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Gestos de autonomía

Villarruel mantiene su agenda propia y crece la tensión con la mesa chica del Gobierno

Milei y Villarruel, durante el desfile militar del 9 de Julio, sobre la Avenida Libertador.

Pedro Lacour

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Las intrigas que desde el minuto uno envuelven el vínculo del presidente Javier Milei y su vice Victoria Villarruel parecen haber comenzado a acrecentarse en las últimas horas. Aunque hace meses que la Casa Rosada y la titular del Senado no se privan de reconocer en público sus diferencias de criterio, un hecho reciente expuso como nunca antes esa tensión latente: el paso de Karina Milei por la Embajada de Francia con el fin disculparse con el representante galo en Buenos Aires, Romain Nadal, en un acto de desautorización explícita a Villarruel luego de que tildara a ese país europeo de "colonialista" a través de sus redes sociales.

“No fue un tuit feliz”, sostuvo el propio Presidente durante una entrevista con Alejandro Fantino el viernes pasado. Y añadió, tajante: “Por las cuestiones deportivas, tenés que ir por el lado deportivo y no generar un quilombo institucional en términos diplomáticos”. La preocupación de Milei y de su hermana tuvo, en realidad, un motivo inmediato: el viaje que realizará el mandatario el próximo jueves a París para participar de la apertura de los Juegos Olímpicos, visita que incluirá el viernes un cara a cara con el presidente francés Emmanuel Macron, según confirmaron fuentes oficiales. 

Desde el entorno de Villarruel, en tanto, le bajaron el tono a la polémica desatada a partir de los cánticos ofensivos de los jugadores de la selección Argentina. Sostienen que el tuit de la vice no fue otra cosa que una opinión personal, alejada de cualquier pretensión de postura oficial, al tiempo que destacan la “buena relación” que mantiene Villarruel con el embajador Nadal, a quien recibió en la Cámara alta hace algunos meses. Cerca de la titular del Senado relativizan además el impacto diplomático real de sus dichos virtuales al remarcar que no hubo queja formal alguna por parte del gobierno francés.

Una cosa es cierta: el posicionamiento Villarruel tampoco fue exclusivo de su persona ni disonante con la línea que mantuvieron varios referentes del oficialismo. De hecho, el ejército de trolls libertarios se encargó de criticar durante toda la jornada al ahora exsubsecretario de Deportes, Julio Garro, quien habla osado decir que Lionel Messi debía pedir disculpas en nombre del equipo por lo sucedido. Una actitud que le costó el cargo al dirigente de origen macrista, que fue intendente de La Plata por dos periodos.

Recelos mutuos

Tanto Milei como Villarruel admiten en público tener diferencias, pero aclaran que no son determinantes. El viernes, sin ir más lejos, el Presidente sostuvo en Neura que “en el 95%” de las cuestiones va “para el mismo lado'' que su compañera de bancada hasta el año pasado. Son definiciones que no alcanzan para ahuyentar los fantasmas que acechan al dúo fundador de La Libertad Avanza, que supo compartir boleta tanto en 2021 como en 2023. De hecho, todavía genera murmullos en los pasillos de Balcarce 50 la resonante ausencia de la vicepresidenta del Pacto de Mayo firmado en la medianoche del 9 de julio en Tucumán: adujo tener una gripe, pero al día siguiente se la pudo ver exultante en el desfile militar sobre la avenida Libertador.

Villarruel nunca escondió su voluntad de consolidar una identidad propia. Un camino en el que priman diferencias de forma y de fondo con Milei, principalmente en un eje en el que la titular del Senado hace hincapié cada vez que tiene oportunidad: el institucional. ¿Se pensará a sí misma la fundadora del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV) como la garante del orden en última instancia, a modo de heredera simbólica de aquella “familia militar” de la que tanto se enorgullece de formar parte? El escándalo por la visita de seis diputados de La Libertad Avanza a genocidas presos en la cárcel de Ezeiza a priori no parece salpicarla, aunque no faltan las versiones que vinculan a Villarruel con el cabecilla de esos militares que cumplen condena por delitos de lesa humanidad: el tristemente célebre Alfredo Astiz.

¿Qué asidero tienen las teorías conspirativas que proliferan por estas horas en la opinión pública y que ubican a Villarruel al frente de un supuesto intento de desestabilización de su propio gobierno? Desde el inicio de la gestión libertaria, la vicepresidenta se encargó de hacer de la Cámara alta su propio fuerte, con gestos de autonomía que son mirados de reojo por la mesa chica del Presidente. Uno de ellos es el aceitado vínculo que supo tejer con los representantes legislativos del peronismo. Las malas lenguas hasta aseguran que en las reuniones a puerta cerrada la presidenta del Senado bromea con ser una “compañera” más.

Más allá de las habladurías, es otro el dato que no deja de llamar la atención y que está vinculado estrictamente a la coyuntura política: la falta, en el entorno de Villarruel, de un interlocutor directo con Balcarce 50 que pueda hacer las veces de “amortiguador”. Tampoco colaboraron con evitar alimentar las suspicacias los recientes cambios en su custodia. “Nada del otro mundo”, desdramatizaron desde el Senado ante la consulta de elDiarioAR, luego de confirmar la salida de los efectivos que hasta hace pocas semanas cuidaban de la seguridad de la vice.

Cortocircuitos

El momento de mayor tensión entre Milei y Villarruel probablemente haya tenido lugar en marzo, cuando la titular del Senado convocó a una sesión especial para tratar el DNU 70/23 y, minutos más tarde, un comunicado de la Oficina del Presidente despotricó en duros términos contra los que buscaban “avanzar” con una agenda “inconsulta”. “El cañonazo fue a la casta, no a Victoria”, intentó aclarar luego el Presidente, pero el daño ya estaba hecho.

“Yo no me voy a convertir en Cristina Kirchner, no me voy a convertir en aquello que vinimos a cambiar”, lanzó Villarruel, por su parte, en un video que difundió en redes sociales una vez finalizada la sesión en la que fue rechazado el megadecreto. El comentario no daba demasiado margen a la interpretación: la vicepresidenta hacía referencia a las peleas entre la exvicepresidenta y Alberto Fernández, un cortocircuito que marcó a fuego la fallida experiencia de gobierno del Frente de Todos. “Mi compromiso con Argentina y con Milei es inclaudicable”, subrayó, sugestiva.

Otro tema que ese mes también la puso en el candelero fue la suba en las dietas para senadores y diputados. “Se debería haber dado”, manifestó en una entrevista de alto voltaje con TN, la única que brindó desde que está al frente de la vicepresidencia. Villarruel no se había plegado inmediatamente al pedido que hiciera Milei para que tanto ella como el titular de Diputados, Martín Menem, retrotraigan los aumentos. A diferencia de su par de la Cámara baja, la titular del Senado guardó en ese entonces un sugestivo silencio durante toda la polémica. Su intención era deliberarlo con los jefes de los distintos bloques en una reunión de Labor Parlamentaria. Sin embargo, la resistencia no tuvo éxito y a último momento debió ceder ante la presión de la Casa Rosada.

Pero para encontrar el origen de la tirantez entre Milei y Villarruel hay que ir un poco más atrás, a los días del vertiginoso armado del gabinete. A lo largo de todo el 2023, el libertario se cansó de repetir que las áreas de seguridad y defensa iban a estar, en caso de una victoria, bajo el ala de la actual vicepresidenta. Pero una vez que La Libertad Avanza se alzó con el triunfo, ese compromiso voló por los aires con la confirmación de Patricia Bullrich y de Luis Petri al frente de sendas carteras. “Me hubiera gustado poder hacer lo que el Presidente en su momento había dicho, pero él eligió a dos personas, eligió a otros equipos y yo lo tengo que respetar”, se lamentó Villarruel en aquel diálogo con Jonathan Viale.

Los motivos de ese desplante están sobre la mesa: a Karina Milei no le habrían caído muy bien ciertos movimientos de Villarruel durante el último tramo de la campaña. A los rumores por supuestos encuentros secretos con Mauricio Macri, se le sumó un hecho que simbolizó su afán por desmarcarse de la línea trazada por El Jefe. La semana previa al balotaje del 19 de noviembre, la por entonces compañera de fórmula de Milei realizó una inédita recorrida de campaña por el barrio porteño de Recoleta. Sin “leones” ni motosierras, ese día Villarruel copó la centralidad y hasta tuvo la osadía de estrenar un sello propio: pudieron verse banderas que llevaban su nombre de pila, con una “V” en color violeta en el centro. La importancia de pensar a futuro.

PL/MG

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