Cómo Uber ganó acceso a líderes globales, engañó a autoridades y sacó provecho de la violencia contra sus conductores en su conquista del mundo
Los taxistas estaban provocando un caos en Marsella, la segunda ciudad de Francia. Volcaron automóviles, quemaron llantas y cerraron los accesos al aeropuerto y a la estación de tren en protesta contra Uber, la empresa de viajes con sede en San Francisco. La acusaban de violar las leyes y la consideraban como una amenaza a su forma de vida.
El martes 20 de octubre de 2015, después de varios enfrentamientos, la Procuraduría Regional suspendió el servicio más popular de Uber en algunas partes claves de la ciudad.
Necesitada de un amigo en el gobierno para aliviar la situación, Uber buscó la ayuda de un exbanquero de inversión, quien era a la par una estrella creciente en el mundo político francés: Emmanuel Macron, entonces ministro de Economía.
“Lo veré personalmente”, escribió Macron por mensaje de texto al lobbista en jefe de Uber en Europa en la madrugada del 22 de octubre. “Mantengamos la calma hasta entonces”.
En la tarde de ese día, la procuraduría revirtió su orden, hazaña que Uber celebró como un triunfo.
“Buena cooperación”, escribió el lobbista Mark MacGann a Macron. “Gracias por su apoyo”.
Este mensaje forma parte de más de una docena de comunicaciones inéditas --incluyendo por lo menos cuatro reuniones entre representantes de Uber y Macron-- intercambiadas mientras la empresa enfrentaba investigaciones sobre sus operaciones en Francia y buscaba mantener su presencia ahí, según una filtración de nuevos archivos internos.
Estos archivos, The Uber Files, fueron obtenidos por el periódico The Guardian y compartidos al ICIJ y otros 42 medios asociados. La filtración incluye correos, mensajes de texto, presentaciones internas y otros documentos de 2013 a 2017, cuando Uber irrumpía en las ciudades, retando a las legislaciones y regulaciones locales, evadiendo impuestos y buscando someter la industria de los taxis concesionados, principalmente, pero también a los defensores de derechos laborales.
Los escándalos y tropiezos de Uber en Estados Unidos, entre ellos el espionaje a funcionarios públicos y la filtración de los malos comportamientos de sus ejecutivos, dieron pie a libros, series de televisión e investigaciones periodísticas.
The Uber Files revelan la historia, desde adentro, de cómo los ejecutivos de la empresa de viajes compartidos irrumpieron en nuevos mercados y operaron para transformar a Uber de una empresa emergente de la Silicon Valley a un gigante global.
Aunque Uber se presumió como líder de la revolución digital, los archivos muestran que, para impulsar su agenda, adoptó prácticas de la vieja escuela: inyectó montones de dinero en su maquinaria de influencia global para ganarse los favores de políticos, reguladores y otros líderes. Algunos de ellos estaban, a menudo, deseosos de echar una mano.
“Hasta el momento se ven como agresivos”, dijo el primer ministro holandés, Mark Rutte, al fundador de Uber, Travis Kalanick, en 2016, según apuntes de la reunión. “Cambien la forma en que la gente ve la empresa” insistiendo en sus lados positivos, aconsejó Rutte. “Esto les hará parecer tiernos”.
Esta agresividad, consistente en penetrar en mercados nuevos sin la aprobación de gobiernos, expuso a sus conductores a la ira de los taxistas, quienes veían su fuente de ingreso amenazada por competidores que no estaban obligados a jugar bajo las mismas reglas. En Europa, Asia y Sudamérica, taxistas protestaron, acosaron a clientes de Uber e incendiaron los carros de conductores de Uber.
Somos tan jodidamente ilegales
Algunos ejecutivos de Uber trataron de sacar provecho de la violencia. Hablaron de enviar a la prensa los detalles de un apuñalamiento casi mortal y de otros ataques brutales con la esperanza de dar una mala imagen de la industria de los taxistas, según las comunicaciones.
Ejecutivos de Uber también buscaron desviar las cuestiones incómodas sobre sus estrategias agresivas de elusión fiscal, ayudando a los países a recolectar más impuestos sobre el ingreso de sus propios conductores, según los documentos.
Los archivos incluyen detalles sobre intercambios y encuentros: un embajador dialogando con un inversionista de Uber en una sauna en Finlandia; un oligarca ruso entreteniendo ejecutivos de la empresa con una banda cosaca, o un abogado de la empresa difundiendo un “manual de inspecciones sorpresas” que indicaba a los empleados cómo proceder en el caso de un allanamiento en las oficinas de Uber en búsqueda de evidencias potenciales de conductas ilegales.
Y arrojan luz sobre las discusiones internas entre ejecutivos mientras lidiaban con los exabruptos de la estrategia global caótica de Uber.
Interruptor de emergencia
El lobbista MacGann describió la perspectiva de Uber sobre su entrada en nuevos mercados como una “tormenta de mierda”, según los documentos.
“Somos tan jodidamente ilegales”, escribió Nairi Hourdajian, entonces director de comunicaciones globales de Uber, a un colega respecto a los intentos de los gobiernos de Tailandia y la India para cancelar los servicios de viaje.
Los Uber Files también muestran que la empresa utilizó tecnologías sigilosas para frustrar investigaciones gubernamentales de manera mucho más extensa que la previamente reportada. Ejecutivos de la compañía activaron un llamado interruptor de emergencia (kill switch en inglés) para cortar el acceso a los servidores de la empresa y evitar que las autoridades encuentren evidencias durante los allanamientos a las oficinas de Uber en por lo menos seis países y Hong Kong, según los documentos filtrados y fuentes públicas.
Kalanick ordenó personalmente que se activara este interruptor de emergencia cuando la policía ingresó a las oficinas de Uber en Amsterdam, según muestran los archivos. “Activen el interruptor de emergencia”, ordenó. “El acceso debe ser apagado en AMS [Amsterdam]”.
David Plouffe, quien dirigió la exitosa campaña presidencial de Barack Obama en 2008, y Pierre-Dimitri Gore-Coty, ahora a cargo de Uber Eats, estuvieron al tanto de que la compañía activó el interruptor de emergencia para bloquear las investigaciones, según intercambios de mensajes.
Para promocionar su empresa, Uber y una firma de asesoría compilaron una lista de más de mil 850 “actores relevantes” –servidores públicos en función o retirados, think tanks y grupos ciudadanos-- para sembrar su influencia en 29 países y con representantes de instituciones de la Unión Europea, según muestran los documentos.
Cuando decimos que Uber es una empresa diferente hoy, lo es literalmente: el 90% de los empleados actuales de Uber llegó después que Dara [Khosrowshahi] asumiera como Director General
Biden
Uber también reclutó a un batallón de ex funcionarios, incluyendo a varios ex asesores del presidente Obama. Apelaron a funcionarios para cerrar carpetas de investigación, modificar cláusulas de derechos laborales, diseñar nuevas leyes sobre taxis y alivianar la supervisión de antecedentes de los conductores.
Los archivos muestran que ejecutivos de Uber se reunieron con Macron, con el entonces primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, la entonces primera ministra irlandesa Enda Kenny y el entonces presidente de Estonia, Toomas Hendrik Ilves, entre otros jefes de Estado.
En 2016, Joe Biden, quien en ese año era vicepresidente de Estados Unidos, tuvo una reunión con Kalanick en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza.
Los mensajes muestran que Kalanick se puso impaciente porque Biden llegó tarde. “Le dije a mi gente que le hiciera saber que cada minuto tarde será un minuto menos que tendrá conmigo”, dijo el empresario de 39 años a un colega en un mensaje de texto.
Una vez que Biden llegó a la suite del hotel de cinco estrellas, Kalanick le dio su discurso ya muy aceitado: la empresa de viajes, dijo, estaba transformando ciudades y la manera de trabajar de la gente, todo para mejor.
Biden estuvo tan impresionado, muestran los archivos, que corrigió un discurso que dio más tarde ese día, en el cual celebró el impacto global de la empresa.
Los nuevos archivos exhiben al menos 100 reuniones entre ejecutivos de Uber y altos funcionarios entre 2014 y 2016, incluyendo doce con integrantes de la Comisión Europea que no se habían hecho públicos.
No hemos ofrecido ni ofreceremos disculpas por un comportamiento pasado que claramente ya no está en línea con nuestros valores actuales
Rusos
Ejecutivos de Uber cortejaban a oligarcas vinculados con el presidente ruso Vladimir Putin a través de exfuncionarios de Estados Unidos y el Reino Unido, y pactaron acuerdos especiales con ellos. Estos oligarcas han sido sancionados posteriormente por gobiernos occidentales, en el marco de la invasión rusa a Ucrania.
En todos los nuevos mercados, Uber ponía al centro de su discurso la afirmación de que la empresa estaba transformando la forma de trabajar de las personas. Pero algunos conductores dicen que fueron engañados, que Uber los atrajo a su plataforma con incentivos financieros que no duraron mucho, mientras la empresa aumentaba sus comisiones por cada viaje. Para conductores como Abdurzak Hadj, quien tiene 44 años y trabaja en Londres, ello lo obligó a alargar las jornadas laborales para mantener sus ingresos.
Hadj empezó a conducir para Uber en 2014 y se sintió bien al principio. Pero “la alegría solo duró un tiempo muy corto”, dijo a The Guardian.
Poco tiempo después, Uber recortó la comisión de los conductores, lo que redujo el ingreso de Hadj. El hombre, nacido en Somalia y padre de tres hijos, ganaba tan poco que su familia se tuvo que inscribir en los servicios de protección social. Hadj dijo que, a pesar de trabajar entre 40 y 50 horas por semana, ganó menos de 23 mil libras el año pasado.
Jill Hazelbaker, una vocera de Uber, reconoció “errores” y “traspiés” que culminaron hace cinco años en “uno de los ajustes de cuentas más vergonzosos en la historia de las empresas en Estados Unidos”.
Dijo que Uber cambió radicalmente su forma de operar en 2017, después de enfrentar juicios muy sonados e investigaciones oficiales que desembocaron en la destitución de Kalanick y otros altos ejecutivos.
La violencia es garantía de éxito
“Cuando decimos que Uber es una empresa diferente hoy, lo es literalmente: el 90% de los empleados actuales de Uber llegó después que Dara [Khosrowshahi] asumiera como Director General”, en 2017, dijo Hazelbaker en una declaración por escrito a ICIJ. “No hemos ofrecido ni ofreceremos disculpas por un comportamiento pasado que claramente ya no está en línea con nuestros valores actuales”.
Dijo que Uber no usa el interruptor de emergencia para frustrar acciones regulatorias desde 2017, y que Uber cumple con las leyes fiscales. Agregó: “Nadie jamás en Uber ha sido feliz por casos de violencia contra un conductor”.
La empresa desestimó cualquier sugerencia de que recibió un trato especial de Macron o su gabinete, e hizo énfasis en que ningún empleado actual de Uber ha sido involucrado en las relaciones con oligarcas rusos.
Kalanick renunció bajo presión en 2017, cuando los inversionistas expresaron sus preocupaciones sobre la cultura laboral en Uber, incluyendo las alegaciones de hostigamiento sexual, discriminación racial y bullying. Permaneció como director hasta finales de 2019.
Cerca de una semana después de la reunión entre Kalanick y Biden, un colega le envió un mensaje para advertirle sobre potenciales actos de violencia en una manifestación de taxistas en París y sobre una posible “desobediencia civil efectiva” en respuesta, sin elaborar.
“Creo que vale la pena”, contestó Kalanick. “La violencia es garantía de éxito”.
A veces estos debates y negociaciones eran sencillos, a veces eran más retadores, y a veces había personas en la empresa que querían ir demasiado lejos
Los abogados de Kalanick dijeron que esta declaración provenía de otra persona o fue fabricada. Negaron que haya sacado provecho de la violencia de los taxistas para tratar de obtener cambios en las regulaciones en beneficio de Uber.
Dijeron que el otrora CEO y director general no autorizó ni participó en ningún esfuerzo para engañar o frustrar a la policía u otras autoridades de gobierno.
Dijeron que Uber, como cualquier otro negocio que opera fuera de Estados Unidos, utilizó protocolos de tecnología para proteger la propiedad intelectual y la privacidad de los usuarios y conductores, y para asegurarse que se respetara el debido proceso durante un allanamiento.
Estos protocolos no eliminaron ninguna información, dijeron los abogados, y agregaron que todas las decisiones sobre su uso fueron analizadas y aprobadas por los departamentos jurídico y regulatorio de Uber.
Nuestro acercamiento inicial era a menudo demasiado temerario
“La pirámide de mierda”
En 2014, Uber ya dominaba el mercado de servicios de viajes en Estados Unidos y aspiraba a conquistar el resto del mundo. Tan solo ese año, repleta de efectivo de inversionistas como Jeff Bezos y Goldman Sachs, la empresa de apenas cinco años penetró en 31 países. Provocó crisis regulatorias en cada uno de ellos.
En lugar de pasar por el proceso tradicional que consiste en conseguir permisos o de buscar cambios legales y regulatorios en el servicio de taxi, Uber se impuso a la fuerza, destrozando a sus rivales mediante ofertas de viaje con descuentos excesivos.
Las comunicaciones filtradas muestran que algunos ejecutivos de Uber asumieron esta estrategia gansteril simplemente, como una forma de operar de la empresa.
“Nuestro acercamiento inicial era a menudo demasiado temerario”, dijo Hazelbaker.
Cuando Uber trató de entrar en Polonia, por ejemplo, el lobbista MacGann le contestó a Bartek Kwiatkowski, entonces consultor de Uber: “Bartek, no hay casos de estudio per se, básicamente Uber arranca y después se desata una tormenta de mierda regulatoria y legal”.
La estrategia de guerrilla generó una serie de retos sucesivos, que los ejecutivos describieron en una presentación como una “pirámide de mierda”. “Demandas de conductores”, “investigaciones regulatorias”, “procesos administrativos”, y “litigación directa” formaban los distintos pisos de la pirámide.
Para superar los obstáculos, Uber construyó una enorme maquinaria de relaciones públicas dedicada al lobby y sus actividades relacionadas, con un presupuesto global de US$90 millones solamente para 2016, según documentos filtrados.
La empresa utilizó las mismas estrategias que había pulido en Estados Unidos.
Cuando Uber necesitaba un músculo político para implantarse en una ciudad, reclutaba a exfuncionarios para influir sobre funcionarios. Cuando se le acusaba de violar las leyes, la empresa utilizaba a los propios clientes de la aplicación como lobbistas “desde abajo” y les hacía firmar peticiones para “salvar a Uber”. Y cuando su agenda requería un empujón académico, pagaba a universitarios cercanos para producir investigaciones favorables.
Así como lo hizo en Estados Unidos, Uber ofreció bonus y otros incentivos para enganchar a nuevos conductores de ciudades europeas hacia su plataforma. Después, cortó los subsidios, quitando a los trabajadores un ingreso del que dependían.
Algunos lobbistas recibieron acciones de la empresa y bonos de éxito cuando entregaron resultados favorables, según los documentos. Estos lobbistas ofrecieron a funcionarios descuentos en viajes de Uber, comidas de “súper alto nivel”, recomendaciones sobre trabajos, trabajos de campañas políticas gratis, contribuciones de campaña, así como otros regalos y beneficios.
Los asesores de Obama
Jim Messina, quien fuera jefa de oficina de Obama, se volvió consultor político en 2013, y tomó a Uber como cliente. Los archivos muestran que a veces tuvo papeles duales: preguntó, por ejemplo, a un lobbista de Uber si debía hablar de los problemas regulatorios de la empresa en España con el entonces primer ministro Mariano Rajoy, de quien llevaba al mismo tiempo la campaña política.
Los documentos filtrados arrojan luz sobre los vínculos que unen a MacGann y Messina con Jane Hartley, la embajadora de Estados Unidos en Francia de 2014 a 2017. Hartley tuvo su prestigioso cargo diplomático después de levantar grandes sumas de dinero para la campaña de Obama.
Cuando la empresa enfrentó obstáculos regulatorios en Francia, MacGann solicitó una reunión con la embajadora. Envió un mensaje a Messina un día antes de la cita, preguntando si tenía algún mensaje para Hartley. “Dile que la amo”, contestó Messina. “Le dimos FRANCIA”.
Adrian Durbin, un vocero de Messina, dijo que Messina nunca hizo lobby para Uber ni habló con ningún jefe de Estado en nombre de Uber. “El trabajo del señor Messina para Uber se limitó a ayudarles a entender el panorama político en algunos países europeos donde la empresa buscaba aumentar sus negocios”, dijo Durbin.
Durbin no contestó las preguntas de seguimiento sobre las conversaciones privadas con jefes de Estado que, según The Uber Files, Messina narraba a ejecutivos de Uber.
Plouffe, ex asesor de Obama, se unió a Uber al frente del equipo de mercadotecnia global y comunicaciones políticas en 2014. Fue el arquitecto de la campaña presidencial de Obama en 2008, quién prometía, entre otras reformas, atacar el lobby y las puertas revolventes entre la política y la industria. Los documentos lo exhiben jugando un papel mucho más importante en el lobby y en encabezar las batallas regulatorias de Uber de lo que se ha reportado hasta la fecha.
Hice lo mejor que pude para oponerme cuando opinaba que las líneas se estaban cruzando, a veces con éxito, a veces no
Plouffe tuvo reuniones no públicas con varios funcionarios de Estados Unidos, incluyendo el entonces secretario del Trabajo Tom Perez, y la embajadora Hartley.
Un vocero del Departamento de Estado dijo que Hartley, ahora embajadora en el Reino Unido, no recuerda ninguna plática con Plouffe o Messina sobre Uber. Perez no respondió a reiteradas solicitudes de ICIJ.
Plouffe también se reunió con funcionarios en países donde Uber estaba librando batallas regulatorias, entre ellos India. En ese país, los empleados de Uber recibieron la instrucción de esperarse a ataques de competidores y reguladores cuando la empresa lanzó sus operaciones. “Abracen el caos”, dijo el máximo ejecutivo en Asia en un mensaje.
Plouffe trabajó para Uber desde 2014 hasta enero de 2017. Justo antes de renunciar, compró una casa de 557 metros cuadrados en San Francisco, por US$7.6 millones.
Al mes siguiente, el Consejo de Ética de Chicago impuso una multa de US$90.000 a Plouffe por realizar lobby de manera ilegal con el entonces alcalde Rahm Emanuel, quien había fungido como jefe de oficina de Obama.
“A veces estos debates y negociaciones eran sencillos, a veces eran más retadores, y a veces había personas en la empresa que querían ir demasiado lejos”, dijo Plouffe en su declaración de tres párrafos. “Hice lo mejor que pude para oponerme cuando opinaba que las líneas se estaban cruzando, a veces con éxito, a veces no”.
En mayo pasado, los accionistas de Uber rechazaron una propuesta que hubiera obligado a la empresa a transparentar por completo sus actividades y gastos de lobby.
En respuesta a un cuestionario de ICIJ, Uber se negó a revelar cuánto dinero gastó en lobby internacional el año pasado, y a quién lo entregó.
Contribuyeron: Scilla Alecci, Dean Starkman, Delphine Reuter, Ben Hallman, Jelena Cosic, Fergus Shiel, Mike Hudson, Emilia Diaz-Struck, Miguel Fiandor, Richard H.P. Sia, Hamish Boland-Rudder, Asraa Mustufa, Pierre Romera, Gerard Ryle, Antonio Cucho Gamboa, Joe Hillhouse, Tom Stites, Whitney Awanayah, Margot Williams, Soline Ledésert, Bruno Thomas, Caroline Desprat, Maxime Vanza Lutaonda, Damien Leloup, Adrien Senecat, Elodie Gueguen, Felicity Lawrence, Rob Davies, Jennifer Rankin, Aaron Davis, Robin Amer, Joseph Menn, Douglas Macmillan, Rick Noack, Linda van der Pol, Uri Blau, Dirk Waterval, Karlijn Kuijpers.
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ED
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