“La libertad de Dios”: la tarde en que una iglesia evangélica reunió a la candidata Hotton, al ministro Katopodis y al exfutbolista Serna
En la iglesia Manantial de Bendiciones se acaba de cometer un pecado. En la puerta de este cine convertido en templo evangélico, ubicado en el centro del municipio bonaerense de San Martín, un grupo de jóvenes sub-35 repartió boletas de la precandidata a diputada Cynthia Hotton. El error se cometió en la entrada, debajo de un cartel que asegura: Jesucristo sigue salvando vidas. Pionera en el salto a la política desde el evangelismo, Hotton es diplomática, ex diputada, jefa del partido Valores para mi País y fue representante ante la Organización de Estados Americanos en Washington durante el gobierno de Mauricio Macri.
Enterado del desliz, el pastor pentecostal Alberto Rey predica una corrección desde el escenario. “Nadie tiene la obligación de recibir una boleta. De nadie. Jamás les decimos que usted tiene que votar a tal o cual. Recibimos amigos y amigas, eso sí. Pero no les indicamos cómo votar”, aclara él. Lo escuchan unas mil personas, todas con barbijo, vecinos de la zona y habitués de su templo.
Este miércoles a la tarde, Rey recibirá a dos políticos en Manantial de Bendiciones: Hotton y el ministro de Obras Públicas de la Nación Gabriel Katopodis. Una opositora y un oficialista. A Hotton, el pastor la considera una amiga. Sin alcanzar ese estatus de afinidad, con Katopodis tiene “muy buena onda”. El ministro de Alberto Fernández fue intendente de San Martín entre 2011 y 2019. Católico de ir a misa los domingos, Katopodis abrió una dirección de cultos durante su gestión. Y mantuvo una política amigable hacia todos los colectivos religiosos del municipio.
“Desde siempre tuvimos un gran compromiso y una relación fraterna con la iglesia católica y las diferentes iglesias evangélicas de San Martín. Sus sacerdotes y pastores son referencias muy fuertes en todos los barrios”, afirma Katopodis al DiarioAR.
De perfil progresista, el ministro de Obras Públicas disiente con la mirada que les atribuye a los pastores evangélicos de ser zombies de un orden ultraconservador. “Llevan adelante una tarea comunitaria profunda, que entra en las casas y en las más diversas problemáticas. Su colaboración con la municipalidad es fundamental para la resolución de conflictos y la organización de tareas. Vamos a caminar siempre juntos por los barrios”, apuesta el ex intendente. Cuando le toque subir al escenario del templo, Katopodis repetirá su augurio de buena convivencia entre la política, el Estado y el mundo evangélico.
Hotton es una creyente fervorosa que construye un discurso post-ideológico en base a la defensa de los “valores cristianos”. Por fuera de su militancia pañuelo celeste y de sus propuestas más vinculadas a la moral y a las costumbres, promueve una economía social de mercado. Durante años fue una suerte de embajadora argentina de una celebridad global del evangelismo: el pastor Luis Palau, quien murió en marzo.
Para evitar incomodidades, Hotton y Katopodis no se cruzarán en la iglesia de Alberto Rey. Fueron citados en horarios distintos. La exdiputada, a las 18. Y el ministro, a las 20.
El pastor juega de local y administra los climas de su speech con maestría. Este miércoles tiene triple agenda para los fieles de su iglesia. Su primer culto arranca a las 16. El segundo, a las 18. Y el último empieza a las 20, como si se tratara de un cine continuado. El teatro reciclado tiene capacidad para unas cinco mil personas. Alberto Rey podría llenarlo con facilidad en una sola presentación. Antes de la pandemia lo hacía. Pero el protocolo Covid lo obliga a dividir su mensaje en tres actos, para respetar el distanciamiento social. Aunque por momentos su público se amucha en rondas improvisadas de cuatro, cinco y hasta seis personas para orar. Los evangélicos presentes en Manantial de Bendiciones se dan la mano, cierran los ojos y hablan con Dios.
A las 17.50 la muchedumbre se renueva. Salen los del turno de las 16 e ingresan los de las 18. A ojo, la audiencia se compone de trabajadores de clase media baja. Vienen en familia o con grupos de amigos. En la puerta vidriada, un hombre de seguridad les toma la temperatura y los rocía con alcohol líquido. Los purifica. Durante esa transición se produce la micro-infracción: en el palier, tres militantes del partido Valores para mi país reparten un pilón de 20 boletas con la cara de Hotton. Los fieles reciben el papel en automático. Casi de compromiso. Su verdadero objetivo es escuchar la guía espiritual de Alberto Rey, encontrarse con amigos y desplegar su fe en comunidad.
El pastor, quizás un poco condicionado por el debate que generó la serie de Netflix El Reino, siente que debe hacer una aclaración. En su iglesia no se baja línea política. Al menos no de forma sistemática e institucional. El activismo en contra del aborto fue una cruzada de otro orden. Una campaña genérica y a la defensiva, distinta a la indicación concreta sobre qué actitud tomar en el cuarto oscuro los domingos de elecciones. Además es una causa que ya fracasó. “Nosotros llevamos casi 50 micros para que no se de la ley. Cuando se aprobó llegué a mi casa y me puse a llorar como un chico. Éramos multitudes, éramos más nosotros”, se lamenta Rey desde el estrado, en una derivación de su relato.
Antes de que el predicador reaparezca, una banda de música hace entrar en clima a las 1500 personas del turno de las 18. Dos guitarras, un bajo, teclados, trompeta y batería, más cuatro cantantes ponen a bailar y a aplaudir a los seguidores de Rey. Despliegan un cruce pegadizo entre el gospel y el rock. Tres mujeres y un varón afirman a coro que “hay libertad en la casa de Dios”. “Podemos sentir tu gozo y queremos danzar”, entonan.
Tres canciones más tarde, Rey irrumpe desde una salita pegada al escenario. Tiene camisa blanca, un traje azul eléctrico y un carisma inapelable. Pide disculpas a su manera por el breve proselitismo no autorizado y, antes de invitar a su amiga Cynthia Hotton, llama a rezar por la salud de una persona. Una persona muy importante para la organización evangélica. Se trata de Rubén Proietti, el presidente de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA). Proietti se contagió de coronavirus y está internado en Miami. Según revela Rey, fue entubado días atrás.
“Maldecimos el Covid de raíz, pedimos que Dios toque los pulmones de Proietti para que esté sano y libre”, reza el pastor. “Amén”, remata su grey.
ACIERA agrupa a unas 15 mil iglesias en todo el país. De ese total, unas 5 mil están distribuidas por el conurbano. A partir de la penetración alcanzada en barrios populares, asentamientos, villas y cárceles, el evangelismo se convirtió como un eslabón clave de la contención social en la Argentina. Y durante la pandemia consolidó su relación con gobiernos municipales y provinciales, para agilizar la asistencia provista desde el Estado.
Tras la solicitud de ayuda divina para el presidente de ACIERA, Rey convoca a Hotton. La llama junto a un pedido de “fuerte aplauso para Cynthia”. La precandidata a diputada por la Provincia, después de los agradecimientos de rigor, establece un paralelo bíblico con el contexto de la Argentina actual. “Ustedes, hermanos, ¿no creen que el país necesita ser reconstruido, para que vea la prosperidad y salga de la decadencia moral y espiritual que estamos viviendo?” Los fieles asienten con un “amén”.
Hotton profundiza su diagnóstico y su pedagogía. “Nos están gobernando impíos, no importa de qué partido. Y cuando gobiernan los impíos, el pueblo sufre. Hoy en día todos los argentinos estamos sufriendo. Cuando gobiernan los justos, en cambio, el pueblo se alegra”, explica.
La líder de Valores para mi País, quien empezó su carrera política junto a Ricardo López Murphy, concluye así su razonamiento: “Sabemos que con el poder del señor este país va a cambiar. Pero solo de la mano de los justos. Ezequiel Rodríguez es candidato a concejal acá en San Martín. Disculpen que sin querer les repartieron unas boletas. Pero les digo que en esas boletas los candidatos para San Mar, Tres de Febrero y Moreno son todos cristianos. ¡Gracias, que Dios los bendiga!”.
Alberto Rey la aplaude y retoma el micrófono. Recuerda amargamente el día en que se aprobó la legalización del aborto y se despide de su público por unos minutos. Se retira junto a Hotton a una sala pegada al escenario. Ahí toma agua, pica algo y se distiende entre culto y culto. Lo espera su asistente. También, un amigo famoso: Mauricio “Chicho” Serna. Si bien no vive en San Martín, el ex volante central de Boca y la selección colombiana suele visitar a Rey en esta iglesia.
“Siempre fui católico creyente. Y desde hace unos años empecé a abrir los ojos a la Biblia y a nuevas realidades. Se fue dando, hasta que con mi esposa y mis tres hijos decidimos hacernos evangélicos”, revela el ex jugador de Boca. Sentado en plan de relax al lado del pastor, Serna hace una aclaración: “Tampoco soy un fanático”.
Este miércoles y desde hace al menos 10 días, hay un tema de conversación insoslayable para buena parte de los evangélicos. Un tema en el que el predicador Alberto Rey, la candidata Cynthia Hotton y el ex mediocampista xeneize coinciden plenamente. Los tres consideran que la serie El Reino potenció los prejuicios que pesaban de antemano sobre su religión.
“Estamos con bronca”, se queja Hotton. “Es una ficción que está muy lejos de la realidad. Nos hubiera gustado que también se contara el trabajo que hacemos por el país. Somos un dique de contención social”, agrega Rey.
Chicho Serna refuerza el punto con un paralelo sobre su Colombia natal y un boom de la industria audiovisual y el algoritmo de Netflix. “Es una ficción pero a la vez estigmatiza a mucha gente. Pasa lo mismo con las series que asocian a Colombia con los narcos. Sería bueno aclarar que no todo es así”. Hotton asiente y se retira del templo Manantial de Bendiciones. En breve llegará Katopodis, y la candidata a diputada tiene agendada otra performance en una iglesia de Tres de Febrero.
AF
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