Gerardo Milman, del PRO: “Nosotros no vamos a cogobernar”
El avatar de Gerardo Milman en Whatsapp es un halcón, un animal que tiene su propio metamensaje en la interna de Juntos por el Cambio. Segundo de Patricia Bullrich cuando fue ministra de Seguridad de Mauricio Macri y hoy una de sus espadas legislativas, el diputado de PRO defiende las recorridas de campaña de sus referentes en medio de la crisis que atraviesa al Gobierno y asegura que la única salida a la coyuntura económica es un “shock”.
Entre otras medidas, plantea que se deje de emitir, llamar a concurso a los empleados públicos, avanzar en una reforma laboral y quitar subsidios. “Hay que poner anestesia, poner la energía del Estado donde corresponde”, apunta en diálogo con elDiarioAR sobre las consecuencias sociales de esa receta, con una pobreza ya por encima del 40%. Incluso dice que “hay que transformar planes sociales en trabajo”, aunque rechaza cualquier similitud con la misma consigna de Alberto Fernández.
“Está el riesgo de que se provoque una crisis institucional”, alerta sobre lo que podría suceder en agosto, cuando el Gobierno enfrente millonarios vencimientos de deuda en pesos, al mismo tiempo que se conocerá el salto de la inflación de julio y ocurrirá la próxima revisión trimestral del FMI. Asegura que la deuda con el organismo multilateral “no está generando ningún impacto” en la crisis actual, y apunta a que toda la responsabilidad es del Frente de Todos: “Nosotros no vamos a cogobernar”, se planta.
–¿Esta es una crisis política o económica?
–Hay dos crisis, una política y otra económica, y está el riesgo de que se provoque una crisis institucional.
–¿Qué quiere decir?
–Lo que hace falta es que el gobierno logre un acuerdo y haga un plan, que se haga responsable. Es un gobierno que procrastina y genera mucho dolor a la Argentina. Si el gobierno no asume su responsabilidad, la historia argentina muestra que esto termina en una crisis institucional.
–¿Qué rol le cabe a la oposición en esta situación?
–Nosotros veníamos sosteniendo que nos estábamos preparando para las elecciones del 2023, pero hoy la demanda de la ciudadanía es tal que no solo le pide respuestas al gobierno, sino que nos pregunta a nosotros. Pero en este período constitucional el gobierno tiene que resolver qué hacer, porque ellos están al mando por el voto de la ciudadanía. Ahora, sí nosotros tenemos que mostrarles ya a la ciudadanía qué propuestas tenemos para que la Argentina sea otra cosa que lo que es hoy.
–En Twitter leí un mensaje suyo que decía “Julio los prepara y Agosto se lo lleva”. ¿A qué se refería?
–Bueno, si el gobierno no toma las medidas, no cambia, no asume la responsabilidad, agosto es mucho más grave porque hay renovaciones de deuda, hay revisión trimestral del Fondo Monetario Internacional y hay una espiral inflacionaria. El número que conocimos de 5.3 % de inflación de junio ya es la prehistoria. Y hay una crisis social fenomenal y hay que ver cuánto la gente aguanta mansamente.
–¿Vaticina que podría haber desbordes?
–Hubo desbordes en situaciones muy similares. Hoy no hay porque quienes llevaron adelante esos desbordes están del otro lado del mostrador, están arriba de las cajas cobrando importantes salarios. Está muy bien que los diputados y senadores no tengan aumentos, pero también hay que ver los salarios de los funcionarios. ¿Cuánto cobra un secretario o subsecretario? Yo estuve en la movilización de autoconvocados del 9 de julio y un jubilado me dijo que cobraba $37.000 que no aguantaba más. Y ese mismo día me crucé con la marcha de la izquierda y ahí me encontré con otro jubilado que me dijo lo mismo. O sea, no es ideológico. Por lo tanto, si el gobierno no se hace cargo, está creando una crisis social. Pero los argentinos queremos que se resuelva en paz y que se resuelva democráticamente, y para eso el gobierno tiene que ponerse los pantalones largos y asumir su autocrítica de que todo lo que ha hecho ha sido inconducente. Estamos ante un proceso final de una manera cultural de ver cómo se resuelven los problemas de la Argentina, que no es el Sahara. Los argentinos podrían estar como en Canadá, como en Australia, como en Irlanda.
–¿Cuál es ese cambio de mirada cultural?
–Hace 20 o 30 años cuando le preguntabas al almacenero de la esquina si la emisión genera inflación, no entendía. Hoy, menos la vicepresidenta, todo el mundo sabe que en Argentina eso pasa. ¿Por qué? Porque tenemos un gobierno que da desconfianza. Hay tres maneras en que los gobiernos resuelven poder financiar el gasto: una, es tomar deuda en el mercado internacional, lo que está cerrado para la Argentina; lo segundo es tomar deuda con el mercado interno, pero está claro ahora que nadie le quiere prestar al gobierno; y la tercera es financiarse con el Tesoro, y eso genera inflación. Y después está la desconfianza.
–Esta semana usted dijo en otra entrevista que hacen faltan medidas de shock.
–Con esta súper inflación las medidas tienen que ser de shock, que en la Argentina hemos visto dos veces. Uno fue el Plan Austral de Alfonsín, que funcionó muy bien hasta que la política por la elección aumentó el gasto. Hizo detonar el plan. Lo mismo ocurrió con el plan de la convertibilidad. Se bajó la inflación, pero cuando Menem vio que podía ser reelecto en un tercer período, rompió la regla de la convertibilidad del 1 a 1 y empezó a gastar de más. La gente se dio cuenta y fue corriendo a los bancos a buscar sus depósitos en dólares que habían ingresado en pesos. Y como había roto la ecuación, los dólares no estaban.
–¿Un plan de shock no tiene un costo social muy alto?
–Cuando uno tiene una enfermedad va al médico y el médico le da las opciones: podés no operarte y seguir con la agonía y morir lentamente. Los países no se mueren, pero tocan piso. Y esto es lo que está ocurriendo: la Argentina se degrada día a día. O el médico te puede decir: tenés una intervención quirúrgica, vas a tener que andar con suero, tus parientes no te pueden visitar más de una hora por día, vas a estar en terapia intensiva, pero a la larga vas a tener una calidad de vida mejor. Bueno, son las dos decisiones que tiene que tomar la sociedad argentina: morirse en la agonía o afrontar la decisión de pasar un momento incómodo y después tener una calidad de vida como tienen esos otros países que te mencioné.
–¿Pero qué se hace con el 40 por ciento de pobres que ya tiene el país?
–Hay que poner anestesia, poner la energía del Estado donde corresponde y no donde no corresponde. Por ejemplo, subsidiar el boleto de colectivos y el boleto de trenes en la Ciudad de Buenos Aires en situaciones irresponsables. Tenés un montón de gasto que se puede direccionar a quienes lo necesitan. Pero además hay que generar empleo. Hay 2 millones de puestos de trabajo reprimidos en Argentina, eso significa que hay que sacar cargas tributarias innecesarias. Para abrir un kiosco primero tenés que meter un montón de plata antes de vender el primer paquete de caramelos.
–¿No confía en la segmentación tarifaria de Batakis?
–Es una aspirina en el problema que tiene la Argentina. Nosotros con dolor y preocupación, y lo que probablemente fue una de las causas principales de la derrota de Mauricio Macri, dejamos casi a la par las tarifas de luz y gas con el valor real. Quitamos muchos subsidios, y luego vino este gobierno y volvió a congelar las tarifas y aumentar los subsidios. Y la gente lo pagó con la inflación. Por eso hace falta decir la verdad. Nosotros no podemos ganar una elección como hizo Menem diciendo que si decía la verdad no lo votaban. Hoy la gente necesita que le digamos la verdad, que la entienda y que si está de acuerdo, vote a ese gobierno para poder llevar adelante las medidas que no son fáciles, obvio, pero que la situación necesita.
–Esa es una discusión dentro de JxC. Si ya hablar de campaña o no. Y por lo que se leyó en el comunicado del otro día, hay cierta coincidencia con las medidas de ajuste fiscal de Batakis como el congelamiento de empleados estatales.
–Bueno, sí hay una conciencia. Vamos a ver qué hacen, porque al mismo tiempo pasan a planta permanente a 13.000 empleados. Debería haber concursos para los que están dentro del Estado, no para echarlos, sino para saber si están en el lugar adecuado. Hay que ser mucho más eficiente al Estado, porque incluso hay una discusión interna de quién maneja los planes sociales. Nosotros podemos convertir planes sociales en trabajo, pero dejando los planes sociales como un seguro de desempleo por un tiempo, donde la gente se capacite, busque trabajo, y que a su vez le quitemos a los empresarios cargas innecesarias. Además, tenemos que invertir en educación para la cultura del trabajo, porque hay jóvenes que no están dispuestos a levantarse a las 8 para ir a trabajar, cumplir un horario o vestirse de determinada manera. Bueno, se han perdido muchos hábitos y eso requiere una inversión del Estado. Tenemos que cambiar, no aumentar los planes como propone el gobierno, en el salario básico universal.
–¿Usted cree realmente que una persona que cobra un plan social solo vive de eso? El Potenciar Trabajo son unos $20.000.
–La cuarentena en la pandemia demostró que ellos no podían hacer las changas.
–¿Y eso no es trabajo?
–Bueno, pero hay una discusión con los sindicatos. El presidente el 1º de marzo dijo que no iba a hacer ninguna reforma laboral, pero tenemos una legislación laboral de hace 70 años, donde no había internet, no había teléfonos celulares, no había tecnología como hoy. Está claro que eso hay que modificarlo. Las relaciones de empleo no tienen nada que ver con las empresas de 70 años. Y la cuarentena demostró que se puede hacer trabajo sin ir al lugar de trabajo o que se pueden hacer trabajos por internet. Y también nos demostró a aquellos que creíamos que vivían del plan social que necesitan trabajar. Entonces, lo que hay que hacer ahora es convertir esos planes en parte del trabajo y habilitar que esos trabajos sean formales. Porque no tienen un derecho, no tienen vacaciones, no tienen jornada de ocho horas, no tienen aguinaldo, no tienen paritarias.
–Lo escucho y parece el reclamo de la UTEP por la economía popular.
–No coincido para nada, porque eso lo que quieren es el salario básico universal. Quieren más subsidios y además lo quieren con sangre. Y yo la verdad estoy a las antípodas de eso.
–Eso lo dijo Grabois, que también tiene sus diferencias con el Evita dentro de la UTEP. ¿O usted cree que es todo lo mismo? Porque también se discuten los planes sociales, que son 1.200.000 beneficiarios, pero hay 7 u 8 millones de personas que están en la informalidad.
–Una cosa es cuántos cobran un plan social, y otra cosa es cuántas personas viven de esos planes sociales. No es lo mismo.
–¿Pero cuántas personas cree que puede vivir con un plan de 20 mil pesos?
–No, pero hay muchos que cobran varios planes.
–¿Pero ahí está discutiendo la Asignación Universal por Hijo, por ejemplo?
–No la discuto porque ya está. Pero la verdad es que no podemos dar más plata. Lo que tenemos que hacer es crear empleo productivo. Y a esas personas que están en la changa hay que pasarlas a nivel formal. Y los empresarios tienen que también no tener el temor de que si contratan alguien les puede hacer un juicio y pierden el negocio.
–¿Cuánta responsabilidad tiene la deuda que tomó Macri en la crisis actual?
–Ninguna, porque la verdad es que hoy no estamos pagando la deuda con el Fondo Monetario Internacional. Por lo tanto, esto no está generando ningún impacto. Acá lo que está generando impacto es un modelo en el que se agotaron las cajas, un modelo populista que cree que la emisión no genera inflación. Ahora, el FMI cansado de un gobierno que es incapaz de tomar las decisiones que hay que tomar, le dio un crédito diciendo “no me pague nada hasta que venga otro con el que me pueda sentar a discutir un programa que saque a la Argentina del lugar en el que está. Entonces, hoy el impacto de la deuda en Argentina es cero.
–Pero usted mencionó que en agosto uno de los agravantes de la crisis será la revisión del FMI. Entonces sí es un condicionamiento.
–Eso es un condicionamiento para que la Argentina no gaste más de lo que tiene. Si vos en tu casa te gastaste todo lo que tenés en la tarjeta de crédito, le pediste a tus hermanos, tus primos, tus amigos, al banco, y un día no te prestan más nada. Lo que tenés que hacer es achicar tus gastos. Y eso es lo que no quiere hacer este gobierno, porque está roto, tiene diferencias, no se pone de acuerdo y los argentinos lo sufrimos todos.
–Entiendo, pero es un poco más compleja la situación de un país que la de una familia. ¿No lo cree?
–Es mucho más compleja, pero lo que hago es una analogía. Si en tu casa también tenés tus hijos que quieren gastar más de lo que se puede tener, tu mujer que quiere gastar más de lo que se puede, muchas veces también tenés a los hombres que quieren gastar más de lo que se puede… es una analogía. El gobierno gasta más de lo que tiene, y gastó todos los recursos que tenía para endeudarse.
–¿Su mirada sobre la salida de la crisis es compartida dentro de JxC?
–Hay matices porque somos una coalición, pero creo que tiene mayoría.
–El otro día en el comunicado se mostraron en unidad frente al Gobierno, pero hay diferencias internas, principalmente sobre cómo moverse en este momento, si ya hacer campaña o no. Hay críticas internas por ejemplo a Bullrich y Macri por sus recorridas.
–La crisis hace que la sociedad te demande mostrar tus planes a un año y medio antes de la elección de cambio de gobierno. ¿Y entonces la gente, inclusive tus colegas, te dicen “ustedes qué van a hacer ahora”? Eso dispone que haya una campaña programas, y los programas los enuncian las personas que tienen credibilidad social. Y eso hace que muchos vean esto como una campaña personal. Me parece que ese no es el lugar en el que estamos. Hay personas con consenso social, algunos más, algunos menos, que salen a difundir el programa, con sus matices o con su personalidad. Pero no es una campaña personal, sino que es una campaña por la demanda social de que la oposición sólidamente se haga cargo ya de los problemas que debería hacerse cargo del Gobierno.
–¿Qué se haga cargo ya podría significar el fin prematuro del gobierno?
–Yo no digo nada. Eso es una responsabilidad del gobierno. Si el gobierno cree que puede llevarlo adelante, decidirá una cosa. Si el gobierno no puede, decidirá por otra. Lo importante es que la sociedad argentina no sufra más, los más humildes ni la clase media. Después, la Argentina tiene remedios institucionales para cualquiera de las dos cosas: si el Gobierno cierra filas adentro, hace un programa sensato, real y toma las decisiones adecuadas, puede llegar al 2023. Si el gobierno no se puede reconstituir, bueno, tendrá que resolver él que hace.
–¿Aceptarían un llamado al diálogo?
–El lugar es el Congreso y para eso está el Congreso, para eso hemos sido elegidos. Nosotros no vamos a cogobernar, no es nuestro lugar. Nuestro lugar es votando leyes, como hicimos con la Ley del Fondo Monetario Internacional, a pesar de que el gobierno estaba roto, pero creíamos que no había que aumentar los problemas de la Argentina. Estaríamos mucho peor sin ese acuerdo. Ahora, la gestión del acuerdo con el Fondo, la gestión de la economía, es responsabilidad del gobierno. Son ellos los que tienen que resolver qué medidas toman y, en todo caso, las que las mandan a discutir al Congreso.
MC
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