El dólar Milei y la letanía peronista de que todavía puede ser peor
Roque Fernández se refugió en el campo que tiene en Médanos, Entre Ríos, inquieto por ser mencionado como asesor premium de Javier Milei. El exministro de Carlos Menem cayó en la tentación de una reivindicación postrera pero, con las semanas, desliza su inquietud con que su nombre se vincule a la “dolarización” mileista. No se trata, en apariencia, de un proceso aislado: en los corrillos del Coloquio de IDEA circuló la versión de que Carlos Rodríguez, otro exfuncionario noventista, hace dos meses que no se ve con Milei.
Rodríguez, que para ciertos círculos aportaba una pátina de prestigio al entorno sin luces del libertario, es un “electrón suelto” en la ecuación atómica de La Libertad Avanza. Está, se dice, cada vez más lejos del presidenciable. Esos episodios son leídos como pruebas de la fragilidad de los lazos que el libertario construye con todo aquello que no forma parte de su sustrato íntimo que, por momentos, parece reducido a su hermana Karina. El espasmo y lo casual es la norma: Juan Nápoli, el banquero que armó la cumbre de empresarios en el restaurante Furia, en Mar del Plata, relata risueño que se contactó con Milei a través de Twitter. Nápoli, hombre de la bolsa, encontró lo que buscaba hace tiempo: visibilidad o, como cuenta un amigo con quien comparte asados, figuración. “A Juancito le encanta figurar”, lo describe.
En el clan Milei, a las necesarias pero incómodas tareas humanas de tejer relaciones y compartir encuentros más o menos numerosos las protagoniza Karina, “El Jefe”, que alardea de haber construido vínculos con actores de poder antes de que el 13 de agosto su hermano lograra 30 puntos y se convirtiera, por sorpresa, no solo en el candidato más votado sino en el potencial presidente que nadie veía 24 horas antes.
Un memorioso recuerda que el 29 de enero, en Tandil, Guillermo Scarcella, festejó su cumpleaños y sentó en la mesa principal a Karina. Scarcella fue funcionario de Daniel Scioli, compañero de truco del ex juez federal Rodolfo Canicoba Corral, y circula hace tiempo por Tribunales, con éxito dispar, como emisario mileista junto a Alfredo “Fredy” Lijo. Fueron en busca de un nexo con Horacio Rosatti que, dicen en la Corte, este evitó y que luego reforzó cuando en una entrevista con Martín Sivak en El País afirmó que la dolarización es inconstitucional.
A Milei, hasta acá, no lo inquietó la aseveración del cortesano jefe: si bien en el debate presidencial de Santiago del Estero evitó ser explícito sobre su plan dolarizador, ante el reducido auditorio que pagó U$S500 por escucharlo media hora en Furia, habló de cinco alternativas para dolarizar. Es curioso, como si confundiera los libretos: para el gran público, dolarizar es una salida esperanzadora mientras que empresarios, CEOs y analistas asumen que dolarizar es improbable.
Recelos
En el ecosistema de los negocios, se asegura que Karina recela a Guillermo Francos, el excavallista que era gobernador argentino en el BID y dejó ese cargo para convertirse en potencial ministro de Interior de Milei. Francos abandonó Washington y volvió a Buenos Aires con el propósito de ser el puente entre Milei y un sistema de poder que no sabe cómo abordarlo. “Le tienen pánico”, dice un economista de Juntos por el Cambio que recogió esa sensación esta semana en el encuentro marplatense. La mirada empresaria es de desconcierto: por el esquema radial de vínculos que establece Milei y porque el candidato suele, incluso, ser muy despectivo en las charlas privadas sobre sus colaboradores. “Emilio Ocampo tiene 72 años, ¿quién lo conocía hace seis meses?”, apuntó, para reflejar la vacuidad del sistema Milei, un asistente a IDEA.
Lo cierto, así y todo, es que el poder encontró un salmo propio en la verdad 21 del peronismo que hace largo tiempo patentó el dirigente platense Juan Amondarain, que advierte que “los peronistas corren en auxilio de los ganadores”. Los empresarios que peregrinaron a Furia para escuchar a Milei, más allá del gusto a poco que les dejó la exposición y la observación in situ de las conductas del candidato, certifican un hecho que se verificó en otro ámbito: el corrimiento masivo hacia el dólar, con un CCL que se acercó peligrosamente a los $1.000 aunque terminó, por varias magias, en 876. En el mientras tanto, algunas barcazas estuvieron detenidas, sin validación de Aduana, hasta que se ejecutó la remolona liquidación de las algunas empresas. Fue la corrida Milei.
Profecía
La escalada del dólar se volvió una profecía autocumplida para Sergio Massa. “Casi me llevaron puesto”, contó hace diez días sobre los temblores en el mercado en los días previos a la PASO. Esta vez, esperaba el tsunami para la semana anterior a la elección del domingo 22 pero se adelantó y, en el micro mundo de Economía, aseguran que es mejor que el estallido se produzca ahora y no más cerca de la votación. El diagnóstico parte de un deseo: que no habrá una nueva estampida. La fe del tigrense es un pilar para la supervivencia del Gobierno. Massa conoce, porque la padeció, otra máxima de Amondarain: la referida a que la verdad 0 del peronismo afirma que “el que pierde es traidor”. Nada más imperdonable que la derrota.
Este miércoles, en un día endemoniado para el dólar, los contadores del gremio UPCN salieron al mercado en busca de dólares. Al final no hicieron las operaciones, pero que el sindicato de Andrés Rodríguez, el histórico centauro, se haya subido al dólar pánico es una postal dramática para el peronismo. “Se quieren proteger”, lo justifica un funcionario y remite todo el comportamiento al “fantasma” Milei.
Con Carlos Melconian hablando del dólar barrilete y Hernán Lacunza teorizando sobre una escalada luego de que Massa “quemó 1,3 puntos del PIB en 20 días”, todo condimentado con el plan dolarizador de Milei, parece inevitable la migración al dólar. El resultado lo sintetiza el último informe de la semana de Ecolatina: la brecha más alta en el último año y una caída pronunciada de los plazos fijos. El dólar ardiente, la veda electoral que le impide hacer anuncios y, como sablazo, el yate-gate incomodaron a Massa, que tuvo que volver a ser más ministro que candidato.
Miedos
No es el único miedo del peronismo. Martín Insaurralde está enclaustrado, inaccesible para casi todos, en su casona de un country de San Vicente. Un reducido scrum de fieles trata de interceder para bajar la espuma sobre la difusión del affaire. Es imposible: el escándalo junta los atractivos para ser una gran historia porque transversaliza horarios y audiencias, porque nutre la agenda de un magazine de chismes y la de un programa de política pura y dura. Lo explosivo es que esas dos usinas, casi siempre desconectadas, se retroalimentan.
La diversidad de voces activa versiones de todo tipo y color. La letanía de que siempre está por aparecer algo más. El viernes, el peronismo del conurbano se paralizó por media hora durante la aparición de Jésica Cirio en Telefé. Cualquier voz enciende alertas porque los murmureos abundan. También las ironías, como esa que siguiere que para ser menos sugerente, el dueño del yate de Marbella debió elegir otro nombre que no sea Bandido, quizá uno más inocentón como Jefecito o, por qué no, algo bien antagónico, como Sheriff.
Sobre “El Chacal”, apodo salvaje de Insaurralde, todo es intriga. “Juntó demasiados enemigos”, dice un operador invisible que lo conoce bien. Los siempre nutridos, por políticos y empresarios, palcos del Racing Club -el domingo de la derrota ante Independiente, 24 horas después de conocido el affaire- fueron una postal del desamor: más allá del shock por el escándalo y elucubraciones infinitas, el dato saliente es que no hubo ninguna solidaridad, siquiera culposa, con el lomense. “Un día me lo crucé, los dos camuflados, en el VIP de Ezeiza. Yo me iba para EEUU. Al otro día, me operó con una foto que me sacó. Una basura”, se descargó, entre insultos, un dirigente.
Rebotes
No hay manera de certificar si el escándalo tendrá, o no, impacto electoral. Una percepción, voluntariosa, sugiere que en la medida que quede encapsulado a Insaurralde el daño no se multiplicará. Las medidas del juez Ernesto Kreplack -muy respetado en el dispositivo judicial aunque siempre se lo interpreta bajo el prisma de su parentesco con Nicolás, ministro de Salud de Axel Kicillof- inyectaron celeridad. Podrían servir para verificar hábitos y descuidos, de los que Cirio y Sofía Clerici, la oportuna fan de Instagram, no serían del todo ajenas.
Intuitivo o afortunado, 48 horas antes de que estalle el escándalo, Milei grabó en un local de Pilar, junto a Carolina Píparo y con la realización de Santiago Oría, un spot donde sostiene que la provincia es una “guarida de corruptos”. Debe ser la suerte del campeón, la misma que atrae a figuras como el gastronómico Luis Barrionuevo. Milei se siente blindado, cree que nada lo daña. “Si me apoya Barrionuevo ¿quieren que diga que no?”, dijo en la sobremesa del debate en Santiago del Estero donde sus seguidores vitorearon a Florencio Randazzo, candidato a vice de Juan Schiaretti.
¿Aplica, en ese caso, la verdad peronista 21? Los dirigentes del mileismo, hasta acá un sistema caótico y karinocéntrico, ofrecen en cualquier charla posiciones y ravioles en un futuro gobierno. A veces, más que ofrecer, piden porque hay una conciencia plena sobre la incapacidad de contar con equipos para completar, siquiera, el primer renglón de los cargos oficiales.
Así como Milei se muestra presidencial, en Unión por la Patria (UP) y en JxC consideran imposible que gane en primera vuelta. Las encuestas de ambos, coinciden en mostrar un amesetamiento del libertario. Las que se ven UP muestran a Massa cerca de LLA y a Patricia Bullrich entre 5 y 7 puntos abajo. Las de JXC, estabilizan a Milei y dicen que Pato está en ascenso y Massa en caída, apenas distanciados por un punto y algunas décimas.
Desde una consultora que tiene a Milei en 34 puntos, abren un interrogante. “¿Y si, como en las PASO, hay un voto escondido a Milei?”, se pregunta en voz alta quien dirigió el estudio y sostiene que no detecta que haya decaído el apoyo a LLA en el interior del país, esa franja donde tanto el PJ como JxC esperan recuperar terreno: Massa en el norte, Bullrich en Córdoba y Santa Fe. En los búnkeres de UP y de JxC aparecen hermanados en una ilusión: que Milei no explotó electoralmente en la provincia de Buenos Aires y que, sin eso, es imposible que LLA tenga los votos suficientes para ganar en primera.
Sin explosión mileísta en la provincia, Kicillof se encaminaría, sin tormentas, a reelegir. Se aventuró, el fin de semana, a una caravana que arrancó en Berisso, pasó por Florencio Varela y terminó en Matanza con Fernando Espinoza. La esencia de ese movimiento tiene que ver con que a la territorialidad de Kicillof, más allá de la relación con los intendentes, la aporta Andrés “Cuervo” Larroque, el exsecretario General de La Cámpora, que ahora conduce La Patria es el Otro. En la logística, Kicillof puede prescindir de la agrupación de Máximo Kirchner, a quien le reprochan que, como jefe del PJ bonaerense, no haya accionado con el tema Insaurralde.
PI
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