Didier Bolsh, repartidor de aplicación de delivery: “Discutimos por nuestros derechos laborales mientras estamos subidos arriba de la moto o la bici”
-Lo primero que te quiero preguntar es: ¿cómo es un día de trabajo para vos? ¿Cuándo empieza? ¿Cuándo termina? ¿Qué es lo que no se ve para alguien que encarga y recibe un pedido y ve llegar a una persona que se lo trae a la puerta de su domicilio?
-Para poder trabajar primero hay que garantizar los elementos de trabajo. Estos elementos los ponemos los repartidores a disposición, que son el vehículo: motos, bicis, también autos en algunos casos, y el celular. Además hay que cargar obviamente datos móviles para poder trabajar en la calle y tener elementos de protección frente a la intemperie. Y si llueve, hay que tener todo preparado. Si hace frío; si hace calor, llevar hidratación. Básicamente, en las aplicaciones uno reserva un turno de trabajo con cierta anticipación que depende del ranking en el que está (hay un sistema de división de los trabajadores que consiste en posiciones de ranking). De acuerdo a eso, se fija la anticipación que vos podés lograr en reservar un turno. Una vez que llega el momento, salís hasta el punto donde te podés conectar -depende de la ciudad donde hayas tomado el turno- y arrancás a recibir los pedidos.
-¿En una semana sabés ya cuántos días vas a trabajar, o vas sabiendo día a día cómo va a ser tu jornada laboral?
-Claro, dependiendo del ranking en el que uno está, tenés hasta tres o cuatro días de anticipación para poder reservar si es que quedan lugares, y a partir de eso, todo el tiempo hasta el horario que uno quiera conectarse. Por ejemplo, yo puedo decidir agarrar el celular, fijarme si hay un turno para hoy a la noche y tomarlo; eso también es posible: decidirlo en el momento.
-Una vez que pediste un turno, ¿se te asigna y empezás una jornada? ¿Cuándo termina esa jornada? ¿Depende de vos, de la aplicación o del trabajo?
-En general, por lo menos en Pedidos Ya eso está estipulado. O sea, podés agarrar el turno de 8 a 12 y cubrís hasta ese horario; en Rappi, te podés conectar y desconectar cuando quieras, pero también tiene un sistema de reservas. Entonces, en todo ese tiempo en el que uno está conectado tiene que cumplir todos los pedidos que van llegando. Si uno deja de cumplir los pedidos, hay bloqueos, pausas que te impone la propia aplicación de forma automática. Consiste básicamente en cubrir todas las determinaciones que tenga el pedido. En general, cada trabajador evalúa cuántas horas de trabajo necesita, pero en muchos casos, por la situación actual de la Argentina, esto no baja de ocho o diez horas de laburo para poder llegar a una canasta básica, con cómo están las cosas hoy, los alquileres, la suba de los alimentos. La supuesta libertad de elegir horarios, como se presenta muchas veces en las empresas para justificar que no estamos reconocidos como trabajadores de ellas, se transforma realmente en una necesidad de trabajar ocho o diez horas justamente por las condiciones de trabajo, por los pagos, por la situación del país.
-Lo que me decían es que si no tenés una moto es muy difícil, ¿no? Vos mismo nos contabas que, teniendo una bici, es prácticamente imposible llegar a un sueldo digno a fin de mes, algo que te alcance mínimamente. Todo eso, como decías al comienzo, corre por cuenta del repartidor, del trabajador, ¿no?
-Sí, por un lado es correcto lo de la bici; si trabajaras ocho horas por día podrías sacar quizás entre 20 y 25 mil pesos por semana; en moto, por ahí sacás más, pero tenés que cubrir todos los gastos de la moto: la nafta, donde se están habilitando aumentos, y a su vez las reparaciones. Además, teniendo en cuenta que es improbable que uno termine trabajando todos los días de la semana por diferentes razones, como puede ser enfermarse -uno está expuesto al frío, al calor, a las diversas situaciones, a los robos, accidentes-. Todos esos son períodos de tiempo para los que uno a lo mejor está sin disposición, y los tiene que recuperar de alguna forma.
-El ranking es clave para definir los ingresos que puede tener una persona que trabaja como repartidor en estas apps. ¿Cómo subís y cómo bajas en ese ranking? ¿Cómo hacés para subir? Me imagino que es difícil porque tenés que trabajar muchas horas, estar disponible, pero también podés bajar y muy rápido. ¿Depende a veces de las empresas? ¿Cómo es ese ranking que es el que determina el sueldo?
-El ranking te da ciertos adicionales por pedido. Nosotros trabajamos a destajo, lo cual significa que por pedido y por kilómetros tenemos un ingreso estipulado. No es un pago por hora. Entonces, eso también tiene otras consecuencias que las podemos ver sobre los ritmos de trabajo, pero, sí, son adicionales que se consiguen trabajando más horas, particularmente en las horas de la noche de los fines de semana. Ahí se paga más. Además de eso, se considera también en relación a la cuestión del ranking. No sólo se paga un poco más el pedido, sino que además uno está más alto en el ranking por haber metido muchas de esas horas, y termina teniendo adicionales que, igualmente, no son tan significativos: te pueden hacer una diferencia de 200 o 300 pesos por la jornada. Esta situación lleva a cumplir cada una de las cuestiones que plantea el trabajo, no rechazar pedidos. Hay pedidos que a lo mejor son lejos o en zonas inseguras, y de repente uno no los rechaza para mantenerse en el ranking. En el caso de Rappi, esto es tremendo, porque no te mantiene en una zona de loggeo. Supongamos que vos empezás en Mataderos, terminás en el otro lado de la General Paz, después en Castelar, o Vicente López, te va llevando. Te va arrastrando de acuerdo a los pedidos que uno tenga, los locales cercanos con demanda, y te va alejando cada vez más. Entonces, si uno deja de aceptar los pedidos -que es una opción-, en general no puede aspirar a subir.
-Si no contestas rápido, ¿la aplicación te puede bloquear?
-Sí, particularmente nunca me ha pasado, en general tienen que ocurrir eventualidades con los clientes, que los locales te obliguen a acudir a soporte o el diálogo mismo con el cliente. En Rappi, por ejemplo, está la categoría de valoración del cliente, las estrellitas. Toda esa puntuación también influye, con lo cual, tu trabajo depende de la subjetividad de otras personas. También se dan las pausas, por diversas fallas de la aplicación, diversos inconvenientes que a veces no son de control propio. Entonces uno tiene que pausarse, no cumplir el horario completo que estaba estipulado ahí, y eso afecta.
-Evidentemente, la inflación que tenemos hoy, que conocimos el viernes pasado -el 7,7% del mes de marzo- marca la actualización salarial. Obviamente, cuando uno está bajo convenio o representado por un sindicato que tiene su historia o su poder, o está sentado a la mesa de negociaciones, eso va por el carril de las paritarias. En este caso, en la precariedad más absoluta -corregime si me equivoco-, ¿cómo se actualiza el sueldo de un repartidor hoy por hoy en la Argentina?
-La situación del repartidor de aplicación en ese sentido es igual que la de cualquier trabajador en negro. En Argentina, la informalidad es muy alta hoy; viendo las estadísticas del INDEC, hay más trabajadores que están por cuenta propia o en negro directamente que trabajadores registrados. Eso refleja un avance muy fuerte de las patronales sobre las condiciones laborales de los trabajadores, que además se expresa también en la distribución del ingreso en distintas estadísticas que muestran cómo venimos perdiendo frente a la inflación y a los aumentos de precio. El trabajador en negro no reconocido no tiene instancia de negociación reconocida, como puede ser un trabajo en blanco a través del sindicato y demás, por lo tanto, la única opción realmente es salir a reclamar, ya que cuando uno va a las oficinas nadie te atiende, hay un ninguneo y un destrato muy fuerte en ese sentido. Supuestamente uno aceptó las condiciones de trabajo, pero es evidente que la situación inflacionaria cambia la de las condiciones originales en las cuales uno aceptó trabajar.
-Y en la oficina, ¿quién responde por la empresa, por ejemplo, si se presenta un trabajador de manera individual?
-Cuatros de copas que obviamente no atienden tus reclamos. Esta situación, junto con el tema de los robos, es unos de los puntos que más bronca genera entre los trabajadores, porque realmente, como decíamos, está muy compleja la mano. Sumando lo que puede ser el costo de alquilar, el de los alimentos y demás, hoy, una canasta está por encima de los 170.000 pesos, y en Argentina, los que trabajan sostienen a su familia; no es que todos viven solos y se arreglan con lo que se les paga, sino que realmente sostienen todo un grupo familiar. Por lo tanto, esto es muy sentido y la reacción es la organización de medidas de lucha, como caravanas, que es ir en moto o en bici hasta un punto específico. Eso lo hemos hecho sobre todo en pandemia. También hemos parado, es decir, reservamos los turnos y los cancelamos en el momento donde teníamos pautado parar, y todo eso ha tenido un efecto.
-Si no hay protesta, ¿el salario está congelado?
-Claro, tal cual, esa es la realidad de millones de trabajadores en el país que la vienen sufriendo así, porque estas empresas de plataforma reclutan mano de obra de manera indeterminada, en el sentido de que no se ponen un límite, sino que siguen contratando y por lo tanto siempre va a haber alguien. ¿Se entiende? Si uno no quiere trabajar por determinado ingreso, alguien va a estar ahí por la situación de miseria y la presión que existe para ocupar ese lugar en definitiva. Las empresas lo saben perfectamente y aprovechan que no hay oportunidades ni otras alternativas. Realmente esa es la situación en la que se encuentra hoy la juventud trabajadora en el país.
-¿Cómo se inicia el vínculo con las empresas? Nos contabas en la previa que es absolutamente no formal, precario. La empresa te exige en muchos casos que seas monotributista, en algunos otros casos ni siquiera eso, pero no hay relación contractual y todo el contacto inicial es virtual; no tenés una contraparte. ¿Es así? ¿Cómo empezás a trabajar en esa relación que es absolutamente precaria, en la que no tenés prácticamente derechos?
-Las empresas te piden para empezar a trabajar una cierta documentación de identidad, del vehículo sobre todo. A partir de eso, se evalúa. Hay un período de evaluación que dura dos días y a partir de eso ya tenés en sí la habilitación. Tenés que firmar con una firma virtual un contrato que explícitamente dice que no hay relación laboral, ni relación de dependencia, que uno es autónomo, etcétera, que uno no puede reclamar derechos laborales, lo cual es peculiar en un sentido, porque quizás trabajando en negro eso se da de palabra. Acá hay un contrato, el Estado claramente puede acceder. Es decir, hay documentos que muestran cómo es el modelo y la forma de contratación por fuera de la legislación laboral. Esto lo han hecho al amparo de los Estados en estos últimos años, está a la luz y existe de forma legal, más allá de que hay ciertas disputas, sobre todo en la provincia de Buenos Aires con el gobierno que aprovecha la situación para aplicar ciertas multas. Recaudan un poco, pero realmente no proponen ninguna medida de fondo para resolver esta cuestión. Entonces, básicamente es un modelo de contratación para un trabajo en el que -repito- no tenés ningún derecho laboral. Una de las cosas que se plantean es que cuando uno acepta órdenes de trabajo las tiene que cumplir, y todo eso supone un sistema de órdenes, un sistema de castigos, y configura lo que sería una relación laboral.
-El Ministerio de Trabajo de Nación, que es el Frente de todos desde 2019, ¿tuvo alguna intervención hasta el momento para regular de alguna manera esta actividad?
-No, no realmente. Cuando hemos ido a reclamar esa cuestión, los que nos recibieron se declararon incompetentes, con estas palabras explícitamente, para abordar el tema del reconocimiento laboral. Es decir, les dieron vía libre a las empresas para que pudieran seguir explotando a los trabajadores de esta manera. Insisto: no son como un comercio de barrio -que igual obviamente está mal- en el que se contrata en negro; son multinacionales, monopolios internacionales que te explotan por muy poco. No garantizan que uno pueda llegar al día siguiente con lo que se paga al no haber protección social. Todo lo que ya comenté. Al no haber un seguro de los vehículos, al no garantizarse eso ni los ingresos que a uno le permitan cubrir realmente los costos que eso genera, es trabajar por un tiempo hasta donde uno dé, hasta donde el vehículo dé y después de ahí “arreglate”. Algo que me había olvidado mencionar, es que también este régimen de salario a destajo y de pago realmente mísero lleva, en muchos casos, a aumentar los ritmos de trabajo, a ir más rápido en la calle. Es un laburo realmente peligroso que se ha llevado varias vidas de compañeros y accidentes. Entonces no puede ser que, habiendo pasado cinco años, los gobiernos miren para otro lado, hagan como que no pasa nada, o finjan que el trabajador decidió, aceptó estas condiciones. Realmente es un escándalo, un fraude laboral fenomenal en todo el mundo, y en todos lados esto se está poniendo a la luz, y por eso avanza una tendencia a la regulación, a las regulaciones impuestas por la circunstancia. Lo de Capital Federal es una muestra de esto, es una regulación que realmente institucionaliza todo lo previo que ya comenté. No es que cambie alguna condición de trabajo, realmente es un escándalo.
-Las empresas quedan como intermediarias.
-Claro, se les reconoce todo lo que las empresas plantean respecto de que somos autónomos y demás. Se reconoce este régimen de precarización basado en el monotributo y el desconocimiento de la relación de dependencia. Esto está institucionalizado porque ya existe el registro en capital. Es un registro que además se renueva anualmente y lo paga el trabajador, y el gobierno de la Capital de Larreta defiende este modelo abiertamente. Del otro lado, en los hechos también lo defienden, aunque en el discurso se intentan diferenciar un poco y decir que ellos están por los derechos laborales.
-Hoy hubo una protesta o una movilización en La Plata de un grupo de repartidores, y el mensaje que circuló era: “no queremos regulación”. Como si estos repartidores, trabajadores que se movilizaron a La Plata quisieran seguir en esta situación que vos describís de precariedad, de desprotección. ¿Cómo se explica eso? Porque a veces alguien que mira desde afuera: trabajadores que se movilizan para que no los proteja el Estado ni la ley.
-Si en cualquier trabajo en negro viene el Estado y te quiere blanquear, y eso supone que tu patrón te eche, ¿qué vas a preferir: seguir trabajando y por lo menos tener un ingreso, o que se cumpla la ley, pero no trabajar? Esa es la situación del país.
-Las empresas tienen más poder que el Estado, parecería, en este caso, o el Estado no toma decisiones como para regular la actividad.
-Igual hay que clarificar que estas regulaciones que impulsan desde el Estado, en este caso un proyecto del oficialismo de la provincia de Buenos Aires, de la bancada de (ininteligible), no están contemplando situaciones eventuales, como puede ser que las empresas aprovechen esto para despedir una cantidad de trabajadores. Entonces no hay garantía frente a eso. Eso debe ser criticado en este proyecto, que ni siquiera es de reconocimiento laboral tampoco. Eso también hay que clarificarlo: este proyecto consiste simplemente en crear un registro como existe en Capital Federal de Trabajadores. Y después hay otro mito que es el de que las empresas se van a ir del país. Esto es una falacia. En ningún lugar donde se regula en un sentido de reconocer derechos laborales, desaparece una rama de producción. Eso no existe. El reparto por aplicaciones vino para quedarse. En Argentina y en todo el mundo. Pero bueno, obviamente les conviene seguir en este modelo flexibilizado. Los trabajadores tenemos que entender que también hay formas de ganar derechos laborales, que es lo que necesitamos para tener estabilidad, protección social y defender cuestiones que nos interesan, como no tener a lo mejor una jornada fija, que es algo que se discute. Mirá, yo prefiero laburar y tener esta flexibilidad para elegir si laburo cuatro horas a la mañana, a la noche u ocho horas. Eso se puede discutir y enmarcar perfectamente en alguna clase de proyecto que, en definitiva, nos reconozca los derechos laborales mientras estamos subidos arriba de la moto o la bici, el tiempo que sea: una hora, ocho o demás, para que, por ejemplo, si uno labura diez horas, eso tenga pago por horas extra; o, si lo despiden tenga indemnización, licencias pagas por accidente, por enfermedad, jubilación.
-Hoy, ante un accidente, ¿no hay nadie de la empresa que se haga cargo de nada? ¿No ofrecen ART ni protección?
-Hasta hace muy poquito no teníamos nada. Ahora, la empresa te descuenta un seguro, pero que es un seguro que simplemente te cubre gastos médicos. Si vos tenés que comprar el remedio en caso de accidentes y no de enfermedad común, te lo cubre, pero no te cubre los días caídos. Si vos venías laburando ocho horas todos los días y de repente por un accidente no laburás un mes, esas ocho horas no te las va a pagar nadie y tenés que aguantarte ya con lo que hayas ahorrado. O a veces se hacen colectas entre los trabajadores.
-¿Qué pensás cuando escuchas hablar de “reforma laboral”? Hay sindicatos que se oponen, pero también está esta realidad en la que ya vive la mitad de los asalariados, según distintas estadísticas… ¿A qué te suena esa discusión de la reforma laboral?
-La reforma laboral muestra la verdadera cara que tiene el régimen social capitalista: buscan que las condiciones de trabajo se asemejen a cuando inicia este régimen social; querrán explotar, durante 15 ó 16 horas, a los trabajadores y no reconocer ningún derecho.
-Estas cuestiones existen en muchos casos.
-Sí, por supuesto. Lo que se busca es legalizar una situación que ya existe para una enorme cantidad de trabajadores y a su vez bajar la escala, la vara para los que están registrados. La reforma laboral realmente es un verso, porque el planteo de la reforma laboral es que a partir de eso un país puede crecer con inversiones. En ningún caso esto se verifica; en todos los lugares donde hay reformas laborales, simplemente se aumenta la cuota de ganancia, pero no hay proceso de crecimiento, desarrollo de los países, que es un poco el discurso que se plantea, y, por lo tanto, esto nos llama a reflexionar que el problema de la crisis capitalista que están sufriendo todos los países -en Argentina lo palpamos mucho- está en la organización social, el modo de producción y no en el costo laboral. Está en la falta de productividad, en cómo están encarecidas acá en Argentina las tasas de interés. Distintos elementos que hacen que las patronales no tengan las ganancias que requieren las tasas de ganancia que presionan sobre el costo laboral, pero eso no determina que un país crezca ni nada por el estilo. Lo digo porque cuando se aborda la discusión de la reforma laboral se plantean estos términos.
-Igual, los salarios ya están bastante comprimidos, pulverizados, después de tantos años de inflación, de caída del salario real. Lo último que te pregunto: vos tenés 27 o 28 años, muchos de los repartidores tienen esa edad. ¿Qué piensan de la dirigencia política? ¿Qué piensan tus compañeros, la gente con la que trabajas, de la situación actual? ¿A quién votan? ¿Qué podrías decir de eso? Porque son estos sectores de la juventud los que están padeciendo situaciones como estas.
-Es claro que hay un repudio generalizado hacia la clase política en general. Hay una visión de que ninguno de los gobiernos realmente beneficia al trabajador común y corriente, hay una sensación de desmoralización. Ya no se cree que las instituciones que tenemos, el Parlamento o los gobiernos, realmente tengan la capacidad y la intención de resolver la crisis. Esto es muy profundo. Estamos en una situación donde en el conurbano bonaerense tenemos 45% de pobres, los indigentes son un 10%: ¿cómo la gente no va a estar harta y no va a salir a reclamar no sólo por este tema del reparto, sino por los cortes de luz, por despidos? Ahora también hay un ataque hacia el sector más empobrecido, a través del cual le quitan los ingresos elementales que tienen a través de los planes. La situación tal como está va a llevar a que cada vez sea todo más convulsivo, y la democracia -que ya cumple 40 años- empiece a mostrar verdaderamente los intereses que hay detrás de estas instituciones, que son los intereses de los que en general se han beneficiado estos años: los capitalistas, los acreedores de la deuda, los bancos. Mientras, del otro lado, están los que vienen cada vez peor, que son los trabajadores. Esto es lo que hay que poner de manifiesto. Entre los compañeros esto es así. No hay nadie que pueda lograr canalizar esta bronca de forma fehaciente y consciente.
-Se habla de que es Milei muchas veces el que canaliza esa bronca.
-Sí, eso se plantea, pero es una vía de escape. No es que la gente está convencida de las ideas que Milei plantea, sino que simplemente él expresa en su discurso un repudio a los políticos. Tiene muchas falencias porque en su propio armado político está lleno de todos los personajes que han pasado por los distintos gobiernos.
DG
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