’Elía publicó una foto donde aparece con integrantes de Hezbollah.
Laje se sorprende:
—¿Este es docente? —dice.
Horas más tarde
—Es una marcha pacífica —informa Carola Suárez desde el Congreso—. Hay mucha gente.
—Perdoname, Carola —jadea Trebucq—. Lucas Gerez me está llamando desde otro punto porque hay disturbios.
Las imágenes muestran un forcejeo entre la multitud.
—Los manifestantes de la UCR tratan de sacar a un chico que estaba haciendo unas entrevistas —asegura el movilero—. Entiendo que es youtuber. ¿Qué pasó?
Le pone el micrófono.
—¿Vos sos un youtuber, no?
—Me llamo Fran Fijap y acabo de sufrir una agresión por parte de la gente de Lousteau y de Martín Tetaz —asegura el youtuber, con calculada excitación—. Me acaban de pegar, me quisieron robar el celular, mi herramienta de laburo. Lo bueno es que está todo grabado. Queda en evidencia quiénes son los buenos y quiénes son los malos.
—Dejá de hacer quilombo —grita alguien—. Yo soy periodista profesional. No vengo a hacer quilombo. Los periodistas trabajamos seriamente.
—Trebucq es una mierda —dice otro.
—Hi-jo de puta, hi-jo de puta —corean todos.
El aludido se acomoda el cuello de la camisa.
—No parecen académicos —opina.
Después de la marcha
Al principio, el pase es acartonado: Feinmann abre la conversación con solemnidad.
—Yo estoy a favor de la Educación Pública —aclara.
—No arancelada —coincide Trebucq.
Ya no hay rispideces entre ambos.
—Se subieron a un reclamo justo y lo convirtieron en un acto político —interviene Ortelli.
Feinmann informa que en la marcha estuvo presente Horacio Rodríguez Larreta.
—La sociedad ve estos personajes y sigue apoyando a Milei, obviamente. Aunque la causa sea justa.
Ortelli ratifica sus palabras y añade que en la marcha también estuvo Juan Grabois. Feinmann se detiene en un cartel: “Docente: $400.000. Jubilado: $250.000. Adorni: $5.000.000”.
—Creo que a ese cartel le falta un nombre —dice, ya distendido—. Cristina Fernández de Kirchner, $18.000.000.
Los tres están de acuerdo. La conversación retoma su cauce habitual. Aparece la foto de un hombre que carga piedras durante la manifestación.
—Deben ser libros —dice alguien.
Feinmann aventura que se trata de un catedrático de la carrera de Arqueología. Todos ríen.
A la noche
Centrado, con parsimonia, Pablo Rossi presenta una lectura definitiva. Hubo dos marchas: un legítimo reclamo de miles de personas por un lado, y el tren fantasma por el otro. Novaresio ensaya una explicación diferente: la presencia de sindicalistas, políticos y Sergio Massa en realidad beneficiaría a los estudiantes, porque en las imágenes se observa que ellos no se acercan a ninguno de los aprovechadores.
—Fijate alrededor de Massa —apunta—. ¿Cuántos estudiantes hay?
El abordaje es descartado por sus colegas. Feinmann exagera el asombro.
—¿Cómo los va a beneficiar? —dice.
Novaresio se toca el anillo.
Rossi recuerda los recortes en Educación y Salud realizados por Massa en 2022, cuando era Ministro de Economía.
—Y nadie marchó entonces —señala.
La cortina musical insinúa una amenaza.
—Cuidado, que el viento junta cosas —advierte Rossi, oracular—. Hay mucha gente buscando el vasito de agua en medio del desierto. Si vos estás dispuesto sólo a quedarte con el viento que te trajo hasta el poder, te podés llegar a resfriar cuando el viento cambie.
Un clip contrapone el discurso de una dirigente de la FUBA con declaraciones de Pablo Moyano sobre la Ministra de Seguridad. Este último segmento es musicalizado con Astor Piazzolla.
—Tratando de borracha a Patricia Bullrich —suspira Feinmann.
Rossi elogia a la dirigente estudiantil:
—Con razón o equivocada, ella sabe dónde está parada —dice.
—¿Ven por qué digo que los beneficia? —insiste Novaresio— Te das cuenta, escuchando a estos dos, quién es el genuino y quién es el aprovechador.
Rossi advierte que se trata de un montaje realizado por ellos mismos.
—Lo estamos haciendo nosotros este juego.
—Me da la impresión de que el Gobierno va a salir a decir: “una cosa es el reclamo justo y estamos de acuerdo y otra cosa es los que se aprovechan” —sugiere el experimentado Feinmann, con menos escrúpulos.
Mientras hablan, aparecen en pantalla fotos de Cristina Kirchner saludando manifestantes desde el balcón del Instituto Patria. Con la participación de Martín Rodríguez Yebra desde la redacción del diario La Nación, los periodistas concluyen que, a pesar de lo que ellos opinan, el veto va a salir y el Gobierno va a focalizar su discurso sobre quienes quisieron sacar rédito político del reclamo.
Zócalo: Camioneros, Suteba y La Cámpora participaron de la marcha.
SR/DTC
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