Un país entre una ultraderecha insolvente, la alarma a destiempo de sus auspiciantes y la letanía de Cristina
Javier Milei y Victoria Villarruel posaron su mirada en “el ano de Batman”. Se interesaron mucho en el tema, según dejaron saber en entrevistas y durante el debate vicepresidencial esta semana. “Ano dilatado”, abundó el candidato presidencial.
A caballo de su inquietud, el economista egresado de la Universidad de Belgrano y la abogada con módica experiencia laboral se habilitaron cuestionar la potestad del Estado argentino para desarrollar investigaciones en ciencias sociales. Alguien les pasó títulos de tesis que aluden a la sexualidad del superhéroe, al Rey León o a las canciones de Ricardo Arjona, y así, a ojito, sin leer las investigaciones ni constatar antecedentes y propósitos de sus autores, determinaron que las ciencias sociales no sirven de mucho y no merecen fondos estatales. Anuncio: con La Libertad Avanza, el Conicet “o como se llame” se va a dedicar a ciencias duras que autorice el estricto parecer de los hermanos Milei, Villarruel y Conan.
Corresponde dar el crédito correcto a la bandera epistemológica que ahora enarbola la dupla de La Libertad Avanza. Fue a fines de 2016, cuando el Gobierno de Mauricio Macri dispuso recortar las becas de científicos, que tuiteros y medios de comunicación —como se sabe, espontáneos los primeros; independientes los segundos— pusieron en la mira a un estudio con el Rey León en el título como epítome del malgasto estatal. Cabe felicitar a Clarín. Dos de sus lectores están por dar un paso adelante.
Ni en 2016 ni ahora, los auditores del sistema científico atinaron a pensar que podrían existir investigadores en Argentina y en el mundo que apelen a títulos con gancho para sus trabajos académicos. La base de datos de investigaciones biomédicas PubMed da cuenta de miles de investigaciones con alusiones a Shakespeare, Bob Dylan, atracción sexual y un vasto repertorio de humor negro.
Excepción
El escrutinio sobre el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) perpetrado por miradas con tamaña autoridad no deja de llamar la atención. El Estado argentino no se caracteriza por asignar recursos, escalafones y contratos sobre la base de evaluaciones validadas por académicos con décadas de estudio y revisiones periódicas. El Conicet es una de las notables excepciones a la laxitud en la administración de contratos y fondos estatales.
Las críticas más precisas sobre el Conicet provienen de ámbitos científicos y universitarios. Existen cuestionamientos sobre la excesiva carga de burocracia y la obligación dogmática de publicar papers para conservar recursos, falta de coordinación con ciertas áreas del Estado, superposición de funciones, áreas de estudio auspiciadas por intereses económicos, sesgo en las prioridades. Son críticas atendibles, que tienen su recorrido, pero no logran desacreditar a un sistema científico diverso, multidisciplinario, creativo, con resultados medibles y alto reconocimiento internacional. ¿Sobran ejemplos por el estilo en los ámbitos privado y público argentinos?
Autoritarismo cualunquista
El dato más saliente de Milei es la amenaza a derechos civiles y humanos, y al requisito básico de que el Estado no sea cruel con los habitantes. Un segundo escalón está dado por la violencia cualunquista del economista y varios de sus laderos. Y por allí orbitan el palmario desconocimiento del funcionamiento del Estado, la falta de coordinación de sus equipos y la tendencia esotérica para elaborar teorías.
La proclama de reducir el gasto estatal en 15 puntos del PBI ya deja de ser una aventura temeraria con consecuencias indescifrables como la dolarización. Equivaldría a dejar de tener Estado nacional
El abordaje de Milei se enseñorea ante el más acuciante de los problemas, el económico. Lo que comenzó como un severo desequilibrio de las cuentas en el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri lo transformó en una crisis lacerante de deuda. Al cabo de cuatro años dominados por el tándem de la irresponsabilidad del Frente de Todos, pandemia, Ucrania y sequía, la amenaza se convirtió en sistémica. Aquí estamos.
La receta de La Libertad Avanza es bajar el gasto 15% del producto bruto interno (PBI), para transformar el atendible déficit actual en un abultado superávit. Esa proclama ya deja de ser una aventura temeraria como la dolarización. Una reducción del gasto en esos términos equivaldría a dejar de tener Estado nacional.
El gasto total primario suma cerca de 40% del PBI, dividido en partes similares entre la Nación y las provincias y municipios. Del 20% de la Nación se desprenden 6,9% a jubilaciones y pensiones, 1,2% a la asignación universal por hijo, 1,8% a otros planes sociales, 2,6% a subsidios económicos (2% a energía, 0,6% a transporte), 3,1% a gastos de funcionamiento, 1,6% a inversiones en obras públicas y 0,7% a transferencias discrecionales a provincias, según el detalle de la consultora EPyCA.
Ni siquiera el más ficcional de los escenarios permitiría alcanzar el objetivo de baja de gasto primario en 15 puntos porcentuales del PBI. Aun si se eliminaran por completo los subsidios, los giros a provincias y la obra pública, y el Estado se desprendiera de todas sus funciones (cierra hospitales y educación bajo su órbita, trenes, documentación y Conicet, deja de informar, clausura el Congreso, liquida el Ejército y despide a todos los empleados públicos), el presupuesto restante no alcanzaría para pagar las jubilaciones.
Las provincias tienen parte de sus recursos garantizados por la Constitución y las leyes, es decir, estarían fuera de la órbita de la Casa Rosada. La candidata a diputada Marcela Pagano ya explicitó que la Libertad Avanza planea coercionar a los gobernadores para obtener apoyo parlamentario. Sin embargo, la caja de provincias que un eventual gobierno de extrema derecha podría manotear sería la de los giros discrecionales desde el Poder Ejecutivo, que significan, para los distritos con menos recursos, fondos para sueldos de empleados públicos, médicos y maestros. En cualquier caso, esas transferencias suman 0,7% del PBI, muy poco para las ambiciones recortadoras de Milei.
Repliegue
La insolvencia que exhibe el equipo libertario en encuentros más o menos reservados en Argentina y en Estados Unidos lleva a la alarma de sus interlocutores. Algunos de ellos comparten el diagnóstico histórico del postulante extremista y se atreven a soñar con una Argentina celestial, sin peronismo, ni izquierda, ni protestas, ni paros. Ocurre que personas que manejan presupuestos y capitales por resguardar se preguntan cómo podría ser alcanzado ese objetivo partiendo de premisas falsas y de la proyección de escenarios inverosímiles, sin equipos.
Personas que manejan presupuestos y tienen capitales por resguardar se preguntan cómo podría ser alcanzado el objetivo de Milei partiendo de premisas falsas y la proyección de escenarios inverosímiles
De este modo se entiende el repliegue del círculo de poder económico sobre Patricia Bullrich, en una secuencia que se inició con el aval a un paquete llave en mano orquestado por Carlos Melconian, y continuó esta semana con el mentor de Milei y dueño de Corporación América, Eduardo Eurnekián, marcando los puntos en el encuentro del Consejo Interamericano de Comercio y Producción. “Nos ha llenado el espíritu de esperanza”, regaló el empresario argentino-armenio a la candidata de Juntos por el Cambio. “Si no se modera, no estamos para aguantar a otro dictador”, sermoneó a su execonomista jefe. Conocedor de mil vaivenes en la política argentina, a Eurnekián ya no le causa tanta gracia el personaje al que promovió en los programas de América TV, el canal del que es accionista.
El poder económico se mueve, explora, se acerca, se aleja, pero hay dos tótems, Clarín/Telecom y Techint, que parecen haber advertido hace tiempo el riesgo Milei. Por algo ocupan su lugar en el entramado empresarial argentino.
Clarín activa sus fierros. Es tiempo de confesiones a cámara sobre el pecado de haber alimentado a Milei durante tres años, sin reproches sobre su insolvencia y su violencia. A la televisión argentina le causaba gracia cuando Milei avivaba un mercado de opinión que tarde o temprano terminaría votando a Juntos por el Cambio. Era útil para denunciar la “infectadura” de un gobierno, el de Alberto Fernández, que establecía restricciones a la circulación para evitar la aceleración del Covid-19, aunque no tantas como Angela Merkel o Emmanuel Macron, lo que fue convenientemente disimulado. Había que informar que Argentina era “un país de mierda” y Milei era un buen altoparlante.
Salió mal.
Ahora resulta que el candidato libertario es autoritario porque busca controlar quién lo va a entrevistar y con quién se va a encontrar en los programas a los que lo invitan en TN y LN+. Un problema que, cabe decir, Macri y Cristina resuelven más fácil con sus vínculos contantes y sonantes con determinados dueños de medios. El expresidente conservador pasa gratos momentos en sets de sus socios en la prensa. Desconoce la repregunta y, cuando se filtra, entra a caminar. Su séquito se ocupa de separar indeseables, como ocurrió esta semana con el cronista Luis Sánchez, de FM La Ronda, de Colonia Caroya, Córdoba. La vicepresidenta se permite pausas de años entre entrevista y entrevista. Cuando llega una, la circunstancia es tan excepcional y controlada, que alcanza para que transmita el mensaje que buscaba y poco más.
Bullrich, en tres fases
La postulante presidencial de Juntos por el Cambio encaró el camino al 22 de octubre con el kirchnerismo en la mira. Pronunció “derrotar”, “destruir”, “terminar”, “acabar”. Por ahora, se ahorró “aniquilar”.
Explica una de las voces centrales en la estrategia de la exministra de Seguridad. “En la primera vuelta se juega un fin de ciclo. Hay una posibilidad real de que el kirchnerismo quede tercero y ése es el objetivo prioritario en esta instancia”.
Si en efecto se da un balotaje entre Milei y Bullrich, Juntos por el Cambio necesitará los votos del sector político al que se propone “acabar para siempre”. “Nosotros tenemos claro que cada elección requiere una estrategia diferente. Para las PASO encaramos una interna, se trataba de que ganara el proyecto para encabezar la oposición. Lo logramos y ahora nuestra pelea es ésta. Y en el balotaje, será otra”, indica la fuente en una mañana nublada, mientras Bullrich recibe el apoyo de la derecha clásica de América Latina y España, un club en el que el PRO pisa fuerte.
¿Acaso el propio Luis Barrionuevo, el Momo Venegas o Hugo Moyano no estuvieron cerca de Macri? 'De Macri, Patricia es otra persona', responde la voz
En la configuración que predomina en el equipo de Bullrich, las diferencias con Horacio Rodríguez Larreta y las dudas en cuanto al apoyo de Macri quedaron en el pasado.
“Ahora estamos todos enfocados en ganar el 22”. “Hay problemas muy serios, votantes enojados, que pudieron cuestionarnos por qué estábamos ocupados en nuestra pelea con este nivel de descalabro. Pero no son personas enardecidas con ganas de romper todo. Les ofrecemos un rumbo claro y lo están percibiendo”.
El entorno de Bullrich pone el foco en “los sindicalistas mafiosos” que se están acercando a Milei. ¿Acaso gremialistas tradicionales como el propio Luis Barrionuevo, el Momo Venegas o Hugo Moyano no estuvieron cerca de Macri? “De Macri, Patricia es otra persona”, responde la voz.
No es la única diferencia que en el entorno de Bullrich trazan con el mundo Macri. La afición del exmandatario por el espionaje ilegal y los manejos espurios en los tribunales tiene un peso omnipresente en Juntos por el Cambio. Es el “de eso no se habla” ineludible, porque de lo contrario, sería imposible continuar en el mismo barco. “Patricia nunca estuvo relacionada a ninguna herramienta extorsiva”.
“Irresponsabilidad”, “disparate”, “salto al vacío”, “populismo de derecha” son etiquetas que recorren el arco discursivo de Juntos por el Cambio, como quien busca cohesión a partir de identificar al rival. Como a los medios hegemónicos, a la coalición de derecha la persigue su pasado reciente a la hora de separarse de Milei, convertido ahora en un competidor directo de que mira desde arriba.
Los referentes de la alianza PRO-UCR claman por las inconsistencias de sus pares de La Libertad Avanza, pero fue Bullrich quien semanas o meses atrás, sintonizó con el levantamiento del cepo “desde el primer día”, despidos masivos en el Estado e irresponsables rebajas impositivas y de retenciones.
La nominación de Melconián, problemática por lo que denota sobre la debilidad de Bullrich en materia económica, vino de la mano de que “bajar impuestos sin bajar el gasto es mentir”. Buen avance con respecto a los años de Macri. Resta saber más detalles sobre cómo la devaluación por venir no disparará un proceso inflacionario como el de 2016 y por qué la “convivencia de monedas” no terminará de liquidar al peso.
Las batallas de la vicepresidenta
Cristina mostró sus cartas anoche en la clase magistral en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo, en el barrio de Balvanera. Surcó caminos conocidos, pero aumentó la incoherencia.
La vicepresidenta navega con solvencia a la hora de describir el fracaso de los experimentos neoliberales y, en particular, los cuatro años de Cambiemos, pero cae en trazo grueso, tergiversaciones y falsedades cuando dibuja el balance de su último período en la Casa Rosada, y se mete en un relato autoindulgente hasta el infinito al hablar de la actual gestión.
En medio de un auditorio fiel que parece gozar de escuchar siempre la misma canción, aplaudió Axel Kicillof, pese a que reclama nuevos pentagramas. El efímero precandidato presidencial Eduardo de Pedro también estaba allí, como si nada, sin dar explicaciones sobre el minuto en que consideró pertinente dejarse levantar el brazo por Barrionuevo.
La vicepresidenta se metió en un berenjenal de power points, libró su batallita periódica contra Martín Guzmán y se exceptuó de cualquier responsabilidad por los resultados del gobierno del Frente de Todos, porque “lo intenté (cambiar el rumbo económico) de todas las formas posibles”. Habría que revisar la técnica de reproducir filminas con un mar de números que incluyen la carga impositiva desde Dinamarca a Ecuador, en medio de digresiones e interpretaciones antojadizas.
El sinsentido de que “el déficit fiscal no genera inflación” volvió a ser pronunciado por la vicepresidenta. En rigor, una gran verdad sostenida en la Escuela Justicialista Néstor Kirchner: lo que dispara los precios es la emisión de moneda sin respaldo. Entonces, Cristina incursionó por enésima vez en un abismo argumentativo. Como en efecto la deuda es un lastre impagable, infiere que no hay que rever gastos absurdos del Estado, como los subsidios de gas y electricidad para los ricos que tanto defendió.
La vicepresidenta se atrevió a cuestionar las distorsiones y privilegios impositivos vigentes, una semana después de que los suyos celebraran que la Argentina se transformó en uno de los países del mundo con menor carga impositiva para los salarios más altos.
La vicepresidenta se metió en un berenjenal de power points, libró su batallita periódica contra contra Martín Guzmán y se exceptuó de cualquier responsabilidad de los resultados del gobierno del Frente de Todos
La constatación de que la “dueña de los votos” no cambió un ápice su credo económico ni su convicción para darlo a conocer es un dato preocupante para la candidatura de Sergio Massa y el futuro de Unión por la Patria. Desde que se hizo cargo del Ministerio de Economía, el ahora candidato está aplicando medidas en las antípodas del recetario de Cristina.
En una no muy probable hipótesis de una presidencia de Massa, ¿alguien podría soportar un escenario en el que el presidente apunte a reducir el déficit y a sobrecumplir metas del FMI, como intentó el ministro en el segundo semestre de 2022, mientras Cristina y Máximo Kirchner se vuelven a enojar? ¿Qué punto de contacto tienen el viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, y las clases magistrales de la vicepresidenta? ¿O presentaciones como la de ayer son sólo para la tribuna?
SL
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