La trama de la fuga de presos: la debilidad policial de Macri y la “culpa” de Bullrich
Jorge Macri dio un golpe de efecto e intentó mostrar autoridad política para que la noticia de la fuga de 17 detenidos de una alcaldía porteña le empañe lo menos posible el brindis de la Navidad: barrió de un plumazo con la cúpula de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires. Fue el segundo cambio en materia de seguridad en menos de una semana, luego de que el jueves pasado nominó en la secretaría del área a Ezequiel Daglio para reemplazar al ahora libertario Diego Kravetz, nuevo vicejefe de la SIDE. Con dichos movimientos en dos tiempos, el alcalde porteño trató de reaccionar rápido para que no queden en evidencia las fisuras en su política de “orden”, de las pocas banderas que –sin presupuesto para grandes obras– pretende mostrar la gestión del primo de Mauricio Macri.
En la Ciudad aseguran que el ministro de Seguridad, Waldo Wolff, ya tenía decidido los cambios hace tiempo; es decir, antes que renuncie Kravetz y antes que se fuguen los presos. Pero por algún motivo esperó que la realidad lo apremie. Está en el aire la sospecha de si los detenidos que se escaparon por un boquete de la Alcaldía 9 tuvieron ayuda de los mismos policías que los custodiaban. O incluso más allá: si fue una suerte de vendetta por la depuración previa de Kravetz.
Otro episodio enrarece la trama: justo el día después del salto del ahora ex secretario de Seguridad, se conoció un video en el que Kravetz golpea a un joven que acababa de ser detenido por la policía tras robarle en Palermo a uno de los hijos que tiene con la exministra porteña Soledad Acuña. elDiarioAR contó que hay un expediente “pisado” en la Justicia que ahora podría empezar a moverse.
“Da bronca la fuga porque termina empañando una gestión que viene siendo muy buena”, se defendieron en el entorno de Wolff este martes al mediodía. El argumento extraoficial es que el descabezamiento de la Policía porteña “es un correlato de los cambios de los últimos días” y que la fuga de presos fue “un mero detonante”. A fines de noviembre último, once detenidos se habían fugado por los techos de la Alcaidía 4 Bis, en Barracas. Y días después otros dos detenidos huyeron del Centro de Contraventores en Pompeya.
Los voceros porteños buscaron ponderar los perfiles de los nuevos jefes policiales: el comisario mayor Diego Casaló fue el responsable hasta ahora del despliegue de los efectivos en los barrios populares y villas porteñas, y la comisaria mayor Carla Mangiameli se ocupaba de las auditorías disciplinarias, además de que es la primera mujer en llegar a la cúpula de la fuerza. La promesa del dúo Macri-Wolff es ordenar aún más la tropa: “Los vamos a apretar de los huevos”, avisó un operador a los díscolos.
Abusos en la policía hay. Lo contó este medio en algunas oportunidades durante el año. Valen al menos dos ejemplos: Mariano Juárez, de 23 años, recibió tres disparos de armas de fuego de la Policía de la Ciudad el 27 de enero pasado pese a no ofrecer resistencia luego de haber robado un auto en Barracas. Edwin Freddy Capcha Condori, militante del Partido Obrero de 44 años, fue detenido el 10 de abril pasado y recibió golpes y amenazas por parte de la Policía porteña durante un brutal operativo antipiquete aunque estaba arriba de uno de los canteros de la avenida 9 de Julio.
Pero volvamos a la trama de las fugas. Wolff ya dijo en conferencia de prensa que la gestión jorgemacrista sigue siendo mejor a la de Horacio Rodríguez Larreta –evita compararse con su primo Mauricio–. El dato oficial es que este año hubo un 30% menos de fugados que en 2023. Lo favorece en el porcentaje que la mano dura actual genera más detenidos: 2300 contra 1700.
Un problema inesperado de que haya mayores detenciones es que no hay en la Ciudad dónde alojar a esas personas. Además de que los presos detenidos por delitos federales están “en tránsito” también en alcaldías y calabozos de comisarías. Una salida que ensayó Macri fue la instalación de 19 módulos de detención, pero tienen espacios para 300 detenidos.
En la Ciudad reconocen entonces un responsable: la Nación, corporizada en Patricia Bullrich. Hace apenas diez días Jorge Macri y la ministra de Seguridad –tan halcón como Wolff– firmaron un convenio para iniciar la transferencia de competencias penitenciarias a la Ciudad, pero se trató apenas del primer paso. “Es una mera carta de intención, el proceso va a llevar mucho tiempo y muchos recursos”, aseguró una fuente.
Uno de los símbolos de esa transferencia es la cárcel de Villa Devoto, que tiene más de 1100 plazas. Pero habría otras alternativas, que aún están en gateras: construir una cárcel porteña en terrenos del Complejo Penitenciario Federal de Marcos Paz y hacer también un lugar para presos de la Ciudad en el Complejo Penitenciario Federal IV de Ezeiza.
Serían salidas posibles al laberinto en el que volvieron a quedar metidos este martes Macri y Wolff con la fuga de presos. Para eso deberán aceitar aún más el vínculo con Bullrich, que prestó la intervención del ministerio para la búsqueda de los 16 presos que permanecen prófugos, pero que tiene sus propias falencias en política carcelaria: el viernes la ministra anunció la inauguración de la cárcel federal de Coronda, en Santa Fe, pero el complejo no tiene capacidad para alojar presos porque el edificio no tiene puesta la instalación de agua.
MC
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