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Política

La llegada de Lijo a la Corte, atravesada por la pelea Villarruel-Caputo y la presión del peronismo para negociar más cargos

La bancada peronista a la izquierda, Lijo a la derecha del cuadro, hace dos semanas en la audiencia del juez en el Senado.

Mauricio Caminos

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Una palabra incorrecta en la nota de expulsión de Francisco Paoltroni del bloque le bastó a Victoria Villarruel para dejar en evidencia la impericia e inexperiencia de los senadores de La Libertad Avanza. La corrección a mano alzada con un asterisco fue la solución que encontraron los libertarios para salvar el yerro –escribieron “solicitar” y cambiaron por “comunicar”– y que se formalice correctamente la salida del formoseño de la bancada en la Cámara alta, que pasó de siete a apenas seis miembros. El traspié se podría haber gestionado de manera reservada, pero el minué de la vice ante los medios le sirvió para profundizar aún más la interna que tiene con la Casa Rosada, sobre todo con Santiago Caputo, quien decidió eyectar al legislador como venganza a su cruzada personal contra la postulación de Ariel Lijo a la Corte Suprema. Villarruel tampoco quiere al magistrado.

La expulsión de Paoltroni el miércoles a la noche justo apenas terminó la ronda de audiencia de los candidatos al máximo tribunal le sumó incertidumbre a la negociación que tiene que enfrentar el Gobierno para mantener a flote los pliegos del juez federal y del académico Manuel García-Mansilla. El catedrático ratificó en la Cámara alta su costado más conservador y pisó el palito del kirchnerismo cuando reveló que fue el propio Caputo quien le ofreció el cargo. Casi en simultáneo el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, admitía en la pantalla de TN un dato que hacía tiempo recorría los pasillos parlamentarios: que el cortesano Ricardo Lorenzetti es quien está detrás de Lijo. 

En medio de la interna libertaria y ante la cristalización de que la estrategia oficial hacia la Corte está digitada por el todopoderoso asesor presidencial –vía el secretario de Justicia, Sebastián Amerio–, en el peronismo esperan una convocatoria concreta de la Casa Rosada para negociar sus votos a cambio de importantes resortes en la Justicia. Este jueves por la mañana fue la senadora cristinista Anabel Fernández Sagasti (Mendoza) quien le puso palabras a la situación: “Ahora esperamos una conversación con el Gobierno”, dijo en FutuRock luego de las audiencias.

Unión por la Patria tiene la llave en el recinto para nominar a los dos nuevos jueces: ostenta 33 de las 72 bancas, cuando son necesarios dos tercios. La senadora mendocina admitió que en el bloque no hay una mirada homogénea sobre Lijo y Mansilla. De por sí la bancada peronista está dividida entre los legisladores que responden a los gobernadores del PJ y los referenciados con Cristina Kirchner. En esas dos tribus hay contraposiciones internas entre los que aceptan o no al par de candidatos.

Sagasti dijo públicamente que la bancada buscará una posición común para evitar “pelearse”. Está muy fresco el carajeo mediático entre la expresidenta y el jefe del bloque, José Mayans (Formosa), por su posicionamiento sobre Villarruel, lo que podría impactar de manera lateral ante el dilema de cómo definirse ante los candidatos de Javier Milei. Hay un temor sobre cómo podría leerse públicamente la consigna de que hubo un “pacto Milei-Cristina” para poner a los jueces de la Corte.

Por eso el peronismo quiere hacer valer sus votos y le reclama al Gobierno que los llame para negociar un rosario de ítems: desde la ampliación de la Corte –en 2022 el Senado le dio media sanción a una integración de  15 jueces– o las vacantes importantes que hay en el Poder Judicial como son la Procuraduría General, la Defensoría del Pueblo y una serie de juzgados federales. Hasta ahora, según supo elDiarioAR, nadie en el Ejecutivo levantó el teléfono para dar una propuesta clara al respecto. 

La presión opositora, explicó una fuente, se entiende en el sentido de que a Unión por la Patria le costaría mucho apoyar a un conservador y antiabortista como Mansilla, más que al controversial Lijo. Ya Milei dijo que la apuesta es “los dos o ninguno”. Sagasti evitó en su declaración radical hablar de uno u otro, pero se manifestó en claro rechazo a que no haya una mujer candidata. 

“Es esperable que aprieten en este momento los peronistas para sacarle más rédito a sus votos”, dijo una voz judicial que conoce de cerca el procedimiento de la nominación de los candidatos para la Corte. El mismo operador aseguró que la bancada de Unión por la Patria “ya dijo que sí sobre Lijo”, y que por eso se inició el proceso formal de las audiencias de los candidatos semanas atrás. El cálculo del vocero es que los pliegos lleguen al recinto durante septiembre. Si la definición se demora es porque la negociación no avanzó. “Harán un intento y no más”, aseguró un libertario sobre qué se puede esperar de la Rosada. 

En los despachos del Senado comenzó a circular el dictamen de Lijo y Mansilla para juntar las firmas de los integrantes de la comisión de Acuerdos. Es el rol que asumió el libertario Ezequiel Atauche (Jujuy), pero la separación de Paoltroni enrareció el clima en el oficialismo. Por eso los opositores aún esperan para estampar su firma. Además de las conversaciones en UP, también la UCR se sometió a una deliberación interna: ayer Martín Lousteau convocó a un Zoom de la mesa nacional del radicalismo para discutir qué hacer con los candidatos.

“Están complicados los pliegos y calculo que se van a tomar estos días para negociar”, reconocieron cerca de un encumbrado senador libertario. “Se empantanó todo”, dijo otro vocero de LLA en medio de la pelea entre Villarruel y la bancada de LLA. En público, Bartolomé Abdala (San Luis), presidente provisional del Senado, buscó ser más optimista: “Mi pálpito es que los dictámenes van a llegar tranquilamente”, dijo ayer en radio Mitre.

El laberinto en el que se metió el propio oficialismo con Lijo y Mansilla podría tener como salida una puerta que hasta ahora no se golpeó: la del jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Para los peronistas, en definitiva, podría ser más fácil conversar con otro peronista. Y también Villarruel se siente más cómoda en recibir en su territorio al ministro coordinador.

“Si ven que Francos puede destrabar cosas, lo van a usar. Él tiene otra impronta que Caputo”, entendió un conocedor de la rosca por Lijo. En el Ejecutivo dijeron que “por ahora no”. Sin embargo, un dato que destacaron en la bancada de LLA en ese sentido es que el jefe de Gabinete tiene cita el próximo miércoles a las 11 en el Congreso para exponer su informe de gestión por primera vez ante Diputados. Desde allí, apenas tiene que atravesar el salón de Pasos Perdidos para cruzar al Senado y sentarse a conversar con la oposición.

MC/JJD

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