Vandalismo legislativo que conduce a un choque de frente para acelerar los tiempos
Javier Milei fue electo por decisión de 14.554.560 argentinos el 19 de noviembre pasado. Cada uno de ellos se explicará ante el espejo el esquema de valores, las urgencias económicas, el hastío ante un sistema agotado, la calidad de la información barajada, y las dosis de odio y responsabilidad cívica que lo llevaron a elegir a un presidente ultraderechista de estas características.
Un factor frecuente que exponen quienes optaron en primera vuelta por Patricia Bullrich o Juan Schiaretti es que “cualquier cosa” era mejor que el peronismo y, en particular, Sergio Massa, a quien le atribuyen características malignas. Esa lógica de pensamiento sigue vigente hoy, transcurrido un mes de gobierno, con la inflación triplicada, el abismo económico e institucional a la vista y una sensación de que se avanza a los ponchazos. No por nada, el sistema Macri —político, mediático y económico—, con una combinación de ideología e intereses más consolidada, expone con mayor enjundia y sofisticación la defensa del Gobierno ultraderechista que la improvisada orquesta del partido de Milei.
Una de las voces de mayor voltaje de La Libertad Avanza, que circunscribe su lealtad a la figura del Presidente, no niega los desarreglos y da cuenta del cuadro: “Todo el mundo sabe que hay dos personas que vinieron a concretar lo que les salió mal o no pudieron hacer con Macri”. Refiere al prestidigitador plenipotenciario del Estado Federico Sturzenegger, autor principal del DNU y la ley ómnibus, y a Luis Caputo, titular de una botonera financiera que arbitra en modo montaña rusa.
Son tales las características incendiarias y autoritarias de Milei, que alimentan la duda de si el colapso del DNU y la megaley es un objetivo buscado
Sturzenegger y Caputo, arquitectos del plan económico del primer Macri, escriben la obra por la que Milei da la cara. ¿Alcanza? La incertidumbre es total.
Las fuerzas del cielo y del pánico
El expresidente del Banco Central y ministro sin cartera lanzó su obra elaborada en sigilo y puso al Congreso y a los tribunales a bailar con los más de mil artículos que comprenden el DNU y la ley ómnibus. Los derechos violentados son infinitos y la precariedad jurídica de la propuesta mete miedo.
Si Argentina es un país con instituciones, aunque estén maltrechas, el megadecreto naufragará en tribunales y la megaley que reclama la suma del poder público será diseccionada en el Congreso. La oposición gentil de la UCR, el PJ racional y el cordobesismo se desviven por dar una mano ante el desinterés de la mesa chica del Ejecutivo, que plantea el todo o nada. Son tales las características incendiarias y autoritarias de Milei, que alimentan la duda de si el colapso de ambos proyectos es un objetivo buscado, de modo de pasar luego a otros procedimientos dictados, ya no por las vías institucionales, sino por las fuerzas del cielo.
Similar zozobra, con efecto más perentorio, cabe para las alquimias de Caputo. Un primer paso con una devaluación de las más altas de la historia y licuación de las tenencias en pesos, seguido de un compromiso de mantener el dólar pisado un trimestre. Aceleración de precios de transporte, combustibles y servicios públicos con la meta de dolarizar sus valores, más despidos de trabajadores privados y estatales. Mientras tanto, bonos que van y vienen de pesos a dólares a la velocidad de la luz, como si el Primer Tiempo de Macri hubiera salido bien. Vía libre para tomar el endeudamiento y vandalismo de empresas de medicina prepaga, comerciantes y productores oligopólicos de alimentos. El panorama alarma a los exallegados a Milei Carlos Rodríguez y Carlos Maslatón, dos ultraliberales. Otro tanto prevé, desde la cosmovisión opuesta, Martín Guzmán, con un aviso: “La dolarización ya comenzó”.
Un pilar del avance de Milei fue el entorno corporativo provisto por la empresa de Eduardo Eurnekián, al que luego se sumaron vertientes de Techint, IRSA y Werthein. Los funcionarios de ese origen podrán ser más o menos dúctiles, conservar mayor o menor lealtad a las corporaciones desde las que llegaron, pero necesitan controles que están siendo desmantelados y carecen de muñeca política. De ese elenco, las expectativas estaban puestas en Guillermo Francos, por su característica anfibia entre el mundo de los negocios y la política. El ministro del Interior es hoy un hombre explicado con desdén por pares del Gobierno que se atribuyen mayor ejecutividad.
La otra pata crucial del equipo de Milei está dada por los influencers, mediáticos y afinidades personales del Presidente y Karina. Una Armada Brancaleone 5G con la que más se identifica el mandatario, por su personalidad e identidad cultural.
El grupo hace, deshace, veta, pero, en un punto, queda tildado. No sólo porque la tarea de gobernar no es el armado de un Tik Tok, una planilla de excel o la cita de autores y fraseología de la secta libertaria, sino porque algunos de ellos están haciendo mal su tarea. Que los jóvenes Iñaki Gutiérrez y Eugenia Rolón tropiecen a días de asumir la tarea de community managers debería ser una anécdota menor, que pasó en otros gobiernos, pero en este caso, es un tema mayor. Se trata de integrantes de la red de contención de Milei; conocedores y reproductores de su exótico sistema de creencias.
Francos es hoy un hombre explicado con desdén por pares del Gobierno que se atribuyen mayor ejecutividad
Uno de los varios políticos experimentados a los que llegaron a asignar puesto y despacho oficial, pero no asumió, prefiere la cautela antes que la condena del que quedó afuera. “Tenemos que pensar que es algo totalmente distinto a lo que conocimos, no quiero juzgarlo con mi mirada”. El núcleo decisorio pasa por los Milei, la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, el asesor Santiago Caputo, el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y pocos más. “La lógica es una: si asomás la cabeza, te la cortan”, dice.
A nadie entusiasma demasiado esta situación, pero una evaluación generalizada ayuda a que pocos saquen los pies del plato. Milei sigue siendo una figura popular, con amplia capacidad de interpelación a su electorado. Mientras esto siga siendo así, las fugas estarán contenidas.
Razones detrás de los fallos
El DNU de Milei recibió serios reveses en tribunales. La pluma principal de la primera cautelar concedida por la sala de feria de la Cámara del Trabajo fue la del juez Alejandro Sudera. Se trata de un magistrado conservador en un fuero más empatado que el resto entre versiones tradicionales y progresistas del derecho, según la descripción de un camarista que conoce al detalle a sus integrantes. Sudera es un miembro de alto perfil de la lista Bordó de la Asociación de Magistrados, de excelente relación con Juntos por el Cambio. Si bien es cierto que su designación como camarista fue firmada por Alberto Fernández, la voz advierte que ello obedeció a una negociación entre oficialistas y opositores en el seno del Consejo de la Magistratura, para ocupar unas 30 sillas vacantes.
En su texto, el juez transitó el abecé de la división de poderes, cito a Juan Bautista Alberdi, puntualizó las evidentes incongruencias argumentativas para sostener la “necesidad y urgencia” del decreto de Sturzenegger y se detuvo en una. “El empleo formal registrado no crece desde 2011”, mencionada así, sin detalles. Períodos largos (diez años, cincuenta años, siete décadas) para no entrar en detalles; un clásico de la narrativa macrista que el mileismo hizo propia. La foto indica que el empleo de asalariados del sector privado cayó significativamente durante el período de Macri y recuperó lo perdido y aumentó con Alberto Fernández. Retornar y profundizar las prácticas de Macri es una decisión legítima de un Presidente democrático; hacerlo de prepo, no.
Más inesperada fue la decisión del camarista en lo Contencioso Administrativo Federal Enrique Lavié Pico, con un currículum que sintoniza con el tándem macrismo-Grupo Clarín-corporación judicial que guio a los tribunales federales en la última década. Este magistrado desarmó el intento de su colega de primera instancia Esteban Furnari de concentrar (y acaso pisar) las decenas de pedidos de cautelares contra el DNU, lo que abre las puertas a más amparos en múltiples juzgados del país. Muy probablemente, el decreto llegará maltrecho a la votación de las cámaras legislativas y al fallo de la Corte Suprema de Justicia por la demanda de La Rioja, previsto para febrero.
Una abogada peronista de alto tránsito por tribunales federales sugiere que no fue una buena idea del oficialismo incluir en el paquete DNU-ley ómnibus el traspaso de los juzgados nacionales a la órbita de la Ciudad de Buenos Aires. Una cosa es negociar con el macrismo los espacios de poder y otra es quedar bajo su jurisdicción.. La feria, la exención de Ganancias y el estatus “nacional” son factores que abroquelan a la corporación judicial por encima de otras lealtades.
Un peronismo para Milei
Desde la irresponsabilidad histórica de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner para conducir su Gobierno a la irrefrenable pulsión por el oportunismo de Massa, había motivos más que atendibles para cuestionarse el voto a Unión por la Patria en noviembre. Hubo atenuantes muy significativos para un Gobierno fallido en el plano económico, desde la pandemia a la sequía, pero los números de inflación, salarios y pobreza estaban allí, y habían empeorado particularmente con el candidato Massa en el Palacio de Hacienda.
La feria, la exención de Ganancias y el estatus 'nacional' son factores que abroquelan a la corporación judicial porteña por encima de otras lealtades
En cualquier caso, el cúmulo de motivos para eludir la cita con Massa no resistía comparación con la opción por un candidato como Milei que levantó la bandera del odio reaccionario y expuso ideas precarias sobre “la casta” y la dolarización que no habrían tolerado la más mínima réplica, si se la hubieran formulado. Más de 14 millones de argentinos votaron a un economista que hizo alarde de la crueldad. Prometió motosierra y descarte de “excrementos”, amenazó con hiperinflación, idolatró a Margaret Thatcher, ofendió a los gobiernos de Brasil y a China, y aventuró que impulsaría la explosión final. Negacionista del terrorismo de Estado, promotor de la violencia policial y osado asesor financiero que, por si no fuera suficiente, había exhibido un equipo de gobierno exiguo, sin mayor relieve. Como definiera Macri antes de la primera vuelta, “una agrupación no madura y altamente infiltrable”. Descripto el escenario, el expresidente la infiltró.
Sería absurdo circunscribir la degradación de sociedad argentina al síntoma de que hoy Milei sea el Presidente de los argentinos. El universo imperante no se explica sin la materia negra.
Los máximos referentes de lo que fue el Frente de Todos alternan entre el silencio y alguna pincelada en la que se felicitan por lo actuado. La CGT salió a dar pelea con mayor arrojo y lucidez que los esperados, en el plan callejero, sindical y judicial, contra los misiles de Milei para flexibilizar el mercado laboral con inspiración pinochetista. Si la plaza está vacía, la central sindical peronista, con todas sus rémoras a cuestas, va y la llena.
Es probable que Sturzenegger haya ido demasiado lejos, pero el Gobierno trasunta confianza en que saldrán en el momento oportuno más sindicalistas de la estirpe de Gerardo Martínez (UOCRA) y Armando Cavalieri (Comercio9 para sellar un pacto turbio. Luis Barrionuevo, narrado siempre como influyente, no baja sus banderas, que cotizan alto en ciertos quinchos.
Con Cristina y Alberto en sus retiros y Massa dando lugar al tiempista que se mostró efectivo desde 2019 mientras baraja ofertas de fondos financieros, el peronismo busca intérpretes. Axel Kicillof navega aguas inevitablemente convulsionadas. La mirada refrescante de Ofelia Fernández gana terreno en los streamings, aunque le falta un mundo por recorrer, y Juan Grabois suma su capacidad para alzar la voz por los nadies de Argentina. Algún puñado de gobernadores elude la posición sumisa y aldeana de quienes temen la sanción del Gobierno central.
Hay algo en el peronismo que marida a la perfección con el auge de Milei. En primer lugar, Daniel Scioli, el nuevo libertario, un verdadero fraude político. Estuvo a horas de ser precandidato presidencial con el auspicio de Alberto Fernández en 2023 y lo fue con el dedo de Cristina Fernández en 2015. El embajador en Brasil se saca fotos en redes sociales, pero le falta demostrar que Luiz Inácio Lula da Silva no le bajó el pulgar a quien procura dar fe y alegría a la agresividad inaudita del Ejecutivo de Milei con el principal socio estratégico del país.
En segundo lugar, Guillermo Moreno. Sería, según los votos (0,8% el año pasado), una figura marginal. Además de sus armas arriba de la mesa y sus prepoteadas callejeras, la obra por la que el exsecretario de Comercio es recordado es el falseamiento de las estadísticas del INDEC durante siete años, lo que no sólo quitó la brújula al Gobierno kirchnerista, sino que le restó autoridad para exponer logros socioeconómicos reales. Al dañar el instrumento de medición, habilitó a que cualquier sello de cuarta categoría exhibiera sus números precarios y que Clarín los validara.
Moreno sale de la marginalidad al ocupar espacios en medios del Grupo Indalo, transformado por audiencia y caudal en el vehículo más poderoso para estructurar el mensaje de los peronismos no de derecha.
Ciertas voces explican que la presencia de Moreno en llos parlantes de Indalo obedece a una mera cuestión de conveniencia económica en épocas de vacas flacas: cubrir un puesto periodístico es más caro que invitar a un panelista explosivo. El fallido candidato presidencial es chispeante, su violencia siempre latente es un sello de identidad de la televisión argentina y, además, razón primordial, mide bien en rating.
Así empezó Milei y acá estamos.
SL
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